sábado, 12 de septiembre de 2015

Etapa crucial

Tengo agujetas hasta en las pestañas. Arrastro mi sombra por las baldosas como si pesara una tonelada. No puedo con mi almaaaaaaaa. Me duele hasta las uñas de los meñiques. Y toda la culpa la tiene la Vuelta ciclista a España.

La vecina ha llegado cargada con luces de Navidad. - Para el acuario porque mira que es sosa una caja con agua y sin peces. Eso no se le ocurre ni al que asó la manteca. - A mi me gusta así. - Por toda respuesta, rodeó de bombillitas de colores el acuario y las encendió.  El recipiente se convirtió en una especie de discoteca en miniatura con iluminación intermitente y la música, machacona, de ¡Feliz Navidad, feliz Navidad, prospero año y felicidad! Pensé que Pascualita, escondida entre las algas, acabaría loca perdida. - ¡Mira que cambio!... Voy a ponerle unas velas a la foto de mi gurú Luis Bárcenas... - ¡En mi casa, no! -  El juez no quiere darle los 600 euros mensuales que le pide para gastos de casa, con la excusa de que, si ha podido pasar un mes de vacaciones en su chalet con la familia y no ha pedido nada, que siga como hasta ahora. ¡Cree que mi héroe está forrado!... He pensado darle todos los meses una parte de mi pensión. - ¡Pues aquí no comerá más! - Entonces "limpiaré" más cepillos en las iglesias, cogeré más velas para vender, y ramos de novia y... - ¡Basta! si la pilla el obispo la excomulgará. - ¿Hay que pagar para esto? - Creo que no. - Ah, bueno.

Me llamó la abuela. - "Nena, abre la puerta que Geooorge sube cargado" - ¿Trae avíos para una paella? - "No. Algo mejor" - El mayordomo entró cargado con una bicicleta estática y la puso en la salita, frente al televisor. Hizo dos viajes más. - ¿Para qué es esto? - Mi no saber... ¡uf! ¿Tener chinchón on the rocks? - La abuela hizo acto de presencia, con un mini short, camiseta sin mangas, una gorra de visera y, zapatillas de ciclista. - Hoy es un día crucial para la Vuelta a España y no debemos perdernos nada. Ayudaremos, moralmente, a los ciclistas pedaleando con ellos. Coged bidones y bocadillos. Esa será nuestra comida" - ¿Estás diciendo que nos pasaremos tres horas pedaleando? - "O cuatro. Las que sean necesarias. Hoy se decide la Vuelta" - ¿Y si me niego? - "Te borro del testamento"

Desde el minuto uno de la carrera empezamos a pedalear las tres. A los diez minutos ya me dolía todo. Poco a poco, fui perdiendo la noción del tiempo, solo sentía dolor. Dije la célebre frase: ¡No siento las piernas!

 Para entretenerme bebí un poco de agua pero ¡era chinchón! Eso no reconfortó. Poco después nuestro pedaleo era más alegre que el de los ciclistas. Los bidones se vaciaban rápidamente y nos pusimos a cantar: ¡Para ser conductor de primeraaaaaa, aceleraaaaaaaa, aceleraaaaaaaaa! Nuestras piernas iban cada vez más deprisa. Casi cuatro horas después celebramos, ruidosamente, nuestra llegada a meta... Y entonces nos encontramos con la cruda realidad. No nos podíamos mover. Estábamos agarrotadas. Teníamos el culo cuadrado del dichoso sillín y un dolor espantoso nos recorría el cuerpo de arriba abajo y de lado a lado.

Cuando oí un furioso chapoteo me figuré que Pascualita intentaba escapar de la "discoteca" pero no pude hacer nada para ayudarla. A duras penas bajamos de las bicicletas y vi, horrorizada, que nuestros cuerpos adoptaban la postura de un cuatro. Nos dejamos caer en el sofá y así hemos pasado la noche: sentadas.



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