martes, 10 de noviembre de 2015

Vamos al Circo.


La abuela ha venido a casa - "He decidido llevar a Pascualita al Circo. Será una magnífica experiencia para ella y así, cuando vuelva a su hábitat natural, podrá montar uno y dejar estupefactos a sus animales vecinos" - No me parece conveniente. - "¿Que monte un circo en el fondo del mar?" - Que la lleves a ver uno. Es peligroso para ella - "Tiene que arriesgarse. No puede vivir escondida per secular seculorum. Es un ser humano..." - ¿Qué? - "Es un ser autónomo. Tiene sus derechos" - ¿Desde cuándo? - "Si no los tiene, yo se los otorgo" - ¡Si no tiene raciocinio! - "¿Quiéres que te diga quién no lo tiene?: ¡¡¡TU!!!" - Vale. Os acompaño.

Hacía muchos años que no pisaba un circo y la sensación fue la misma que cuando era niña. Sentí en el cuerpo el cosquilleo de la ilusión, de la magia, de la fantasía... Y en cuanto empezó el espectáculo, me olvidé de Pascualita y de la abuela para centrarme en lo que ocurría en aquella pista mágica.

El Presentador anunciaba a los artista atusándose el gran bigote negro cuyas puntas estaban perfectamente rizadas. Y la abuela colocó los brazos bajo su pecho, aupándolo y creando la sensación de que aquella carne ajada, acabaría por desbordarse escote abajo. Esta operación la repitió tantas veces como el hombre salió a pista. E hizo lo mismo con los trapecistas, los saltimbanquis, el domador de leones, los equilibristas...

Estábamos sentadas en primera fila y los ojos de los artistas acababan fijándose en ella. Y en el termo de los chinos que subía y bajaba al compás de su respiración. Creo que Pascualita se mareó cuando los trapecistas volaron bajo el techo de la carpa y la emoción hizo que la abuela jadeara como si estuviera en pleno orgasmo. Era un continuo sube y baja de pechos. Y el termo, al compás, parecía un barco a punto de naufragar. Entonces Pascualita saltó a la pista. - ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOO!!! grité.

De repente cesó la música, el redoble de timbales, los saltos de los trapecistas, el murmullo de la gente... Y los ojos, cientos de pares de ellos más un desparejado perteneciente a un tuerto, se clavaron en mi. El Presentador, solícito, se acercó, se inclinó y puso su tremendo bigote a un centímetro de mi cara: - ¿Qué le ocurre, mademoiselle?

Rápidamente, la abuela cogió entre sus manos la cara del hombre y trasladó el bigote a su escote, dejándolo reposar allí. - "No le haga caso, señor. Es mi nieta y está loca" - El Presenador estaba asfixiado teniendo apresados los mofletes entre los pechos de la abuela y apenas pudo exclamar:- ¡¡¡Mag... ní..fi..co!!! El circo... es locura... Venga conmigo... mademoiselle... ¡Uf! - En cuanto logró escapar de la cárcel que lo aprisionaba, me cogió de la mano arrastrándome hasta el centro de la pista  ane el enfado de la abuela.

El público aplaudió y rió a rabiar creyendo que acababa de ver uno de los números circenses. Y mientras yo rastreaba con la vista la arena para dar con Pascualita, se abrieron las cortinas rojas dándo paso a cuatro focas y su domador.

Divisé a la sirena en el borde de la pista. Todo fue bien hasta que una de las focas se acercó a ella y le clavó la dentadura de tiburón. Al sentir el mordisco, el animal se revolvió y sus hermanas acudieron en su auxilio. Se armó una melé que rodó por toda la pista como un tornado. Al final la abuela se hizo cargo de la situación. Se metió en medio de la pelea y tiró, arrancando a la sirena y un pedacito de  aleta. Con la inercia del tirón Pascualita salió despedida hacia el payaso que acababa de aparecer, sujetándose a su nariz. Lo que vino después ya se sabe: llantos, carreras, gritos, saltos mortales y una nariz tan hinchada que no lo cabía en la cara.

El publico reía, pataleaba, silbaba y aplaudía a rabiar. ¡Era la apoteósis! El mayor éxito de la historia de ese circo.

Al final salimos de allí con más dinero del que llevábamos al entrar porque nos pagaron muy bien de agradecidos que estaban. Invité a la abuela a tomar un café y unos chinchones para suavizar el fracaso de su Operación Ligue - Otra vez será. (dije) - "Lo sé, pero esta vez iré sola, boba de Coria"

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