domingo, 12 de abril de 2015

Necesito un logopeda.

La abuela y la Cotilla han llegado cogidas del brazo y riendo. Sobre la mesa de la cocina han puesto una bandeja de ensaimadas recién echas y su aroma ha perfumado el ambiente, además de hacerme la boca agua. Han preparado café con leche y han puesto tres tazas: dos para ambas y una para... Geooooorge. - ¿ Y fa mía? (ya empiezo a vocalizar mejor) - No hubo taza para mí, ni ensaimada. Ni siquiera pude coger una miga que se había caído. En cuanto me vio la intención, la abuela la tiró al acuario.

Geoooorge entró cargado con los avíos de una paella. Apenas me miró, dijo - ¡Oh, my God! - Y yo le contesté. - ¡Fifipollas! - A partir de aquí fui un cero a la izquierda. Aunque prefería esa indiferencia a que la Cotilla se santiaguase cada vez que me miraba.

A la hora de comer vino Andresito que se sorprendió al ver que me hacía un sopicaldo- ¿No puedes comer paella, nena? - Me fuele la foca. - El abuelito se ponía muy nervioso cuando no me entendía y hacía que su mujer le tradujera y ella le decía lo que se le ocurría en ese momento - "Dice que te huele la boca a podrido" - ¿Todo eso ha dicho? - "¿No me crees?" - ¡Claro que sí!... Mañana iré al dentista...

Era verdad que no podía comer arroz, tenía heridas e hinchazones en la boca pero estaba el detalle: podrían haberme puesto un platito de paella para quedar bien. Así que me sublevé. Me senté junto a mi abuelito y le conté la verdad: - ¿Fiefes faber que ef efe "alfo fás" - "¡Nena!" - ¿Qué dice ahora? - Me puse a gritar la pura verdad - ¡Tu fuger y suxvodr Fotilla fatwteoneonh a afuefito pmiencgzxo y Ofdulio pezxcxuqweoin! ¡¡¡Xon aspeirntousdcos!!! - Qué dificil es entenderla, pobrecilla. - "Solo tienes que prestarle atención. Es muy fácil. Dice que le hace ilusión que la lleves a la feria a montarse contigo en la noria" - ¿En serio, nena? Me encantará ejercer de abuelo. - ¡Fooo. Fooooooo! ¡Fon
 afefinaaaaaaaaaaaaas! - "Y que la invites a cecina"

Me levanté de un salto, metí a Pascualita en el termo de los chinos y salí a la calle echa una furia. Fui al cuartel de los Municipales a denunciar lo que pasaba en mi casa. Por la calle alguien que se fijó en mí, gritó: - ¡El extraterrestre! - y pronto se formó una cola de gente que corría detrás de mi pidiéndome selfis. Entré como una tromba en las oficinas - ¡FOFORROOOOOOOO!

En ese momento Bedulio se acercaba al mostrador. Al verme palideció y cayó al suelo desmayado. El guardia que le seguía, me señaló con el dedo y gritó - ¡Atentadoooooo! y cuatro o cinco uniformados vinieron a por mi. En la lucha se abrió el tapón del termo de los chinos y Pascualita, libre como un pájaro, sacó la dentadura de tiburón a pasear. El recinto se llenó de gritos, carreras, mocos y lágrimas mientras a mi me faltaban manos para ir arrancándola de sus víctimas.

Afortunadamente no me pillaron. En la entrada de mi finca me crucé con el vecino de arriba, su cara era un poema. Corrí escaleras arriba, entré en casa y me encerré en la salita. En un momento el altar de los Amigos de lo Ajeno salió volando por la ventana. Oí los lamentos de la Cotilla mientras escribía una nota para el abuelito que decía: ¡¡¡Estás en peligro. Son asesinas!!!

Se la di en mano. Me miró sin entender, luego sonrió de oreja a oreja - Ya te entiendo ¿quiéres que juguemos a ¿Quién es el asesino?¡De mil amores, nietecita!



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