martes, 7 de julio de 2015

El Tour

Encender la televisión y que salga el Tour de Francia es mano de santo para dormir una siesta reparadora. Después de comer, la Cotilla y yo nos hemos arrellanado en el tresillo de la salita y no he podido enterarme de por donde pasaría hoy la Serpiente Multicolor, como decían antaño,  porque la Cotilla parecía un fuelle roncando. Le di una patada en la espinilla. Medio abrió un ojo y dijo - ¿Humm...? - Por su culpa no voy a poder dormir hasta no saber por dónde vamos a ir hoy. - La vecina se removió en la butaca y dijo algo así: - Ajzzzzzzz oyazzzzzzz guazzzzzz jozzzzzz díazzzzzzzzz...

Coloqué a Pascualita en mi escote para que no se perdiera ninguna de las vicisitudes de los ciclistas: pinchazos, caídas, avituallamientos, cuando hacen pipí sin bajarse de la bicicleta, etc. Esto puedo hacerlo porque la etapa es llana. Si fuese de montaña, ni de coña me la pongo en el escote porque nos ponemos muy nerviosas viendo a la gente histérica y perdiendo la cordura y la compostura cuando van los ciclistas echando el bofe por la boca, montaña arriba - ¡Dejádlos pasar, idiotas! ¡No les cerréis el paso! ¡Ay, ay, ayyyyyyy que lo tiran esos cabrones! - Grito y salto contínuamente y a veces aplasto a la sirena y acabo con una teta más grande que la otra yllorando de dolor.

Cuando estaba la carrera en lo mejor, atravesando caminos polvorientos y adoquinados entre los campos de Bélgica, ha venido la abuela y me ha echado del sofá. Ha colocado a Pascualita en su escote y dos minutos después dormían como ceporros.

Hasta que no ha terminado la etapa no he sabido el nombre de las ciudades por donde han corrido. Y al saberlo me he quedado igual porque no me sonaban de nada y si tuviera que repetirlos ahora, no podría. Así que, mientras las dos amigas merendaban y se contaban sus cosas, yo daba cabezadas por los rincones, muerta de sueño.

Llamaron a la puerta. Eran Bedulio, vestido de municipal, acompañando a un hombre. - Ya sabes que no me gusta venir por aquí (dijo muy serio) y por supuesto, no pienso entrar en tu casa, pero me han ordenado que traiga a éste individuo y te convenza para que le des trabajo... ¿Te ha tocado la lotería? - Hola, ama (dijo el hombre) - De ama, nada, monada. Ya te dije que no puedo tener un esclavo... - Los ojos de Bedulio se desorbitaron - ¿Cómo que un esclavo? Eso ya no se lleva. - El dice que sí (le aclaré mientras señalaba al extraño) ¿Necesitas uno?

La abuela salió al recibidor - "Hola, guapo ¿Qué te trae por aquí?" - Traigo el esclavo de su nieta... ¿Ve cómo en ésta casa siempre pasan cosas raras? - "¿Desde cuándo tienes un esclavo, alma de cántaro? ¡¡¡Cotilla, mira, la nena tiene un esclavo sexual!!!"

Gracias al grito de la abuela llevo toda la tarde abriendo y cerrando la puerta de la calle porque muchas de las vecinas de la finca y de otras más alejadas (se ha corrido la voz) han venido a pedirme el esclavo... Al principio me he negado por respeto al hombre, más tarde he dicho que lo pensaré y al final he quedado que lo alquilaré por horas. La Cotilla se ha ofrecido para hacer de tesorera... Creo que le he dicho que sí muy rápido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario