jueves, 8 de octubre de 2015

El vecino de arriba me denuncia.

Mientras desayunaba con Pascualita han llamado a la puerta. Era el vecino de arriba acompañado por el Municipal. - ¡Caramba, Bedulio, dichosos los ojos! - No te tomes confianzas que estoy aquí, estrictamente, de servicio. Este vecino te ha puesto una denuncia. - ¡¿Por qué?! - Dice que fue atacado en tu casa, por "algo". - ¿Qué "algo" si puede saberse?

- No tengo ni idea pero ¡mira cómo me ha quedado el dedo que me mordió! ( El índice apenas cabía junto al pulgar, y mira que tiene sitio) - Te lo habrás pillado con una puerta... - ¡No! También me falta un trocito de carne, por eso me lo vendaron en el ambulatorio. Venimos a ver si encontramos algún indicio de lo que me pasó.

Entró como Pedro por su casa, apartándome. - ¿No entras, Bedulio? - ¡No! - El vecino se paró en seco. -¿Cómo que no? Usted es el Municipal... Tiene que indagar. - Cuénteme lo que haya visto cuando salga y ya sacaré conclusiones - Pero... pero... - No hay pero que valga. He dicho que no entro y no entro. - ¡Me quejaré a...! - Al maestro armero, si quiere, pero yo me quedo aquí.

No hubo manera de que cambiara de parecer. Así que seguí al vecino. - ¿Al final te casarás con el chino o no? - Te importará mucho (dije, enfadada) - Pues sí. Tendré que comprarme ropa nueva... - ¿No pensarás venir a la boda con ese dedo horrible? - La culpa de que esté así la tiene esta casa. - De la que saliste borracho como una cuba... ¿ya no te acuerdas? - Creo que algo me dijo mi mujer... - Sería ella quien te hizo esto. - ¿Tu crees?... - Pondría la mano en el fuego. - Sea quien sea, me ha fastidiado porque este es el dedo que uso todas las mañanas para sacarme los mocos de la nariz y ahora no me cabe en los agujeros - ¡Serás guarro!

Pasamos ante el acuario y aproveché para meter dentro a Pascualita que permanecía en mi bolsillo. Al pasar por la cocina cogí a Roberto para enseñárselo a Bedulio. - ¿Te acuerdas de Pepe? - ¿Qué Pepe? - La cabeza jivarizada. Ya no se llama así. Ahora es Roberto. - No me hables de porquerías. - ¡Eh, un poco de respeto! Resulta que fue mi primer abuelito ¡Míralo! - La cara de Bedulio palideció. - Sí, está un poco deteriorado pero tu tampoco estás como para tirar cohetes.(Dije, ofendida. Aunque tengo que reconocer que no quedó bien el apaño que la abuela le hizo a la nariz cuando Pascualita se la comió)

El vecino de arriba salió mohíno. - La única cosa rara que he visto es el acuario sin peces. (informó al Municipal) - En este momento oímos un concierto de pitos en la calle - ¡Tú abuela! (gritó Bedulio) - ¡La suya! (soltó el vecino, enfadado) Y ahí se disolvió la reunión.

El vecino subió a discutir con su mujer. El Municipal corrió escaleras abajo para no encontrarse con la abuela y yo volví a por Pascualita para terminar de desayunar y comernos las ensaimadas, recién hechas, que trajo la abuela.

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