domingo, 28 de febrero de 2016

Invierno recortado.

 Los abuelitos han venido a comer a casa. En realidad él ha comido muy poco y todo a base de líquidos, ayudándose con una cañita. ¿A quién se le ocurre enamorarse de la Infanta y dejar que se entere la abuela? Pobre Andresito.

Ella traía cara de pocos amigos. Pensé que le duraba el enfado con su marido a pesar de haber consumado la venganza, pero no era eso. - "El Pinocho Mayor del Reino, con su manía de recortarlo todo, nos ha dejado el Tiempo hecho unos zorros. ¿Dónde se ha visto que gente de nuestra categoría... (luego puntualizó) Andresito y yo, tengamos que sufrir un Invierno recortado: ahora hace frío y el resto de la semana calor, o al revés. Así no hay quién luzca la ropa que me han echo en Dior ¡Si soy rica, quiero que se me vea, coñe!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Vengo de dar una vuelta por tu barrio (dijo la Cotilla a la abuela) y me ha faltado el canto de un duro para coger un abrigo de lana precioso que estaba en un contenedor. ¡Nuevo! Tendría que haber corrido, a pesar de no haber ningún otro jubilado pobre a la vista porque, un segundo antes de atraparlo ¡lo ha cogido una criada con delantal y cofia! - "¿En mi barrio? Me extraña" - La he insultado a base de bien y me ha dicho, con la cara roja de vergüenza, que su señora la había enviado a recogerlo. - "¡¿En mi barrio?!" - ¡Que sí! - "Imposible" - "Era un abrigo rojo con el forro naranja - "¡El de Pichurri! ¿Has oído, Andresito? ¿Por qué lo habrá hecho?" - Porque lleva quitando y poniéndoselo desde hace meses y consideraba que ya lo tenía muy visto, por eso lo tiró pero, como ha vuelto el frío de golpe, lo ha rescatado para no tener que ir todo el día con las pieles puestas, que parecen no estar muy bien vistas... ¿Sabes si los jubilados que no llegamos a fin de mes tenemos un Sindicato que nos ampare contra las intromisiones ajenas a nuestro trabajo de rescate de prendas en los contenedores? - "Pues... es que desde que soy rica, estas cosas no me interesan" - Bueno, lo buscaré y pondré una denuncia contra la Pichurri esa.

Pensé que Pascualita tendría frio en el acuario y me la llevé a la cocina mientras las dos amigas hablaban de sus cosas. Puse a la sirena en el frutero y me dediqué a adobar la carne para asarla. Me concentré tanto en lo que estaba haciendo que me olvidé de todo. Se me había ido el santo al cielo y no volví a la Tierra hasta escuchar los gritos guturales de un orangután muy cerca de mi.

Instintivamente, cogí la escoba, di media vuelta y le arreé un escobazo... al abuelito que había entrado en la cocina sin que lo advirtiera y estaba sentado a la mesa sorbiendo un zumo con pajita. El "orangután" era él que gritaba sin poder al tener parte del interior de la boca cosida. Y todo porque Pascualita, siguiendo su fea costumbre, al ver la taza saltó en plan bomba y hubo zumo por todo. El pobre Andresito, que no sabía lo que le pasaba, se llevó un susto de muerte... y un buen escobazo de propina.

Salió corriendo despavorido, camino de la puerta de la calle. Yo salí tras él con la sirena en la mano pero se me escurrió, cayendo sobre el exiguo pecho de la vecina. Antes de que yo llegara a la puerta el pecho de la Cotilla había aumentado unas cuantas tallas.


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