jueves, 31 de marzo de 2016

Horteras.

- "Nena, Andresito me ha dado un disgusto terrible" - ¿Qué ha pasado? ¿Se ha quedado sin viagra? jajajajajaja - "No eres más tonta porque no te entrenas. ¡Es pobre!" - ¡Vaya! que graciosas nos hemos levantado hoy ¿eh, abuela? - "Voy a dejarlo" - No deberías beber chinchón hasta después de comer - "He tenido que hacerlo para capear el temporal ¿Te imaginas que tu marido te diga que no tiene un euro?... ¡Que te vas a imaginar tú si no tienes marido!"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿estás hablando con tu abuela? Dile que he visto algo espectacular. - ¿Has oído a la Cotilla? - "Fuerte y claro... Si quiere a Andresito que se lo quede.Yo iré a la caza y captura de un millonario de verdad" - ¿Ya le has echado el ojo a alguno? - Cualquiera que lleve chilaba y sea de Arabia Saudí, me vale" - Creo que éstos no beben chinchón. - "Con el dineral que tienen a ver quién es el guapo que les dice que no" - La Cotilla también había escuchado a la abuela y gritó: - ¡Santa Rita, Santa Rita. Lo que se da no se quita!

Estaba pasando algo raro y si no quería quedarme sin abuelito otra vez, tenía que enterarme de primera mano. Así que, aprovechando que hacía un día expléndido, me llevé a Pascualita conmigo cuando fui a visitar a mi bisabuelastra, la Momia.

A pesar de estar entretenida con su joven cubano aprendiendo todos los ritmos caribeños, habidos y por haber, tuvo un ratito para charlar conmigo. - Tu abuela ha recibido una fuerte decepción cuando mi hijo le ha dicho que no piensa ceder a su último capricho. - Pues se quiere divorciar y yo no quiero quedarme sin vosotros y sin la posibilidad de heredar la Torre del Paseo Marítimo...¿Tanto le cuesta al abuelito hacerla contenta? - Se ha encaprichado de los coches que unos jeques saudíes han exhibido por las calles de Londres ¡Bañados en oro! Ya se sabe lo horteras que llegan a ser los nuevos ricos. - ¿En oro... oro? - De ese mismo. ¡Y quiere uno igual!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaa! ¡Vengo a buscar lo que es mío! (gritó la Cotilla, irrumpiendo en la Torre del Paseo Marítimo como un elefante en una cacharrería) -  ¡Andresito es mío! ¡Su mujer me lo ha cedido! ¡Ven, que quiero tomar posesión del "regalo"! - Pero mi abuelito, que estaba a punto de dejar de serlo, ni siquiera asomó la naríz.

En aquel momento apareció el cubano de la Momia. - Mi amol, estoy cansaoooo. Tu tienes enelgía para parar un tren, mi amol y yo apenas puedo seguil tu ritmo, mi amol. - Pobrecito. Es que te doy mucha caña ¿verdad? Tóma un chinchón que es reconstituyente y sigamos bailando.

Destapé un poco el termo de los chinos para que Pascualita viera lo que son los bailes caribeños y su ritmo frenético. La música envolvió a la sirena que se dejó llevar por ella y como se sentía estrecha en el termo, saltó de él para caer sobre las partes blandas del cubano ¡Entonces sí que bailaba como un descosido! ¡Y gritaba, lloraba, corría. El abuelito, al escuchar los alaridos, salió de su escondite. - Espero que estéis matando a la Cotilla (tenía un deje de esperanza en la voz) - Pascualita soltó lo que tenía entre dientes e, impulsándose con la cola, pasó a las partes blandas del abuelito como quien está jugando a la Oca y tira porque le toca.

La Momia y yo nos sentamos a ver el espectáculo que nos ofrecieron los dos hombres. Bailes frenéticos, saltos imposibles, sobre todo por Andresito que, aunque llevaba muy bien su edad, no estaba lejos de cumplir los cien. Aplaudimos a rabiar cuando acabaron y se fueron a llorar a un rincón.

Al día siguiente me invitaron a comer, en la Torre del Paseo Marítimo, a tutti plen. Pagaba la Momia y fue expléndida. Al cubano, al que no dejaba ni a sol ni a sombra, se le veía ojeroso en cambio la bisabuelastra resplandecía. - ¡Me trajiste suerte, nena! No hemos pegado ojo en toda la noche ¡Ha sido maravilloso! La Primavera ha entrado con fuerza en ésta casa. Mira los hombres ¡ni andar pueden! Lástima que tu abuela siga en busca del Saudí Perdido jajajajajaja


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