martes, 7 de abril de 2015

A parlamentar.

No me ha quedado otra que abroncar a Obdulio. Ya me está sacando de mis casillas con tantos remilgos. Es un mal prisionero ¡El peor!

La abuela y la Cotilla me hicieron una lista de modos y maneras de acabar con él sin manchar mucho. Ellas tenían que ir a sus quehaceres, yo también pero parece que lo suyo es mucho más importante, como siempre y me dejaron de encargada del "trabajito" Naturalmente, protesté, pero hicieron oídos sordos.

El caso es que llevo unos días intentándolo todo pero no logro resultados positivos. Le he dado cianuro, matarratas, matahormigas, matacucarachas, matatodo menos mata-Obdulio. Y eso que lo disfrazo metiéndolo en ensaimadas, potajes, chorizos, estofados, café, etc. etc. echo por la abuela Lo único que consigo es que engorde.

El primer plato que le presenté, unas natillas, me dijo que lo probara yo. Naturalmente no lo hice. - Ni que fueras Cleopatra (le solté) - Si no lo pruebas es porque está envenenado - ¿Cómo lo sabes? (dije sorprendida) - Me lo acabas de decir tú. - ¡Ni hablar! De mi boca no han salido éstas palabras. - Ni falta que hace. - Me puse frenética. El prisionero se burlaba de mi y encima tenía que tirar la comida mala y darle de la no contaminada.

Viendo que eso no funcionaba, la abuela trajo una sartén de hierro forjado que pesaba un montón. - ¿No pensarás que la use para tortilla de patatas? No podré darle la vuelta. - "Es para que le partas el cráneo a Obdulio" - Se manchará todo. - "Si le pones este gorro de baño, no, porque servirá para recoger los sesos y evitar esparcirlos" - Bueno, si es así... - Pero tampoco funcionó porque el remilgado de Obdulio se negó en redondo a ponerse el gorro. - Es de mujer. - Bueno, si que lo era pero su modo de decirlo me sublevó. - ¡Machista! - ¿Para qué quiero ese ridículo gorro rojo con margaritas blancas? ¿Vamos a ir a la playa? - Todavía no es tiempo, pero sí de lavarte la cabeza. - ¿Con el gorro puesto? - ¿Eh?... Sí... ¡No! -

Por la noche la Cotilla llamó a la abuela para darle "el parte". - La boba de tu nieta es incapáz de solventar el problema... Ganas me dan de arrearle a ella con la sartén. - "Quizás no se tan mala idea"

Acabé claudicando. - No puedo hacerlo. Además me está enseñando a jugar al póker. - "¡No confraternices con el enemigo, boba de Coria!" - Dice que quiere hablar contigo. - Cuando llegó la abuela Obdulio le prometió por lo mas sagrado, que no diría a NADIE, lo ocurrido hace tantos años. - Y mi palabra es ley. - Al final la abuela dio su brazo a torcer y la Cotilla se enfadó. - "Pero si la primera que delató esta historia ante la policía fuíste tu" - Pues ahora me desdigo y ya está. - La abuela me pidió tres copar y se encerraron a parlamentar los tres y la botella de chinchón. No me quedó más remedio que juntarme con Pascualita mientras se me llevaban los demonios de rabia por no enterarme de nada... ni probar el chinchón.

Malmetí a la sirena contra su "querida amiga que no es capaz de darte unas gotas mientras ellos se cascan la botella" Aquellos comentarios no le gustaron y me escupió unos chorritos de agua envenenada que esquivé como buenamente pude. A la medianoche, los encerrados salieron al comedor donde les esperábamos Andresito, Pascualita y yo, con cara de pocos amigos. Les era imposible seguir la línea recta y hablar dos palabras seguidas sin hipar. Las risotadas despertaron al vecino de arriba que no tardó en golpear mi techo con la escoba. Finalmente la abuela hizo esfuerzos por que la entendiéramos: - "De maaaaaaat... ¡hip!... ar, nastiiiiiiiii ...¡hip! de platjijijiijijijiji. ¡Hale con... su hiiiiiii... ¡hip!... Bedubedubedubeduuuuuuu... ¡hip! Andaaaaaa y quwxzzzz jijijijijiji... ¡hip!... jjijijijiji... ¡hip!..." - Después acodó los brazos en la mesa y se quedó profundamente dormida. Los otros lograron llegar, una hasta la taza del wáter y el otro se acurrucó en el fregadero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario