domingo, 18 de octubre de 2015

La fiera de Pascualita.

¿Cuántos días veraniegos como el de hoy nos quedan por disfrutar antes de que llegue el invierno? No muchos, seguramente. Por eso he propuesto a la abuela que vayamos a pasear por el Paseo Marítimo. Ha llegado precedida por el concierto de pitos, pero ésta vez no era por el mal aparcamiento del rolls royce sino del coche de caballos que la traía. Ha sido todo un espectáculo. El gitano que llevaba la galera iba cantando por alegrías, a voz en grito. Geoooorge hacía lo que podía tocando las palmas, pero solo lograba estropearlo todo... aunque él no lo sabía.

A todo esto, eran las ocho de la mañana y es mucha la gente que, en domingo no quiere ser molestada a éstas horas, con lo que al concierto se añadieron los gritos y quejas de los vecinos de la calle. Alguien llamó a los municipales y apareció Bedulio por una esquina que, al ver a la abuela, se dio una media vuelta digna de aplauso pero, como no está hecha la miel para la boca del asno, la gente no lo entendió así y le abuchearon por no cumplir con su obligación, que era la de hacer callar a los escandalosos del coche de caballos.

Bajé corriendo para que el vecino de arriba no se colara en casa y lo encontré en la escalera - ¡Yo no hago ruido esta vez! - Pero sí tu abuela... ¿No me vas dar un poco de café? - Le dejé con la palabra en la boca.

Cuando la abuela me vió, gritó para hacerse entender en medio del guirigay - "¡¿Y Pascualita?!" - Con las prisas se me había olvidado. Subí los escalones de dos en dos. El vecino subía a su casa y al verme se le alegraron las pajarillas - ¿Vas a darme ese café? - ¡Que te lo prepare tu mujer! - Metí a Pascualita en el termo de los chinos, me lo colgué y en un santiamén estuve acomodada en la galera.

- ¿A dónde vamos ahora, señoras? - preguntó el calé. - "Al Acuario" - dijo la abuela. - ¡NO! - grité. - Quiero disfrutar del sol, del paisaje, del calorcito ¡No quiero encerrarme entre cuatro paredes! - Oiga, señora, que no pueo meter ar caballo por la autopista. - "¿Qué impedimento tiene? ¿Está enfermo?" - Está prohibío. - "Si le multan ya pagaré yo" - Abuela, el Acuario está muy lejos. - "Más lejos está la India y Alejandro Magno llegó con su caballo. ¡Vámonos, cochero!"

Allí fuimos, con el gitano cantando : ¡Mi jacaaaaa, galopa y corta el viento cuando pasa por el puerto, camini-ito de Jeréz...! Nos pitaron todos los coches que se cruzaron con nosotros. El inglés estaba encantado porque creía que le pitaban a él por lo bien que tocaba las palmas. Yo estaba avergonzada. La abuela me quitó el termo y abrió la tapa - "Quiero que Pascualita vea el paisaje y disfrute de los olores... ¡Puag, que peste!" - ¡Ha sió er caballo, señora, que tenía una necesidad!

Milagrosamente, no apareció la guardia civil. Una vez dentro del acuario Pascualita se inquietó. - "Creo que ha visto vecinos de su hábitat" - Al llegar al tanque de los tiburones se estrelló contra el cristal. - "¡Estás loca, tía! Si estos bichos te cogen, te comerán!" - le dijo la abuela mientras la recogía del suelo. La sirena, de repente, se había convertido en una fiera. Menos mal que el inglés se había quedado en la calle tomando el sol.

Afortunadamente, llevaba el guante de acero en el bolso y no pudo hacerme daño. La abuela dijo. - "Fíjate en los tiburones... Se han ido todos al otro lado... ¿Tendrán miedo de Pascualita?" - Con ella en la mano, recorrí el trecho que me separaba de los escualos. La ansiosa de la sirena estaba frenética y los tiburones abandonaron el lugar poniendo agua de por medio - "¡Le tienen miedo! ¿Las sirenas devoráis tiburones?" - preguntó, incrédula. - Por toda respuesta, Pascualita volvió a estrellarse contra el cristal. Unos pasos acelerados hicieron que la metiera en el termo de los chinos. - Dos personas llegaron para observar el extraño comportamiento de los peces - ¡Míralos. Parecen asustados como si hubiésen visto al Demonio!... Perdónen... ¿Ha pasado algo extraño aquí? - La abuela, haciéndose la sorprendida, dijo: - "¡Ya lo creo! ¡Hemos visto una sirena!" - Y nos fuímos de allí con la cabeza bien alta.

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