martes, 26 de enero de 2016

Andresito, traumatizado.

Andresito, que había salido a dar un paseo, ha vuelto demudado. Blanco como un papel. - "¡Te lo dije cuando quisite venir a pasar unos días en esta casa! Es un barrio obrero. Hay mucha gente en las calles y debes andar siempre con la mano en la cartera para que no te la roben "¿Cuánto te han quitado?" - Nada. Nadie me ha molestado...  - "Entonces ¿a qué viene ésta cara?"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Unos banqueros han asaltado a tu marido. He querido ayudarle pero he recordado que si no me daba prisa, ya no encontraría croasanes en el contenedor del súper... ¿Te han pegado? ¿Te han herido? ¿Te han violado? ¿Te han...? - ¡Para ya, Cotilla! No me han hecho nada... Me han dicho...

Cinco minutos después todavía no sabíamos qué le habían dicho? - "¡Habla ya Andresito, coñe!" - Un grueso lagrimón corrió por las ajadas mejillas del abuelito, mezclándose luego con el moco que goteaba de su nariz y juntos inundaron su boca mientras él buscaba un pañuelo para frenarlos. - Me han llamado... ¡snif!... no puedo...

Empezamos a preocuparnos - "¿Te han mentado a tu madre?" - No, no... - "¿A mi. A tu mujer? ¡Mira que voy y los arrastro!" - ¿De verdad eran banqueros, abuelito? - ¡Que va! Eso son cosas de la Cotilla. - Los he visto con traje, corbata y cartera... ¿qué otra cosa podían ser sino?

- "Voy a darte un poco de chinchón. Te tranquilizas y nos cuentas qué te ha pasado, de una vez por todas" - De vez en cuando, la abuela tiene buenas ideas, como ésta y nos apuntamos todos. La Cotilla sacó los croasanes y nos los comimos mojándolos en las copas de licor. Durante un rato solo se escuchaban suspiros, chasquido de lenguas, algún ¡que rico! y un erúcto de la Cotilla que luego se hizo la disimulada cargándome a mi el muerto. - ¡Que poca educación te enseñaron en tu casa! - ¡¡¡Cotilla!!!

Cuando nos cansamos de beber, la abuela se llevó las copas y regresó con Pascualita en plan broche adornando la solapa de la blusa. - Venga, abuelito ¡desembucha! (el chinchón me hacía perder un poco los papeles)

- Son gente del partido. - "¡Vaya por Dios! ¿Te han pedido que seas el Presidente del Gobierno?" - No. Ni siquiera vicepresidente. - "¡Desagradecidos!... ¿Entonces...? - Me han llamado... ¡TRAIDOR! - ¡Jesús, José y María! (exclamó la Cotilla que, desde que "trabaja" en las iglesias, es de lo más beato que se pasea por Palma)

- "¿Por qué, Andresito? ¿qué has hecho? ¿Te fusilarán?" - ¡No, mujer! - "No me mientas o me cabrearé. ¿Crees que puedo ir a tu fusilamiento con ésta ropa? Necesito un sombrerito con un velo tapándome los ojos y mucho rímel para resaltarlos. Mi lápiz de labios Rojo pasión está casi gastado. También me compraré un jersey de angorina y plumas de marabú en el cuello. Estaré impresionante, como una viuda griega. Y los stilettos de charol rojo simbolizaran tu sangre empapando la tierra... Espero que el camino hasta el pelotón de fusilamiento no tenga baches porque con estos zapatos puedo torcerme un tobillo" - ¡Te recogerán los militares jajajajajaja! (dijo la Cotilla y las dos amigas rieron de buena gana) - "¡De general para arriba!"

Más tarde, la abuela le contó a Pascualita, que unos amigos de Andresito le llamaron traidor porque no cumplió la órden de ¡Todos a una! O sea, Todos a SAQUEAR. - ¡Vas a ser el único que no entrará en la cárcel, desgraciado! (me gritaron) ¿Qué podrás contarle a tus nietos cuando los tengas? (Andresito lloraba ya a moco tendido) ¿Te das cuenta? (le dijo a su esposa) ¡Soy una persona honrada! Van a echarme del partido. - "¡Que crúz tengo también contigo, marido!"


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