sábado, 26 de diciembre de 2015

Pascualita me da un susto.

En cuanto he puesto el pie en el suelo esta mañana, he pisado agua. He pensado que, por fin, había llovido y la isla ya no estaba en peligro de convertirse en una sucursal del Desierto del Sahara. Pero, al mirar por la ventana he visto la calle seca. - Aún sueño. - me dije, pero no. Estaba pisando agua de verdad y estaba fría.

Al ir en busca del cubo y la fregona mis pasos sonaban, más o menos, así: chof, chof, chof... - Habrá reventado una tubería ¡Maldita sea! ¡Me c... piiiiiiii en piiiiiiii! ¿Dónde encuentro, en día festivo, un fontanero que cobre un precio razonable que no sea un atraco a mano armada?

Vi a Pascualita en el suelo al pasar junto al cuarto de baño. Se arrastraba, a duras penas, como si quisiera huir de allí. - Cerré los grifos del lavabo, bidé y bañera que debían llevar un buen rato abiertos porque de las tres piezas rebosaba el agua. Con la sirena en la mano, corrí hasta la cocina y también allí me encontré con las Cataratas del Niagara caseras. - ¡Cotillaaaaaaaaaaaaaa! ¡Abuelaaaaaaaaaaaaaa! - grité al borde de la histeria pero nadie contestó. Estaba sola en casa... o había fantasmas.

Pensé en el abuelito Roberto pero es solo una cabeza. Puede pensar (es un decir) pero no tiene manos para hacer una trastada como ésta. De todas maneras le pregunté. Tenía que ir descartando posibles malechores antes de señalar al culpable del desaguisado. ¿Has sido tú, abuelito? - No se digno a contestarme. Debió ofenderle que dudara de él y no insistí. - Pues si tu no has sido, la abauela y la Cotilla no están, y yo dormía a pierna suelta, solo queda... (miré al bicho que tenía en la mano y que, a menudo que pasaban los segundos parecía encontrarse peor) ¡¡¡Pascualita!!!

Antes de acusarla formalmente, intenté que vomitara el agua dulce que había bebido, después le hice el boca a boca y fue volviendo a a vida aunque no perdió el color verde-amoratado-amarillento que la afeaba aún más si cabe.

Después la senté en el frutero y empezó el interrogatorio: - ¿Has abierto los grifos? - por toda respuesta siguió, atentamente, el vuelo de una mosca. - ¿Querías inundarla? - La mosca se posó cerca de la sirena a limpiarse las patitas. - Lo que has echo está muy mal ¿Te arrepientes? - Pascualita saltó de improviso y se comió a la mosca. - ¿Volverás a hacerlo? - Por primera vez me miró, luego juntó el pulgar y el índice: ¡OK!

Este bicho no tiene vergüenza. Y encima yo tendré que secar el suelo, de una punta a la otra del suelo de la casa. La tiré de mala manera al acuario y aunque cayó como un plomo hasta perderse entre las algas del fondo, un instante después, tomó impulsó con su poderosa cola y se estampó contra el fregadero. Luego reptó trabajosamente, hasta el grifo para abrirlo, cosa que no pudo hacer al primer intento. - ¿A qué viene esto?... ¿Quiéres suicidarte? - De nuevo el signo de OK y se me puso la carne de gallina.

Compungida y asustada, llamé a la abuela para contárselo. - "No me extraña. La pobre tiene que vivir contigo"

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