martes, 28 de abril de 2015

Antes muerta que sencilla.

No he podido dormir en toda la noche pensando en mi abuelito convertido en porro. ¿También él vería elefantes rosas volando entre nubes psicodélicas mientras lo iban consumiendo, calada tras calada? No me lo aclararon. Y sí no sé lo principal ¿cómo puedo mantener conversaciones sesudas con Pascualita y Pepe?

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Tu abuela ha huído y me ha dejado tirada como un kleenex, a los pies de los caballos de la Justicia ¿Qué hago ahora? ¿qué digo cuando me interroguen? - La verdad. - Sí, hombre. - Cotilla, a lo echo, pecho. - Huy, yo de pecho poco, salvo las veces que el alma de tu abuelito me ha atacado por esa zona. Ese refrán no me sirve. - ¡Pero usted preparó el mejunje mortal! - Dicho así suena fatal pero tampoco hay que exagerar. Me salió un poco fuerte pero morirse, se murió el solo. Otra cosa es que lo hubiéramos tirado del terrado a la calle, o le hubiésemos descerrajado un tiro en medio de la frente, o... - ¡Calle! no enumere la lista de los horrores. - ¡Jesús, que aprensiva! Con razón dice tu abuela que te pareces a su primer marido.

Por la tarde Andresito llamó preguntando por la abuela y tuve que decirle que, según la Cotilla, había puesto tierra por medio entre la Justicia y ella. - No le hagas caso. Tu abuela ha ido de compras porque necesita un modelito para los interrogatorios, otro para ir a la exhumación, otro para cuando se la lleven detenida, otro... - Te va a salir cara ésta historia. - Sí, pero lo hago con ilusión. No quiere parecer una patibularia y para el juicio llevará un traje del modisto de la Reina. Todo mini, por supuesto. Ya sabes que sus piernas me vuelven loco.  Y para la clásica foto de frente y de perfíl, hemos contratado al fotógrafo de la Reina de Inglaterra. - La policía tiene su fotógrafo y es gratuíto. - Sí, pero la gente no queda bien en esas fotos.

Cuando la Cotilla se enteró, se extrañó que no hubiera pasado a recogerla. - Usted sí que irá de patibularia, al fin y al cabo fue la mano ejecutora. - Razón de más. Si soy la estrella del espectáculo tengo que ir de punta en blanco. - Si está la abuela, es usted un cero a la izquierda, Cotilla. -  Antes de que pudiera responderme, llamarón a la puerta. Era Bedulio. - No pienso entrar porque no me fío de vosotras, pero he venido a decirte que tu abuela se ha entregado esta tarde. - ¿Iba bien vestida? - Llevaba un sombrerito negro con pluma roja... Las lentejuelas del traje han deslumbrado a un compañero y está en urgencias. No sabemos si perderá el ojo... Y unos zapatos de tacón finísimo... - Una perfecta Mata Hari (dije con orgullo mientras la Cotilla se comía las uñas de rabia) Esto se merece un brindis. - Sí, pero yo no entro. - ¡Hombres! Tuvimos que brindar en el recibidor.







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