sábado, 5 de marzo de 2016

Es U.

¡He ligado! Tengo que contárselo a la abuela enseguida... No sé si ir a su casa para ver la cara que pondrá cuando se lo diga... Tal vez tendría que llamar a Geooorge para que venga a buscarme porque no tengo ganas de andar a éstas horas... Además, no he desayunado... ¡Que ganas tengo de gritarlo a los cuatro vientos!... Quizá no les haga gracia a los abuelitos que mangoneé a su mayordomo. Al fin y al cabo le pagan ellos... Ay, no sé qué hacer... Bueno, llamaré por teléfono... ¿Y si duermen? La abuela me soltará un bufído... Bueno, da igual. Ella me despierta cuando todavía no han puesto las calles y me aguanto, así que... ¿Qué dirá el abuelito? Se acuestan tarde cuando van a El Funeral... Lo mejor será que desayune y luego ya veré si me decido a visitarlos o a llamarlos... Nunca pensé que anunciar un ligue fuese tan complicado.

Mientras Pascualita saltaba en plancha en la taza del cola cao yo masticaba tranquilamente mi ensaimada... De repente, antes de que metiera otro trozo en la boca, sentí una descarga eléctrica que empezaba en el cerebro y salía por los pies - ¡¡¡Ostras!!! pero si tengo al ligue durmiendo en mi cama ¡Se me había olvidado!

A Pascualita apenas le dio tiempo de coger lo que quedaba de ensaimada antes de que yo la lanzara al acuario. Con los nervios, no acerté y salió volando a través de la ventana que había abierto para airear la casa. ¡El árbol apenas tenía hojas!

Corrí escaleras abajo y en el portal tropecé con la Cotilla que entraba con paso cansino. - ¡¡¡Cooooooñe. Ni que fueras a apagar un incendio!!! - Es que se me ha caído algo... - Me asomé y no vi a la sirena estrellada en la acera. Pero tampoco colgada de las ramas. La Cotilla me miraba curiosa. - ¿Qué se te ha caído? - Una cosa. - ¿Tiene nombre? - Sí. Cosa (me estaba poniendo de los nervios) - Será algo de los chinos. El señor Li tendrá más en la tienda. Vamos. - Cuando lo encuentre. ¡Váyase! - No puedo. Tengo curiosidad por saber lo que es una Cosa... jejejejejeje ¡Que cruz tenemos contigo!

Subí a casa con ella porque no era plan cometer un asesinato a plena luz del día y en la calle. Desde el balcón inspeccioné el árbol pero Pascualita no estaba allí. Tenía el corazón en un puño y unas ganas locas de gritar ¡¡¡¿Dónde estás, Pascualita?!!! Pero no podía hacerlo mientras la Cotilla estuviese aquí.

Desde la cocina me estaba metiendo una bronca por como había quedado la cocina después de los saltos mortales de la sirena en el cola cao. - ¡No he conocido a nadie más guarra que tu! ¿Qué forma es esa de desayunar? - Entré hecha una furia dispuesta a contestarle como una arrabalera cuando la vecina se puso un dedo en los labios instándome a callar. - Escucha (dijo en voz baja)... Hay un fantasma en ésta casa ¡y está hablando! (susurró) - Era verdad...  y el sonido venía de mi cuarto. ¡Oh, Dios mio! Un fantasma quería arrebatarme mi ligue. A pesar del temblor de piernas fui a rescatar al que sería el padre del biznieto de mi abuela (¡no tenía ni idea de como se llamaba!)

Abrí la puerta lentamente. La Cotilla, pegada a mi espalda, me tiraba el aliento en la oreja. En la cama revuelta no se veía a nadie... salvo un bulto voluminoso y la voz que hablaba en fantasma, salía de allí. Esto que lo que escuché: uh... ¿uuuh?... uh, uuuh, uuuh... - Variaba el tono, los giros de voz, como si preguntas, rogase, afirmase, en fin, una conversación normal pero como no entiendo el idioma fantasmal no supe qué decía. Quién quiera que fuese el espíritu hablaba con la U.

La Cotilla se me adelantó zapatilla en mano y lanzándose sobre la cama le dio tal tunda al parlanchín que acabó gritando y hablando de manera entendible. - ¡¡¡Aaaaaaaaaaayyyyyy. Para, paraaaaaaa!!! - esta voz sí que la reconocí. - ¡¡¡Pare, Cotilla. Es mi ligue!!!

Sentados en la cocina, ya más tranquilos, le expliqué lo que había pasado. El reconoció que cuando dormía hablaba en U. - Mi madre me ha contando que lo he hecho siempre (dijo. ¡Vaya, acababa de enterarme que tendría suegra!) - La Cotilla, en absoluto arrepentida de haberle arreado una buena paliza, me dijo. - Ya tiene nombre: U - ¿U? - ¿Quién yo? Mi nombre es... - Toma un poco de chinchón y calla... U.

Entonces vi a la sirena. Salía de la bolsa que usa la Cotilla para sus trapicheos y llevando en las manitas una magdalena, dura como una roca, del contenedor del super.

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