martes, 12 de mayo de 2015

Ay, pena, penita, pena.

Se abrió de golpe la puerta de la calle y entraron en tromba, la abuela y la Cotilla. - "¡Yujuuuuu! Pon la cafetera la fuego que traemos ensaimadas. Nos han echado jajajajaja" - ¿Por fin habéis confesado dónde está el abuelito? - "¡No, hija, nooooo!" - Pues yo lo deduje y ahora estáis en mis manos. Se lo que hicísteis con él ¡os lo fumásteis! - "¡Jopé! Te has pasado con el chinchón... Pero no hubiese sido mala idea" - Lástima que no se nos ocurriera. Hubiésemos sacado una pasta (la Cotilla siempre mirando por su bolsillo)

- ¿No os lo fumásteis? Pues yo se lo dije a Obdulio y... el pobre... ay, ay, ay... - "¿Le ha pasado algo?" - De la impresión, se murió. - "¿Lo has matado?" - ¡Ni hablar! - "El pobre padecía del corazón y, por lo visto, el empujoncito hacia la tumba, se lo diste tu, boba de Coria. Vaya, vaya ¿quién está en manos de quién, ahora?"

Un temblor espasmódico sacudió mi cuerpo y tuve que correr al baño a vomitar. No era tanto por haber contribuído a la muerte de Obdulio como por haber caído en las garras de las brujas. Las oí hablar de mi entre risas. - "A mi nieta nunca se le ha dado bien eso de pensar jajajajajaja ¡Mira la que ha liado!" - ¡Que cruz tienes con ella! - "¿Y ahora cómo le doy el pésame a Bedulio sin reírme?" - De lejos. jajajajaja - "Nena ¿cuándo es el funeral?" - Esta tarde...

La abuela se quedó en casa todo el día, en cambio la Cotilla salió corriendo a coger un autocar que llevaba gente de la tercera o cuarta edad, a comer gratis. La abuela la puso a parir - "¡Te vendes por un plato de croquetas! ¡que asco! Si ves a Andresito dile que acapare comida para casa porque, lo que es a mi, no me verá el pelo hasta que se me pase el berrinche."

- Pero él tiene que ir, mujer. Invita su partido. - "¿Invita? ¿con el dinero de tus impuestos?" - Yo no pago de eso (la Cotilla levantó la cabeza con orgullo) - "¿De dónde lo han sacado si no había? ¿De los recortes en gastos sociales, Educación, Sanidad, etc. etc.? ¡Así se os atragante la lechona!" - No te pongas así, mujer. Sé que no vienes por orgullo pero te traeré un poco de todo. Hasta los sobres con las papeletas del voto. - La abuela cogió lo primero que encontró a mano, que fue la cabeza jivarizada de Pepe y se la tiró a su amiga que salió corriendo por el pasillo como si fuera a ganar la medalla de oro.

Por la tarde la abuela y yo fuimos al funeral de Obdulio. - Por favor, no le digas a Bedulio lo que pasó (le imploré) - "Tranquila que, de momento jijijijijiji... no voy a poder ni jijijiiji... hablar o se me escapará la jijijijiji risa" - Se pasó toda la misa tratando de serenarse y cuando pasamos a dar el pésame no había en la iglesia persona que tuviera tal cantidad de lágrimas, corriendo como ríos en busca del mar, como la abuela. Solo yo sabía que no eran de pena, sino de aguantarse la risa. Bedulio se mostró conmovida ante tamaña muestra de dolor por su padre. - Gracias por haber venido. Nunca pensé que le quisieras tanto. - "Ni yo..." - No pudo decir más. Se taponó la boca con el pañuelo y se abrazó al cuello del Municipal mientras su cuerpo, agitado por lo que todo el mundo supuso que eran sollozos, imitaba el baile de San Vito.


No hay comentarios:

Publicar un comentario