sábado, 27 de junio de 2015

¿Traicionada?

He dormido dos días seguidos. A pierna suelta. Y me he despertado descansadísima y animada hasta que me he dado cuenta de que nadie se ha preocupado por saber qué me pasaba, por qué no daba señales de vida.

¿Tan poco valgo?... snif... Estoy sola en el mundo y ni siquiera tengo un perrito que me ladre... snif, snif... Nadie ha cogido el teléfono para llamarme y preguntar ¿estás bien?... ¡buaaaaaaaaaaaa!... Ni Pascualita se ha arrastrado hasta mi cama... ¡Ostras, lleva dos días sin comer!

Con el guante de acero puesto, en previsión a las mordeduras de una hambrienta sirena, me he acercado al acuario... pero no había nadie dando bocados al aire por si pillaba una mosca que llevarse al estómago. ¿Nadie? entonces la sirena andará bajo algún mueble, camino de mi cuarto o de la cocina, en busca de alimento... ¿Y si ha muerto en el intento? ¡Oh, no! Pobrecilla.

He barrido por todos los rincones de la casa y he sacado un montón de borra y pelusas que llevaban afincadas aquí desde que la abuela se casó. Me ha dado pena tirarlas porque ya son de la familia y he vuelto a colocarlas en su sitio. Pero de Pascualita no he encontrado ni rastro.

He preguntado a Pepe pero se ha mostrado tan parco como siempre. Debe pensar que en boca cerrada no entran moscas y que las mejores palabras son las que no se dicen porque no ofenden pero, bueno, en caso de emergencia como ahora, podría soltar prenda la puñetera cabeza jivarizada.

Al final no he tenido más remedio que llamar a la abuela. Contestó Geooorge. - Dile a mi abuela que se ponga, porfa. - Madame y Mister Andresito estar en Venecia. - ¿Por qué? - Porque pagar pasajes. - ¿Para qué? - Llevar pequeñou monstruitou a mister científicou. - ¡¿Cómo?! - En termo de chinos. - ¡No puede ser! - Oh, yes. - Colgué el teléfono de golpe. La abuela había entregdo a la sirena a la ciencia... ¡Claro! A cambio de dinero.

Sonó el teléfono. Era Geooorge. - Yo olvidar decir que señora Cotilla estar también en Venecia.

¡Traicionada por los míos. Cambiada por la Cotilla. Y sin recibir ni un euro de la venta de Pascualita! Estaba tan furiosa que, solo matando a alguien, me calmaría, pero... ¿A quién? porque Pepe hacía años que criaba malvas, por lo menos el resto de su cuerpo.

Llamaron a la puerta. Era Bedulio. ¡Magnífica víctima! Y sin dudarlo un segundo, le clavé un cuchillo en medio del corazón. Ni siquiera gritó, ni manchó el suelo. Eso es morirse con categoría... Bueno, al menos me había desahogado... - "¡¡¡Nenaaaaaaaaaa!!! Que cruz tengo contigo. ¡Abre los ojos, jodía. Y aprende a beber de una vez! Menuda borrachera llevas"

 

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