jueves, 26 de noviembre de 2015

Operación Navidad.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Prepara la mesa que tu abuela nos hará la comida. - dijo la Cotilla, entrando en casa a las ocho de la mañana. - ¿La comida o el desayuno? - ¿Cuándo has comido tu una paella marinera a éstas horas, boba de Coria? ¡Venga. Espabila! - ¿Pero viene ya? - ¡Y yo que sé! Ha dicho que vayas poniendo la mesa y yo te lo trasmito... ¿Quedan ensaimadas de las que traje? ¿Y café con leche? - Ensaimadas quedan pero café con leche no porque se me ha caído una ensaimada dentro del mio y se lo ha bebido todo ¿De que siglo antes de Cristo dijo que eran? - ¡Desagradecida!

La abuela ha llegado a las doce acompañada de Geoooorge que cargaba con la cesta. - "¿Ya está la mesa puesta? ¿Tanta hambre tenéis? Esto no puede ser. Después hablaremos" - A continuación se encerró en la cocina a preparar la comida. La Cotilla y yo nos miramos - ¿No dijo usted que la abuela había dicho que... - ¡Para ya de trabalenguas! En algún momento habría que poner la mesa ¿no?

Mientras esperábamos, la Cotilla se acercó varias veces a la puerta de la cocina. - ¿Qué pasa? - Tu abuela está hablando con alguien. - No puede ser. - Creía que Geoooorge se había ido. - Eso ha hecho. - Entonces... ¿quién está con ella? - Estará cantando algo de Concha Piquer. - No. Habla... Escucha. - Efectivamente, hablaba y yo sabía con quién: Pascualita. Empecé a preocuparme por si a la Cotilla le daba por entrar pero, aunque lo intentó, no pudo. La puerta estaba cerrada por dentro.

De repente, la Cotilla dio un grito - ¡Está con él! - ¿El fantasma de mi abuelito? -  ¡De fantasma, nada! Este está bien vivo ¡es Pascual! La he oído llamarle, aunque ella le llama Pascualito. Fíjate si se tienen confianza. Estoy segura de que ya han llegado a mayores ¡De ésto se tiene que enterar Andresito!

Acerqué el oído a la puerta y escuché un rato, después me enfrenté a la Cotilla. - Habla por teléfono con un cocinero amigo suyo que tiene una Estrella Michelín. Dijo que le pediría algún truco para que la paella salga más buena todavía. - ¿Y también se llama Pascual? Es mucha casualidad esta. Eres una celestina - ¡¡¡Cotilla!!!

Antes de sentarnos a la mesa, la abuela sacó tres bolsas y nos las repartimos. Cada una contenía un corsé. - "Vamos a ponernos ésto" - ordenó. - ¿Antes de comer? ¡Ni hablar! - "Ahora o no comerás" - Pero, abuela, estando tan apretada no me entrará nada. - "De eso se trata porque, en este momento vamos a empezar la Operación Navidad. Fuera michelines, fuera grasa supérflua. Cuando lleguen las fiestas habrá turrones, mazapanes, dulces de toda clase, sopas rellenas, cordero, pavo, pollo, lechona, champan, licores, etc. etc. y no debemos añadir todo esto a lo que ya tenemos. Así que ¡a ponernos los corsés!"

No nos quedó más remedio que hacerle caso. Después vino el ritual de tirar de los cordones, las unas a las otras, hasta conseguir que nuestras cinturas se fueran asemejando a las de las avispas. ¡Que martirio! ¡Qué suplício! Con lo bueno que estaba el arroz y lo poco que pudimos comer! Ni respirar podíamos. La tortura duró hasta que nos sentamos a dormir la siesta. No pude pegar ojo porque mi estómago, que había sido engañado con unas pocas cucharadas de arroz, rugía diciendo ¡¡¡TENGO HAMBREEE!!!

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