martes, 30 de junio de 2015

El fantasma.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! - Empezamos bien el día. - Me sigue un hombre (dice la vecina con la voz turbada por la emoción) - Qué más quisiera usted. Debe ser un acreedor. - No le debo nada a este hombre. - ¿Le conoce? - ¡Ya lo creo! (su voz tiembla y me doy cuenta de que no es de emoción sino, de miedo) Desapareció hace casi 80 años.

La abuela entró como un torbellino y se instaló en la cocina. Temblaba como una hoja mecida por la tormenta. - "Me ha seguido un hombre" - ¿A ti también? Voy a bajar a ver si ligo. - "¡Quieta ahí, boba de Coria! Ese hombre no existe." - ¿En qué quedamos? - Pues yo lo he visto como te veo a ti (protestó la Cotilla) - "¿Me ves con 80 años menos?" - No... eso... no...

Mientras ellas se enredaron en una discusión de esas que no llevan a ninguna parte, me asomé al balcón para ver al hombre en cuestión. Pero no vi nada de particular, salvo a Bedulio haciendo su ronda por el barrio. Le saludé con la mano pero no me vio, así que le llamé a gritos - ¡Bedulioooo, o Bedulioooooo! - Tampoco me oyó. Ahora sí que me oiría - ¡¡¡POLICIAAAAAAAAAAAAAAA. SOCORROOOOOOOOOOO. ME ESTAN VIOLANDO LOS MARCIANOOOOOOOOOS!!!

La gente que había en la calle, tanto en las aceras como en los coches, comercios y autobuses, levantaron la cabeza hacia el balcón, en cambio el Municipal, pegado a la pared, intentaba llegar a la esquina para desaparecer. Pero la gente le recriminó que se desentendiera ante un delito. Al final y cogiéndolo como escudo, un grupo de ciudadanos subieron a casa dispuestos a vérselas con los habitantes de otro planeta. - ¿Son verdes? - me preguntó una de las mujeres que acompañaba a un asustado Municipal - Sí. - ¡Lo sabía! Diego Valor tenía razón. - Oiga (quiso saber otra) ¿qué tal funcionan...? vamos, ya me entiende... ¿Hay diferencia entre tener que fingir un orgasmo con un terrícola a tener un orgasmo real con un tio verde? - Siendo verde, es todo más ecológico. Más... terrenal. - ¿Lo que usted quiere decir es que el meneo es más salvaje? - Podría decirse... que sí. - Vaya. ¿No podría prestarme un marciano para un ratito? - Creo que la nave se ha ido porque no está en la terraza... - Que le vamos a hacer. Seguiré fingiendo con mi Julián.

A Bedulio le iba a caer un paquete. -Y ahora le denunciaremos a sus jefes por no socorrer a esta mujer. - Cuando nos quedamos solo, descargó su enfado conmigo - ¡Con vosotras siempre acabo metido en líos! - La culpa es tuya por no hacerme caso cuando te llamo. Abuela, dile cómo es el hombre que os sigue. - "Joven. Unos 19 años.,Moreno, guapo y bien plantado. Y pinta de antíguo" - ¿Antíguo con 19 años? (preguntó, excéptico el Municipal) - Desapareció hace casi 80 años y ahora está ahí abajo con el mismo aspecto de entonces.

Bedulio palideció. - ¡Ya estamos. Otro fantasma! - Así que era eso (pensé) con razón no lo había visto. - Abuela, asómate y dime quién es. - Fui en busca de Pascualita que dormía a pierna suelta. Despertó bruscamente cuando la cogí y la metí en mi bolsillo sin ningún miramiento. Quería que estuviera muy rabiosa para lo que pensaba hacer. Bajé a la calle y siguiendo las indicaciones de la abuela, me acerqué al hombre (a quién yo no veía) Protegida de su furia con el guante de acero, tiré a Pascualita contra él. La sirena salió del bolsillo dando bocados con sus temibles dientecitos de tiburón... y se dió tal golpe contra la acera que a punto estuvo de entrar en coma. Al subir a casa la abuela me dio un pescozón de los suyos. - ¿Entrenamiento? (le pregunté mientras me rascaba la zona dolorida de la cabeza) - "¡No eres más tonta porque no te entrenas! Un fantasma es un fantasma, aquí o en Sevastopol" - Escuché gemir a Bedulio mientras se tomaba unos cuantos chinchones para regular su hipertensión... O eso dijo él.

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