lunes, 31 de agosto de 2015

La puerta.

¡Que descanso bajarse de los tacones que me puse para la boda, Pascualita! Tienes suerte de no tener pies porque la abuela te hubiese colocado unos. Ahora camino como un pato mareado.

La sirena llegó a casa con las manos llenas de pelo de la invitada a la boda. Era como un pequeño piel roja después de arrancarle la cabellera a una rostro pálido. De todo esto hablábamos mientras comíamos pan con tomate y aceite. Pepe nos escuchaba sin decir ni pio. Este nunca quiere comprometerse ¡hombres!

El timbre de la puerta sonó con insistencia. Era la Cotilla - ¡Habrá con su llave! (le grité) - ¡No puedo! - Pues no pienso hacerle de portera. - ¡Abre, jodía, que la puerta está encajada! - Esta mujer acabará subiéndose a mi chepa si no le paro los pies. - ¡¡¡No se abreeeeee!!!

Al rato llegó la abuela y se encontraron las dos en el descansillo. - "¿Mi nieta te ha echado de su casa?... ¿Qué le has echo?" -  Es la puerta la que no me deja pasar. Se ha hinchado con la humedad del ambiente ¡¡¡Abreeeeee, boba de Coria!!! - "¡Nena, tira hacia tí con fuerza!" - Ahora no puedo, estoy desayunando.

A través de la puerta me llegaban todas las maldiciones que me lanzaban. Eran muy subidas de tono. Incluso había alguna que no conocía. Cuando Pascualita estuvo en su acuario me acerqué a la puerta para aclarar las cosas. - Cotilla ¿cuánto ganó en la boda? - Cuando dijo la cantidad por poco me caigo de culo - ¿Y solo he tenido 10 euros de ganancia? - Para no haber echo nada, mucho es. - ¡¡¡Ladrona!!! - "Nena, los trapos sucios se lavan en casa" - ¡¡¡Eres su cómplice. Quiero mi dinerooooo!!! - "Bebe un poco de chinchón y se te pasará el berrinche" - ¡¡¡Ladronaaaaaaaaaaaaaaas!!!

Una hora después, la puerta seguía encajada. La abuela, agotada, me planteó un panorama tan negro que decidí hacer algo. - "En la crónica negra de los periódicos serás conocida como La Emparedada en vida. ¿No se te hiela la sangre?" - Un poco, sí... Bueno, abriré. - Tiré del pestillo, primero con calma, luego histérica. La puerta no cedió ni medio milímetro. Lloré como una magdalena. - ¡No quiero morir emparedadaaaaaaaaaaaaa! - "Pues llama a los bomberos, alma de cántaro"

Entraron por el balcón con la ayuda de una larga escalera. - ¡Un momento! (dije. Y con el calendario de los bomberos en la mano, pasé revista a las hojas. Había pedido que vinieran los representantes de varios meses. Los que más me gustaban ¡Y ahí estaban!  Los invité a chinchón. No pudieron beber por estar de servicio, pero no se perdió el licor porque me lo bebí todo yo. Cuando los bomberos iban a proceder a la apertura de la puerta decidí negociar con la Cotilla - Entrará si me da 100 euros - ¡Estás como una cabra! - "¡Emparedadaaaaa!" (gritó la abuela) - He dicho mi última palabra. - ¡No llegaré a fin de mes! - Mantuvimos un tira y afloja hasta que los bomberos dijeron que se iban si no podían hacer nada. Yo tenía unas cuantas ideas pero... me las callé. Prefiero que el hombre tome la iniciativa en éstos casos.

Al final la Cotilla claudicó y la puerta fue abierta. Ahora tengo 100 euros en el bolsillo pero tengo que quedarme de guardia, toda la noche, para que no entren ladrones porque no nos atrevemos a cerrar la puerta por si mañana vuelve a hincharse... ¡Dios mío, que sueñooooooo!... Me da en la naríz que he salido perdiendo en el trato ¡Que rabia me da oir roncar a la Cotilla mientras yo estoy de plantón.





domingo, 30 de agosto de 2015

La boda (y III)

Geooorge, orgulloso del coche que llevaba y queriendo presumir de él, arrancó antes que nadie y enfiló la carretera de montaña que nos llevaría a comer. De repente, vio las estrellas en pleno día, al recibir un pescozón de la abuela. Frenó en seco y se rascó la cabeza. - "¿Tienes el don de la adivinación, mastuerzo? ¿Sabes a dónde vamos? ¡NO! Pues deja pasar a todo el mundo y sigue a la caravana de coches, bobo de Coria" - Respiré aliviada. Por una vez, el bobo de Coria era otro y no yo.

La carretera subía y subía por la Sierra de Tramuntana cubierta de pinos que, de vez en cuando, dejaban ver el color turquesa del mar. Aquel paisaje único me tenía arrebatado el corazón que palpitaba lleno de romanticismo y dije: - Viendo esta maravilla no me hace falta comer porque me llena el espíritu de belleza y armonía. - Vale. Lo que no quieras lo meteré en los tapers. - Ay, Cotilla, que poco sensible es usted. - Ya me pedirás de comer cuando tengas hambre y te daré romanticismo gratinado con queso a las finas hierbas. - Con gente así no se puede hablar.

Las curvas se sucedían unas a otras y poco después estábamos tan mareadas que Geooorge tuvo que para el coche o lo hubiésemos puesto perdido. Y eso hicimos, aunque no al coche sino al inglés. Le oímos maldecir en arameo contra nosotras - "¡Chist, que se te... ¡ahgggg!... entiende todo...¡ahgggg!
y como me ... ¡ahgggg!... cabree te va a pagar el ... ¡ahgggg!... sueldo Rita la ... ¡ahgggg!... Cantaora" (le soltó la abuela entre arcadas y vomitonas)

Creí que moriríamos allí mismo. Quién más lo sentía era la Cotilla porque no podría llenar los tapers ni dar un repaso a las carteras de los invitados. - Además, al no ser socia del El Funeral, no pondrían su foto en la pared de los Finados y eso la tenía amarilla de envidia.

Finalmente no nos morimos y continuamos subiendo hacia el mirador donde iba a celebrarse el banquete de boda. Llegamos las últimas. Los comensales nos aplaudieron, sobre todo los que habían probado el chinchón on the rocks hacía un rato. Los camareros fueron sacando platos para picar y cuando, poco después los recogieron, estaban limpios como una patena. Y así toda la comida. Ni los huesos quedaron. Como tampoco las botellas de vino. - ¡Menudo saque tiene esta gente! (comentaba en voz baja un camarero)

La Cotilla se paseaba entre las mesas con un gran bolso en las manos. Fueron muchas las carteras que cayeron en él junto al vino requisado y la comida. De repente, un hombre preguntó a su mujer si había visto su cartera. Era el mismo que había cogido en brazos a la abuela después de la boda. La respuesta fue agria. - ¡Ves a mirar si esa pelandusca la lleva entre sus pechos, imbécil! - El hombre hizo amago de levantarse para ir a hacer la comprobación cuando recibió tal patada en la espinilla que se le saltaron las lágrimas. La abuela quiso rematar la faena. Se acercó a la mesa como si tal cosa y dijo por lo bajini - "Cojo y con la hernia fuera. Lo mismo te contratan en el Circo del Sol" - Luego pasó por detrás de la mujer y Pascualita le saltó a la cabeza. Aprovechando el jaleo que se montó fuimos a felicitar a los novios - "Todo estaba riquísimo ¡Muchas felicidades!" - Les dimos dos besos y salimos deprisa del restaurante. Yo me llevé de recuerdo, la alianza del novio... Me hacía ilusión.

sábado, 29 de agosto de 2015

La boda (II)

Para ir a la boda de Joan y Elena, la abuela se puso sus stilettos más llamativos: rojo pasión con adornos de encaje negro. Supuso que la ceremonia se haría en el interior de una iglesia, con el suelo embaldosado, donde ella pudiera caminar con garbo y tronío, moviendo las caderas al compás pero nos encontramos con un camino ¡sin asfaltar! de tierra y piedras

La "iglesia" era a cielo abierto. Las paredes: las rocas, las matas y los troncos de los árboles, el techo: una frondosa olivera que daba una sombra estupenda y bajo la que se apelotonaron los invitados, nosotras incluídas. Al llegar las últimas no nos quedó más remedio que pedir a los ya presentes que se se moviésen un poco para allá - "¡Un poco más, por favor!... Hagan sitio...Muy amable, señora... Un poquito más todavía... Es que nos molesta mucho el sol" - Cuando nos sentamos, alguien protestó. - ¡Nos han echado de la sombra. A nosotros también nos molesta el sol y además, hemos llegado primero! - La abuela, sin acalorarse, contestó sin mirar a nadie: - "Siempre hay alguien que tiene que dar la nota ¡Que egoísta es la gente!"

La vuelta al rolls royce la hicimos tan penosamente como a la ida, salvo la abuela que se apoyó en el brazo de un hombre que ayudaba a su mujer. - "¡Por fin, un caballero español. Cójame del talle y lléveme en volandas como si yo fuese una princesa y usted acabase de rescatarme del Dragón" - El hombre se encontró en apuros al estar entre dos fuegos y como la abuela es muy convincente cuando quiere y torció el tobillo exageradamente al tiempo que amenazaba con desplomarse al suelo, el tipo la cogió en brazos hasta despositarla en el asfalto. Ella salió contoneándose alegremente mientras el "caballero" quedó doblado en forma de codo, quejándose lastimeramente: - ¡María, se me ha salido la herniaaaaa! - ¡Te lo mereces, por gilipollas! - Y le arreó tal pisotón con el tacón del zapato, que se enderezó de golpe.

No faltamos tampoco a la sesión de fotos con los novios. Creo que fuimos a las que más nos hicieron porque cuando se ponían en pose, nosotras nos incorporábamos al grupo. Así que hemos salido con toda la familia. El telón de fondo era precioso. Las verdes montañas salpicadas de casitas como si fuese un belén, bajaban suavemente hacia el mar, calmado, brillante como un espejo y fundiendo su azul con el del cielo ¡Era tan bonito que se me saltó una lágrima y pensé que yo también me casaré, aunque la abuela no lo crea, en una "iglesia" natural cómo ésta.

El rolls royce llamó la atención y escuchamos como algunos invitados especulaban sobre quién seríamos nosotras y a la familia de quién pertenecíamos: si a la de Elena o la de Joan. A quién tenía más cerca, la abuela contestó: - "A las dos, puesto que ellos ya son uno" - Si la entendieron o no, allá ellos.

De vez en cuando, la abuela metía un cubito en el termo de los chinos para que Pascualita no se desidratara por el calor. Y de paso, Geoooorge nos escanciaba, en vasos de plástico, chinchón on the rocks. Al poco rato ya estábamos de charleta con los invitados que se sumaron a nuestro, llamémosle, botellón. A todo esto, Joan y Elena, flotaban sobre una nube de felicidad.

viernes, 28 de agosto de 2015

La boda.

- - "Nena, preparaos que pasaremos a buscaros en dos minutos" - La Cotilla y yo ya estamos listas después de la lata que has dado toda la noche con el dichoso teléfono. - "Es que no debemos llegar tarde a la boda... Trae un sombrero para Pascualita que hará mucho sol" - Ella no viene. - "¡Ya lo creo que sí!!" - Será un estorbo. Además, la puede liar. - La Cotilla entró en ese momento en la cocina - ¿Por qué soy un estorbo? No liare nada, solo voy a "trabajar" - Hablábamos de Pasc... ejem, no de usted.

Me colgué termo de los chinos al cuello y enseguida vi que no pegaba ni con cola con mi vestido nuevo. Se daban tres patadas, así que lo dejé sobre la mesa y bajamos a la calle la Cotilla y yo. Medio minuto después estaba de vuelta a casa, con la cabeza dolorida por el pescozón que me dio la abuela, a recoger a Pascualita. Menos mal que se la colgó de su cuello.

Deiá brillaba como un espejo bajo el sol estival. La única carretera estaba atestada de coches, autocares y camiones  de reparto que se cruzaban en la carretera impidiendo el paso a los demás. Ahí quedó atrapado el rolls royce sin poder moverse. A la abuela se la llevaban los demonios. "¡No llegaremos, no llegaremos! ¡Haz algo, inglés que para ésto te pago, jodío!" - Pero no había nada que hacer salvo armarse de paciencia y esperar que el mundo reanudara su marcha.

Pascualita se removía, inquieta, en el interior del termo. Hacía calor. - "¡Geoooorge, ve a comprar cubitos de hielo"! - ¿Ser para gin tónic, madame? -  "¡Te importará mucho para lo que sean, memo! ¡¡¡Correeeee!!! - Anda que no sabe nada tu mayordomo, querida. A él no se la das con queso. Está al tanto de que te ves a escondidas con Pascual. Se lo he notado en la mirada. "Vamos y dejaros de tonterías!

Un trozo de calle, irregular y pedregoso, nos llevó hasta la explanada con vistas al mar dónde iba a celebrarse la boda. Los presentes nos miraron con cara de asombro. Saltaba a la vista que no esperaban a nadie más, sobre todo a unas desconocidas.

El conseller oficiante leyó un pequeño texto de El Principito, haciendo con ello una parábola sobre el amor verdadero; inmediatamente, la Cotilla se puso a llorar a moco tendido. La abuela no se quedó atrás y se abrazó con fuerza al novio dejándole la americana mojada de mocos y lágrimas. Les llovieron kleenex por los cuatro costados. Cuando se reinició la ceremonia la Cotilla había desaparecido.

Una de las invitadas leyó un escrito dedicado a los novios, muy emotivo y las lágrimas de muchos emocionaron a quienes todavía no lo estaban. Cuando acabó la boda, sellada con un enamorado beso de los novios, los niños corrieron a recoger los regalos que debían entregar a los invitados pero, alguien se les había adelantado. - Menos mal que me he dado prisa y he podido cogerlos todos (escuché que le decía la Cotilla a la abuela) Esta noche venderé los abanicos entre los guiris... - ¡¿Tampoco está el arroz para tirar a los recién casados?! (gritó alguien) - ... y mañana comeremos paella...  (siguió comentando, en voz baja, la vecina) 

jueves, 27 de agosto de 2015

Víspera de boda.

Estaba tranquila en casa, explicándole a Pascualita cómo es una boda mientras comíamos pan con aceite y tomate y nos chupábamos los dedos, cuando han llegado la abuela y la Cotilla hechas un manojo de nervios.

- "¡Aún no tengo claro lo que quiero que me hagan en la peluquería!" - A mi me harán los pies (dijo la Cotilla) - "¿Y piensas ir a la boda con estos pelos estropajosos que llevas?" - Tu no sabes el éxito que tienen. Doy pena y la gente, en lugar de diez céntimos, me da un euro. - "¡Pero vamos de boda!" - ¿Es que no habrá gente? Pues, entonces... - "Estoy deseando que llegue mañana ¡Que nervios, por Dios! Y eso que los novios no son nada mio" (dijo la abuela mientras se estrujaba las manos) - Habrá que verte cuando me case yo (exclamé) - "No caerá esa breva. Por eso saco mis emociones con extraños" - Esto me ha dolido... Me aplicaré a fondo para remediarlo.

- Nena, ¿qué tienes ahí? - Atraída por la cháchara de las dos amigas, no me acordé de guardar a la sirena y la tenía en las manos. Al oír a la Cotilla empecé a sudar. Los nervios me cerraron la garganta y no podía hablar. La abuela había ido a por el chinchón y no se enteró de nada. Al volver a la cocina hablaba de su vestido nuevo - Las lentejuelas, brillando al sol, harán que incremente el número de socios de la Once. Llevaré joyas a punta pala y pareceré una aparición... ¿Pasa algo?" - Sí (dije para despistar la atención de la vecina) esperamos el chinchón. Cotilla, traiga vasos con hielo picado a la salita. - ¿Yooooo? Estás en tu casa, bonita, Te toca a ti mover el culo.

Mientras me alejaba escuché a la Cotilla comentárle a la abuela - Tu nieta te ha robado porque esconde algo que no quiere enseñar. - "Pues como no sea... No sé que puede ser... ¿Estás segura?" - Tan segura como que nos cargamos a tu primer marido. - "Nenaaaaaa ¿Tu quieres morir joven?... ¿No? Pues ya me estás devolviendo lo que me has quitado".

Desde la puerta de la salita le tiré a la sirena para que la cogiera al vuelo, pero le di poco impulso, por los nervios supongo y cayó, a medio camino, en el escote de la Cotilla donde se agarró con los dientes a uno de sus ajados pechos. Inmediatamente comenzaron los gritos, las carreras, los saltos mortales, los llantos... y la hinchazón exagerada de la teta en cuestión. - ¡Oh, no. Oh, noooooo! ¿Con que ropa voy ahora a la boda?¡ No cabré en el vestido! - La abuela le dio ánimos. - "Piensa que no hay mal que por bien no venga. Y que es mejor tener una teta turgente, que dos pimientos secos"- Visto así... - "Vamos a brindar por Joan y Elena ¡MUCHAS FELICIDADEEEEEEES!

miércoles, 26 de agosto de 2015

Cambiar de camisa.

La Cotilla ha traído un montón de ramos de novia en una cesta. - Voy a ponerlos en agua para que aguanten hasta pasado mañana. - ¿Ahora se dedica al negocio de la floristería? - No, boba. Los he cogido de las iglesias donde "limpio" Hay muchas bodas. Servirán para adornar las mesas del banquete. - ¿Las ha robado? - ¡Esa boca, niña! Es un regalo para Joan y Elena. Me parece feo ir con las manos vacías. - ¿No decía que llevaría tapers? - ¡Claro! pero he visto los ramos y he pensado que sería un bonito detalle.

Cuando más tarde se lo conté a la abuela, se la llevaban los demonios. - "A esta le gusta quedar por encima de mí. Pues lo tiene claro. Voy a encargar un bufette de campanillas y le cargaré la factura a un millonetis que vive cerca de casa y farda mucho...¿Qué les regalarás tú?" - Creía que íbamos a ir por la cara. - "No cuesta nada quedar bien" - A vosotras no pero yo no tengo vuestra maña y tendré que rascarme el bolsillo. - "Al fin y al cabo eres la única que trabaja jejejejeje" - ¿Que tiempo tengo para comparlo? - "El 28 es la boda, así que tu verás, alma de cántaro" - ¡Y encima con prisas. Que estres!

Mientras nos apoltronábamos para ver a los ciclistas de la Vuelta a España, la abuela dijo que tendría que comprarse un bolso más grande porque, en el futuro, no le cabrían tantos documentos en la cartera. - "Si nos hacen catalanes nos darán pasaporte nuevo, DNI nuevo, tarjetas de crédito nuevas también y a la vez, tendremos todo lo de ahora porque, más vale que nos sobre que no que nos falte" - ¿Cómo se llamará la moneda dels Països Catalans? (preguntó la Cotilla) ¿Tendremos dos pensiones: una española y otra catalana? Si es así, me apunto.

Poco a poco, el sopor hizo acto de presencia y nos envolvió con el cariño de una madre, acurrucándonos y meciéndonos mientras en la pantalla, los ciclistas sudaban la gota gorda por carreteras derretidas por el calor. Antes de entrar en el sueño oí a la Cotilla murmurar: - Si tengo que... cambiar de camisa pediré.. lo mismo que...  Jordi Pujol: millones... catalanes...zzzzzzzzzzzzzzz

martes, 25 de agosto de 2015

De compras.

Llamaron a la puerta. Insistieron una y otra vez. Dejaron de lado la educación y la aporrearon con fuerza. Inmediatamente, el vecino de arriba golpeó mi techo con la escoba. Y claro, al final, me desperté.

Era la abuela. - "Cada vez estoy más convencida de que ibas para lirón pero, en el camino algo falló y te convertiste en lo que ahora eres,. Porque no es posible que un ser humano duerma tan profundamente como lo haces tú. Enteraté de que las personas duermen, no ivernan. Eso lo hacen los osos" -  Me estaba hablando en arameo porque no entendí nada de lo que me dijo. - Si quieres desayunar ya sabes donde está la cocina...  - "¿Cómo voy a desayunar a éstas horas, boba de Coria? Acabamos de salir de El Funeral, de homenajear a Faustino y colgar su foto en la Pared de los Finados" - Ultimamente vais de fiesta en fiesta. Al final no quedará nadie para contarlo... - "El calor está terminando con muchos de nuestros amigos. Esto es otra de las cosas que no dicen los Pinochos. Y digo yo que las pensiones que dejan de cobrar, deberían repartirse entre los que estamos vivitos y coleando, pero no, se las quedan y encima meten mano a la caja..." - ¿Has venido para darme un sermón? - "Es que éstas cosas me encienden... A las diez pasaré a recogeros a ti y a la Cotilla, para ir de compras" - ¿Para qué? - "Vamos de boda ¿no te acuerdas?" - Pero si ya estuvimos comprando... - "¡A las diez! Recuérdalo"

Cuando entramos las tres en los grandes almacenes, sentimos la euforia de la compra. Eramos depredadoras oliendo la sangre de las víctimas, en este caso, las pobres dependientas a las que haríamos trabajar hasta rendirlas.

Cogí dos vestidos y pasé al probador. - "Nena ¿estás aquí?" - Sí, me estoy probando. - "Dime cómo me queda la falda" - Salí a medio vestir. - ¡Luego ven a verme a mí! (gritó la Cotilla que estaba en otro probador)

A medida que pasaba el tiempo fuímos dejando la timidez arrugada en un rincón de la tienda y arramblábamos con todas las prendas que podíamos. Nos los probábamos todo, dudábamos y decidíamos que nada nos caía bien. La dependienta que recogía las devoluciones apenas se veía, enterrada tras una enorme montaña de ropa. La pobre no daba abasto a doblarla y devolverla a su sitio cuando ya estábamos otra vez en los pobradores cargadas de blusas, abrigos, etc. etc.

Eran cerca de la una cuando nos decidimos: la abuela compró un tanga con puntilla, la Cotilla un sujetador y yo unas bragas con un dibujito de Miky Mause. - "¿Y ahora qué toca?" - ¡¡¡Tomar un chinchón on the rocks!!! (gritamos eufóricas, mientras tomábamos asiento en una cafetería"

 

lunes, 24 de agosto de 2015

Cinco botellas de tinto para desayunar.

Geooorge ha venido cargado de helados - ¿Dónde vas con todo esto, inglés? - Madame decir que traer aquí. - Se van a fundir. - Al momento ha llegado la abuela con ensaimadas recién sacadas del horno. También traía un pan y un trozo de sobrassada. - "Hale, a desayunar" - En seguida dimos buena cuenta de casi todo porque no pudimos acabarnos los helados. - "Mételos en el congelador" - No caben. - "Deja que se fundan y meteremos a Pascualita dentro para que esté fresquita"

La sobrassada era picante, de las rabiosas y en seguida empezamos a sudar. Nos abanicamos con lo primero que encontramos a mano. Bebí un vaso de agua y la abuela dijo: - "Bebe vino, alma cándida. Va mejor para estos casos" - No dije que no y acabamos con la botella en un visto y no visto.

Cuando el helado se fundió del todo, íbamos por la tercera botella de tinto y seguíamos sudando. La abuela metió a la sirena en el helado para que disfrutara ¡y vaya si lo hizo! Una vez que lo probó, no pudo dejar de comer y pronto se notó un aumento considerable de su barriga. - ¡Párala, abuela, o no entrará en el termo de los chinos! - No hizo falta porque entonces se dedico a revolcarse en el helado.

A todo esto, la abuela seguía sudando la gota gorda. - ¡Avemariapurísmaaaaaaaaaaa! ¿Y esos calores? (preguntó a su amiga) - "La menopausia" - ¿Otra vez? ¿cuántas veces se tiene? - "Las que el cuerpo te pida y como aún soy joven, a saber las que todavía me quedan por pasar" - Te huele el aliento. ¿Cuántas botellas habéis vaciado sin esperarme? - La abuela me miró pidiendo ayuda - ¡Yo que sé! (respondí) - Como para que te pongan de cajera en un supermercado, alma de cántaro. En dos días cierra... ¿Qué hay en ese bol? (preguntó mientras se chupaba el dedo que había metido en el helado) - ¡Ostras! Me había olvidado, por completo, de Pascualita - ¿Por qué no come primero un poco de sobrassada con pan? Está buenísima. - Me apetece más el helado... - Aún queda vino para acompañarla... - Buenooooo... ¡Hum, que rica! Segundos después la Cotilla sudaba y yo había metido  a Pascualita en del tarro del cola cao.

Cinco botellas de tinto después, las dos amiga salieron a la calle a que les diera el aire. Me asomé a verlas partir. Tuve que enfocar bien los ojos porque tenía la visión borrosa. Cuando, por fin, logré verlas iban cogidas del brazo, apoyándose la una en la otra. El bolso de la Cotilla, que llevaba en bandolera, le había enganchado la falda y la tenía subida por detrás hasta la cintura, enseñando las bragas. La oí decir - Que fresquito más bueno me entra por la retaguardia. - Y ambas estallaron en risas. No les dije nada porque tenía que llamar al oculista. No es normal que se desenfoque la vista de esta manera.

Poco antes de acostarme me preparé un cola cao fresquito. Al abrir el bote di un grito cuando un extraterrestre, color chocolate, me saltó al pecho. Fue curioso ver como se desplazaba a saltos impulsándose con lo que parecía una cola de pez chocolateada, hasta llegar al acuario y meterse dentro. Dejó el agua perdida y pensé - Pascualita se va a cabrear con el intruso y tendremos drama... ¡hip!...

domingo, 23 de agosto de 2015

Tumbet.

He llamado a la abuela para invitarla a comer. - "¿Quién se ha muerto?" (ha preguntado, temerosa) - Nadie. Me apetece que pruebes mi  Tumbet. - "Si has creído, por un momento, que voy a servirte de conejillo de indias, lo tienes claro. Moriré cuando me llegue mi hora, no cuando tu me envenenes." - Al oír estas palabras me sentí orgullosa de mi misma. Por fin la abuela reconocía que yo no era una inútil como siempre me dijo, sino que, entre otras virtudes que trataré de averiguar, también sirvo como envenenadora.

- Te espero a mediodía. Me he apuntado a un cursillo de cocina y quiero que te chupes los dedos con mi receta. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! - Hola, Cotilla ¿Le apetece un tumbet para comer? - ¿También lo venden enlatado? - No lo sé. El que le ofrezco lo haré yo. - Pues... creo que he quedado con alguien... ¡Ah, si! Con Luis Bárcenas para que me de lecciones de como hacerse rico a costa de los demás sin despeinarse. - Me suena a excusa. Le advierto que la abuela vendrá a comer. - Siempre ha sido una temeraria pero no creí que llegara a tanto. - ¿Vendrá? - Mi meta en la vida es llegar a los cien años... ¿crees que llegaré si como tu tumbet?

Cuando entraron encontraron la mesa puesta, con una maceta de geranios en medio a falta de un ramito de flores. Les serví vino fresquito mientras daba los últimos toques a mi receta. En cuanto se sentaron las dos amigas, sacaron de sus bolsos sendos frascos de bicarbonato.

Me había enredado contándole a Pascualita, paso a paso, cómo se hacía el tumbet. Estaba tan exaltada por la confianza que me daba tener el cuadernillo de recetas que me dejé llevar. Una ráfaga de aire que entró por la ventana, giró la hoja que estaba leyendo sin que me diese cuenta. Aunque, es verdad que cuando estaba rematando el plato, me pareció que algo fallaba. Decidí no decir nada y saqué la bandeja a la mesa.

La abuela y la Cotilla se miraron con cara de susto. ¡Se hacían cruces, pensaba yo, al ver que he podido hacerlo! (me decía) y ahora, falta la prueba de fuego consistente en catar y paladear mi obra de arte.

La primera reacción de las dos amigas, fue beberse un vaso de agua con bicarbonato, después se persignaron y con mano temblorosa, procedieron a la prueba. En el sorteo hecho entre ellas para saber quién debía empezar antes, le tocó a la abuela. - Es de justicia, al fin y al cabo sois parientes. (comentó la Cotilla)

Diez minutos después, todo el trabajo de una mañana, se fue a la basura. No se podía comer. Había juntado varias recetas que no pegaban ni con cola. La culpa es del viento que me pasaba las páginas sin yo darme cuenta. Me sentí frustrada y aunque Pascualita trataba de animarme haciendo la señal de OK con sus deditos, no pude sacarme la sensación de fracaso... hasta beberme una cuantas copas de chinchón. - La... ¡hip!... próxima vez haré... ¡hip!... sopa de pescado, abuela jijijijijiji - ·"¡Por encima de mi cadáver!" (gritó al tiempo que corría en buscar a la sirena)

sábado, 22 de agosto de 2015

¡A la playa!

Han llamado a la puerta con insistencia. A punto han estado de tirarla y aunque me he echo la remolona, no he tenido más remedio que ir a abrir o el vecino de arriba me tira el techo encima. Era Geooorge - Pero, tío ¿qué modales son estos para un mayordomo inglés? - Madame decirmeu lo que yo hacer aquí. - ¿Por qué no me ha llamado? - Si llamar madame. Muchou tiempou. Luego decir que you dormir como ceporrau y mandarme a mi a aporrear puerta tuya.

La abuela mandaba a su mayordomo para decirme que en media hora, a partir de la llegada del inglés, quería verme en la Torre del Paseo Marítimo, para un asunto muy importante. - You coger toalla y bañador. - ¿Para qué si es de noche? - You cogerlou todou.

Mis ojos legañosos apenas me han permitido ver a quienes estaban en la cocina de la abuela, los he reconocido por la voz: eran ella, la Cotilla, la Momia y Andresito. - ¿Qué hacéis todos levantados a éstas horas brujas? - "¡Nos vamos a la playa!" - ¿Este es el asunto importante? - "¿Te parece poco?"

Tuve el tiempo justo de tomarme un cola cao frío y coger dos magdalenas que había traído la Cotilla. Menos mal que no las mojé en la leche porque la hubiesen absorbido toda de secas que estaban. - Acabará en el Libro Guines de los Records, Cotilla. Cada vez las trae más antiguas... Me han dicho que en alguna tumba del Antiguo Egipto han encontrado algunas momificadas (le dije a mala leche) - ¿En qué museo están?

Al llegar a la playa, iluminada por la luz de las farolas del paseo, la abuela y su amiga corrieron hacia el agua dando saltos y chillidos de alegría como si tuvieran diez años mientras la gente que duerme acurrucada contra las rocas o en frágiles tiendas de campaña, eran despertados bruscamente. Las gaviotas emprendieron un vuelo para posarse luego, un poco más allá con cara de mala uva.

- "¡¡¡Venga, alma de cántaro, báñate!!!" - ¡¡¡Está buenísimaaaaaaaaaaa!!! - "¡¡¡Toda la playa es nuestraaaaaaaaaaaaa!!!" - ¡¡¡Callarse ya, vejestorios!!! (la voz vino de una de las tiendas de campaña y no presagiaba nada bueno) - El abuelito, temeroso, recomendó a las amigas que dejaran de hacer ruido. - "¡¡¡Anda y que les den. Dormilones!!!"

Se habían metido en el agua y las oíamos chapotear entre risa y el sonido del suave oleaje. Estaba tan oscuro que no podíamos verlas. De repente se oyó un grito espantoso - ¡¡¡Tiburones!!! (grité, aterrorizada) - ¡¡¡Ballenas!!! (dijo Andresito, supongo que llevado por el nerviosismo) Nena, tendrías que ir a mirar qué les pasa. - Yo solo soy la nieta. Ves tu que, al fin y al cabo, eres el marido. - Si me mojo los pies a éstas horas me atacará el reúma. - Y a mi el tiburón. - ¿Qué hacemos entonces? (dijo el abuelito, preocupado) - Creo que lo mejor va a ser que esperemos a ver las noticias del mediodía por si dicen algo sobre un ataque de tiburón a dos mujeres... - O de ballena... Creo que tienes razón. Será lo mejor.

Dimos la vuelta para marcharnos cuando una voz de hombre nos detuvo - ¿No pensarán dejar a esas locas aquí? ¡Miren cómo me han puesto el ojo esas brujas cuando he ido a hacerlas callar! - ¿Ha sido usted quién ha gritado? - ¡Claro. Por poco me dejan tuerto! - El abuelito ordenó a Geoooorge que se quedara con ellas. - El "tuerto" lloriqueaba cuando pasamos por su lado y yo comenté - Me extrañaba a mi que eso de "vejestorios" quedase sin castigo. 


viernes, 21 de agosto de 2015

¿La Infanta Elena?

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! Vengo derrengada de tanto trabajar... ay, me sentaré un ratito y de paso beberé un chinchón, nena. - Usted nunca pierde calada. - Dicen que a la ocasión la pintan calva. Con esto de la boda voy a tener gastos extra y con la birria de paga que cobro no me basta ni para empezar, así que, desde muy temprano, estoy "limpiando" cepillos de iglesia. Algunas están muy lejos pero ha valido la pena. - ¿Qué vamos a regalarles? - ¿A quién? - A Elena y Joan. - ¿Quiénes son? - Los novios de la boda que dijo usted... -  ¡Aaaaah! Calla, que no me acordaba de sus nombres, mujer. - ¿Pero los conoce, verdad? - Pues... No hables tanto y trae el chinchón de una vez.

La abuela vino cargada de bolsas. - "He ido de rebajas y me he comprado cuatro cosas para la boda" - ¡Jopé! No sé si te dejarán entrar con esto. (Era un mini vestido escotadísimo) Te verán hasta el carnet de Identidad, abuela. - "¡Que sabrás tú!" - La tela era dorada y roja, imitando fuego. Con una carga espectacular de lentejuelas que, vistas al sol, te dejaban ciega. Luego los stilettos a juego. Y un penacho de plumas, verde loro, con una redecilla delante de la cara hasta la boca. - No te van a conocer. - "Ni falta que hace. Ya me presentaré yo"

- ¿Qué les vamos a regalar? - "¿A quién?" - A Joan y Elena - La abuela se me quedó mirando, dubitativa hasta que pareció encendérsele la bombilla - "¿Qué me dices? ¿Se casa otra vez la infanta Elena? ¿Ha salido en el Hola?" - Te hablo de los novios de la boda a la que vamos a ir. ¿Qué les vamos a regalar? - "¿Tenemos que regalarles algo?" - Es lo que se hace en éstos casos. - "No me gustan las tradiciones. Y a ésta la vamos a abolir" - Pues yo no voy. Que vergüenza llegar al convite con las manos vacías. - Vacías, no (dijo la Cotilla) Yo llevaré unos cuantos tapers y me llevaré comida para tres o cuatro días.

- Por cierto ¿Habéis visto la noticia de la alemana pirómana? No os lo vais a creer pero los mecheros se los vendí yo. (La Cotilla parecía orgullosa) - Me extraña porque esto ocurrió en el sur de Andalucía. - ¿Tu no sabes que todos los alemanes que vienen a España pasan por La Calle del Jamón para desdicha de los vecinos? La mujer estaba medio grogui, bebiendo cerveza con cañita de un cubo de fregar. Le dije si quería mecheros, dijo que sí y le vendí todos los que llevaba. - ¿De dónde los sacó usted? (indagué) -  Se dice el pecado, no el pecador (dijo la vecina, muy repipi) - Que mano más pegajosa tiene, Cotilla. Todo se le pega. - Es un don, envidiosa.

- Estos alemanes nos van a dejar en cueros como a los griegos. Con el dinero por delante, compran sus islas y lo que se tercie. Conquistan Europa sin pegar un tiro. A eso se le llama aprender de los errores. - Son los putos amos del mambo... ¿Implantarán el derecho de pernada como antiguamente? si es así, me pido la primera. No estaría mal un biznieto teutón, rubito... - ·"¡Y con bigote!" (saltó la abuela) - Quita, abuela. No mentes a la bicha... Al final ¿cómo hemos quedado con lo del regalo? - Házlo tu en nombre de todas - ¿Quién paga? - Quién ha abierto la boca... o sea, tu. - Pascualita, apareció entre las algas del fondo del acuario y mirándome fijamente con sus saltones ojos de pez, hizo la señal de OK.

miércoles, 19 de agosto de 2015

Boda a la vista.

- "El teléfono me ha despertado, a mi y al vecino de arriba, que se ha puesto a dar golpes. ¿Este tío no duerme nunca? Por lo visto la abuela ( quién iba a ser sino) llevaba media hora llamando sin que el timbre traspasara las paredes de mi subconsciente. Por fin contesté: - Gruuuuuzzzzzzzzzzz. - "¡Nena, despierta que tengo una noticia!" - Mañanzzzzzzzzzzzzzz. - "¡Ya es mañana, jodía!"

Cuando quiere algo lo consigue, sea la hora que sea. De repente oí - "Echate para allá que no quepo" - Y se metió en mi cama. - "Tenemos boda a la vista. Habrá que comparse ropa, sobre todo yo, que no tengo nada que ponerme... ¡¡¡Nenaaaaa!!!" - ¿A dóndezzzzzzzzzzzzzzzzz? - "A la boda" - No me caso zzzzzzzzzzz. - "Ni te casarás al paso que vas. ¡Espabila, que nos vamos de compras!" - Abrí un ojo para mirar el reloj. Me pareció ver: las 3... Afiné más la vista. Seguía viendo las 3. - El reloj se ha parado... ¿Qué hora... es? - "Las 3"

Mientras la abuela hablaba y desayunaba, yo usaba la mesa de la cocina para dar largas cabezadas. Pascualita, presente en la conversación, ayudaba a la abuela a despertarme. La tiró sobre mi cabeza y se puso frenética. Me dejó el pelo como si me hubiera peleado con un gato. - ¡Así no puedo ir de boda! -"Ten más tacto cuando hables de una persona delante de ella" - Este bicho no es una persona. - ¿Pero que educación te han dado, alma de cántaro?" - Tu eres la responsable. - "¿Yooooooo? ¡Eso, echa la culpa a los demás de tu incapacidad social! Venga, que nos vamos."

Visitamos un montón de tiendas para ver los vestidos de los escaparates pero, a esas horas, todas tenían el cierre echado y no vimos nada. - ¿De quién es la boda? - "De Joan y Elena" - ¿Los conocemos? - "No, los conoceremos en el restaurante" - ¿Nos invitan sin conocernos? - "La parejita es muy guapa" - No cambies de tema - "La Cotilla entró en un bar a vender magdalenas del contenedor del super cuando un chico con rastas comentaba que se casaba con una chica preciosa. Y como el día 28 no tenemos nada que hacer, iremos a comer gratis" - ¡Conmigo no cuentes! - "Es una oportunidad para que te hagan un biznieto sin que se enteren, boba de Coria" - ¿Tu crees? - "¡Claro! En una boda se ríe, se come, se baila y se bebe... Además ¿cuándo te he mentido yo?"

martes, 18 de agosto de 2015

Traspuesta.

Me gusta leer el periódico mientras desayuno, aunque esté mojado de cola cao gracias a Pascualita. Yo sigo a lo mío mientras ella se lanza en picado en su taza y me salpica hasta el paladar.  Hoy ha sido especialmente pesada. Debe haberle influído ver en la tele un campeonato de natación donde se tiraban del trampolín. Yo trato de imitar a Geoooorge, con esa flema británica que parece que todo le resbala. No se inmuta por nada.

No siempre lo consigo, por ejemplo, hoy ha ido uno de esos días en que me ha sacado de mis casillas. He aguantado estóicamente sus salpicaduras hasta que he tenido un pronto, la he cogido por la cola y la he lanzado al acuario. Ha caído a plomo hasta el fondo y ha subido como un cohete, enfadadísima y escupiendo agua envenenada. Afortunadamente solo me han llegado pequeñas gotas a la altura de los ojos.

Libre ya de Pascualita, me he dedicado a la lectura de las noticias hasta llegar al crucigrama donde me he tirado una hora haciéndolo. Mientras pensaba definiciones, un pequeño Rato ha salido de entre las páginas con cara de mala leche y gritando - ¡Quiero mis cojines! ¡Exijo que me los devuelvan o me los paguen! ¡Son cojines de rancio abolengo! - (No entendía que hacía allí este hombre) - Vuelva a su página ¿No ve que intento hacer un crucigrama? - ¿Va a comparar esta tontería con mis cojines? - ¿Tontería con lo que me está costando? - En mis cojines se han sentado culos muy importantes, señora mía, cosa que no puede decir de los suyos. - Es usted un impertinente, señor Rato y empieza a cabrearme. - Debí ser muy convincente porque corrió a esconderse entre las páginas del periódico.

Un diminuto bicho del papel se acercó, muy alterado. - ¡No me espante a los protagonistas de las noticias! En verano cuesta mucho encontrar una que valga la pena. Siempre se han usado las llamadas "serpientes de verano" Entonces funcionaba pero hoy en día, la gente es muy incrédula y no se la dan con queso. - Lo miré y me dije que no iba a dejar que una cosa tan pequeña me mangoneara. Lo mejor sería aplastarlo con la punta del dedo pero debió adivinar mis intenciones porque se puso de rodillas, gritando: - ¡Soy padre de familia. No me mate con tomate! - Tranquilo, tio. Te mataré con bacalao. El bicho cerró los ojos esperando el aplastamiento y entonces me di cuenta de que no me gusta el bacalao y en casa no había ni una miga... - Lo siento. No puedo matarte porque no tengo bacalao. - Pues si que estamos listos.

Pasé la página y se me mojaron los pies. - ¡Qué pasa! - ¡Se han desbordado los torrentes con tanta agua como ha llovido! (me dijo un peatón de la foto, resguardado bajo un enorme paragüas) - ¿Y era necesario que yo me calara? - Necesario no, dijo el peatón, pero mejor que sea otro y no yo. - Me enfadé ante la poca profesionalidad. - ¡Estoy hasta las narices! (gritó el peatón) - ¡Y yo!, dijo Rato. ¡Quiero mis cojines! - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿Quién ese este enano? (preguntó la Cotilla que acababa de entrar) - El de los cojines (estaba harta de interrupciones) - La Cotilla no podía creer que tuviera tanta suerte. Corrió a la salita a montar un altar. - No se vaya, señor Rato, que ahora mismo le enciendo unas velas y lo dejo en olor de santidad. - ¿Me será útil esto? - ¡Y yo que sé! Pero la frase queda bonita.

La botella de chinchón iba por la mitad cuando decidí que, por el momento, ya estaba bien... - ¡Hip... me he... quedado traspuesta... ¡hip!... y he soñado que... ¡hip!... bebía... ¿De qué me... ¡hip! suena Rodríiiigo... hip!... Rato?

lunes, 17 de agosto de 2015

A saltar charcos.

- "¡Nena, despierta que nos vamos a saltar charcos!" - Esto me ha parecido oír mientras dormía. A toda luces era una pesadilla. He dado media vuelta en la cama para cambiar de tema. Ha sido peor porque, la helada mano del hombre muerto, cuyas cuencas vacías proyectaban reflejos demoníacos, se acercaba lentamente, decidida a tocar mi espalda - ¡¡¡Ayyyyyyyyy La madre que te parió!!! - Salté de la cama, busqué a tientas la zapatilla y sacudí al saco de huesos que bailaba a mi al rededor. En justa correspondencia, recibí un pescozón que me mandó de vuelta a la cama. - "¡Cuidado con Pascualita!"

- En la cama, a mi lado, la sirena reptaba hacia mi con la dentadura de tiburón dispuesta para morder. si aquello era una pesadilla, era muy real ¿Había llegado mi hora y los demonios venían a buscarme? - "¡Cómo vuelvas a darme un zapatillazo, te desmonto!" - La voz de la abuela sonaba muy cabreada.

- Que alegría que sea tú, abuela. - "¡Ya lo he visto, ya!" - No te enfades. Estaba soñando cosas horribles... - (miré por la ventana) - ¿Ya han puesto las calles? - "No he visto un alma cuando venía" - Y llueve... - "A mares. Pónte el chubasquero y las katiuscas que vamos a saltar charcos" - ¿Tú estás bien? - "Divinamente, como decía Carmina. Y hablando de muertos, en El Funeral hemos celebrado una fiesta por Aniceto y colgado su foto en la Pared de los Finados. Su novia se ha emocionado mucho, sobre todo al saber que no cobrará viudedad después de cincuenta años juntos" - ¿No se habían casado? - "Aniceto siempre dijo que quería ser libre como un pájaro, sin ataduras legales" - Le habrá dejado una buena herencia. - "Ja. Eres tan ilusa como ella. ¡Resulta que estaba casado y con familia numerosa y todo va para ellos en compensación por haberlos abandonado!

Los hijos le salían por las orejas y un día se fue a por tabaco y no volvió más a su casa. Luego conoció a Anita, se liaron y así hasta el otro día en que estiró la pata. Nos hemos reído mucho porque Anita, que va cargada de joyas hasta arriba, decía que no quería nada. Y entonces va y suena el móvil de Conchi tocando Paquito Chocolatero jajajajajaja Cuando decía la viuda ¡no quiero nada! nosotros cantábamos ¡Aaaaaaaahhhh! al compás. Y venga brindar por Aniceto. Al final ha tenido una despedida de lo más lacrimógena porque nos caían unas lágrimas como puños con tanta risa" - A mi no me da risa esto - "Porque eres una sosa... ¡Vamos!"

Llevo todo el día con agujetas y con un constipado de los de aspirina y lingotazo de coñac por el chaparrón que nos ha caído encima mientras saltábamos charcos. He llegado a casa empapada, temblando y estornudando. La abuela me ha llamado a media mañana - "Prepara a Pascualita. Me la llevaré a la playa" - Estoy... cof, cof... malita... -  "Ajo y agua, boba de Coria"  

domingo, 16 de agosto de 2015

No hay mal que por bien no venga.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! Voy a montarle un altar a un santo varón que será la envidia del Vaticano. - La Cotilla asegura que me dijo esto cuando entró de madrugada en mi cuarto al llegar de trapichear. Yo debía estar aún por el primer sueño porque no recuerdo nada. Y esta mañana, al levantarme, tenía la salita empantanada de cirios, telas y flores.

 - ¿Se puede saber qué hace? - Lo que te he comentado hace unas horas y te ha parecido bien. ¿Cuántas horas? - Cinco o seis. Y has estado de acuerdo en todo. Te estás volviendo más razonable. - No me de coba. Además, estamos en agosto... - ¿Y? - El Mes de María es en Mayo. - ¿Lo dices por las flores? Son para adornar el altar. - Ni altar ni leches. Ya tuve bastante con un incendio. - Esta vez habrá más flores que velas.. - ¡He dicho que no! - Pero es que este hombre se lo merece (dijo, compungida) Es amigo de sus amigos. Los ampara bajo su pecho en cuanto estornudan...

Me pasé la mañana negándo y la vecina, erre que erre, insistía con una tenacidad abrumadora. - Déjeme, Cotilla. Es usted peor que la gota malaya. - Dime que sí y me callaré. - Estaba a punto de claudicar cuando llegó la abuela. - "¡Andresito lo ha conseguido! Ya no tenemos multas. - Si aparcaras como todo el mundo, no te pondrían ninguna. - "Yo no soy "todo el mundo" nena. Además, si saben que aparco allí para que insisten en multarme. Que cabezones son éstos guardias" - Me asomé al balcón. El rolls royce estaba donde siempre: ocupando la parada del autobus y montando un embotellamiento. En este momento sujetaban una multa con el limpiaparabrisas. - Ya tienes la primera de la nueva colección.

La abuela salió al balcón dispuesta a hacer valer su condición de esposa de un hombre a quién el ministro recibía con solo oir su nombre. - Acabas de meter la pata (le dije) -   El guardia escribió de nuevo y colocó una nueva multa junto a la primera. Para evitar que siguiera despotricando, le puse delante un vaso largo lleno de hielo frappe. - Te invito a un chinchón on the rocks. - Y me siguió como un corderito a la cocina.

La Cotilla se sumó a la invitación aunque nadie le hubiera dado pie para ello. Se pusieron a hablar del altar que quería levantar a un hombre justo. - Después de comer, cuando tu nieta se duerma, lo haré.

Fui a por Pascualita y la escondí entre las telas que había en la salita pero antes le di de beber chinchón a palo seco. Luego debí dormirme hasta que me despertaron unos alaridos espeluznantes. Andresito corría como un poseso dando saltos  y llorando a moco tendido - ¡¡¡Que dolor. Que angustia!!! - No veía a Pascualita por ningún sitio... Andresito me dio una pista gritando. - ¡No voy a poder sentarme en un mes!... ¡¡¡Como dueleeeeeeeeeeeeee!!! - Miré la retaguardia de Andresito. Y allí estaba la sirena, agarrada con los dientes a una de las medias lunas de mi abuelito. Tiré con fuerza de ella hasta arrancarla y metérla en el bolsillo. ¡Que escandalera montan los hombres por nada! Hasta el vecino de arriba golpeo mi techo con la escoba.

Andresito estará unos cuantos días andando de lado y sin poder sentarse... Menos mal que le quitaron las multas y no tendrá que acostarse, boca abajo, en la alfombra.

 

sábado, 15 de agosto de 2015

Asuntos de Seguridad.

La abuela ha llegado temprano a mi casa con una bandeja de ensaimadas recién sacadas del horno. Y ha ordenado a Geooorge que las suba por la escalera, en lugar de en ascensor, para que el aroma que despiden llene de envidia a los vecinos. Siempre ha sido muy detallista.

Estando las dos solas en la cocina Pascualita ha podido estar a sus anchas mientras nosotras comentábamos el giro que dieron los acontecimientos de ayer ante el juez. Nos echaron a la calle con cajas destempladas - ¡Y no se acerquen más, ni por aquí ni a Bedulio, o las encerraré de por vida! (gritó, descompuesto, el juez) - "¿Por qué?" - (replicó la abuela a pesar de que yo tiraba de ella para largarnos antes de que al hombre se le cayera un ojo, o los dos, al suelo. - ¡Aún no lo sé. Largoooooo! (luego se giró y dijo) - ¡¡¡¿Dónde coño está la puta ambulancia?!!! - La abuela estuvo en un tris de regañarlo por mal hablado pero el juez ya no nos escuchaba.

Fueron dos las ambulancias que llegaron a la par. Una se llevó al juez. La otra a Bedulio, camino del manicomio... Pobre hombre.

Mientras Pascualita saltaba en su taza de cola cao, poniéndolo todo perdido y encantada de la vida, pregunté por el abuelito. - ¿Quedó preocupado cuando te llevaron detenida? - "No se enteró porque está en Madrid. Le mandé a ver a su amigo el ministro para que hablara con él "de lo nuestro" Es muy campechano y recibe a todo el mundo que sea de su cuerda y tenga algún problema de seguridad" - ¿Os han amenazado? - "Que yo sepa, no" - ¿Que problema tenéis entonces? - "Yo, ninguno pero Andresito, sí. Si no consigue que su amigo le quite la pila de multas de tráfico que se empeñan en ponernos por aparcar debajo de tu casa, tiene la SEGURIDAD de que ¡dormirá en la alfombra hasta que las ranas críen pelo!" - ¿Lo dices en serio? - "Y eso no es todo. Cuando se muera, tiene la SEGURIDAD, de que no pondré su foto en la Pared de los Finados en El Funeral" - Eso es muy cruel. - "Quién algo quiere... que se moje el culo"

Mientras pensaba que la vida, a veces, es muy injusta, Pascualita saltó a mi escote dándome un susto de muerte. Puse las manos ante mi cara... pero no me escupió. Reptó pecho arriba, se alzó sobre mi barbilla, acercándose a la nariz (¡me va a morder! pensé... pero no)  Nos miramos las dos a los ojos. Ella fijamente y bizqueando. Yo asombrada por aquella extraña reacción suya... Por un momento pensé que quería besarme y me ablandé - Oooooh, abuela. Que tierna es... Me quiere. - "No te hagas ilusiones. Le comenté lo tonta que fuíste creyendo que me había vuelto invisible y se ha acercado a comprobarlo ¡Mira. Hace la señal de OK jajajajajaja Está de acuerdo conmigo de que eres más tonta que ayer pero menos que mañana jajajajajaja"

viernes, 14 de agosto de 2015

Detenidas.

Mientras desayunaba han venido dos policías, que no conocía de nada, a detenerme - ¿Y a mi abuela, no? (pregunté ofendida) - Me dijeron que había ido otros compañeros a la Torre del Paseo Marítimo a recogerla con un furgón - ¿Un furgón? Si no es en el rolls royce, ella no va a ningún sitio. - No le va a quedar más remedio (contestó uno de ellos. Muy serio, por cierto)  - ¿Estaré mucho rato fuera? Si es así, esperen que tengo que hacer unas cosas. - ¡Nos vamos, señora! - Señorita, si no le importa... Tengo que acabar de desayunar ¿o me van a invitar? Cogeré un cuadernillo de crucigramas para no aburrirme ¡Ah! y pondré comida en el ... (señalé al acuario) para... estoooo (por poco se me escapa)... ejem... las algas.

Uno de los guardias levantó una ceja. - ¿Tiene un acuario sin peces? - No es un acuario, es un ALGARIO. -  Es la primera vez que lo veo. - Nunca se acostará sin saber una cosa más jejejejejeje.- No le des palique, Manolo, que te liará. - ¿Yoooo? No. La lianta es mi abuela. Por cierto ¿por qué no ha venido Bedulio? - Está de baja. - ¿Y su compañero? - También está de baja. - Lo siento. Le había echado el ojo... y ahora tendré que volver a empezar. - ¡El nos habló de un ojo que tenía usted! - ¿Uno? Tengo dos... y muy bonitos ¿a qué sí, Manolo? (al decirlo, me apreté contra él) - ¡Señora, un respeto! - Es que soy corta de vista... ¿Está casado? ¿Le gustan los niños? - ¿Eh? - ¿Y usted cómo se llama? (pregunté al otro que tenía un culito respingón? - Ramón... - ¡¡¡Que afortunada soy. El Dúo Dinámico está en mi casa!!!

Me pusieron las esposas porque las manos se me iban al trasero de Ramón. Pero antes me las ingenié para meter a Pascualita en el termo de los chinos y colgármelo del cuello - No puede llevar eso (dijo uno de ellos) - Entonces me quedo - ¡Me está poniendo de los nervios! - ¿Algún candidato a ser el padre del biznieto de mi abuela? - Déjala que lleve el termo y ¡arranca el coche, por Dios!

Al llegar a comisaría vi aparcado el rolls royce y a Geooorge, esperando en el asiento del chófer. - ¡Hola, inglés! ¿Dónde está la abuela? - Dentrou edificiou. - ¿La has traído tú hasta aquí? - ¡Yes! - ¿Lo ven? Podríamos haber apostado y ahora tendría un capitalito, incrédulos.

Cuando nos llevaron a declarar nos encontramos con Bedulio y su compañero. Las dos nos alegramos de ver a nuestro amigo y corrimos hacia él para abrazarlo. Y él corrió a esconderse detrás del asiento del Juez. -  ¿Qué le pasa hombre? Solo quieren saludarlo. - Pregúnteles... si el fantasma de... el primer marido... viene con... ellas... - ¡No diga estupideces! Los fantasmas no existen. - Se nota que no ha estado...  en su casa. - ¡Ya está bien! ¡Pórtese como un hombre!

Los gritos del juez alteraron a Pascualita, que asomó la cabeza por la boca del termo, lo justo para escupirle agua envenenada a la cara y esconderse a la velocidad del rayo. Y mientras la abuela y yo quedamos petrificadas, el juez saltaba, lloraba, gritaba y corría de punta a punta de la sala donde nos encontrábamos, mientras los ojos que, hacía un momento, eran pequeños y miopes, se iban convirtiendo en ojazos saltones que amenazaban con saltar de verdad de sus cuencas. Pero el que más gritaba era Bedulio - ¡¡¡Se lo dije, señor juez. Se han traído al fantasma del primera maridoooooo!!!


jueves, 13 de agosto de 2015

La medalla al valor.

¿Cómo le digo yo ahora, al compañero de Bedulio, que no tiene super poderes y que cuando vio a la abuela en el pasillo, la veía de verdad? Le estoy dando vueltas a ésto y creo que no le diré nada. No quiero quitarle la ilusión al pobre... Además, si quiero que me haga un biznieto para la abuela, tiene que sentirse un superman.

Fui a la playa a llenar unas garrafas de agua para el acuario de Pascualita y de paso, darme un baño. Después me senté sobre la toalla a comer un bocadillo de sardinas en aceite con tomate. De repente me vi rodeada por un montón de gaviotas gritonas que pugnaban por arrebatármelo - ¡¡¡Fuera, fuera, ladronas, corruptas!!! - Les grité mientras agitaba los brazos intentándo asustarlas. Pero lo único que conseguí fue quedarme sin bocadillo mientras las gaviotas se robaban el botín entre ellas.

Dos hombres se acercaban caminando por la orilla. Como no tenía nada que hacer, me dediqué a ver el ganado masculino que desfilaba ante mi. Y esos dos no me eran desconocidos. Al acercarse reconocí a Bedulio y su compañero... Por cierto, en bañador no estaban nada mal. Me levanté de un salto para saludarlos pero ellos dieron media vuelta en un visto y no visto. Entonces corrí hacia ellos pero, al parecer tuvieron la misma idea y pusieron pies en polvorosa. Si fuera mal pensada diría que huían de mi jejejejeje ¡Que va!

Al volver a casa se lo conté a Pascualita mientras preparaba la comida: abrí un sobre de sopicaldo y eché el contenido en un cazo de agua caliente.  - ¿En tu hábitat los agentes de la ley llevan uniforme? - Los ojos saltones de la sirena bizquearon ante la pregunta. - Están guapos los hombres con el uniforme. Algunos deberían llevarlo día y noche porque, cuando se lo quitan se quedan en nada... No les pasa eso a Bedulio y su amigo... Te aseguro que les haría un favor con mucho gusto jiijijijji... ¡Huy, perdona! No tendría que hablar de éstas cosas contigo, que eres un tierno pescadito ¿A qué sí, bonita?

No sé porque le dije esto porque, de tierna no tiene nada. Sus escamas son duras como el caparazón de una tortuga. Y joven, dudo que lo sea. - ¿Cómo podría saber la edad que tienes, sirenita? - Me respondió escupiéndome veneno en un ojo ¡Y ahora está como una pelota de ping pong! Hinchadísimo y doliéndome horrores.

Cuando ha sonado el timbre de la puerta yo estaba dando saltos mortales, llorando y gritando como una loca mientras el ojo crecía y crecía. Dolorida, abrí la puerta. Eran Bedulio y su compañero que traían la órden de arresto para la abuela y para mi. Al verme quedaron petrificados, sin poder apartar la mirada de mi ojo que estaba ya en cuarto creciente. - ¿Qué... queréis...? - El moreno de sus pieles no bastó para disimular que se habían quedado blancos como la pared. - ¿Os... ha... dado un ... aire? - Sin perder de vista mi ojo, retrocedieron hasta el ascensor que tenía la puerta abierta. Uno de ellos la sujetó para entrar y en ese momento ¡se cerró y pilló la mano!

A causa de mi dolor no recuerdo cómo quedó la cosa. Solo sé que Bedulio y su compañero pidieron a sus jefes que, por sus muertos, no les hicieran volver, nunca más, a mi casa. Preferían picar piedra en medio del campo, a las doce del mediodía y con éstos calores. Fue muy comentada la coletilla con que los despidieron. - ¡...  y nunca les darán la medalla al valor! -




miércoles, 12 de agosto de 2015

Se descubre el pastel.

He ido a la playa con Pascualita. Al llegar he atado la cadenita de la red de acero donde va la sirena, al tirante de mi bañador y nos hemos entrado al agua. Estaba deliciosa. Nadaba con las gafas acuáticas y me lo hubiese pasado pipa si Pascualita, que nunca se conforma con nada, no me hubiese dado la lata queriendo escaparse de la red. - ¿Por qué no puedes disfrutar del momento? Me gustaría soltarte y que te fueras a los abismos de donde vienes pero, hija, no se puede tener todo en éste mundo. Además, esos abismos están lejísimos y con la poca práctica natatoria que ahora tienes, acabarías en las redes de cualquier barco pesquero como ya te pasó una vez ¿o no recuerdas que te encontré en una lata de sardinas?

Pascualita no entiende de razonamientos y es terca como una mula. Así que se ha pasado todo el rato mordiendo el acero tratando de romperlo. Yo me he dedicado ha nadar a placer. De repente, una cara horrible ha aparecido a dos centímetros de mi. ¡Un monstruo marino! Tal vez, un pariente de la sirena que venía a rescatarla. Sea lo que fuere me ha asustado tanto que a  punto he estado de ahogarme.

No hacía pie ni podía agarrarme a ningún sitio. Bebía agua salada a borbotones. ¡Me iba al fondo! Mi último pensamiento fue para la sirena que quedaría atrapada en la trampa de acero. Cuando recogieran mi cadáver la encontrarían, la llevarían a un laboratorio secreto donde la estudiarían a fondo, la diseccionarían... Abrí la boca bajo el agua y grité ¡Pascualitaaaaa!

Sentí que me tiraban del pelo hacia arriba y segundos después aspiré aire. - "¡Cierra la boca de una vez, boba de Coria, que acabarás ahogándote!" - Oh, no. Abuela ¿eres tú?... ¿Estoy muerta? - "Estás como siempre ¡Tonta perdida!" - ¿Pondrán nuestras fotos juntas en la Pared de los Finados de El Funeral? -

¡Que tortazo me llevé! Resulta que no estaba muerta y que el monstruo marino, era la abuela. Y me había salvado aunque a punto estuvo de dejarme calva. - Abuela, siento decirte que te veo. - "¡Pues claro, alma cándida!" - ¿Cómo sabes que tengo súper poderes? - "No los tienes. No soy invisible" - Pues... no te veía nadie... Ni Geooorge... Ni siquiera la Cotilla...

A la hora de comer vinieron todos a casa y Geooorge trajo un rosbif con puré de patatas y guisantes. Todos estaban contentos ... menos yo. Me sentía ridícula. - "¡Sabía que os ganaría la apuesta cuando dije que mi nieta se creería lo que le dijéramos, a pies juntillas!" - Debo reconocer (dijo la Cotilla) que me ha sorprendido porque es aún más tonta de lo que creía. - Andresito quiso enseñarme el lado bueno de todo aquello. - No lo hay, abuelito (dije compungida) - Verás como el municipal que vino ayer, cuando se crea que, verdaderamente, tiene un poder como le dijiste, vendrá y te mirará con otros ojos... - ¿Tu crees? - Saltó la abuela - "Entonces, aprovechas y le dices que te haga un biznieto. ¡A ver si puedo tener uno de una puñetera vez!"

martes, 11 de agosto de 2015

Encuentro un alma gemela.

Estoy hecha un lío. Cuando voy por la calle y veo a toda la gente que se pasea por allí, no sé si son visibles, y por eso los veo, o invisibles y también por eso los veo con mis súper poderes. Los invisibles deberían llevar un distintivo para que yo supiera a qué atenerme.

A quién he vuelto a ver es a la abuela. Ha sido esta madrugada. Yo dormía a pierna suelta cuando, de repente, he tenido la sensación de que alguien me miraba... ¿Habéis sentido alguna vez algo así? Es como un cosquilleo molesto que pone los nervios en tensión y acaba despertándote. Normalmente la sensación termina en cuanto abres los ojos, que es lo que hubiese pasado si no tuviera el súper poder porque entonces no hubiera visto a la abuela a los pies de mi cama, mirándome fijamente.

Me había echo el propósito de que ella no supiera que yo sí puedo verla pero he sido incapáz de contener el grito de horror que ha salido de mi garganta. Hasta yo me he asustado al oírlo. He gritado hasta caerme de la cama. Casi al momento, el vecino de arriba ha dado golpes con la escoba en el techo.

Aterrorizada, he conseguido levantarme y... la abuela había desaparecido. Corrí a la cocina a beber un vaso de agua, luego me giré para volver a mi cuarto y... ¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaah!!! ¡Otra aparición, no, por favor! - ¡Calla, loca, que vas a despertar a toda la finca! - La Cotilla estaba ante mi en pijama amarillo con rayas negras, como si fuese una enorme avispa.

Cuando logré calmarme le pregunté si había visto a la abuela. - Mientras sea invisible no puedo. - Empezaba a pensar que quienes tenían suerte eran los demás y no yo.

Durante la mañana la vi más veces, desayunando por ejemplo. A media mañana llegó la policía. - Venimos a deternerlas a usted y a su abuela. - ¿A santo de qué? - El municipal Bedulio las ha denunciado. - ¿Otra vez? - Parece que esta vez va en serio. - La abuela no está... es invisible. - Bedulio nos advirtió que nos saldría con algún cuento chino. Asi que no cuela esta excusa. - Es invisible de verdad. Solo la veo yo. - ¿Está aquí? - No sé, hace un rato que no la veo. - Tendremos que entrar a... Ahí está. Queda detenida, señora. - En efecto, la abuela estaba en el pasillo.

- ¡Que peso me acaba de quitar de encima, agente! (dije. Y le planté un beso en los labios) - ¡Oiga. que soy la autoridad! - Almas gemelas es lo que somos ¡Tenemos un súper poder! Somos los únicos, hasta ahora, que vemos a los invisibles. - ¿Qué me dice? ¿Está segura? - ¡Totalmente! - Pues... no sé que quiere que le diga... No me entusiasma la idea. - ¡Claro que sí, hombre! Tal vez veamos a los espíritus de los muertos también. - Deje, deje... Mire, ya volveré otro... día porque son... muchas emociones... de golpe... - El hombre reculó hacia el ascensor. Y entonces grité: - ¡¡¡Abuelitoooo!!! - Y el municipal se desmayó. - ¿Qué le pasa?  (dijo Andresito) - Será el estrés. Con tanto recorte, los funcionarios van cargados de trabajo... ¿Has visto a la abuela? - No.

lunes, 10 de agosto de 2015

Tengo súper poderes.

Me tiene desconcertada la aptitud del abuelito y la Cotilla, ante la abuela. Parece que, realmente, es invisible para ellos... Claro que puede que lo sea y yo tenga rayos X en los ojos que me permiten verla. Es algo en lo que no había caído pero, cuanto más lo pienso, más factible me parece... Y me emociona porque, si algo he deseado en mi vida, ha sido tener super poderes. Estoy muy emocionada.

Tengo que contar lo que me pasa. Estas cosas no pueden guardarse en secreto porque, si nadie sabe que puedo ver a las personas invisibles ¿de qué me sirve si no puedo presumir?... Ya sé que Superman y los demás llevaban una doble vida. No creo que yo pueda aguantar una cosa así...

Ahora mismo la abuela está aquí. La estoy viendo abrir una lata de mejillones...y se los come. Ha entrado en casa sin decir hola y no sé qué hacer. ¿Le digo que soy la única persona que puede verla?... Tal vez no le guste... ¡Que complicado es todo esto! - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¿habéis sabido algo de tu abuela? - Pues...  - Ya veo que no. - La Cotilla se ha acercado a los mejillones y se ha comido los dos que quedaban ¡pero no ha visto a la abuela!... ¿Y si voy al programa de Iker Jiménez a contar lo que me pasa... No, mejor que no... Ahora soy como Pascualita ¡un bicho raro! y podrían encerrarme en un laboratorio para estudiarme.

A mediodía pusimos mesa para dos. Comimos favada de bote y una ensalada. La lechuga estaba un poco pasada pero como es gratis... La trajo la Cotilla del contenedor del súper. Tenemos que aprender a ajustarnos, aún más el cinturón dice ella, porque la Caja de las Pensiones va a quedar como los cepillos de sus iglesias. Con telarañas.

La abuela ha cogido plato, cubierto y vaso de la cocina y se ha sentado con nosotras a comer. ¡Y la Cotilla sin enterarse! - Nena, la próxima vez abres dos botes que con uno quedan las raciones muy justas. - Llamaron a la puerta. Era Geoooorge. - Decir mister Andresitou si madame venir aquí. - Pues... no. ¿Tu tampoco ves a mi abuela? - No. Madame venir cuandou salir de narices. - ¿Y... si te dijera que... yo la veo? - Yo decir ¡no chinchón!

La abuela se ha sentado a mi lado en la salita. Mientras la Cotilla dormía, ella jugaba con Pascualita. Estoy segura de que la sirena la ve.... ¡Ay, Dios mío! ¿Me estaré convirtiendo en sirena? Está visto que, solo ella y yo tenemos Rayos X en los ojos... ¿Tendré que vivir en el fondo de los mares? No me hace ilusión porque aquello es muy húmedo... Me tomaré un chinchón para despejar las ideas... ¡La abuela se está poniendo una copa! Me resulta violento estar viendo la intimidad de otra persona sin que ella lo sepa... pero también es estimulante porque podré cotillear.


domingo, 9 de agosto de 2015

Invisible.

- Nena ¿has visto a tu abuela? - Con una bandeja de ensaimadas recién echas en la mano, Andresito me ha hecho esta pregunta estando yo recién levantada y con las legañas puestas. Mi neurona aún vagaba por las volutas del sueño sin saber que mi cuerpo ya había dejado la cama... Todo esto quiere decir que yo aún estaba zombi . Por eso abrí mucho los ojos y la boca e intenté articular palabra pero no salió ningún sonido. La garganta estaba reseca a consecuencia de mis largos conciertos de ronquidos a los que me entrego todas las noches. Así que estiré el brazo hasta casi tocar a la abuela que estaba, justo al lado de su marido.

Nos sentamos a desayunar y el abuelito me explicó que había encontrado en su almohada, una nota de ella en la que le decía que, a causa de lo mal que está el mundo y queriendo tener un tiempo solo para ella, había decidido hacerse invisible y desaparecer hasta que le de gana volver.

A todo ésto, la abuela se estaba tomando su café con leche y dos ensaimadas frente a mi. El abuelito seguía como si no la viera, hablando de tonterías: política y finanzas bancarias.

Gracias al cola cao con miel empecé a carraspear y le pregunté: ¿Estás bien de la vista? - Perfectamente. Gracias. - Pues yo creo que no... al paso que vas te veo vendiendo el cupón de la Once. - Ya no tengo edad de trabajar pero si pagan bien... - ¿Cuántas ensaimadas has traído? - Diez. - Te has comido dos y yo también... ¿Cuántas deben quedar? - Cuatro. - ¿También estás sordo? - ¿Qué quieres decir con ese TAMBIEN? - Deberían quedar seis, abuelito y solo hay cuatro. - ¡Exacto! Te lo he dicho antes: ¡cuatro!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¡Hombre, ensaimadas! Guardaré los croasanes caducados que he cogido del contenedor del súper, para otra ocasión. - No comerá hasta que me diga cuántos estamos en la mesa desayunando. - ¿Estás tonta? ¡Dos! - ¡Cotilla, no somos dos! - Bueno, tres contándome a mi pero como aún no me he sentado...- ¿Y la abuela qué? - ¿Qué de qué? - ¡Eso digo yo! - Perdona, pero lo he dicho yo. - ¡Que más da quién lo haya dicho! - Es muy importante saberlo, boba de Coria, porque luego viene los malos entendidos y se pierden la amistades. - ¡Usted y yo no tenemos ninguna amistad! - Es verdad. Que peso me has quitado de encima.

Me levanté y puse las manos en los hombros de la abuela. - Dejad de hacer como si no la viérais ¡La abuela está aquí! Diles algo a éstos gansos. - Pero de su boca no salió una palabra y siguió comiendo tranquilamente. Después fue a por Pascualita y la metió en su escote. - La sirena acabaría con la farsa. - ¿Dónde está la abuela? le pregunté confiada... Por toda respuesto recibí un chorrito de agua envenenada que guardaba la jodía de la sirena en la boca.

¿Qué estaba pasando? Me lavé la cara veinte veces para despejarme de los últimos jirones de sueño. Y seguí viendo a la abuela. Finalmente, me rendí. - Abuelito ¿qué te decía la abuela en su nota? - Que se ha vuelto invisible y volverá cuando le de la gana. - ¿Y a ti te parece bien? - Me parece perfecto. - Suspiré y dije - Pues a mi también... ¿nos tomamos un chinchón? - ¡Claro! (gritó la Cotilla) ¡Es la hora!

viernes, 7 de agosto de 2015

Las gaviotas.

Hubo una batalla campal en casa cuando la abuela despertó de la siesta y vio juntos al juez Castro y la Cotilla. No se le ocurrió otra cosa que vaciarles encima el acuario de Pascualita. Menos mal que ella estaba conmigo en la cocina, hablando con la cabeza jivarizada. Pepe no está por la labor de ir a la playa. La sirena le ha mordisqueado un poco para ver si lo animaba, pero está decaído. Será del calor pero, como no se queja, no le pongo el ventilador y sufre en silencio las altas temperaturas.

Pascualita y yo dimos un salto al oír el ruído del agua al caer al suelo y los gritos, sobresaltados, de los durmientes. Corrí a ver qué pasaba. El suelo de la salita era un mar y en el flotaban, lacias, las algas. Salvo las que adornaban las cabezas, junto con la arena, de la Cotilla y el juez. Bajo la mesita del televisor vi el barco hundido. La sirena que, al principio no entendía nada, se fue dando cuenta de que se acababa de quedar sin "casa" y sacó sus dientecitos de tiburón a pasear.

La Cotilla, que lleva unos setenta años sin ir a la playa, sentía los síntomas del ahogamiento. - ¡Me ahogo, socorro! - "No habrá suerte" - ¿Me has querido matar? - "¿Yoooooo? Os he refrescado. Estábais sudando" - El juez, chorreando agua salada, cogió su maletín y salió zumbando de mi casa. - ¡Ahora entiendo al municipal Bedulio! - ¿Por qué no les has tirado un cubo de agua, abuela? (le dije al oído) Ahora tendré que ir a la playa a por garrafas. - "¡Tenían las cabezas juntas! ¿Te lo puedes creeer?" - Claro, yo los coloqué así.

Solo la sorpresa le impidió tirarme una maceta. Espero que hoy esté calmada pero, ante la duda, me he ido a la playa con Pascualita y Pepe. Era muy temprano. Solo estábamos nosotros, las palomas y las gaviotas. He metido a la sirena en la bolsa de rejilla de acero y he atado la cadenita a un tirante de mi bañador.  Pepe iba en una bolsa de plástico, para que no se mojara, atada al otro tirante.

Ha sido un placer nadar sin chocar con nadie. A lo lejos, los barcos entraban o salían de los muelles dejando tras de sí suaves olas que nos mecían. Me relajé haciendo el muerto... Creo que me dormí y no me di cuenta de estar rodeada de gaviotas hasta que una se posó en mi barriga. Me asusté y tragué agua. - ¡Fuera de aquí! (les grité) pero solo se elevaron lo justo para para hacerme creer que se habían asustado y volvieron a su sitio. - ¡Maldita sea!

De repente empezó el ataque: unas fueron a por Pepe y otras a por Pascualita. El que la sirena  estuviera sumergida no era un inconveniente para ellas. En vuelo rasante pasaban sobre mi cabeza intentando asustarme (¡lo estaba!) y tratando de conseguir una presa. Salí corriendo del agua. En la orilla había un escalón que las olas de los barcos me impedían subir con mi gracia habitual. Me caí una y otra vez. Me sentía como un pato mareado mientras las gaviotas, insitían en su ataque.

Corrí hacia casa, chorreando y en bañador, arrastrando las dos bolsa y seguida por una bandada de ratas aladas, cada vez más numerosa. Un hombre que se apartó, presuroso, de mi camino, gritó: ¡No dejes que nos arrebaten las pensioneeeeeees!



jueves, 6 de agosto de 2015

Se masca la tragedia.

La abuela iba de un lado a otro de la cocina echando pestes contra la Cotilla - "Luego dice que es mi amiga ¡y un cuerno! Llega mi amor platónico, me aturullo y ella lo acapara. ¡La mataré!" - Pascualita y yo desayunábamos cola cao con ensaimadas de semana y media de antigüedad que trajo la Cotilla del contenedor del súper y no le quitábamos ojo.

A pesar de notar preocupada a su amiga, la sirena fue fiel a su ritual mañanero y saltaba, una y otra vez, en su taza hasta dejarla vacía, luego reptó por la mesa lamiendo el cola cao. Cuando acabó, se tiró al suelo y siguió lamiendo hasta la última gota. Después hizo trizas su ensaimada y no dejó ni una miga. Hay que ver lo complicado que es este bicho comiendo.

- Siempre presumes de haberle quitado a todos los chicos que le gustaban. Ahora ella te devuelve la pelota (dije con recochineo) - "No tiene nada que ver una cosa con otra" - La venganza se sirve en plato frío... ¡Aaaaaay! (acababa de dar con la frente en la mesa del pescozón que me arreó) - "¡Que cruz tengo contigo!" - ¡Avemariapurísimaaaaaa! ¿Qué le has echo a tu abuela, boba de Coria? - Antes de que pudiese contestar, la abuela saltó al cuello de la Cotilla. - "¡Eres una gallina vieja y te voy a desplumar!" - ¡Quítame a ésta loca de encima! - Intenté separarlas pero me llenaron de golpes, así que las dejé por imposibles... Con un poco de suerte sería heredera universal de las dos en un mismo día.

Pascualita se dio cuenta que estaban atacando a su amiga y saltó hacia la Cotilla como impulsada por un resorte pero, como no paraban de moverse, salió por la ventana, aterrizando en el árbol de la calle. - ¡Abuela, que se ha caído Pascual...! (estuve a punto de nombrarla delante de la vecina. Menos mal que rectifiqué a tiempo) - ¡¡¡Egoísta!!! (le gritó la Cotilla a la abuela) ¡Lo quieres todo, como  siempre. No te conformas con uno, ahora quieres tres! ¿Dónde escondes a Pascual? (Y gritó como una energúmena) ¡¡¡Sal, Pascual. Sal que te vea!!! Nena, llama a tu abuelito y dile que venga. ¡Tenemos a los adúlteros! - La abuela agarró el florero de la mesa del comedor y se lo estrelló en la cabeza a su amiga. - "¡¡¡Muere de una vez!!!" - Abuela, no pierdas las formas. - "Me refería al florero. Me lo regaló mi primera suegra y nunca me gustó" - ¿Era de la bisabuela y te has cargado un pedazo de la Historia de mi familia!? - "Ahora, en lugar de un pedazo, tienes un montón de trozos, alma de cántaro. Sales ganando"

Se sentaron para restañar las heridas. Mientras, les preparé unos chinchones on the rocks con cañitas. A la tercera copa cayeron redondas. Mientras roncaban a pierna suelta llamaron a la puerta. Era el juez Castro que venía a interrogar a la abuela. - Está durmiendo... Si quiere la despierto pero... dada su edad. (Antes de pronunciar las últimas palabras, me cercioré de que estaba bien dormida) - Déjela... ¿No tendría algo fresquito? - El chinchón con cañita tumba hasta a los súper jueces.  Le había indicado que se sentara junto a la Cotilla, así pude colocar la cabeza de ella sobre el hombro de él.

Pascualita, a quién hacía ya rato que había  rescatado, y yo discutíamos si sería conveniente llevar a la playa a Pepe... ¿Flotaría en el mar la cabeza jibarizada? Habría que verlo.




miércoles, 5 de agosto de 2015

Menudo despertar.

Después de una noche toledana, en la que apenas he dormido media hora por culpa del trompeteo de un puñetero mosquito al que no he podido estampar contra la pared, conseguí dar unas cabezadas cuando se acababan de apagar las farolas de la calle... Para ser zarandeada con violencia cinco minutos después. - "¡Despierta, zopenco. Vamos a desayunaaaaaaaaaaaaaar!"

De mi boca estropajosa salió una frase - ¿Te haf cafgado al jodío mofquito?

- ¡El café ya está listoooooo! - Me pareció reconocer la voz de la vecina y mi voz pastosa, asociada con el inconsciente, dijo: - ¿Te haf cafgado a la jodía Cotilla?

Como un zombi entré en la cocina y solo el delicioso olor de las ensaimadas recién hechas, hizo el milagro de despertarme y despertar, a su vez, a mi estómago. - ¿A qué viene este festín, abuela? - "Cosas de Andresito. Está tan contento con el dineral que nos han dado por algunas de las joyas de la majaraní, que está tirando la casa por la ventana" - Cotilla, yo quiero cola cao. - Aztelo tú, boba de Coria. - "Creo que antes te ha oído" - Que suspicaz.

Un rato después, el Juez Castro entró en casa y la abuela se derritió como un helado de fresa. - Tenemos que aclarar lo que pasó con los municipales. Pedí que tuvieran un careo con ustedes y no quieren venir ni atados... ¿Pueden contarme algo? - "Yo le contaría lo que jejejeje quisiera, señoría jejejejejeje pero, ya ve, es tanta la ilusión que me hace jejejejejeje verle de nuevo que me ha dado a risa floja jejejejejeje y no puedo ni pensar jejejejeje" - ¿Esta mujer es siempre así? - A veces es peor (saltó la Cotilla) Yo no... Soy una fiel ciudadana que cumple, a rajatabla, con las Leyes... - ¿Quiere decir que su amiga no las cumple? - La Cotilla negó con la cabeza y después dejó caer... - Si yo le contara... - Cuente, cuente.

Me vi en la obligación de defender a mi abuela. - Antes de entrar en faena ¿quiére un chinchón on the rocks con cañita, señor Juez? - No quiso. Lástima. Entonces ataqué por otro flanco antes de que la Cotilla tomar la palabra y no la soltara. - ¿Puedo hacerle una pregunta, señoría? ¿Es normal que una persona tenga un altar dedicado a los Amigos de lo Ajeno: Bárcenas, Roca, Rato, etc. etc. y mucho más etcétera? ¿o que tenga por oficio: "Limpiadora" (ya me entiende, dije guiñándole un ojo) de cepillos de iglesias. O, en otro caso, preparadora de mejunjes infalibles para mandar al prójimo al otro mundo? - Yo diría que esta persona no está bien de la cabeza... ¿Qué películas ve usted, señorita?

Ese "señorita" me llegó al alma. Parpadeé como si en lugar de pestañas, tuviera abanicos y dije a media voz: - ¿Le gustaría tener un hijo conmigo, señor Juez? - La Cotilla no desaprovechó el desconcierto del hombre y gritó, señalándome: - ¡He aquí a la loca!


martes, 4 de agosto de 2015

El marajá.

La abuela ha llegado a casa hecha un pincel. - ¿De qué vas vestida? - "Salta a la vista: de india" - ¿Eso que llevas es un shari?... Te está corto. - "Qué sabrás tu, alma cándida. He innovado el modelo clásico convirtiéndolo en minifaldero. Voy a impresionar a un marajá"

Se había pintado a conciencia, como muchas hindúes. Y con el moreno del verano oscureciendole la piel, podría pasar por una de ellas. En una de las aletas de la naríz había clavado un diamante del que salía una cadenita de oro que iba a engancharse a otro que estaba en la oreja. - ¿No te molesta eso? - "Sí. Creo que es un moco y ya me he arrancado el brillante tres veces, cómo lo pierda, a Andresito le da un soponcio" - Pobrecillo. Lo has dejado en bragas con tu capricho de poner un faro en casa para que te vea el Rey... Pero si no te conoce. - "¡Ya lo creo que sí! Me presenté en Marivent con un montón de ensaimadas. Salió a la puerta a agradecerme el detalle y le dije dónde vivía. Me dio la impresión de que se atragantaba un poco" - ¿No será que, entre el maremagnun de embarcaciones "chocadas" estaba la suya? - "Creo que sí pero... ¿Qué tiene que ver la velocidad con el tocino?"

- ¿Y quién es el marajá al que vas a ver? - "Uno que tiene un yate de muchos millones en la bahía. Me llevaré a Pascualita para que lo conozca porque, seguro que en su hábitat no hay marajás" - No me parece buena idea. Además, el termo de los chinos no pega nada con tu vestido indio. - "Al revés, ignorante, es un toque de exótico sobre la seda" - ¿Un termo de plástico viejo sobre seda bordada en oro es un toque exótico? - "No tienes ni idea de estilismo" - Y sin más, cogió a la sirena, la metió en el termo y se largó.

Son las doce de la noche y no han vuelto a casa. He llamado varias veces a la Torre del Paseo Marítimo pero tampoco están allí.

Estaba a punto de llamar a Bedulio para denunciar el rapto de la abuela cuando ha entrado en casa. - "¡He triunfado, nena. He triunfado. ¡Mira que joyones me han regalado! Con esto pagaremos los estropicios de los barcos" - ¿Y Pascualita? - "¡Todo ha sido gracias a ella!" - ¿No se la habrás vendido? - "¡Nooooo! jajajajaja El indio, que bebe como una esponja, me ha tirado los tejos. Ha querido emborracharme y yo me he dejado con la condición de que bebiéramos chinchón. El no lo había probado nunca y al rato bizqueaba. Se ha levantado del sillón, zigzagueando. Ha tropezado con su propio pie y ha caído sobre mi... y Pascualita que, en ese momento, estaba saliendo del termo.

Sin pensarlo, ha atacado a la entrepierna de su señoría... Y mientras el pobre corría, berreaba, saltaba, lloraba y a punto estuvo de saltar por la borda del yate si no lo llegan a coger los marineros, el órgano herido se ha hinchado exageradamente como suele ocurrir.

 Los sirvientes, al verlo, se ha tirado al suelo adorándolo como a un dios. Una señora muy enjoyada, ha salido de las profundidades del barco al oír los gritos. Con ojos desorbitados miraba el milagro que se obraba en su marido. Pensé que no saldría viva de allí pero, para mi sorpresa, me ha llenado cara y manos, de besos, saliva y mocos porque no dejaba de llorar. Entonces ha sido cuando se ha quitado cuanta joya llevaba encima y me las ha dado. - ¿Pensaba que se quedaba víuda y estaba agradecida? - "Eso creí yo. Pero no. Un marinero me ha dijo que hace años que el pajarito del marajá está en estado cataleptico y no se levanta ni apuntalándolo con diamantes. ¡Y Pascualita ha obrado el milagro!"

lunes, 3 de agosto de 2015

Un hombro en el que llorar.

Aunque ha quitado el falso "faro" de la fachada a regañadientes, la abuela no ha consentido que su casa pase desapercibida estando el Rey en el vecino Palacio de Marivent y ha hecho colocar un rayo laser que barre el cielo en cuanto oscurece.

Los poderosos contactos de Andresito han conseguido que las casas de Seguros rebajen un poco el montante que tendrá que pagar por el estropicio de los barcos, En la Torre del Paseo Marítimo la tensión puede cortarse con un cuchillo.

Andresito se ha venido a mi casa a llorar sobre mi hombro. - Es que no puedo desahogarme con nadie. A mi madre no puedo contarle nada porque es tan mayor que un disgusto así la mataría. Y mi hijo está tan ocupado en el Hospital desde que hicieron los recortes en Sanidad y casi se quedaron sin plantilla que apenas lo veo. - Si te vas a quedar a dormir te pondré un colchón en el suelo frente al balcón esta noche.

 Encargó una paella de marisco para la hora de comer. - No quiero que hagas nada. Solo escucharme. - Gracias, abuelito aunque, te advierto una cosa, no admito devoluciones. - Ahora no te sigo. - Me refiero a la abuela. No me la devuelvas. - Vaya, tenía la vaga esperanza... - ¡Ni esperanza ni leches! que cada palo aguante su vela.

A media mañana yo ya tenía la cabeza como un bombo entre quejas, lágrimas, más quejas, moqueos constantes, copitas de chinchón, más y más quejas... Me levanté a por Pascualita. Quería que viera en lo que se convierte un hombre cuando una mujer lo coge por banda. - Mira (le susurre para que Andresito no se enterara) Esto lo ha hecho la abuela. - La sirena junto los deditos e hizo la señal de OK. - ¿También pasa esto en tu hábitat? Vaya por Dios.

Llamaron a la puerta y mientras el abuelito seguía desgranando sus desgracias, fui a abrir sin que se diera cuenta de que me había ido. En el rellano se oían voces... - ¡Que no quiero! - Pues el médico ha dicho que tienes que enfrentarte a tus miedos. - ¡¡¡He dicho que no quiero!!! - ¡Era Bedulio!

Abrí la puerta y le salté al cuello - ¡Que alegría verte! - Reaccionó como si le hubiera picado una cobre. Saltó hacia atrás pero no me solté. El municipal que le acompañaba le daba ánimos. - Enfrentate a tus miedos. Sé valiente. Sé que puedes hacerlo. - ¡Mucho sabes tú, gilipollas! (le gritó Bedulio) ¡Quítamela de encima o no respondo! - Sin darme cuenta, estaba aplastando a Pascualita contra el pecho del Municipal antes de que éste me diera un empujón y tratabillé hasta la barandilla de la escalera. Viéndose libre de aprietos, la sirena saltó... a la espalda del compañero de Bedulio. Allí clavó los dientes y no soltó hasta que la arranqué de un tirón seco.

Volví junto al abuelito que seguía con su rosario de quejas. No se había enterado de nada, sumido en sus preocupaciones, a pesar del jaleo que organizaron los municipales corriendo escaleras abajo mientras se empujaban para llegar primeros a la calle. Ni oyó los gritos de Bedulio cuando vio la sangre en la espalda de su amigo que gritaba, lloraba, moqueaba y saltaba como un energúmeno.  Volvieron a llamar a la puerta: Traían la paella y tras ella venía la Cotilla.

Después de comer y no dejar ni un grano de arroz, el abuelito me cogió una mano, la beso y me dijo, agradecido: - No sabes el bien que me has hecho escuchándome, Nena. - Entonces, en tu testamento ¿me dejarás a mi la Torre del Paseo Marítimo?

sábado, 1 de agosto de 2015

El real vecino.

Toda la noche he oído sirenas de barco, aunque el puerto me pilla lejos. Habrá cambiado el viento y han atronado a la ciudad.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! Estos de los barcos siguen festejando a la Patrona. ¡Escucha, escucha! Eso son juergas y no las que organizas tu. - No organizo ninguna, Cotilla. - Por eso lo digo, alma cándida, que eres sosa hasta decir basta... Mira lo que me ha pasado: a un hombre se le ha caído un boleto de la Primitiva que acababa de sellar! - ¿No se lo ha devuelto? - ¡Ni loca! ¿Y si es el ganador? - Pero no es suyo. - Es la Suerte quien lo ha puesto a mis pies Necesito que me toque un buen pellizco para comprar un local y montar un gran altar a los Amigos de lo Ajeno, que cada vez son más. - Cierto, aparecen como setas - Necesito pedirles ayuda porque el negocio de los cepillos de las iglesias está de capa caída. - Que se lo digan a sus ·clientes",los curas.

Mientras comíamos estuve pendiente de las noticias. Políticos, políticos y más políticos, coparon tres cuartas partes de la emisión. El resto, menos un minuto, se dedicó al fútbol. Y en ese minuto escaso supe que un montón de buques, grandes y pequeños, se vieron envueltos en un accidente múltiple en la bocana del puerto que quedó taponada. Y todo por culpa de un falso faro.

Llamé a la abuela. - "No me has dicho nada del accidente de los barcos. - "¿Para qué si ya lo sabes?! - Me acabo de enterar por la tele. - "Esta semana saldré en el Hola. Te dejo que me están haciendo fotos" - Cotilla, aquí hay gato encerrado. Vamos a tomar el café a la Torre del Paseo Marítimo.

Geooorge nos hizo pasar a la cocina. - ¡Oye, que esta es la casa de mis abuelitos! - Ordeneus de madame. (dijo el estirado del mayordomo) - Mientras nos tomábamos el café, el inglés iba y venía a la carrera atendiendo a su jefa. - ¿No está el abuelito? (logré preguntarle entre carrera y carrera) - No. - Que raro ¿verdad? (pinchó la Cotilla) - ¡¿Dónde está?! (le grité al criado) - ¡Arregandou papeles! - ¿Eres ilegal, Geoooorge? - Me miró resoplando, levantó la cabeza con orgullo y dijo - I am inglés. - ¡Ya ves tú que cosa! (soltó la Cotilla)

Pasaron unas horas hasta que la abuela se dignó a recibirnos. Iba pintada como una puerta y sobre una butaca había mini caftanes de todos los colores y telas. - "¡Voy a ser portada, como la Presley!" - ¿A santo de qué? - "Soy la única vecina del Paseo Marítimo que sabe lo que pasó a noche con los barcos... Los del Hola se han enterado y han venido a entrevistarme" - ¿Les has llamado? - "¿Cómo van a enterarse sino?" - ¿Dónde está el abuelito? - "Por ahí... arreglando papeles"

Al atardecer fueron encendiéndose las luces - "¡Mira. El Rey está en su casa!" - Me había pasado media tarde en la terraza viendo como iban apartando navíos accidentados. - Dicen que un faro nuevo los confundió... ¿Sabes algo de esto, abuela? - "Sí, que son tontos" - ¿Pondrían ese faro para fastidiar? - "¡Qué va! Era para que el Rey supiera que le saludaban desde esa casa" - ¿Esa casa... o ésta casa? - "¡Que más da esa que esta!" - ¿El abuelito está con los del seguro, verdad? ¡Menudo puro os van a meter! ¡Cotilla, corra, antes de que nos culpen a nosotras!

Ya en casa, nos tomamos un chinchón on the rocs echadas en los sofas de la salita. - Que egoísta es tu abuela, Nena. Me hubiesen podido hacer una foto. Con lo guapas que salen todas. - Ya. Pero es que con usted se necesitaría un milagro.