domingo, 10 de mayo de 2015

¿Qué fue del abuelito?

- "Nena ¿a venido la Cotilla? Tengo que hablar con ella" - zzzzzzzzzzzzzzz - "¿Para qué descuelgas el teléfono si después te duermes, boba de Coria?... ¡¡¡NENAAAAAAAAA!!!" - ¡A sus órdenes!... ¿abuela?... ¿Has llamado a los bomberos? - "Dile a la Cotilla que se ponga" - Eh... no sé si está. - "¡Vamos, que es urgente!" - Justo en ese momento oí la puerta de la calle. Era la vecina que llegaba de hacer sus trapicheos. Le di el teléfono y seguí durmiendo.

Pero no por mucho tiempo. Me sentí zarandeada como un barquito de papel en medio de una riada. - ¡La que se va a liar y tu durmiendo tan tranquila! Levantate que tenemos que pensar algo. - Huy, yo ahora mismo no tengo cabeza para nada. - No te tires faroles, que dentro de un rato tampoco. La policía le ha dicho a tu abuela que tenemos que ir esta mañana a la exhumación de tu abuelito... - ¿Ya les habéis dicho que en esa caja no hay nada? - Claro que no. Por eso debemos pensar una excusa para cuando lo descubran. - A mi no me metan en ese avispero que, para entonces, yo no había nacido. - Dice tu abuela que tres piensan mejor que dos aunque contigo... tengo mis dudas.

Desayunamos croasanes más duros que la pata de Perico. Luego nos pusimos a pensar. Un minuto después las dos roncábamos a pierna suelta.

Cuando llegó la abuela, de luto riguroso y sombrerito con velo delante de la cara, no acababa de entender de qué iba aquello. - "El velo es para que no se me vea la risa que me dará cuando vea las caras de pasmaos de los policías" - No sé dónde ves la gracia. - "No me extraña, sosaina... Por cierto, Cotilla, tus inquilinos me han dado la llave de tu casa y me han encargado que te diga de su parte, que te la metas dónde te quepa... ¿Por qué se han ido?" - Porque son unos egoístas. Les he pedido que me paguen dos veces al mes. - ¿Mitad y mitad? - No. Dos mensualidades al mes. Me dijeron que no y yo les dije ¡Puerta! ¡Que egoísta es la gente, sabiendo que cobro un pensión mísera!

Fuimos al cementerio pero antes le di una pastilla tanquilizante a la abuela porque se partía de risa y no era plan llegar así a un sitio tan serio. Un comisario le preguntó si se encontraba bien y ella, haciendo esfuerzos para no soltar la carcajada, dijo: "solo emocionada"

A mi también me dio risa cuando vi las caras de pasmados de los que estaban junto a nosotras, al descubrir la caa vacía. Todo, si es que alguna vez hubo algo, había desaparecido. A la Cotilla se le agitaban los hombros. Parecía un ataque de histeria, solo yo sabía que era cachondeo - ¿Dónde está? preguntó el forense. - "¡Héchele un galgo, hermano!" contestó la abuela.

Pasamos el resto del día en comisaría. Yo pasaba pena por Pascualita que estaba sola en casa y no le había puesto de comer. Con mucha timidez, pregunté al comisario si podía irme. ¡Naturalmente! Aquí no hace más que estorbar.

La sirena me recibió de uñas. Llevaba todo el día sola y estaba de un humor de perros. Su rastro por la cocina y el comedor, se veía claramente: había mordido todo cuanto encontró a su paso y mojado todo el suelo. -No sé que será de nosotras, le expliqué a Pascualita mientras le preparaba la cena - Si yo supiera dónde está el abuelito lo diría y nos iríamos todos a casa pero no lo sé... ¿quiéres un chinchón?  Mientras llenaba mi copa y un pequeño bol para que se bañara la sirena, un escalofrío recorrió mi espina dorsal dejándome con los pelos de punta... - Pascualita, acabo de tener una visión.

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