sábado, 12 de diciembre de 2015

Otra ocasión perdida.

La escandalera de pitos formada debajo de casa, ha precedido a la entrada de la abuela. - ¿Cómo está Andresito? - "¿Cómo va a estar? en la UCI" - Pero ¿lo has visto bien? - "¡Claro! No soy corta de vista" -  Me refiero a si hoy... - "¡No! Hoy no lo he visto porque me he encontrado con éste personaje que me acompaña ¿Has visto qué cosa más guapa?" - ¿Este quién es? - "Un malabarista. Un artista que se gana la vida haciendo malabares en los semáforos. ¡Vamos a desayunar! Nena, prepara café con leche que traigo ensaimadas"

Detrás de la abuela habían entrado el malabarista y Geooorge que no lo miraba con buenos ojos. Creo que estaba celoso por las atenciones que recibía de madame.

Mientras se hacía el café, la abuela le pidió que hiciera algún juego con lo que llevaba en la mochila. El joven sacó seis bolos y los fue lanzando al aire. Con los dos primeros se cargó los florecentes del techo - ¡¿Qué haces, hombre?! (le grité, enfadada) - "Esto no son modales, nena. Ten paciencia hasta que te haga un biznieto" - ¡¡¡Abuela!!! - Antes de que se hiciera con la altura del techo de la cocina, rompió alguna cosa más y casi descalabró a la cabeza jivarizada del abuelito Roberto que cayó, rodando, a sus pies.

Mientras nosotros comíamos una ensaimada, él artista se comió tres ¡Menudo saque! - ¿Cómo te llamas? (pregunté para tenerlo despistado y no nos dejara sin desayuno. Pero la abuela se le adelantó) - "Marcelo" (El susodicho la miró con sorpresa) "Como el angelito del Ministro del Interior... Lo dijo él" - ¿Pero, "angelito" no es el obispo? (pregunté, confundida) - Entonces la abuela se levantó de un salto y dijo: - "¡Yo también tengo un angelito!" - ¡Noooooo! (grité y corrí tras ella)

No pude hacer nada y poco después, se presentó en la cocina con la sirena agarrada al broche que se puso en la solapa. Marcelo frunció el ceño al verlo - ¡Es un demonio! ¿sois brujas? - ¡Tu madre! (le dije, furiosa) - Estaba visto que aquella relación no empezaba con buen pie.

La abuela se enfadó conmigo por tratar mal a la visita. - ¿He sido yo quién ha roto la luz de la cocina, el cristal de la ventana, la cafetera que te regaló mi primer abuelito cuando erais novios y casi lo descalabra? ¡No.Y encima, casi nos deja sin ensaimadas! - "¡Egoísta!" - ¡¡¡Llévatelo de aquí!!!

Los gritos sacan de quicio a la sirena. Saltó del broche a la cabeza del artista y se escondió entre su pelo ensortijado. Al notar el golpe, Marcelo, hundió los dedos entre los rizos y se encontró con la dentadura de tiburón. Y entonces, todo fueron gritos, saltos, alaridos de Geooorge qué salió corriendo escaleras abajo, gritando conjuros en inglés por si Marcelo tenía razón al decir que éramos brujas. Cuando pude arrancar a Pascualita ya quedaban pocos rizos en aquella cabeza. La abuela me miró, furiosa y sentenció: - "¡Adios, biznieto!"






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