viernes, 6 de noviembre de 2015

Felicidades, Chacho.

- Estoy más aburrida que una ostra. Al final será verdad lo que dice la abuela: que soy masoquista. Ahora que vivo sin el temor de que entren, cuando menos me lo espero, el vecino de arriba o la Cotilla, los echo de menos.

Pascualita no quiere desayunar conmigo como hemos hecho siempre. Que picajosa es la birria esta. Así que vago por casa como alma en pena, deseando oír el ¡avemariapurísimaaaaaaaaaaa! de la vecina. Sus cabreos antes mis negativas de dejarle montar altares de los Amigos de lo Ajeno o sus historias sobre trapicheos y robos de cepillos clericales. ¡¡¡Quiero que alguien llame a mi puertaaaaa. Soy un ser humanoooooo!!!

Y como por arte de mágia, la puerta de la calle se abrió y entró la abuela vestida con uno de sus llamativos vestidos minifalderos repletos de plumas y lentejuelas, sumado a sus vertiginosos zapatos de tacón rojo pasión. - "Arréglate que nos vamos de cumpleaños" - ¡Ay, abuela, que alegría verte! - "¡Prohibído tocar! He venido porque me lo ha mandado mi suegra. Esta tarde da una fiesta a su amigo por su cumpleaños. Y no quiero que malpienses"

- No sé a qué viene esto. - "Que no vayas  a traducir la palabra AMIGO por QUERIDO" - Yo no hago éstas cosas, abuela... Eres tú quién lo hace. - "Que sepas que Andresito no está de acuerdo en que su madre tenga un novio a éstas alturas de su larga vida. Dice que es un infanticidio lo que está haciendo su madre con éste crío" - ¿Es un crío? - "¡Solo tiene 70 años! En parte Andresito tiene razón pero, por otro, ¡bien que hace!  y el día que se vaya al otro barrio podrá decir, orgullosa ¡que me quiten lo bailao!

- ¿Setenta años? ¿A eso le llamas crío? Has perdido la prespectiva: es un abuelo. - "¿Es mentira que, al lado de tu abuelastra, el hombre es un guayabo? Entonces..." - ¿Por qué tengo que vestirme ahora si la fiesta es por a tarde? - "Para ver lo que te pones porque, hija, tienes el gusto en los talones ¡por Dios!"

Llegué a la Torre del Paseo Marítimo y desde la calle escuché la música que salía por los balcones abiertos. Tenía un ritmo endiablado. Al entrar Geooorge me recibió con un chinchón on the rocks que fue el primero de muchos. Saludé a mi familia, en la que estaba hasta el Médico, preocupado por su abuela... por su salud mental. El mayordomo me informó que el cumpleañero aún no había llegado, lo que era un fastidio porque se le estaba pasando la sopa que, como buen inglés, había echado al caldo a la hora indicada.

Por fin llegó. Era un hombre guapo. Con razón la Momia parecía beber los vientos por el. En seguida le pidió para bailar y él no se hizo de rogar. Fueron los reyes de la pista, girando al compás de la música de los años 60 del siglo pasado. Andresito los miraba con el ceño fruncido. Se le veía incómodo por la situación y celoso. Al cabo de un rato se acercó para librar a su madre de semejante Tenorio: - Deje que baile un rato con mi madre... Perdone, pero he olvidado su nombre. - Y el feliz cumpleañero. abrazándolo, le dijo: ¡Llámame papa!


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