martes, 21 de julio de 2015

Que bien se duerme con las bicis.

La Cotilla me ha pedido toda la producción de croquetas. - Se venden como rosquillas. - ¿Nadie se le ha quejado? - Sí. Los que se han quedado sin, pero les he dicho que traeré más. - Lléveselas todas... pero podría darme algo por el trabajo que hice. - Mira que eres pedigüeña... Bueno, te daré lo que te gastaste en palillos, ni un euro más que ya sabes lo que me cuesta llegar a fin de mes con la birria de pensión que tengo.

Estuvo haciendo viajes hasta que dejó el congelador vacío de croquetas-polo. Yo estaba intrigada porque, si hasta Pascualita, a la que le gustan mucho, las había escupido, me parecía imposible que ningún cliente de la Cotilla estuviera afectado... ¿Se habrían muerto directamente? Para salir de dudas tuve que explicarle lo que le había pasado a Blas el parado. - Está detenido porque a mucha gente no le sentaron bien las croquetas. - Las habrá vendido a gente pija, en cambio mis clientes tienen el paladar y el estómago enladrillado porque son los que rebuscan en los contenedores y comen lo que encuentran allí. Ya lo dice el refrán: donde hay hambre, no hay pan duro.

Un concierto de pitos debajo de casa me anunció la llegada de la abuela. - "¿Qué demonios has hecho con tanto pollo?" - Croquetas. - Me miró de arriba abajo con cara de no creérselo. - "¿Veinte pollos convertidos en croquetas?" - Para Blas el parado que estaba pasando una mala racha... Aunque ahora está peor. - "Quién está muy mal es Bedulio. Lo ingresaron anoche. Le sentaron mal unas... ¡croquetas! ¡¿Las tuyas?! ¿Qué les pusiste, alma de cántaro?" - Un palillo.

Mientras comíamos arroz a la cubana, la abuela me puso unas condiciones que no tuve más remedio que aceptar o me quedo sin la Torre del Paseo Marítimo el día de mañana. Tengo que pagarle los pollos que hice anotar en su cuenta. Pregonar por las esquinas de la ciudad que las corquetas las he hecho yo, para lavar su buena reputación de croquetera. Culparme ante la policía de ser la envenenadora del polo-croqueta para que suelten a Blas el parado. Aceptar las consecuencias penales si muere Bedulio o cualquier otro afectado. Pegar carteles negando ser la nieta de mi abuela.... - ¡Y mi vecina! (soltó la Cotilla)... etc. etc. etc.

Repantingadas en los sofás, con el chinchón a mano, nos dispusimos a ver el Tour mientras gruesos lagrimones rodaban por mis mejillas. - Y encima, la Cotilla no me da una parte de las ganancias... ¡buaaaaaa! - "¡Calla, calla, que empieza la carrera" - ¿Traigo a Pascual... para que la vea? (dije entre suspiros) - "Sí... también... le gusta...zzzzzzzz" - ¿Ha venido... Pasc... zzzzzz? - Coloqué a la sirena sobre mi teta enorme, mojé el dedo en chinchón y se lo puse en la boca. - Toma... pero no... me... muerdzzzzzzzzzzzzz


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