sábado, 22 de agosto de 2015

¡A la playa!

Han llamado a la puerta con insistencia. A punto han estado de tirarla y aunque me he echo la remolona, no he tenido más remedio que ir a abrir o el vecino de arriba me tira el techo encima. Era Geooorge - Pero, tío ¿qué modales son estos para un mayordomo inglés? - Madame decirmeu lo que yo hacer aquí. - ¿Por qué no me ha llamado? - Si llamar madame. Muchou tiempou. Luego decir que you dormir como ceporrau y mandarme a mi a aporrear puerta tuya.

La abuela mandaba a su mayordomo para decirme que en media hora, a partir de la llegada del inglés, quería verme en la Torre del Paseo Marítimo, para un asunto muy importante. - You coger toalla y bañador. - ¿Para qué si es de noche? - You cogerlou todou.

Mis ojos legañosos apenas me han permitido ver a quienes estaban en la cocina de la abuela, los he reconocido por la voz: eran ella, la Cotilla, la Momia y Andresito. - ¿Qué hacéis todos levantados a éstas horas brujas? - "¡Nos vamos a la playa!" - ¿Este es el asunto importante? - "¿Te parece poco?"

Tuve el tiempo justo de tomarme un cola cao frío y coger dos magdalenas que había traído la Cotilla. Menos mal que no las mojé en la leche porque la hubiesen absorbido toda de secas que estaban. - Acabará en el Libro Guines de los Records, Cotilla. Cada vez las trae más antiguas... Me han dicho que en alguna tumba del Antiguo Egipto han encontrado algunas momificadas (le dije a mala leche) - ¿En qué museo están?

Al llegar a la playa, iluminada por la luz de las farolas del paseo, la abuela y su amiga corrieron hacia el agua dando saltos y chillidos de alegría como si tuvieran diez años mientras la gente que duerme acurrucada contra las rocas o en frágiles tiendas de campaña, eran despertados bruscamente. Las gaviotas emprendieron un vuelo para posarse luego, un poco más allá con cara de mala uva.

- "¡¡¡Venga, alma de cántaro, báñate!!!" - ¡¡¡Está buenísimaaaaaaaaaaa!!! - "¡¡¡Toda la playa es nuestraaaaaaaaaaaaa!!!" - ¡¡¡Callarse ya, vejestorios!!! (la voz vino de una de las tiendas de campaña y no presagiaba nada bueno) - El abuelito, temeroso, recomendó a las amigas que dejaran de hacer ruido. - "¡¡¡Anda y que les den. Dormilones!!!"

Se habían metido en el agua y las oíamos chapotear entre risa y el sonido del suave oleaje. Estaba tan oscuro que no podíamos verlas. De repente se oyó un grito espantoso - ¡¡¡Tiburones!!! (grité, aterrorizada) - ¡¡¡Ballenas!!! (dijo Andresito, supongo que llevado por el nerviosismo) Nena, tendrías que ir a mirar qué les pasa. - Yo solo soy la nieta. Ves tu que, al fin y al cabo, eres el marido. - Si me mojo los pies a éstas horas me atacará el reúma. - Y a mi el tiburón. - ¿Qué hacemos entonces? (dijo el abuelito, preocupado) - Creo que lo mejor va a ser que esperemos a ver las noticias del mediodía por si dicen algo sobre un ataque de tiburón a dos mujeres... - O de ballena... Creo que tienes razón. Será lo mejor.

Dimos la vuelta para marcharnos cuando una voz de hombre nos detuvo - ¿No pensarán dejar a esas locas aquí? ¡Miren cómo me han puesto el ojo esas brujas cuando he ido a hacerlas callar! - ¿Ha sido usted quién ha gritado? - ¡Claro. Por poco me dejan tuerto! - El abuelito ordenó a Geoooorge que se quedara con ellas. - El "tuerto" lloriqueaba cuando pasamos por su lado y yo comenté - Me extrañaba a mi que eso de "vejestorios" quedase sin castigo. 


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