martes, 14 de julio de 2015

El chollo.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! ¡Ayúdame, Nena! - Ante una llamada así toca correr a ver qué es lo que pasa... si son las doce del mediodía pero, a las seis de la madrugada me pudo más el sueño que la curiosidad.

Después vino el zarandeo - ¡Levántate, boba de Coria! Traigo un chollo que pesa mucho y no puedo dejarlo en la escalerea ¡Nos lo van a quitar! - Debí darle un manotazo por me pareció oír como algo pesado caía a plomo seguido de una retahíla de tacos que, dormida y todo, me hicieron sonrojar. Sin abrir los ojos para no perder comba en el sueño que tenía empezado, alargué el brazo hasta tocar una zapatilla y la tiré con la intención de darle en plena boca para que se callara y se largara. Pero fallé y la Cotilla me tiró al suelo. - ¡Vamos de una vez!

Accedí para que se callara - ¿Qué pasa? - He encontrado un chollo en un contenedor de basura de barrio rico: ¡un aire acondicionado! Se acabó pasar calor en esta casa, que más parece un horno que un hogar. - Hale, pues ya se está largando caminito de Jeréz. (aproveché para tirarle una indirecta pero, como siempre, se hizo la sorda)

La Cotilla corría escaleras abajo y al llegar a la entrada la oí suspirar - ¡Aún está aquí!- En el suelo había un aparato de cuando se inventó el aire acondicionado, que pesaba un quintal. - Vamos a meterlo en el ascensor. - Hay cosas que son muy fáciles de decir pero muy difíciles de hacer. Por más que empujábamos, no conseguíamos moverlo. - ¡Llama a Bedulio! (me sugirió)

Tenía tantas ganas de volver a la cama que acaté su órden sin rechistar para acabar con aquella historia cuanto antes. - A quién cogió el teléfono le comenté que había sucedido algo irreparable que solo el policía Bedulio era capáz de desentrañar. - ¿A qué clase de delito se refiere, señora? - Entonces yo grité - ¡Que venga Bedulio, por Dios! (un día me darán un Oscar)

El coche de los municipales se presentó ipso facto y Bedulio y su compañero, entraron, porra en mano, mirando a diestro y siniestro. - ¿Dónde está la escena del crimen? - Aquí la tienes (dije, señalando el armatoste) y ésta (ahora señalé a la Cotilla) es la futura víctima.

El compañero se rascó la cabeza. - No entiendo nada. - No te esfuerces. Te lo digo por experiencia (dijo el Municipal con un deje paciencia en su voz) - Y así fue como, con la ayuda de los municipales, metimos el aparato en el ascensor y de allí a mi casa. - Ahora, vamos a montarlo. (sentenció la Cotilla)

Cuando los Municipales se fueron, cansadísimos y con unas copas de chinchón de más, en casa hacía un frío polar que nos obligó a desayunar con el anorak puesto. Y mientras la Cotilla se fue a dormir con tres mantas encima, aproveché para calentar agua de mar y llenar con ella el acuario de Pascualita que tiritaba envuelta en algas.

A mediodía volvió Bedulio. Traía una multa por la denuncia que me habían puesto los vecinos esta madrugada por escándalo público. - ¿Hemos hecho escándalo? - Parece ser que si. - ¡No pienso pagar la multa! - No te va a quedar otra. - Págala tu y tu compañero que habéis sido los escandalosos. - ¡Ni hablar! Encima que os hemos ayudado. - ¿Quién daba golpes por las paredes? ¿Quién ha hecho este desconchón en la pared? ¿quién ha rallado el suelo?... ¿sigo? - No es justo (se quejó Bedulio mientras sacaba el dinero de la cartera para pagarla - ¿Una copita para quitarte el malhumor, Bedulio? - Mejor... para... quitarme...el... fr... fri... fríoooooo.

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