lunes, 23 de noviembre de 2015

Epidemia de sorderas.

Mientras Pascualita y yo desayunábamos, ha llegado la abuela. En la solapa del abrigo llevaba un pin grande con un NO A LA GUERRA muy visible. Y otro en el gorro de lana. - "Hoy el grajo vuela bajo..." - No sé... - "porque hace un frío del carajo" - Que ordinaria, por Dios. - "Pero si es un dicho muy antiguo, boba de Coria" - La Momia no lo diría nunca porque es una señora - "Desde que tiene ese novio jovencito, ha echado las patas palante y no se corta un pelo. Asegura que decir lo que le viene en gana, es salud y le alarga la vida. Tendré suegra para rato. Y es una alumna muy aplicada porque aprende rápido todo lo que le enseño" - Que no será nada bueno. - "Por supuesto. Esa es la sal de la vida, sosaina."

Pascualita no nos quitaba ojo. Parecía contenta de tenernos a las dos juntas. Me acordé del abuelito Roberto y puse su cabeza en la mesa, junto a la sirena. Inmediatamente, saltó dentro de su taza de cola cao y pringó al jibarizado. Entonces un sentimiento de familia se agarró a mi cuello y estuve a punto de llorar de emoción. Eramos aquel primer núcleo familiar al que se habían ido añadiendo elementos como Andresito, el Médico, Bedulio, la Momia... La Cotilla era el grano molesto que venía en el lote de la abuela.

- "He comentado con Andresito lo de la epidemia de las cárceles. Le he hecho jurar que irá a enterarse de lo que pasa porque, si lo encierran a él, sabrá que medicina preventiva llevarse allí" - No sabía nada. - "¿Es que no ves la tele? De momento solo son dos, que yo sepa, pero como esto se extienda, las ventas de sonotones subirán como la espuma. Primero fue Matas el atacado de sordera. Aunque, en un momento dado bajó la guardia y demostró que oía lo que quería. Ahora es Díaz Ferrán, el de Viajes Marsans, el que se ha quedado como una tapia." - ¿No será una sordera premeditada para confundir al personal que lo juzga?

La abuela quedó pensando y luego se echó a reir. - "¡Hoy mismo contrataré a un actor para que enseñe a Andresito a hacerse el sordo jajajajajaja! Lo que nos vamos a reír en el juicio" - ¿Lo van a detener? - "No estaría demás. Esta medalla no la tiene todavía en su expediente de político. ¿Te das cuenta de lo poco emprendedor que es? Otros de su partido, con menos responsabilidades, llevan ya tiempo encerrados y con condenas pendientes... Si fuera ahora, no me casaría con un pusilámine como él"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaa! ¡Anda, ya estamos todos! (la Cotilla lo dijo por el abuelito Roberto, la abuela y yo. A Pascualita no tuvo ocasión de verla porque la tiré, en cuanto oí sus pasos, al cubo de la basura. Estaba abierto y no se me ocurrió otro sitio)

Mientras se bebía una copita tras otra de chinchón, para entonarse dijo, sacó unos plátanos que llevaba en su bolsa, negros como el carbón. - Tire eso, Cotilla, que me llenará la cocina de mosquitas. - La mujer destapó el cubo de basura y sin mirar lo que hacía, echó los plátanos sobre la sirena. La reacción no se hizo esperar. Pascualita se alzó sobre su cola, tomó impulso y saltó a la cara de la Cotilla. La pobre no pudo sujetarse a tiempo y cayó de nuevo pero la Cotilla la había visto y gritó y gritó y gritó, diciendo un ¡¡¡Un fantasma!!!

La abuela le suministró chinchón para borrar el recuerdo de lo que había visto. Cuando se despertó ya anochecía y no mentó para nada el incidente con el "fantasma"

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