domingo, 22 de noviembre de 2015

El visón.

- "Nena... nenaaaaaaa... ¡Nena!" - Con éste brusco despertar, me encontré subida a la lámpara del techo, sin saber cómo había llegado hasta allí. - La voz de la abuela retumbaba en el móvil que había quedado enredado entre las sábanas de la cama. De lo que dijo solo entendí, Visón.

Me faltó tiempo para coger el teléfono y contestar con voz ronca y pastosa: - ¿Vas a regalarme un visón? - "No. Te he dicho que lo saques a pasear para que se ventile" - ¿Ahora? (pregunté, ansiosa) - "Mejor cuando haya sol" - Sentí que me subía la rabia garganta arriba. - ¿No puedes decirme éstas cosas a una hora más civilizada? Ahora estoy desvelada y a saber cuando me dormiré. - "Eso es problema tuyo"

Mientras me preparaba un cola cao caliente llegó la Cotilla - ¡Avemariapurísimaaaaaaaa! ¿Aún no te has acostado? - ¡Claro que sí! pero me ha despertado la abuela. - ¿Qué quería? - Que mañana le paseé  el visón. - ¿Y yo, qué? - ¿Acaso es su única nieta? No, verdad. Pues, ajo y agua.

A la hora del desayuno, le conté a Pascualita que la llevaría conmigo a pasear el visón y así podríamos presumir las dos. Además, la sirena podría acurrucarse en aquella piel suave y calentita. Me miró sin parpadear ...¡porque no puede! jajajajajaja y de un saltó cayó en el fregadero que estaba lleno de agua jabonosa. De momento no le di importancia porque pensé que se había tirado de cabeza al acuario  pero después me acordé que está en el comedor y no en la cocina. Cuando la saqué del agua parecía dar las últimas boqueadas. Y un momento después, sacó hasta la primera papilla junto con el agua que había tragado.

A mediodía llegamos a la Torre del Paseo Marítimo. Nos abrió Geoooorge con cara de pocos amigos: Ya ser horau que you venir here. - ¿Tú me pagas, inglés? ¿No? Pues haz un ejercicio gimnástico de contorsionismo y mete la lengua dónde te quepa? - Mi no saber que tú decir, boba de Coria. - ¡La madre que te parió! - Por toda respuesta, se irguió más si cabe y después me pasó una correa de perro, al final de la cual, había un animalito alargado y paticorto, al que no le gustó nada que lo trataran como a un chucho - Tu tomar. Tu pasear. - Y cerró la puerta en mis narices.

Pascualita y yo mirábamos al bicho que parecía impaciente por comenzar el paseo. En la puerta de la calle me di de bruces con la Cotilla. - ¡Vaya, he llegado tarde! Venía a pasear al visón. - Tal vez la abuela ha cambiado de idea y lo está paseando ella. - Alma de cántaro, este bicho que llevas de la correa ¡es un visón! - ¿Está segura? - Si, en uno de los barrios ricos donde recojo cosas de los contenedores, hay una tienda de pieles y tiene fotos colgadas de animales como éste: los visones.

Esta era la idea que tenía la abuela de airear las pieles. La llamé al móvil: - ¿Esta madrugada me has despertado para decirme que pasée a un bicho con colmillos? - "Cuidalo bien que no tengo otro?" - Pensaba que era un abrigo. ¿dónde voy yo con esto? - "Pues, a la farmacia, al súpermercado, a misa, al trabajo (no ladra), de excursión, etc. etc. etc. Es que tengo que dártelo todo mascado ¡que cruz tengo contigo!" - Y me dejó con la palabra en la boca.

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