viernes, 26 de febrero de 2016

Andresito está enganchado.



La abuela entró dando un portazo - "¡Andresito está malo!" - ¡Espero que no me llenes la casa de kleenex con sus mocos! - "He dicho que está malo, no constipado" - ¿Se ha estropeado? ¿Ha caducado?... ¿Se ha oxidado? ... ¿Qué le pasa? - "Tiene el cerebro a punto de explotar" - ¡Pues no lo traigas aquí! No sea cosa que explote, que luego me tocará pintar el piso y no estoy para gastos.

Se acercó al acuario donde Pascualita nadaba tranquilamente, dejándose acariciar por las algas del fondo. Bruscamente, la mano de la abuela se cerró sobre ella que, asustada, sacó los dientes de tiburón a pasear aunque no encontró donde hincarlos. Poco después, la sirena nos contemplaba desde la mesita de centro donde también estaba, Pepe, la cabeza jivariaza, esperando ansiosas unas gotitas de licor.

- "Andresito se ha emperrado en ir a todas las sesiones del juicio del caso Noos" - ¡Pero si no va nadie a verlo! - "El sí. Y come croquetas de Blas el parado. Dice que le gustan más comerlas allí que en casa. Que tienen otro sabor" - ¿Tu marido es tonto? - "De remate" - Pero si las haces tú... - "El caso es que toma tantas aspirinas como croquetas" - ¿Eso es bueno? - "¿Es bueno escuchar a Diego Torres, horas y horas, como si estuviera dictando una clase magistral en la cátedra de la Universidad?" - No creo. - "¡Pues, claro que no! Así está Andresito. Tiene dolorido hasta el cerebelo" - Que no vaya. - "Dice que se ha enganchado" - ¿Al juicio? - "¡A la Infanta! Dice que es su caballero andante" - ¡Jopé! Menuda historia ¡como para escribir un libro! - "Anoche me puse una peluca rubia, una berruga en la cara, tres gotas de Chanel número 5, los estilettos rojos con medias negras de costura y  un camisón que lo más grande que tiene es su nombre y subiéndome a la cama, pasé una pierna a cada lado de su cuerpo. Le llamé suavemente: Andresitoooooo... Andresitooooo... El jodío estaba roque y tuve que clavarle el tacón en el esternón para que se despertara. ¡Y vaya si se despertó! Gritaba ¡¡¡Me mataaaaan, me mataaaaaaaaan!!!

Estuvo a punto de tirarme de la cama del salto que dio. Luego, pasado el primer susto, dejó de bizquear y me miró. Entonces abrió la boca diciendo: ¡¡¡Cristinaaaaaaaaaaaaa!!! No dijo nada más. Esta vez le metí el tacón en la boca y apreté. Ahora está en la consulta del maxilofacial... 


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