domingo, 26 de abril de 2015

La exclusiva.

Andresito sigue detenido y según dice su abogado, lo tiene complicado. - Abuela, dejame que hable con ese señor. - "No te hagas ilusiones. Está felizmente casado y tiene hijos y nietos" - No pienso ligar con él. Quiero explicarle el error que están cometiendo con And... - "Mejor no digas nada o liarás más la madeja, majadera" - ¿No te das cuenta de que están atentando contra su nombre y su honor? - "Desde que está detenido la gente me hace más caso. Creen que es por cosas de blanqueo de dinero en Paraísos Fiscales... de corrupción, vaya. Y eso nos coloca a la altura de los más grandes, ya sabes, Rato y compañía"

- Los periódicos no tardarán en contar que está preso por asesinato. - "SUPUESTO asesinato. Imagina que lo declaran culpable y lo trasladan a la cárcel donde está la Pantoja... Yo saldría en el Hola (quedó callada unos segundos) No había caído en eso. Tendré que comprarme algún modelito espectacular para cuando vaya a visitarlo porque debe haber fotógrafos cerca" - Voy a llamar a Bedulio. Esto tiene que acabar. - "No creo que el Municipal se acerque a menos de 500 metros de ésta casa"

Ni siquiera se puso al teléfono.

Decidí escribir una carta al juez sin comentarlo con nadie. Dias más tarde detuvieron a la abuela, la Cotilla, a Obdulio... y a mi por encubridora. No se me ocurrió otra cosa que decir en la carta que hacía mucho tiempo que sabía lo del crimen de mi primer abuelito. Por lo visto, el día que el juez la leyó, tenía un horrible dolor de muelas y yo pagué el pato.  Fue Andresito quién consiguió sacarme de allí. Y juntos nos fuimos a tomar chocolate con ensaimadas para celebrarlo.

A mi no me hacía caso la gente, al contrario, me insultaban por haber acusado a mi abuela. ¿Qué más te da como muriese tu abuelito después de tantos años criando malvas? me decían los vecinos. Tampoco le iba mejor a Andresito porque sus iguales, enterados de que de corrupción, nada de nada, se avergonzaban de él. Decidí salir lo menos posible a la calle y me dediqué a Pascualita y a Pepe. Los puse en la mesa de la cocina y preparé un bocadillo de choped - Vamos a probar lo que come la abuela. - La sirena abrió la boca y tragó. El tercer bocado me lo escupió a la cara. Pepe ni siquiera lo probó. Ahi fue cuando tomé consciencia de lo que había echo... Marqué un número de teléfono: - Revista Hola ¿dígame? - Quiero venderles la exclusiva de la resolución de un antiguo crimen pasional... ¿Cúanto van a pagarme? - Cuando colgué, los tres brindamos con chinchón porque, por fin, la abuela saldrá en el Hola.

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