martes, 8 de diciembre de 2015

Santa Conchi.

- "Nena, saca todas las croquetas que haya en el congelador que, esta noche, celebraremos Santa Conchi en El Funeral" - Abuela... zzzzzzzzzzzzz... no hay... zzzzzz... croq...zzzzzzz.....uetass...zzzzz -
"¿Queeeeeeeeeeee? ¿estás segura?" - Si... zzzzzzzzzz - "¡Abre los ojos de una vez! ¿Cómo que no hay croquetas? ¿Quién se las he comido?" - El... gato...zzzzzzzzzzzz - "¿Tienes un gato? ¿desde cuándo?" - ¡Déjame dormir, abuela!

No pude hacerlo. Se dedicó a buscar un gato imaginario por toda la casa. Abriendo y cerrando puertas y cajones, arrastrando sillas y mesas, llamándolo por los rincones - "Psisisisiiiiii" - Y cuando se agachó para mirar bajo mi cama, salté como un resorte. - ¡No hay ningún gato. Solo quiero dormir! - "Ni hablar. Ves a comprar un pollo" - A las... ¿cuatro de la mañana?

Me negué en redondo a ir a la compra a esas horas. - ¿No tienes un mayordomo? Pues mandale a él. - "Estará dormido el pobre" - ¡El pobre! ¿Y yo qué? - "Tu eres mi nieta" - ¡Y él cobra todos los meses! - "Porque trabaja. ¿No me digas que te has convertido en una capitalista explotadora de la clase obrera?" - ¡NO! Solo soy una persona que quiere dormir una noche entera. - "Que cruz tengo contigo"

A las ocho y cuarto de la mañana llegó Geoooorge con el pollo. Por los ojos hinchados que traía, no hacía mucho que se había despertado pero no lo dijo. Dijo esto: - Madame, yo esperar que carnicerou matar pollou. Antes carnicerou esperar que traer pollou de granjau... Por eso tardar tantou - ¡¡¡La madre que te parió, inglés!!!

Mientras el pollo hervía, desayunamos las tres porque Pascualita no perdona quedarse sin ensaimada y sin su "piscina" de cola cao diaria. Mientras ella saltaba, una y otra vez, en la taza, la abuela le iba contando que esa noche habría sarao en El Funeral. - "Es Santa Conchi y hay que celebrar el santo de mi amiga. Me pondré unas botas de charol azul, con tacones de vértigo y finos como puñales, que me compré el otro día. Me encanta martirizar a Andresito clavándoselos en los pies. Se pone como una moto y aunque luego va cojo durante días, esa noche cumple sin necesidad de viagra"

- ¿Es necesario que le cuentes tus initimidades a Pascualita? - "Son cosas que le serán útiles el día en que vuelva a su hábitat" - No creo que se ponga nunca unas botas como las tuyas. No tiene piernas. Ni ella ni sus conquistas, si es que hace alguna porque, con lo borde que es, cualquiera se le arrima. - "¿Estás oyendo a mi nieta? (se dirigió a la sirena) Aún no ha nacido cristiano que me hable así y tu tampoco deberías consentirlo" - ¡Oye, no la pongas en mi contra! - "Es mi amiga y tengo que velar por ella" - !Vela por mí que soy tu nieta! - "Eso es circunstancial. Venías en el lote de mi hija" - ¡Abuela!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! ¿Estáis friendo croquetas? ( la Cotilla entró como una exhalación en la cocina y tuve que lanzar a Pascualita, sin mirar dónde caía) - "¡Quieta, parada! Ni se te ocurra coger una. Son para la fiesta de cumpleaños de Conchi" - ¡No se va a enterar de que falta una! - "¡He dicho que no!" - Pero la Cotilla, cuando quiere, es la sorda más sorda del mundo mundial y aunque tuvo que regatear a la abuela que trataba de impedirle llegar a la fuente de croquetas, puso la mano sobre la que estaba en lo alto del montón. En cuanto sus dedos se cerraron en pinza la dentadura de tiburón atacó con saña. ¡Pascualita estaba allí!

Los gritos, las carreras, los llantos, los saltos... no impidieron que yo arrancara a la sirena,que se llevó entre los dientes, un trocito de carne de los dedos sarmentosos de la vecina.

Cuando, por la tarde, la abuela se subió en el rolls royce con Andresito y Geoooorge y las croquetas, camino de El Funeral, la Cotilla aún dormía en mi sofá gracias a una enorme borrachera de chinchón.
¡FELICIDADES!



















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