jueves, 25 de junio de 2015

La orquídea

He comprado una orquídea para alegrarme la vista. El vendedor dice que debo hablarle para que no se sienta sola... Llevo una hora mirándola y no se me ocurre qué contarle. Y el caso es que tendría que merendar y no me atrevo a hacerlo delante de ella porque no sé si tengo que invitarla o no.

Las flores exóticas me descolocan. Se me ha olvidado preguntar en qué idioma debo decirle las cosas... aunque yo soy muy limitada en eso, solo domino la lengua materna y hablar por teléfono... Me arriesgaré, a ver qué pasa? - ¡¡¡Hola... orquídea...!!! (anda, tampoco sé si es señor o señora) Si lo sé me compro un bistec de ternera en lugar de la planta. Es menos complicado... aunque no tan bonito... o bonita ¡jope!

Pascualita lleva un rato apoyada en el borde del acuario sin perderme de vista. Es una pena que yo no tenga la facilidad de palabra de la abuela porque ya le habría contado a la planta la historia de nuestra familia... Bueno, a ver... - ¡¡¡Yo ser la Nieta ¿comprender?!!! - ¡Avemariapurísimaaaaaaa! ¿A qué vienen esos gritos? - Intento comunicarme con esta planta. - ¿Es sorda? Ya te han timado. Eres más tonta que mandada a hacer por encargo. - Lo que pasa es que es extranjera. - Ah, bueno. Siendo así retiro lo de que te han timado. - ¿Y lo de tonta? - Eso no.

La abuela entró en ese momento - "Cotilla ¿la has traído para mí?" -  ¿La planta? Pues sí. ¿Te gusta? - "Me encanta" - ¡Eh, un momento! La maceta es mía (protesté) - ¿Qué egoísta eres? ¿dejarás que me la lleve sin maceta? - TODO es mío, abuela. - "Sigue así, con ese egoísmo y no te comerás un rosco en tu vida" - Quiero decir que la Cotilla no te ha traído nada... - "¡Calla, hipócrita! encima te quieres poner las medallas que corresponden a otra." - ¡Que la he comprado para mi! Cotilla, diga algo... - Contigo no se puede hablar (dijo, muy digna)

En este momento, cuando las voces elevaban el tono, Pascualita, lanzó un chorrito de agua envenenada sobre la flor, que se estremeció. Y yo grité: - ¡Pascual...! (y me tapé la boca)- ¿La ha traído Pascual? (saltó la vecina como un resorte) ¡Lo sabía! Te sigues viendo con él a espaldas de tu marido. - "¿Pero qué dices, Cotilla?" - ¡Ajajá! Te tengo en mis manos. En cuanto le vaya con el cuento de tu amante a Andresito, date por divorciada, sin Torre del Paseo Marítimo y todo lo que eso conlleva. Y será mío. Hasta tu suegra jajajajajaja. Por toda respuesta, la abuela cogió la maceta y se la estrelló a la Cotilla en lo alto de la cabeza. La mujer cayó al suelo como un saco de patatas. - ¡Abuela, te has cargado la orquídea!

Afortunadamente a la planta no se pasó nada. Simplemente le busqué otro tiesto donde plantarla. Luego la coloqué junto al acuario porque pensé que dos bichos exóticos como ellos, acabarían entendiéndose. Pascualita le arrancó un pétalo y se lo llevó a la boca. Escupió con cara de asco. Una suave brisa entró por el balcón y la rama de la orquídea rozó los pelos-alga de la sirena que tuvo un estremecimiento. Alargó de nuevo la mano y se limitó a acariciar las flores. A la abuela y a mi nos cayeron unos lagrimones como puños de la emoción: nuestra Pascualita había encontrado una amiga... o amigo.

A la Cotilla le vendamos la cabeza con un fulard a rayas, como si fuese un turco, después de frenar la hemorragia que me puso el suelo perdido. Cuando despertó le dimos unas cuantas copas, seguidas, de chinchón y poco después se partía de risa delante de un espejo al verse. - ¿Estás segura de que esto es la última moda de París? jajajajajaja Pues... no estoy mal ¿verdad? - "No, hija. Hasta puede que encuentres novio y todo"

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