lunes, 24 de agosto de 2015

Cinco botellas de tinto para desayunar.

Geooorge ha venido cargado de helados - ¿Dónde vas con todo esto, inglés? - Madame decir que traer aquí. - Se van a fundir. - Al momento ha llegado la abuela con ensaimadas recién sacadas del horno. También traía un pan y un trozo de sobrassada. - "Hale, a desayunar" - En seguida dimos buena cuenta de casi todo porque no pudimos acabarnos los helados. - "Mételos en el congelador" - No caben. - "Deja que se fundan y meteremos a Pascualita dentro para que esté fresquita"

La sobrassada era picante, de las rabiosas y en seguida empezamos a sudar. Nos abanicamos con lo primero que encontramos a mano. Bebí un vaso de agua y la abuela dijo: - "Bebe vino, alma cándida. Va mejor para estos casos" - No dije que no y acabamos con la botella en un visto y no visto.

Cuando el helado se fundió del todo, íbamos por la tercera botella de tinto y seguíamos sudando. La abuela metió a la sirena en el helado para que disfrutara ¡y vaya si lo hizo! Una vez que lo probó, no pudo dejar de comer y pronto se notó un aumento considerable de su barriga. - ¡Párala, abuela, o no entrará en el termo de los chinos! - No hizo falta porque entonces se dedico a revolcarse en el helado.

A todo esto, la abuela seguía sudando la gota gorda. - ¡Avemariapurísmaaaaaaaaaaa! ¿Y esos calores? (preguntó a su amiga) - "La menopausia" - ¿Otra vez? ¿cuántas veces se tiene? - "Las que el cuerpo te pida y como aún soy joven, a saber las que todavía me quedan por pasar" - Te huele el aliento. ¿Cuántas botellas habéis vaciado sin esperarme? - La abuela me miró pidiendo ayuda - ¡Yo que sé! (respondí) - Como para que te pongan de cajera en un supermercado, alma de cántaro. En dos días cierra... ¿Qué hay en ese bol? (preguntó mientras se chupaba el dedo que había metido en el helado) - ¡Ostras! Me había olvidado, por completo, de Pascualita - ¿Por qué no come primero un poco de sobrassada con pan? Está buenísima. - Me apetece más el helado... - Aún queda vino para acompañarla... - Buenooooo... ¡Hum, que rica! Segundos después la Cotilla sudaba y yo había metido  a Pascualita en del tarro del cola cao.

Cinco botellas de tinto después, las dos amiga salieron a la calle a que les diera el aire. Me asomé a verlas partir. Tuve que enfocar bien los ojos porque tenía la visión borrosa. Cuando, por fin, logré verlas iban cogidas del brazo, apoyándose la una en la otra. El bolso de la Cotilla, que llevaba en bandolera, le había enganchado la falda y la tenía subida por detrás hasta la cintura, enseñando las bragas. La oí decir - Que fresquito más bueno me entra por la retaguardia. - Y ambas estallaron en risas. No les dije nada porque tenía que llamar al oculista. No es normal que se desenfoque la vista de esta manera.

Poco antes de acostarme me preparé un cola cao fresquito. Al abrir el bote di un grito cuando un extraterrestre, color chocolate, me saltó al pecho. Fue curioso ver como se desplazaba a saltos impulsándose con lo que parecía una cola de pez chocolateada, hasta llegar al acuario y meterse dentro. Dejó el agua perdida y pensé - Pascualita se va a cabrear con el intruso y tendremos drama... ¡hip!...

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