miércoles, 4 de noviembre de 2015

Dos buenas noticias.

- "Nena, estoy emocionada..." - Y yo zzzzzzz... dormida, abuela... - "Somos una pequeña roca en medio del mar... " - ¿No puedes decírmelo... mañana zzzzzzz? - "¡Las cosas en caliente! Si tengo que esperar a mañana no dormiré porque estaré pendiente del reloj" - Ya dormiré yo zzzzzzzz...

Me sentí transportada, como una cáscara de nuez, por las grandes olas de la galerna. ¡Iba a morir engullida por el mar. Vi a Pascualita allá abajo, camino de las simas más profundas y grité - ¡¡¡Ayúdame!!! - El viento era atronador. Me hundía y el agua agua entró en mi boca a borbotones ¡Me ahogaba! - Entonces la sirena me miró. ¡Fue la visión más horrible de mi vida! El pequeño monstruo venía hacia mi con la boca abierta, enseñando sus filas de dientes asesinos, dispuesta a no dejar de mi ni los huesos. Pero vendería cara mi vida. Con brazos y piernas trataban de alejarla, de partirla en dos... Un torbellino me arrastró hacia abajo... y me di una costalada contra el suelo que me ha tenido baldada todo el día.

Estaba chorreando, como si me hubiesen tirado un cubo de agua encima... Como así fue, porque la abuela sostenía uno en la mano. - "¡Que despertar más malo tienes, coñe!" - Me levanté del suelo, aturdida aún. - ¿Y Pascualita? - "Ha ido a parar encima del cantarano del manotazo que le has dado" - ¡Quería comerme! - "No caerá esa breva" - ¿Es de noche? - "¡Claro! Venga, te cuento lo que tenía que decirte y me voy a dormir" - ¡¿Me has mojado y tirado al suelo para contarme no sé que y poder dormir mientras yo quedaré desvelada toda la noche?! - "Algo así. Pero es que estoy muy orgullosa" - ¿De mi? - "No digas tonterías a estas horas. De Carme Riera, nuestra paisana y Académica de la Lengua... ¿No sabes de quién te hablo, taruga?"

Yo estornudaba sin parar - "Ahora le han entregado el Premio Nacional de las Letras ¡Es todo un honor!... ¿Ves? Ahora dormiré a gusto" - Y se fue tan pancha.

Me acosté en la antigua cama de la abuela después de secarme y tomarme un cola cao caliente con aspirinas. Mi constipado iba a más y me encontraba fatal. Poco a poco el medicamento fue haciendo su efecto y me invadió un sopor muy agradable... Entonces sonó el teléfono en mi habitación. Dejé que sonara. No me veía con fuerzas para llegar hasta allí, pero aquel timbre acabó poniéndome de los nervios, además el vecino de arriba era capaz de venir a ver qué pasaba. Así que no me quedó más remedio que responder - "¡Nena, se me ha olvidado decirte otra cosa importante!" - ¡¡¡Abuela, me estoy muriendo. Déjame en paz!!! - "Es un momento. Te lo digo y me duermo: Hoy se cumplen 93 años del descubrimiento del primer escalón que conduce a la entrada de la tumba de Tutankamón ¡¿No te parece algo extraordinario?!" - ¿El qué? - "Hay, hija. Que obtusa eres cuando quieres. Buenas noches y mañana no se te ocurra molestarme"

Cogí a Pascualita que reptaba por el cantarano y la llevé conmigo a la cama. De repente me entró tal arrebato de furia contra la abuela que, sin darme cuenta, tiré a la sirena con fuerza, sobre  la cama. Esta acción fue la gota que hizo rebosar el vaso de su paciencia y me atacó impulsándose con la cola y con la dentadura de tiburón hacia afuera. Cada vez que yo intentaba meterme entre las sábanas saltaba hacia mi hecha una furia...

Ahora tengo peor cuerpo que antes porque he "dormido" en un sillón, liada con una manta. He pasado frío y encima, llevo desvelada desde las tres de la madrugada. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! - ¡¡¡La que faltaba para el duro. No entre que muerdoooooo!!!

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