jueves, 30 de abril de 2015

La abuela iba en el barco incendiado.

Me ha dicho Andresito que puedo visitar a la abuela en la cárcel y he ido lo más discreta posible para pasar desapercibida, no sea cosa que me encierren con ella por "proximidad familiar" En cambio, la Cotilla ha dicho que, cuando quiera verla, mirará una foto, en la que están juntas, de cuando tenían tres años.

Apareció ente mi echa un pimpollo. Como si esperara la visita del rey. - ¿No es un poco excesivo teniendo en cuenta dónde estás? - "No. La compostura debe guardarse siempre. No quiero ser como la ex presidenta del Consell Insular que, desde que está encerrada aquí, no la conoce ni la madre que la parió" - Tiene una buena cruz encima. - "Para cruz la que tengo contigo. Si se delinque hay que atenerse a las consecuencias. Unas cremas, barra de labios, lápiz de ojos, secador, champú, cepillo del pelo y la espalda recta, es imprescindible para una mujer, esté donde esté... Y un buen cocinero, claro" - ¿Geoooorge te guisa? - "Para eso le pago. Es mi mayordomo"

- Me extraña que te hayas entregado a la policía sin decirnos nada. Fíjate que creí que habías huído del país. - "Cree el ladrón que todos son de su condición" - Yo no lo soy... - "Me refiero a que, como tienes más miedo que once viejas, piensas que todas lo tenemos. Me iba a Valencia a cambiar de aires pero luego, pasó lo que pasó" - ¿Pusieron una mascletá bajo la ventana? - "Peor. Se incendió el barco y tuvimos que subir a las lanchas salvavidas. Afortunadamente no encontramos ningún iceberg en el camino" - Sería difícil, abuela. Estabas en el Mediterráneo. - "¿Y qué?... - Entonces caí en la cuenta de que me hablaba del ferry que se incendió al poco de salir de Palma - ¿Ibas en él? - "¿Te lo digo en chino?" - Ahora lo comprendo todo. La tragedia que pudo haber sido, te hizo recapacitar y pensaste que sería bueno enmendar errores pasados para liberar tu alma de remordimientos... - "¡Calla que no dices más que sandeces! No tengo que enmendar nada y mi alma está como unas castañuelas..." - ¿Pues...?

Su voz se convirtió en un susurro tan leve que tuve que pegar la oreja a sus labios para oírla - ¡¿Qué?! ¡¡¡¿Estabas en la bodega cuando empezó el fueg... ? Aaaaaaaaayyyyyyyyyy!!! -  El pescozón lanzó mi cabeza contra la pared y rebotó tres o cuatro veces. - ¡¡¡Abuelaaaaa!!! - Inmediatamente se presentó un guardia con cara de pocos amigos - ¿Qué ocurre aquí? ¿Por qué llora esta chica? - "Mi nieta se ha emocionado al verme jejejejeje. Es un alma cándida (mientras, me pegó una patada en la espinilla que me dejó sin habla) Me entregué por lo de mi primer marido para que no me relacionen con el accidente...Por cierto (dijo después) Pascualita venía conmigo en el barco" - El asombro me nubló el entendimiento. - ¿También está presa? -  "Supongo que sigue allí" - Recordé que esta mañana no la había visto y pensé que se escondía bajo las algas del fondo del acuario. - "Ya estás yendo a buscarla, pobrecita mía" - ¿Pobrecita... yo? - "Pascualita" -  Ya estará en su hábitat comiéndose al calamar gigante !buuuuuuaaaaaaaaaaaa! - Volvió a asomarse el guardia al oírme llorar con desespero - Es cansina su nieta ¿eh? (comentó) - "Dígamelo a mi que la aguanto desde que nació" - Que cruz tiene con ella.

Cuando me iba la abuela dijo, en tono amenazador. "Recuerda... Mañana quiero AQUI a Pascualita"

martes, 28 de abril de 2015

Antes muerta que sencilla.

No he podido dormir en toda la noche pensando en mi abuelito convertido en porro. ¿También él vería elefantes rosas volando entre nubes psicodélicas mientras lo iban consumiendo, calada tras calada? No me lo aclararon. Y sí no sé lo principal ¿cómo puedo mantener conversaciones sesudas con Pascualita y Pepe?

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Tu abuela ha huído y me ha dejado tirada como un kleenex, a los pies de los caballos de la Justicia ¿Qué hago ahora? ¿qué digo cuando me interroguen? - La verdad. - Sí, hombre. - Cotilla, a lo echo, pecho. - Huy, yo de pecho poco, salvo las veces que el alma de tu abuelito me ha atacado por esa zona. Ese refrán no me sirve. - ¡Pero usted preparó el mejunje mortal! - Dicho así suena fatal pero tampoco hay que exagerar. Me salió un poco fuerte pero morirse, se murió el solo. Otra cosa es que lo hubiéramos tirado del terrado a la calle, o le hubiésemos descerrajado un tiro en medio de la frente, o... - ¡Calle! no enumere la lista de los horrores. - ¡Jesús, que aprensiva! Con razón dice tu abuela que te pareces a su primer marido.

Por la tarde Andresito llamó preguntando por la abuela y tuve que decirle que, según la Cotilla, había puesto tierra por medio entre la Justicia y ella. - No le hagas caso. Tu abuela ha ido de compras porque necesita un modelito para los interrogatorios, otro para ir a la exhumación, otro para cuando se la lleven detenida, otro... - Te va a salir cara ésta historia. - Sí, pero lo hago con ilusión. No quiere parecer una patibularia y para el juicio llevará un traje del modisto de la Reina. Todo mini, por supuesto. Ya sabes que sus piernas me vuelven loco.  Y para la clásica foto de frente y de perfíl, hemos contratado al fotógrafo de la Reina de Inglaterra. - La policía tiene su fotógrafo y es gratuíto. - Sí, pero la gente no queda bien en esas fotos.

Cuando la Cotilla se enteró, se extrañó que no hubiera pasado a recogerla. - Usted sí que irá de patibularia, al fin y al cabo fue la mano ejecutora. - Razón de más. Si soy la estrella del espectáculo tengo que ir de punta en blanco. - Si está la abuela, es usted un cero a la izquierda, Cotilla. -  Antes de que pudiera responderme, llamarón a la puerta. Era Bedulio. - No pienso entrar porque no me fío de vosotras, pero he venido a decirte que tu abuela se ha entregado esta tarde. - ¿Iba bien vestida? - Llevaba un sombrerito negro con pluma roja... Las lentejuelas del traje han deslumbrado a un compañero y está en urgencias. No sabemos si perderá el ojo... Y unos zapatos de tacón finísimo... - Una perfecta Mata Hari (dije con orgullo mientras la Cotilla se comía las uñas de rabia) Esto se merece un brindis. - Sí, pero yo no entro. - ¡Hombres! Tuvimos que brindar en el recibidor.







lunes, 27 de abril de 2015

¿Y ahora, qué?

Han sido maravillosos los días que la abuela y la Cotilla han pasado entre rejas. Tanto Andresito en su casa, como yo en la mía, hemos tenido horas de tranquilidad y de paz. Hasta Pascualita nadaba en su acuario jugando entre las algas que le hacían cosquillas cuando pasaba entre ellas. Y Pepe nos miraba sin ver ni enterarse de nada pero yo le veía distinto, como si fuera a esbozar una sonrisa en sus labios cosidos..

Pero ya están fuera porque no había quién las aguantara. Se han quejado por todo. La abuela exigía que su mayordomo fuera a hacerles la comida. Y cuando no lograron su objetivo pidieron ver al juez Castro. Les dijeron que no podía ser, que el hombre tiene mucho trabajo con lo el Caso Noos - "¿Por qué Cristina sí puede y nosotras no? ¿Somos, o no  somos, iguales ante la Ley?" - La abuela no se conforma con un no y aquellos pobres policías no sabían con quién se estaban jugando los cuartos. Las dos viejas gritaron hasta quedarse afónicas - ¡¡¡QUEREMOS AL JUEZ CASTRO. QUEREMOS AL JUEZ CASTRO!!! ¡¡¡CRISTINA SI, PUES NOSOTRAS TAMBIEN!!!

Me han dado dos malas noticias: la primera es la liberación de estas dos y la otra, que el Hola no piensa pagarme ni un euro por la historia del crimen de mi abuelito. - ¿Acaso eran gentes de alta alcurnia? - Pues... se que vivían en un tercer piso... No sé si le parecerá lo suficientemente alto. - ¡Váyase a hacer puñetas, señora!

La abuela nos ha convocado para hablar de algo muy importante. - "Van a exhumar el cadáver de mi primer marido" - Oh... - "¿Eso es todo lo que se te ocurre, alma de cántaro?" - Pues... que me hace ilusión... Así podré conocerle. - "Cotilla, dale un capón que yo no estoy para esfuerzos" - Que rápidas son soltando la mano éstas dos.

 La noticia de la exhumación no les sentó bien a ninguna . Tenían mala cara. Muy mala cara. Más demacrada que la de Pascualita...  - No es tan grave... Aunque se descubra lo del mejunje, el delito ya habrá prescrito. - "Es que... no van a encontrar nada" - ¿No está muerto? ¿Emigró a América? ¡Que ilusión! Le pediré que me pague el viaje para ir a visitarlo. - "¡Calla de una vez!"

La Cotilla estaba a punto del desmayo. - Tu abuela quiso experimentar sensaciones fuertes... Se enterró un ataúd con sacos de tierra...  - "Nos lo fumamos" - Quedé en suspenso mientras las últimas palabras de la abuela entraban, poco a poco, en mi cerebro. - ¿En lugar de canutos de María, los hicísteis de mi abuelito? - "Si... Trae el chinchón"- Ya lo creo que lo traje. Buena falta nos hacía Y mientras llenaba tres copas pregunté: - ¿No sobró un poco?



domingo, 26 de abril de 2015

La exclusiva.

Andresito sigue detenido y según dice su abogado, lo tiene complicado. - Abuela, dejame que hable con ese señor. - "No te hagas ilusiones. Está felizmente casado y tiene hijos y nietos" - No pienso ligar con él. Quiero explicarle el error que están cometiendo con And... - "Mejor no digas nada o liarás más la madeja, majadera" - ¿No te das cuenta de que están atentando contra su nombre y su honor? - "Desde que está detenido la gente me hace más caso. Creen que es por cosas de blanqueo de dinero en Paraísos Fiscales... de corrupción, vaya. Y eso nos coloca a la altura de los más grandes, ya sabes, Rato y compañía"

- Los periódicos no tardarán en contar que está preso por asesinato. - "SUPUESTO asesinato. Imagina que lo declaran culpable y lo trasladan a la cárcel donde está la Pantoja... Yo saldría en el Hola (quedó callada unos segundos) No había caído en eso. Tendré que comprarme algún modelito espectacular para cuando vaya a visitarlo porque debe haber fotógrafos cerca" - Voy a llamar a Bedulio. Esto tiene que acabar. - "No creo que el Municipal se acerque a menos de 500 metros de ésta casa"

Ni siquiera se puso al teléfono.

Decidí escribir una carta al juez sin comentarlo con nadie. Dias más tarde detuvieron a la abuela, la Cotilla, a Obdulio... y a mi por encubridora. No se me ocurrió otra cosa que decir en la carta que hacía mucho tiempo que sabía lo del crimen de mi primer abuelito. Por lo visto, el día que el juez la leyó, tenía un horrible dolor de muelas y yo pagué el pato.  Fue Andresito quién consiguió sacarme de allí. Y juntos nos fuimos a tomar chocolate con ensaimadas para celebrarlo.

A mi no me hacía caso la gente, al contrario, me insultaban por haber acusado a mi abuela. ¿Qué más te da como muriese tu abuelito después de tantos años criando malvas? me decían los vecinos. Tampoco le iba mejor a Andresito porque sus iguales, enterados de que de corrupción, nada de nada, se avergonzaban de él. Decidí salir lo menos posible a la calle y me dediqué a Pascualita y a Pepe. Los puse en la mesa de la cocina y preparé un bocadillo de choped - Vamos a probar lo que come la abuela. - La sirena abrió la boca y tragó. El tercer bocado me lo escupió a la cara. Pepe ni siquiera lo probó. Ahi fue cuando tomé consciencia de lo que había echo... Marqué un número de teléfono: - Revista Hola ¿dígame? - Quiero venderles la exclusiva de la resolución de un antiguo crimen pasional... ¿Cúanto van a pagarme? - Cuando colgué, los tres brindamos con chinchón porque, por fin, la abuela saldrá en el Hola.

sábado, 25 de abril de 2015

Traspaso de culpabilidad.

La abuela ha venido a desayunar a casa. - "Tengo que hablar con Andresito" - Ha salido temprano para ir a misa. - "Esto es que, o no tiene la conciencia tranquila o su partido va cuesta abajo" - ¿Porque eres tan cicatera.? El abuelito es religioso y ya está. - "Eres un alma cándida, boba de Coria. Piensa mal y acertará, dice el refrán popular" - También dice que quién no se fía no es de fiar. - "¿Quiéres comer ensaimada, si o no?"

Tiene una forma muy peculiar de llevar la razón a su terreno, mi abuela. - "Ha venido un amigo suyo que trabaja en los Juzgados, a avisarle que lo van a detener por la muerte de tu primer abuelito" - ¡¿A Andresito?! ¿Y qué tiene que ver él con eso?. Es cosa tuya y de la Cotilla... ¿Se lo habrás dicho al amigo ese, verdad? - "No. El cabeza de familia es él, por lo tanto, el responsable de la misma" - ¡Abuela!  - "Ni abuela, ni leches. Cuando nos casamos dijimos aquello de: para lo bueno y para lo malo..." - Pero... no puedes hacer eso.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! ¿Es verdad lo que acabo de oír? - "Pues..." - Lo de Andresito. ¿Así que fue él quién se cargó a tu primer marido? Lo que son las cosas... con el paso de los años he acaba creyendo que fuimos nosotras. - "La mente juega malas pasadas" - Que bien se queda una cuando se sabe inocente. - ¡Pero no lo sois! - Ya está la agonías de tu nieta dando la vara ¡Que cruz tenemos con ella! Por cierto, acabo de hablar con Geoooorge en la parada del bus y me ha dicho que te vas a Sevilla. - "¡Sí! Tengo que pasarme por la Rambla a elegir claveles reventones para ponérmelos en el pelo" - ¿Te vas mañana? - "Falta un mes" - ¿Y ya compras los claveles? - "Los congelaré. Prefiero preparar las cosas con tiempo a tener que correr en el último momento"

- ¿Cómo podéis hablar de viajes con la que le espera al abuelito? - "¿Qué tendrán que ver el culo con las témporas? Lo bonito de un viaje es hacerlo en tres veces: cuando se comenta y se prepara con ilusión. Cuando estás allí y te llenas los ojos de cosas bonitas. Y cuando, al regresar, recuerdas lo bien que te lo has pasado. Así que no me estropees la primera parte (me dijo apuntándome con el dedo índice)... Por cierto, estoy haciendo varios trajecitos de flamenca para quién tu sabes, nena" - ¿No pensarás en que vaya contigo? - "Naturaca" - Secretos en reunión, es falta de educación (dijo la Cotilla, cabreada)

Andresito no vino en toda la mañana y el concierto de pitos bajo el balcón de casa era, cada vez, más estridente. - Dile a Geoooorge que aparque en otro sitio. Me están volviendo loca. - "¿Acaso no pago impuestos? Pues ahí se queda" - Un día lincharán al inglés por tu culpa. - "No te preocupes. El riesgo le entra en el sueldo" - Empezábamos a comer cuando el abuelito llamó desde la Comisaría. Se puso la abuela al teléfono. - "¿Vas a estar mucho rato ahí?... Bueno... entonces te darán un bocadillo de choped... Geooorge comerá tu parte del pollo al ajillo y así no se echará a perder... Un besito, ladrón jejejejejeje ¡Era una broma! (tapó el auricular con la mano y nos dijo: no le ha echo gracia que le llame ladrón estando detenido. Que soso)"

La Cotilla propuso un brindis: - Por nuestra recuperada inocencia. - Yo no estuve conforme con ese brindis pero, si hay que apurar una copa de chinchón, se apura.

viernes, 24 de abril de 2015

Pascualita lee.

Si no lo veo no lo creo. Pascualita sabe leer ¡Estoy salvada! Mandaré a mi jefe a paseo y llevaré a la sirena al Circo del Sol para que trabaje por una buena morterada de euros. Me pagarán lo que les pida. ¡Nunca se ha visto una sirena que lea! Ni que no lea tampoco. La cuestión es que será una primicia mundial y todo el mundo, desde los más ricos y poderosos a los más humildes, no querrán perderse el espectáculo que un día podrán contar a sus nietos.

Llamé a la abuela y en seguida me arrepentí. - "Hola. Ahora iba a llamarte yo. Prepara a Pascualita que hoy va a ser su primer día de trabajo" - ¿De soplavelas? - "Sí. Ya tengo tres peticiones" - No nos saldrá a cuenta lo que gane con lo que tendremos que pagar, como indemnización, a los padres de los niños traumatizados. - "Siempre tan pesimista. Eres igualita a mi primer marido"

- Te he llamado para darte una noticia extraordinaria: Pascualita sabe leer. - "Ya ves tú que notición" - ¿Lo sabías? - "No, pero como es más lista que el hambre, no me sorprende" - He pensado que podemos sacar tajada de su habilidad y llevarla al Circo del Sol para que trabaje allí. Los niños la verán de lejos y no les causará tan mala impresión. - "Mereces todos los mordisco que te de. Y del Circo del Sol, nada de nada, boba de Coria. Esta gente no trabaja con animales" - ¡Vaya!... Podemos decir que es una enanita de los bosques centroeuropeos a la que un pez se medio comió. - "¿Tu te tragarías esa trola?... bueno, tu sí ¡Menuda tontería!" - ¿Por qué se me ha ocurrido a mi?

- "Bueno ¿y qué es lo que leía Pascualita si puede saberse?" - Una noticia del periódico que... por cierto ¿quién lo habrá traído? - "La Cotilla, seguro" - Puede ser, porque lleva lamparones de aceite... La noticia está ilustrada con la foto de una lata, abierta, de sardinas. - "¿Cómo sabes que leía si no habla?" - No le quitaba ojo a la noticia. - "Dirás mejor, a la foto ¿No recuerdas dónde la encontramos?" - ¡Dentro de una lata de sardinas en aceite! - "Pascualita no lee pero recuerda de dónde viene" - Viene del mar, abuela. - "Si, boba de Coria, pero el transporte que la trajo a tu casa fue una lata de sardinas... ¿Qué pasa con esa noticia?" - Pues... a las mujeres que envasan el pescado, la Patronal quiere pagarles poco en dinero y el resto en latas. - "¿Pagarán los gastos generales de sus casas con eso? ¿Lo aceptará gustoso el director del banco donde tengan la hipoteca? ¿Estarán de acuerdo en las tiendas de ropa?... ¿Quiénes son los lumbreras de la Patronal esa? A estos sí que habría que llevarlos al Circo del Sol ¡como payasos!

jueves, 23 de abril de 2015

La abuela y su alumna.

La abuela ha llamado para avisar que venía. - ¿A santo de qué tienes que avisar para venir a casa? - "Para que Andresito se largue" - Estás llevando tus caprichos hasta un extremo intolerable. ¿Por qué quieres un guardaespaldas si ya tienes a Geoooorge que sirve para todo? - "Para todo no. El es más de gustarle los tíos de pelo en pecho. No ves que es inglés" - ¿Tienes enemigos? - "No, pero antes de morir quiero experimentar lo que se siente teniendo un tío bueno todo día detrás de mi. Que me haga todo lo que se suele hacer por la espalda..." - ¿Apuñalarte? - "Que obtusa eres, boba de Coria" - ¿Que otra cosa pueden hacerte? - "Ya veo que me quedo sin biznieto"

Andresito me preguntaba por señas si era la abuela. Le dije que sí y el replicó, por señas también, que se largaba. - Ya puedes venir, tu marido se ha ido. - "¡Que bonito! ahora se hará la víctima" - ¿No estás contenta? - "Lo que ha echo ha sido como dejarme con la palabra en la boca. Me va a oír cuando lo coja"

Un rato después, el concierto de pitos debajo de casa, me anunció su llegada. En casa entró un bandolero de Sierra Morena y me asusté... claro que también podía ser un chino constipado - Hola, señor Li ¿está enfermo? - "¡Soy yo, alma cándida!" - ¿Seguro? - Del pescozón que me dio me tiró sobre el sofá. - "¿Me crees ahora?"

Estuve un rato rascándome la cabeza y luego me enfrenté a la abuela - ¡Llevas una mascarilla delante de la boca! ¿Cómo iba a reconocerte? - "En boca cerrada no entran moscas. No quiero que me pase como a algunas de la cuerda de Andresito a las que, últimamente, se les va la fuerza por la boca" - ¿Alguien que conozca? - "Cospedal, sin ir más lejos. La traicionó el subconsciente y dijo que trabajaban para SAQUEAR a España" - Para una vez que dice la verdad...  - "Una cosa así se puede hacer pero no decir" - Vaya. - "Y la vicepresidenta llamó Amnistía Fiscal a una cosa que lo es pero, a Montoro no le gusta llamarla así" -  Que complicados son los hombres... - "Me llevo a Pascualita" - Pero... - " Quiero que aprenda a elegir tíos cachas para que, cuando vuelva a su hábitat, sepa como hacerlo si alguna vez lo necesita" - ¿Le servirá de algo? - "El saber no ocupa lugar... He decidido hacer un casting, le guste o no a Andresito. La espalda que van a guardar es la mía..." - ¿Quién va a pagar el sueldo del elegido? - "El Maestro Armero, como hace Rato"

martes, 21 de abril de 2015

Caprichos de abuela.

Ha amanecido un día radiante. El cielo azul, despejado de nubes que le hicieran sombras y un calorcito tan agradable que invitaba a pasear junto al mar. Y para rematar la bonanza ¡estaba sola en casa! No lo pensé dos veces y fui a por Pascualita. Iríamos a pasear por las calles viejas de Palma. Me gusta nadar por ellas imaginando cómo fueron en la Edad Media: estrechas y sinuosas como ahora, con los bajos de las casa llenas de comercios y posadas; atestadas de gentes venidas de fuera de la ciudad a comprar o vender, como ahora, que habían dejado sus carros y caballerías fuera de las murallas, como ahora los coches en los aparcamientos subterráneos... - ¡Riiiiiiiiiiiiiing! - El timbre del teléfono me sacó de la Edad Media para llevarme al presente. - Hola, abuelito. Ahora mismo salía para ir hasta la Catedral a ver el mar y... ¿Cómo dices?... ¿Otra vez?... ¿Dónde estás?... ¿Aquí abajo, en el rolls royce?... Bueno... sube... qué le vamos a hacer... - Y colgué.

Todos mis planes se han ido a hacer puñetas por culpa de la caprichosa de mi abuela. El abuelito me ha pedido asilo político-familiar porque han discutido otra vez...

El pobre hombre está decaído Le he puesto la botella de chinchón delante mientras se desahoga contándome sus penas. - Está empeñada en que tengamos guardaespaldas pagado por el Estado. Y encima quiere organizar un casting para elegir al más buenorro. Tipo como los que tuvo Estefanía de Mónaco. Ya sabes, dos guardaespaldas, dos hijos... ¿Crees que está bien de la cabeza?

-  ¿Preferirías tener una esposa aburrida, sin gracia ni ilusión por nada? - Pero es que entre una y otra debe haber un término medio. No puedo pedir al Estado que me pague un vigilante, no soy un político retirado. Se lo he explicado mil veces. ¿Sabes qué me ha contestado? "Vaya un rico de mierda que estás echo. Ni siquiera sales en las Noticias acompañado de tu abogado ¡No eres ni corrupto!"

- ¡Avemariapurísmaaaaaaaa! Vengo de ingresar dinero en el banco. - ¡Cotilla! ¿Ha heredado? - Ojalá tuviera un tío en América... Es que hoy he "recogido" una buena cosecha en los cepillos de mis iglesias. - Andresito no sabía que la Cotilla trabajaba "limpiando" los cepillos y lo interpretó a su modo. - ¿Tan mal estás que tiene que pedir en las iglesias? - Pedir, no pido. Limpio. - Eso está muy bien y a tus años, te honra. Otras se dedicarían a robar y vivir del cuento. - Esos son políticos y a mi no me ha llamado el Señor por ese camino. - ¿En qué iglesias trabajas? tal vez yo conozca al párroco y le hablaré para ver si puede pagarte mejor las horas. - ¡Nooooo! A la Cotilla nunca le ha gustado tener privilegios... ¿verdad? (le pisé un callo) - ¡Ay! Sí... digo, no. No quiero privilegios...

Mientras ellos hablaban saqué a Pascualita del termo de los chinos, le quité la gorrita con visera que le compró un día la abuela para que no le molestara el sol y la metí en el acuario. La sirena se zambulló para salir rápidamente a mirarme con cara de extrañeza como diciendo: ¿Ya hemos paseado?


lunes, 20 de abril de 2015

Guardias de seguridad.

Las dos amigas me traen por la calle de la Amargura. Una con su afán de conseguirle un trabajo de apagavelas a Pascualita y la otra con su altar de los Amigos de lo Ajeno cada vez más lleno de "santos".

Algo debió ver la abuela en la televisión que la lleva a mal traer. Está nerviosa y lo que es peor, pone de los nervios a su marido. - "Es un calzonazos tu abuelito" - ¿Cómo el primero? (pregunté, temerosa) - "No sé qué decirte" - Dí que no, por favor. - Ahora que las aguas volvían a su cauce, la sombra de una amenaza se cernía de nuevo sobre Andresito. - No le des el mejunje, pobrecillo ¿Qué te ha echo ahora? - "Nada. Eso es lo malo. Nada. Con lo rico que es y no tiene ni un mal guardia de seguridad que lo proteja..." - ¿De ti? - "¡De quién sea, alma de cántaro! y mira Rato, tiene cuatro ¡y pagados por nosotros!" - ¿Vosotros le pagáis ese servicio? No sabía que fuerais amigos suyos.

La Cotilla, que entraba en ese momento con las antenas puestas, se acercó a la abuela y le dio dos sonoros besos. - ¡Los amigos de mis héroes son mis amigos! - "Por si era poco una tonta en casa, ahora tengo dos... Solo hemos cenado con él unas cuantas veces... por cosas del partido" - ¿De fútbol? Creo que es del Madrid, como yo - ¿Cuándo le ha gustado a usted el fútbol, chaquetera? - "La seguridad de Rato la pagamos todos" - Yo no. Me recortaron la paga y no puedo hacer dispendios extras. - Yo tampoco, con lo que me cuesta llegar a fin de mes.

Cuándo la abuela nos sacó de nuestro error, le di una patada a la revista con la boda de la hija de Aznar y a la foto de Rato que estaban en el altar de los Amigos de la Ajeno y salieron volando por la ventana. Despavorida, la Cotilla corrió escaleras abajo a una velocidad inusitada para sus años, para recogerlas pero se habían quedado entre las ramas del árbol de la calle. Mientras ella gritaba que les diéramos con la escoba hasta que cayeran, se me ocurrió una idea mejor. Cogí a Pascualita por sorpresa mientras estaba sentada en el borde del acuario, y también la tiré por la ventana.

La abuela se llevó las manos a la cabeza - "¡Estás loca!" . Lo que estaba era enfadada. Desde el balcón vi como la sirena reptaba hasta alcanzar una superficie plana: la revista y con ella descargó su rabia. Los papelillos que cayeron sobre la Cotilla parecían el confetti de un día de fiesta.

Me sentí mucho mejor después de aquello. Y tranquilamente, me dediqué a "pescar" a Pascualita con ayuda de un muñeco colgado de una cuerda. En cuanto lo tuvo a mano se lanzó a morderlo y así pude izarla hasta meterla, de nuevo, en el acuario.

Antes de que la Cotilla volviera, la abuela me dijo que había recibido una oferta de trabajo para Pascualita. - ¿En serio la quieren para el cumpleaños de un crío? - "No... Para que haga de Chuqui, el muñeco diabólico en una fiesta zombi" - Bueno... eso es más comprensible.

domingo, 19 de abril de 2015

Cada loca con su tema.

¡No me hace caso! Se lo he dicho por activa y por pasiva: a Pascualita no debe verla nadie. Pero la abuela, cuando quiere, es más sorda que una tapia. Piensa que la gente debe acostumbrarse a verla y entonces ya no pasará nada. Será una ¿ciudadana? más. Cuanto todo el mundo la vea con naturalidad a nadie se le ocurrirá secuestrarla y mandarla a un laboratorio para que le hagan horribles pruebas genéticas.

- ¡Claro que lo harán! es un bicho al que todos dan por extinguido desde hace millones de años. Y la persona que la entregue recibirá tal recompensa que nunca más volverán a trabajar, ni él ni sus descendientes en varias generaciones. - Entornó los ojos, pensativa y mucho rato después habló como si estuviera tanteando el terreno. - "¿Estás segura de lo que dices?" - ¡Pues claro! Es un personaje de leyenda. No hay constancia de ellas porque cuando vivían no se había inventado la escritura ¡ni siquiera el dibujo o el modelado! De ellas solo queda el recuerdo de su canto. Son un eslabón perdido en los confines del Tiempo. - "¿Con todo esto quieres decir que vale una pasta gansa?..." - La mirada de la abuela se clavó en la sirena que nadaba tranquilamente. Y no me gustó. - ¿Abuela, qué piensas?... ¿Abuela? ... ¡¡¡ABUELA, NOOOOOO!!!

Pareció despertar de un ensueño - "¿Por qué gritas, alma de cántaro?... Voy a hacerle una foto con el móvil, apagando una vela. La mandaré a facebook en plan publicidad... Creerán que es una muñeca y si nos salen encargos ya me apañaré yo para que lo parezca. Tiene derecho a tener un trabajo digno, lo dice la Constitución" - Se refiere a los españoles- - "¿Quién te dice que no lo sea. Aprenderá a manejar euros, a ser una mujer liberada" - Una media sardina liberada, dirás. - "¿Ya estás celosa? Que cruz tengo contigo"

Hizo la foto mientras Pascualita soplaba una candelita. - "¡Mira que guapa ha salido!" - Si sopla en un cumpleaños de crío, van a tener pesadillas hasta el día del Juicio final. Que fea es la jodía. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! ¿quién es fea? - "Estábamos hablando de ti, Cotilla"

Mientras tomábamos el café en la salita la Cotilla encendió las velas del altar. Una gran fotografía, recortada de un periódico, de Rodrígo Rato lo presidía. - "¡Apaga eso que me deslumbra y no veo la tele!" - ¡Apaga tú el televisor que no dice más que mentiras y calumnias contra el varias veces EX! - ¿Se ha cambiado de chaqueta, Cotilla? Antes se le llenaba la boca de Luís Bárcenas y ahora todo es Rodrígo Rato. ¡Veleta, más que veleta!

 La vecina no dijo nada. Miraba la salita como si la estuviera midiendo. - Necesitaré una habitación más grande para el altar. Lo pondré en el comedor. - ¡Alto ahí! De comedor nada, monada. ¿Por qué no le basta el sitio? - Es que son muchos los corruptos, pobrecitos míos que han robado por necesidad, y necesitaré poner más fotos, más velas y más flores... - ¡Más, nada! (grité) Abuela, trae el chinchón y brindaremos para que no quede ni uno suelto por ahí. - ¿Te das cuenta? (me dijo la Cotilla) Me estás dando la razón. Necesitaré un espacio más grande...

sábado, 18 de abril de 2015

¡Quiero mi herencia!

La Cotilla está enfadada conmigo por apagarle las velas del altar de los Amigos de lo Ajeno, pero la abuela está orgullosísima, no de mí sino de Pascualita. - "¡Pero qué lista es mi niña! ¿dónde se ha visto una sirena que sepa hacer tantas cosas?" - Se lo he enseñado yo, abuela. - "Si ella no fuera tan lista a buenas horas aprendería algo de ti" - Lista sí es pero le ha costado mucho entender que tiene que lanzar el agua a la llama... - "¡No digas tonterías!... ¿Sabes qué haremos Pascualita? Una coca cada día y le pondré velitas para que vayas perfeccionando el tiro"

Yo estaba muy enfadada viendo que todo el protagonismo se lo llevaba, como siempre, la birria de la sirena y dije en plan borde: - Ya que este bicho no sirve para nada podrías alquilarla para apagar velas en iglesias y restaurantes. - "¡Tienes razón! Es una idea estupenda aunque venga de ti. Yo pasaba pena pensando en qué será de ella cuando yo ya no esté... Precisamente esta semana iba a hablar con el notario para que la incluya en mi testamento pero..." - ¡¿En el testamento?! ¿No irás a dejarle la Torre del Paseo Marítimo? - "Ya salió la egoísta... Ahora que sé que Pascualita podrá trabajar y tener un sueldo con el que pagar sus gastos, ya no tengo que preocuparme ¿Te imaginas tener dinero para tus caprichos (pensé que me lo decía a mi pero se lo decía a la fiera corrupia) Espero que sepas gastarlo en cosas de provecho, por ejemplo, en chinchón jejejejeje"

Me veía despojada de mi herencia. La abuela se paseaba arriba y abajo hablando sin parar mientras Pascualita, fijos en ella sus ojos de pez redondos y saltones, hacía la señal de OK con sus deditos. En ese momento tomé una decisión. En cuanto me quedara sola y el bicho se durmiera, la metería de cabeza en el wáter y tiraría de la cadena. Con suerte, a través de los colectores, llegaría hasta el mar.



viernes, 17 de abril de 2015

Rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrato.

- "Rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr" - Abuela ¿eres tú? - "Sí. Rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr" - ¿Estás bien? (pregunté mientras interrogaba a Geoooorge con la mirada) - "Perrrrrrrrrrrrfectamente" - El mayordomo se encogió de hombros y susurró. - Madame venir así en rolls royce. - Le habrá dado un aire... ¿Te pongo un café con leche, abuela? - "Vale. Me lo tomaré dentro de un RATO" - Entonces te lo preparo más tarde...

- "Nena ¿tienes RATOnes en casa?" - ¡No fastidies! ¿Has visto algún rastro? - "¿RAsTrO? pues... no. - ¿Tuvísteis fiesta anoche en El Funeral? - "¿Cuándo no la tenemos? Hoy, por ejemplo, colocaremos una nueva foto en la pared de los Finados. De uno que me pretendió hace tiempo y me engañó. Me dijo que tenía vehículo y lo que tenía era un tacataca el jodío" - Bueno, en cierto modo... - "¡Ni modo ni leches! ¿Cómo vamos a ir dos en ese "vehículo" boba de Coria? Y lo peor es que no me habrá dejado nada en el testamento" - No eres nada suyo. abuela. - "Soy "la engañada" Me merezco una reparación por haberme roto la ilusión que tuve con él... Y eso que cuando empezamos a tontear él ya llevaba pañales" - Que cuajo, abuela. - "Ni cuajo ni nada. Dicen que el amor es ciego y eso me pasó a mi... " - Hasta que supiste lo del vehículo jejejejeje. - "Y lo de la cartera. La tenía llena de billetes de 1000 pesetas. Se los ponía su hija para que creyera que era un potentado. Estas cosas enfrían el corazón más enamorado" - El tuyo quedó como el hielo. - "Menos mal que la cartera de Andresito lo desheló. Y esta noche cantaremos, bailaremos y brindaremos en memoria de Bonifacio. Eso le gustará, esté donde esté"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! - "Rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr" - ¿Qué le pasa a ésta? ¿Se cree una moto? - Está afectada por la muerte de Bonifacio. - ¡Yo sí que estoy afectada! Han detenido a Rodrígo Rato. Voy a encenderle un velón. - "Rrrrrrrrrrrrrrrrrr" - Lo soltaron de madrugada ¡Y no encienda tantas velas que saldremos en el telediario! - Que una persona como él se vea en ésta situación, no tiene nombre. (lloriqueó la Cotilla) - "Si tiene. ¿Te lo digo?" - Las dos amigas quedaron frente a frente, retándose con la mirada. Solo les faltaba una pistola en cada mano y la música de Morricone de fondo. Corrí a por Pascualita. Habría pelea y la sirena tenía que verla.

Se estaba mascando la tragedia cuando entró Andresito - De casta le viene al galgo, Cotilla (dijo sin venir a cuento y rompió el frágil hilo que separa la tragedia de la bobada) En uno de mis épicos viajes por Egipto (siguió diciendo)  conocí a una familia de ladrones de tumbas, orgullosos de su estirpe que, según ellos, se remontaba hasta los tiempos de los faraones. Las fotos de los ladrones más famosos adornaban la tienda de recuerdos que les servía de tapadera ante una policía que hacía la vista gorda. Con los Rato pasa igual. El padre de Rodrígo Rato, un hermano y un tío (seguro que en su casa también se exhiben los retratos en el aparador o sobre el piano) ya fueron condenados en los años 60 por fuga de capitales y tráfico de divisas. - ¿Estás seguro de lo que dices? (preguntó, ansiosa la vecina) Tengo que hacerme con unas fotos de estas personas y añadirlas al altar de los Amigos de lo Ajeno ¡Que orgullo tener una familia así!

Corrió a la salita y la abuela con su Rrrrrrrrrrrrrrrr  y yo la seguimos. Llevaba un vaso de agua de mar en la mano y Pascualita, aunque disimulada, en la otra. A la Cotilla le fue imposible encender una vela porque, automáticamente, la sirena soltaba un chorrito y la apagaba. Bebía otro sorbito de agua y apagaba la nueva llama. Este juego le encanta. Hace poco que se lo he enseñado para que apague las velas de su cumpleaños... que no tengo ni idea de cuando es pero, al menos, deja tranquilos mis ojos.


jueves, 16 de abril de 2015

El nuevo negocio de la Cotilla.

Un portazo despertó a todo el edificio y como movida por un resorte, quedé sentada en la cama, con los ojos abiertos como un búho y temblando como una hoja en la tormenta. Supe que había sido la puerta de mi casa la que había sacudido los cimientos de la finca cuando el vecino de arriba aporreó el techo. Pensé, aterrorizada, que había entrado un tornado en casa y se me llevaría como a Dorita del Mago de Oz, solo que yo no estaba en Kansas... Entonces me acordé de Pascualita y fui a buscarla. Si el tornado me llevaba lejos, no iría sola.

Pero la sirena dormía tan profundamente que no me atreví a despertarla. Preferí que me atacara el tornado en vez de ella. Tras una rápida ojeada, vi que no había nada fuera de su sitio... Ni las cortinas se movían... Nada. Tan solo una rendija de luz brillaba bajo la puerta de la salita... Me angustié de nuevo  ¿Será un ladrón? pensé.

Me puse el guante de acero y las gafas de sol. Debía protegerme y no hay mejor arma en mi casa que la sirena cabreada. Eso si que es un arma de destrucción masiva. Al despertarla bruscamente, se convirtió en una fiera corrúpia que mordía y escupía sin parar. Con ella en la mano, abrí lentamente la puerta de la salita... Y allí estaba... ¡la Cotilla!

- Me ha dado un susto de muerte, maldita sea. ¿A qué ha venido ese portazo de antes? (pregunté mientras mandaba a Pascualita de vuelta al acuario como si de una pelota de tenis se tratara) - Es que tenía las manos ocupadas y la he cerrado con el pie. - Ni que fuera Messi... ¿Qué es todo eso que tiene aquí? - Mira lo que he encontrado ¡el Hola de la boda de la hija de Aznar! - Que asco. Está todo sobado y manchado de aceite. - Ya comprenderás que no estaba en un palacio. Lo tenía un amigo que es trapero en un rincón de su chamizo. Ha sido una suerte encontrarlo. Aquí salen todos mis gurús. Haré un buen altar y entronizaré la revista. Pondré velones grandes... - Parecen nuevos. - Lo son. - Veo que le cunde el dinero del alquiler de su piso. - Es de un negocio que he montado con una socia... Hacemos espiritismo ¡Somos brujas! jejejejejejeje

- ¿Les venden mejunjes a la gente? A ver si se les va la mano como con mi abuelito. - Perdona pero con él no se nos fue la mano. Estaba todo calculado... - No quise escuchar más pero la Cotilla levantó la voz mientras yo salía de la salita - ¡Les sacamos los cuartos a los pardillos! Es tan fácil que, hasta tú, podrías hacerlo, boba de Coria.

miércoles, 15 de abril de 2015

La abuela se reconcilia conmigo.

La abuela ha irrumpido en casa como un elefante en una cacharrería. - "¡Nenaaaaaaaaa, mira que te traigo!" - Al oírla no supe si esconderme bajo la cama o saltar por la ventana. - "Vengo en son de paz" - Fui a la cocina, aunque no las tenía todas conmigo. La abuela estaba dejando sobre la mesa un montón de bolsas de comida. Se la veía contenta como unas castañuelas. Llevaba un mini vestido negro, entallado, con un generoso escote en el que brillaba un precioso collar de diamantes que me dejó deslumbrada.

- "Es bonito ¿eh?  Pues me lo ha regalado Andresito gracias a ti" - No sabía de qué hablaba... ¿gracias a mi... por qué? - "Sé que vino a sonsacarte a cuenta de Obdulio. Creyó que nos lo queríamos cargar y lo que es peor, que habíamos matado a mi primer marido jejejejejejejeje ..." - La escuchaba hablar con la boca abierta, a punto de desencajarse. - "Pero tu cerebro, sorprendentemente, funcionó como un reloj suizo al decirle que lo que matábamos eran pollos. ¡Ni a mi se me hubiese ocurrido! Así que, arrepentido por haber pensado tan mal de mi jejejejeje ¡angelico! me ha regalado esta joya en desagravio. ¡Y no solo eso!..." - ¿Aún hay más cosas? - "Obdulio no nos molestará más" - ¡Ay, Dios! - "No temas. Está vivo pero herido en su amor propio. He ido a verle, le he enseñado el collar diciéndole si era capáz de igualar un regalo así. Me ha dicho que no... ¿Ni robándolo? le he preguntado" - ¡Abuela! - "Ha agachado la cabeza murmurando: - Me falta valor - Entonces le he dicho, en plan sentencia: Pues ajo y agua, cantamañas - Y lo he hundido moralmente. Ahora no es un hombre, sino un guiñapo" - Has sido muy cruel. - Y como lo que se empieza se tiene que rematar, al irme, le he pisado un callo con uno de mis finísimos tacones. Lo he dejado llorando" -

La miré, compungida. - ¡Que drama, por Dios! Hoy no voy a poder comer. Se me ha cerrado el estómago. - "¿No comerás unos entrantes y una caldereta de langosta a la menorquina, más unos postres de chocolate y fresas?" - ¡Claro que sí!... Lo que no haré será cenar.

martes, 14 de abril de 2015

Vuelve Bedulio.

Ahora que ya hablo bien, las dos viejas no me dejan ni a sol ni a sombra. Y en parte he salido ganando porque la abuela es quién guisa, así que he arrinconado los tetrabriks de caldo y las latas de fabada y de lentejas, etc.  Además, a las comidas también asiste Geooorge y tenemos entre todos una conversación más fluída en la que no hablamos de Obdulio.

Ayer vino el Municipal con un compañero. Al pobre Bedulio no se le veía cómodo. Su compañero en cambio, era de lo más agradable. Se interesó por mi salud y pude comprobar con alegría, que era un sobón. Hablaba por los codos y tocaba contínuamente. Al principio me sorprendió tanta familiaridad en un hombre al que no había visto nunca pero no dije nada por educación, luego seguí callada porque no todos los días ocurren éstas cosas.

De repente, Bedulio abrió la boca para preguntar si yo también estaba conchavada con la abuela y la Cotilla para cargarnos a su padre. Consideré una insolencia que me preguntara eso y le dije: - ¿Tienes en tan alta estima a los ladrones, asesinos y sinvergüenzas que atrapas, como tienes a tu padre? - ¡¡¡Jopé!!! - soltó el Pulpo.

Fue el momento en que Pascualita decidió hacer ejercicio, saliendo disparada del acuario para volver a caer en él en picado. Otras veces lo hacía en plan bomba. Y a cada ¡chof! que oíamos, la cara del Municipal era más gris. Acabó sentándose porque no le aguantaban las piernas. Su compañero no sabía qué pensar. Menos mal que entró la Cotilla y desvió su atención - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa!... (miró a los dos guardias y dijo) ¿Vienen por lo de Obdulio? Ya me desdije de lo que dije. La culpa fue del chinchón que me desató la lengua y la imaginación... Voy a dejar estos velones en la salita y montaré otro altar a mi gurú particular, Bárcenas.

El Pulpo dejó de sobarme a mi y sobó a Bedulio tratando de entender de qué iba aquello. - ¿Ese Bárcenas es... Bárcenas? - Sí. Ya te dije que eran raras... ¿Has oído esos chapoteos?... Pregunta quién los hace. - El ánima de mi abuelito primero (contesté con aplomo) - Asómate y verás como hay agua en el suelo... - El compañero volvió con los ojos desorbitados. - ¿Cuándo has visto tú que un fantasma haga eso? - En las películas... - Pues aquí pasa cuando menos te lo esperas... - El Pulpo empezó a hacer preguntas. - ¿Cuándo murió su abuelito primero? - No lo conocí. - ¿De qué murió? - No tengo ni idea... como aún no había nacido. - ¿No se lo han contado? - Prefiero no saberlo. - ¿Cree que lo mataron? - ¿Por qué tendría que creerlo? - Si es un ánima en pena por algo será... ¿no? - Tal vez hizo la promesa de venir a visitarnos de cuando en cuando. - ¿Cómo se llamaba su abuelito? - Apuntó el nombre y dijo que buscaría en el registro su partida de defunción. - ¿Para qué? - Para saber la causa... Me tiene intrigado lo del acuario. Voy a ver si veo caer el agua...

En cuanto el Pulpo se fue al comedor, grité como si me estuvieran matando. Bedulio, del susto se cayó al suelo, se puso a cuatro patas y así corrió hacia la calle. Su compañero, asustado, dudó un momento, antes de seguirle y eso fue su perdición. Al oir mi grito, Pascualita subió como el rayo y soltó un chorrito de agua envenenada a la cara del municipal, pensando que me atacaba.

Tuve que acompañarlo al cuartel, más de una hora después del ataque y con media botella de chinchón para el olvido, en el estómago. Lo dejé en la entrada y antes de llegar a la acera, escuché la bronca que le estaba soltando su jefe.


lunes, 13 de abril de 2015

Por poco me pilla.

Pascualita nadaba lentamente en su acuario. De vez en cuando se paraba para mirarme. Como no me fío de ella ni un pelo, me puse las gafas de sol por lo que pudiera hacerme. Pero solo se limitó a eso, a mirarme. Después se subió al borde del acuario y fijó en mi sus ojos saltones, sin párpados. Me estaba poniendo nerviosa - ¿Qué te pasa? ¿No te gusta mi cara, bicharraco? pues es obra tuya que parezca un marciano.

Intenté concentrarme en una revista pero sentía su mirada de pez sobre mi. - ¡¿Fué fieres?! - le grité. Entonces saltó hasta la mesa de la cocina y reptó hacia mi. En ese momento cambió la dirección de sus ojos y los posó en Pepe que estaba en su estante. - Debe añorarlo (pensé y lo cogí) Una vez juntos, Pascualita fijó su atención en la despensa - ¿Querrá merendar la jodía? - Preparé dos tazas de cola cao y saqué unas magdalenas que había traído la Cotilla dos días atrás, esperando que la sirena no me las tirara a la cabeza porque me iban a descalabrar de duras que estaban.

A la vista de las tazas, Pascualita se tiró dentro de la suya y lo puso todo perdido - ¡Serás ...! ¡Anda! parece que ya hablo mejor. - La juerga de la sirena siguió hasta que dejó vacías las dos tazas. - Maldita sea. Mira la que has organizado ¡ahora me tocará limpiarlo a mi! Por eso no quería que esas dos lo mataran en casa.

Una vez echa la travesura, Pascualita se lió a mordisquear al pobre Pepe que aguantó estoico el martirio. - Quéjate, alma de cántaro y no te dejes avasallar por ésta o no va a quedar de ti ni la sombra. Cada vez resulta más difícil coserte porque ya no hay de dónde sacar nada. Tendré que ponerte parches y si ya eres feo así, imagínate luego. - De repente tuve la impresión de que no estábamos solos y miré a mi espalda. Apoyado en el quicio de la puerta estaba... ¡el abuelito!

Cogí la cabeza jivarizada y a Pascualita, con la misma mano y la metí en el bolsillo de la bata esperando que Andresito no hubiese visto a la sirena. - ¿Qué haces... aquí? Mira como he puesto la cocina... se me han caído unas ... naranjas del frutero y han rebotado en las tazas de cola cao... Ahora tendré que limpiarlo todo.

- Veo que ya hablas bien. - He empezado ahora... - Me alegro. ¿Iba en serio lo que has dicho? - Es que... no recuerdo que he dicho. - Que queríais matarlo. - Eso son palabras mayores, abuelito. - Y no lo habéis echo para no manchar. - Es un buen motivo jejejeje - ¿Era lo que intentabas decirme cuando no podías hablar?... Tu abuela ¿ya ha matado antes? - Y la Cotilla. ( entonces oí abrirse la puerta de la calle) Antes las llamaban mucho para ese trabajo - ¡¿Eran asesinas a sueldo?! - Creo que puedes llamarlo así, abuelito... Ahora llevan tiempo sin hacerlo porque la gente no compra pollos vivos pudiendo comprarlos limpios y pelados en la carnicería. - ¡¿Pollos?! - Sí. Se sacaban un dinerito y se lo repartían entre las dos. - ¿Mataban pollos? - Y patos, pavos, gallinas, conejos, en fin, lo que les encargasen... ¿Por qué pones esta cara? - Es que me diste a entender otra cosa... o yo me lo imaginé. - Pues lo siento... ¿nos tomamos un chinchón? - ¡Avemariapurísimaaaaaaaa! Pónme uno a mi también.

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domingo, 12 de abril de 2015

Necesito un logopeda.

La abuela y la Cotilla han llegado cogidas del brazo y riendo. Sobre la mesa de la cocina han puesto una bandeja de ensaimadas recién echas y su aroma ha perfumado el ambiente, además de hacerme la boca agua. Han preparado café con leche y han puesto tres tazas: dos para ambas y una para... Geooooorge. - ¿ Y fa mía? (ya empiezo a vocalizar mejor) - No hubo taza para mí, ni ensaimada. Ni siquiera pude coger una miga que se había caído. En cuanto me vio la intención, la abuela la tiró al acuario.

Geoooorge entró cargado con los avíos de una paella. Apenas me miró, dijo - ¡Oh, my God! - Y yo le contesté. - ¡Fifipollas! - A partir de aquí fui un cero a la izquierda. Aunque prefería esa indiferencia a que la Cotilla se santiaguase cada vez que me miraba.

A la hora de comer vino Andresito que se sorprendió al ver que me hacía un sopicaldo- ¿No puedes comer paella, nena? - Me fuele la foca. - El abuelito se ponía muy nervioso cuando no me entendía y hacía que su mujer le tradujera y ella le decía lo que se le ocurría en ese momento - "Dice que te huele la boca a podrido" - ¿Todo eso ha dicho? - "¿No me crees?" - ¡Claro que sí!... Mañana iré al dentista...

Era verdad que no podía comer arroz, tenía heridas e hinchazones en la boca pero estaba el detalle: podrían haberme puesto un platito de paella para quedar bien. Así que me sublevé. Me senté junto a mi abuelito y le conté la verdad: - ¿Fiefes faber que ef efe "alfo fás" - "¡Nena!" - ¿Qué dice ahora? - Me puse a gritar la pura verdad - ¡Tu fuger y suxvodr Fotilla fatwteoneonh a afuefito pmiencgzxo y Ofdulio pezxcxuqweoin! ¡¡¡Xon aspeirntousdcos!!! - Qué dificil es entenderla, pobrecilla. - "Solo tienes que prestarle atención. Es muy fácil. Dice que le hace ilusión que la lleves a la feria a montarse contigo en la noria" - ¿En serio, nena? Me encantará ejercer de abuelo. - ¡Fooo. Fooooooo! ¡Fon
 afefinaaaaaaaaaaaaas! - "Y que la invites a cecina"

Me levanté de un salto, metí a Pascualita en el termo de los chinos y salí a la calle echa una furia. Fui al cuartel de los Municipales a denunciar lo que pasaba en mi casa. Por la calle alguien que se fijó en mí, gritó: - ¡El extraterrestre! - y pronto se formó una cola de gente que corría detrás de mi pidiéndome selfis. Entré como una tromba en las oficinas - ¡FOFORROOOOOOOO!

En ese momento Bedulio se acercaba al mostrador. Al verme palideció y cayó al suelo desmayado. El guardia que le seguía, me señaló con el dedo y gritó - ¡Atentadoooooo! y cuatro o cinco uniformados vinieron a por mi. En la lucha se abrió el tapón del termo de los chinos y Pascualita, libre como un pájaro, sacó la dentadura de tiburón a pasear. El recinto se llenó de gritos, carreras, mocos y lágrimas mientras a mi me faltaban manos para ir arrancándola de sus víctimas.

Afortunadamente no me pillaron. En la entrada de mi finca me crucé con el vecino de arriba, su cara era un poema. Corrí escaleras arriba, entré en casa y me encerré en la salita. En un momento el altar de los Amigos de lo Ajeno salió volando por la ventana. Oí los lamentos de la Cotilla mientras escribía una nota para el abuelito que decía: ¡¡¡Estás en peligro. Son asesinas!!!

Se la di en mano. Me miró sin entender, luego sonrió de oreja a oreja - Ya te entiendo ¿quiéres que juguemos a ¿Quién es el asesino?¡De mil amores, nietecita!



sábado, 11 de abril de 2015

Perro de presa.

Sigo encerrada en casa. Muy poco a poco va bajando la hinchazón que me ha echo ganar unos buenos dineritos porque no les he devuelto ni un euro a la abuela y la Cotilla. Pascualita nota que el ambiente está enrarecido, además la abuela le ha contado su versión de los hechos diciéndole que les he robado un dinero ganado honradamente por ellas y cada vez que me ve, me escupe agua envenenada la jodía. Menos mal que tengo cierto arte esquivando la mala baba de ese bicho.

Andresito me llamó por teléfono: - Hola, nena ¿cómo éstas? No vengo a verte porque tu abuela me ha dicho que te ha salido una enfermedad muy contagiosa y no es plan que, a estas alturas de mi vida, me pongan en cuarentena. - Fero... - Aunque tienes que hacer un esfuerzo para dominar esos arranques cleptómanos... - ¿Fe estáf llamanfo lafrona? (empezaba a enfadarme) - ¿Dónde puedes haber pillado ese virus? Se lo he contado a mi hijo, el Médico, y no tiene ni idea de qué enfermedad se trata. Ha dicho que pasará a verte para estudiarte a fondo. - ¡Fooooooooooo! (no quería que me viera nadie en este estado... a no ser que me pagara unos buenos euros por "estudiarme")

Con quién unicamente hallaba consuelo era con Pepe. Era el único que me entendía. Me escuchaba atentamente y luego me daba la razón en todo (claro que para eso yo tenía que mover la cabeza jibarizada, de arriba abajo. Quién algo quiere, algo le cuesta  (¡Vaya, eso sería lo que le diría al Médico en cuanto llegara!)

Cuando llamaron a la puerta abrí en seguida pensando que era él pero me encontré con Blas el Parado que, en cuanto me vio, soltó un grito y corrió escaleras abajo.

Sonó de nuevo el teléfono. Era Andresito otra vez. - Nena, quería seguir la conversación que tuvimos el otro día... ¿te acuerdas?... Era sobre la relación que tuvieron tu abuela y el solicitante de asilo político... Ibas a contarme qué era ese "algo más" que citaste. (¡Vaya! el abuelito era pertinaz. Cuando cogía una presa no la soltaba. Así que me hice la loca) - ¿Alfo fás?... Freo que fi cefebro eftá ... enfefmo y no frecuerdo nafa... ¿Efa imporfante? - Creo que sí. Haz un esfuerzo y si recuerdas algo me llamas ¿vale? - Fí... Fale, afuelito.

Llamaron a la puerta y esta vez así era el Médico. - He encontrado a Blas el Parado y me ha dado esta nota para tu abuela: "Necesitaré un montón de croquetas durante el juicio del caso Noos. Vaya haciendo y congelando" - Luego me miró con detenimiento. - ¡Madre del Amor Hermoso! Que fantástica hinchazón. - No me pude contener y le arreé tal patada en el tobillo que se le saltaron las lágrimas. Luego me sonrió y dijo - Eres la mejor haciendo feliz a un hombre. Sigue... sigue... - Acabé pateándole el hígado. Que pesados son estos masoquistas, puñeta.

viernes, 10 de abril de 2015

Fenómeno de la Naturaleza.

El idiota del vecino de arriba ha corrido la voz por el barrio de que en mi casa, hay por lo menos, un marciano y ahora no puedo salir a la calle sin encontrarme en el rellano de la escalera, un montón de gente, móvil en mano, tratando de fotografiarme.

Le doy uso a las phasminas enrollándome con ellas la cabeza, y cubriéndome los ojos con las gafas de sol pero, algunos lanzados, han tirado de la tela para dejar mi rostro al descubierto. Así que me quedo en casa como si fuera una apestada.

La abuela, que es la responsable de todo esto, no quiere saber nada de mi - "Te dije que te cerraría la boca y he cumplido. Punto" - Pefo tenfo fe fomer. - "Que se encargue de eso la Cotilla" - ¡Fooooo! Fodo eftá fasado de fecha. ¡¡Fadufado! - "¡Ajo y agua, vocazas!" Tendría que denunciarla y lo he intentado pero, unas veces los que han cogido el teléfono no me entendían y una vez se puso Bedulio. No me entendió pero creo que intuyó que era yo y colgó precipitadamente. Así que estoy en manos de la Cotilla y me temo lo peor.

- Esta noche saldremos a dar una vuelta. - Fo, Fotilla, fo... - No hay más que hablar. Tiene que darte el aire o te apolillarás. - Así que, cuando el reloj tocó las doce de la noche, salimos de casa con toda la precaución posible. A esas horas no había ni un alma por la calle. Estuvimos andando un buen rato hasta que no reconocí las calles - Fotilla... - Ya llegamos. - El "llegamos" estaba aún a más de media hora de camino. Al doblar una esquina encontramos una carpa de circo. Me asusté porque vi gente por allí -¡Fe van a fer, Fotilla! - De eso se trata, boba de Coria. De que te vean.

Un rato después estaba bajo los focos de la pista del circo y contemplada por un grupo heterogéneo de personas que no se asustaron de mi aspecto. - Finalmente, un hombre grueso y la Cotilla se estrecharon la mano y él le pasó un buen fajo de euros que la mujer guardó, inmediatamente, en el sostén.  Luego me cogió de la mano y volvimos a casa. Allí llenó dos copas de chinchón y brindamos - Por los buenos negocios. (no entendía nada) - Hay que aprovechar las oportunidades cuando las tienes a mano. Estos del circo estarán aquí tres días. Y te exhibirán como un raro fenómeno de la naturaleza... - ¡¿Feeeeeeeeeee?! - Toma, tu parte del dinero. Solo tienes que enseñar la cara. Que pena que esta alergia no te de más a menudo.

¡La madre que la parió! Y encima solo me ha dado una parte del dinero. Naturalmente, protesté: - ¡Fa cafa ef fía, fodía! - Ya salió la avariciosa ¿Y quién te ha buscado el trabajo? Tendrías que estarme agradecida.

Se lo conté a la abuela, aunque tuve que repetirlo todo unas doce veces para que fuera haciéndose una idea de lo que le decía. - "No grites, que es peor!" - Al final también se enfadó. Y en diez minutos se plantó en casa aunque, para entrar tuvo que luchar a brazo partido con los curiosos del rellano. - Se sirvió una copita de chinchón y esperó a que llegase la Cotilla. Entonces le saltó a la yugular. - "¡Ya estás aflojando la mosca, traidora.! Quiero la mitad porque es mi nieta y tengo más derecho que nadie sobre ella" - Aluciné en colores. No había venido a defenderme a mi sino a sus intereses. Aquello me sentó como una patada en el hígado y cuando la Cotilla sacó el fajo de euros (que llevaba en el mismo sitio que los dejó) salté rápida como el rayo, tal como hacía cuando salvaba a Pascualita y les arrebaté el dinero. - ¡Ef fío! - y me encerré en el baño.

Hace horas que estamos así. Y ellas tienen incontinencia urinaria jejejejeje Así que mi victoria está cerca.

jueves, 9 de abril de 2015

Boca sellada.

Sigo sin saber qué pasó entre la abuela, Obdulio y la Cotilla. Por más que he preguntado no han querido contestarme. - Tengo que saber a qué atenerme... ¿lo mato o no?. - "Con lo Boca que eres... ¡Has estado a punto de descubrir nuestro secreto a Andresito!" - ¿Yooooooooo? Pero si tengo los labios más sellados que Pepe. - "No los tienes pero los tendrás. Ya me cuidaré yo de cosértelos con punto de cadeneta"

Todo esto ha ocurrido a mediodía, cuando la abuela y la Cotilla han venido juntas a casa. - ¿Y Obdulio? - "Le hemos dejado pagando las multas del rolls royce" - Era un pasta gansa. Ha sido un poema ver su cara cuando le han presentado la cuenta jajajajaja Acabará "limpiando" cepillos de iglesia como yo (rió la Cotilla) - ¿No vendrá a casa?... Así no aprenderé nunca a jugar al póker (me quejé) - "Nunca aprenderás, alma de cántaro. Eres más tonta que el que asó la manteca" - Más tarde, cuando la Cotilla ya sesteaba frente al televisor, la abuela aplastó a Pascualita, contra mi boca. La sirena, que encima había sido despertada bruscamente, mordió con saña los labios, la lengua y solo le faltó el paladar porque atiné a cogerla por la cola y tirarla lo más lejos posible de mi.

Al momento se me pusieron los labios como los de Carmen de Mairena y la lengua no me cabía en la boca. Sangraba como un cerdo y gritaba igual que cuando lo matan. Corrí arriba y abajo del pasillo, me eche agua fresca a la cara. Los mocos me llegaban al tobillo, las lágrimas me ahogaban ¡No podía respirar! y mientras, las dos viejas estaban pendiente de Jordi Hurtado en Saber y Ganar.

Luego la abuela fue a por Pascualita que estaba conmocionada sobre el aparador. Al tirarla con fuerza lejos de mí, la estrellé contra el espejo del aparador y allí se quedó sin dar señales de vida. A mi también me quedaba poco para irme al Otro Mundo. Apenas veía porque los ojos quedaban hundidos tras los hinchados carrillos. Parecía una muñeca erótica. Para remate no tenía ni el consuelo de ponerme morada de chinchón. No podía comer ni beber. Estaba obstruída. Supongo que no me morí porque respiraría por las orejas.

Todos los cuidados fueron para Pascualita. Mimos y caricias para la fiera corrupia. No pude aguantar tanta injusticia y se la quité a la abuela. Quería estrellarla contra la pared, restregarla y hacer paté de sirena. Extenderla luego (cuando pueda comer) en el pan y merendármela. Mientras pensaba maldades, me mordió en la mano y la solté de golpe. Cayó en mi pecho y mordió, una y otra vez, en el mismo sitio. Ahora, encima, voy de lado.

El vecino de arriba, que no aguanta nada, ha vuelto a darnos un concierto de escobazos en el techo. Harta de todo, he subido a cantarle las cuarenta sin recordar que no puedo hablar. He apoyado el dedo en el timbre y ha sonado hasta que ha abierto la puerta, pero su protesta se le ha atragantado en cuanto me ha visto. Solo le ha salido un alarido desgarrador y ha cerrado de golpe. Luego le he oído gritar: - ¡Los marcianos! ¡¡¡Nos invaden los marcianos!!!

miércoles, 8 de abril de 2015

Soy una tumba.

Hasta Andresito ha dormido en casa esta noche. No hubo manera de despertar a la abuela, ni a los demás, de la curda que llevaban. Me llevé a Pascualita a mi habitación para que durmiera porque los tres compinches roncaban a base de bien. Era como tener tres tiranosauros en casa cantando a pleno pulmón. El que se pasó la noche en vela fue el vecino de arriba, dando golpes con la escoba.No es que yo lo oyera todo el rato pero cuando me desperté, sobre las ocho, aún seguía golpeando, aunque ya con menos brío.

Como la Cotilla no ha salido de trapicheo y la abuela dormía como una marmota, he preparado rebanadas de pan tostado para desayunar... Le he tirado una indirecta a Andresito: - Al ser el más rico de ésta casa ¿por qué no vas a comprar ensaimadas para todos? - A lo que me ha contestado (dándome, de paso, una lección de Economía) - ¿Por qué crees que soy tan rico? - Después de pensarlo un rato, he dicho (aunque con titubeo por si erraba) - Porque... no gastas. - ¡Chica lista! - Me ha entrado una alegría en el cuerpo, por haberle demostrado a mi abuelito que de tonta no tengo un pelo, que no se podía aguantar... Aunque me ha aguado la fiesta que la abuela no se haya enterado. Luego, cuando se lo cuente, no lo creerá.

Mientras mojábamos el pan en el cola cao, Andresito ha intentado sonsacarme qué se llevan entre manos la abuela, la Cotilla y el demandador de asilo político. Pero no he dicho nada. Buena soy yo. - Nena, me da la impresión de que, estos tres se conocen de antes. - Sí. De antes de la guerra del 14 jajajajajajaja - ¿Fueron amigos o algo más? - ¿Algo más, como qué? ¿Espías, por ejemplo? - Por ejemplo. - No recuerdo si contaron algo. Solo sé que algunos fueron más que amigos ¡y residentes en Madrid! jajajajajaja

- ¿Así que la Cotilla y el tal Obdulio eran novios? - ¿La Cotilla? jajajajaja ¡Pero si la abuela le quitaba todos los novios! - Entonces los novios eran tu abuela y ese fulano. - ¿Qué fulano, abuelito?... ¡Ah! ¿Te refieres a Obdulio? jejejejeje ¡No digo ni que sí, ni que no! - ¿Y qué se traen entre manos? ¿Se están cortejando? - ¡Abuelito! La abuela está casada. - Entonces solo les une una vieja amistad... - Puede decirse así, aunque no SOLO una vieja amistad jajajajaja ¿Es todo muy misterioso, verdad? Pero no pienso decírte nada. Soy dura de pelar.

Llevábamos así un buen rato. Yo disfrutaba viendo como no lograba que le contara nada de lo que quería sonsacarme. - ¿Acaso se dedicaban al estraperlo? - ¿Es algo de pelucas? - No, de trapicheos. - Eso sería cosa de la Cotilla, que es una maestra en ese arte. - Además de la amistad ¿qué otro negocio tenían en común? - Que yo sepa, ningún negocio... Fue una cosa más... Es que no puedo decírtelo, abuelito... pero te daré una pista: Es algo que tiene que ver con Agatha Christie... ¿Difícil, eh?

La abuela se  acercaba, tambaleante, hacia nosotros. La cara cetrina, los pelos alborotados, las bolsas de los ojos, grandes como sacos y un rictus cruel en los labios, me dejaron muda de repente, a pesar de que sabía que no había dicho nada inconveniente. - Una voz de grajo salió de su garganta - "Prepárame un café bien cargado, boba de Coria y dile al imbécil de arriba que deje de dar golpes con la escoba si no quiere tragársela" - Me sentí, de pronto, como un gusano al que, de un momento a otro, aplastarían sin piedad.

martes, 7 de abril de 2015

A parlamentar.

No me ha quedado otra que abroncar a Obdulio. Ya me está sacando de mis casillas con tantos remilgos. Es un mal prisionero ¡El peor!

La abuela y la Cotilla me hicieron una lista de modos y maneras de acabar con él sin manchar mucho. Ellas tenían que ir a sus quehaceres, yo también pero parece que lo suyo es mucho más importante, como siempre y me dejaron de encargada del "trabajito" Naturalmente, protesté, pero hicieron oídos sordos.

El caso es que llevo unos días intentándolo todo pero no logro resultados positivos. Le he dado cianuro, matarratas, matahormigas, matacucarachas, matatodo menos mata-Obdulio. Y eso que lo disfrazo metiéndolo en ensaimadas, potajes, chorizos, estofados, café, etc. etc. echo por la abuela Lo único que consigo es que engorde.

El primer plato que le presenté, unas natillas, me dijo que lo probara yo. Naturalmente no lo hice. - Ni que fueras Cleopatra (le solté) - Si no lo pruebas es porque está envenenado - ¿Cómo lo sabes? (dije sorprendida) - Me lo acabas de decir tú. - ¡Ni hablar! De mi boca no han salido éstas palabras. - Ni falta que hace. - Me puse frenética. El prisionero se burlaba de mi y encima tenía que tirar la comida mala y darle de la no contaminada.

Viendo que eso no funcionaba, la abuela trajo una sartén de hierro forjado que pesaba un montón. - ¿No pensarás que la use para tortilla de patatas? No podré darle la vuelta. - "Es para que le partas el cráneo a Obdulio" - Se manchará todo. - "Si le pones este gorro de baño, no, porque servirá para recoger los sesos y evitar esparcirlos" - Bueno, si es así... - Pero tampoco funcionó porque el remilgado de Obdulio se negó en redondo a ponerse el gorro. - Es de mujer. - Bueno, si que lo era pero su modo de decirlo me sublevó. - ¡Machista! - ¿Para qué quiero ese ridículo gorro rojo con margaritas blancas? ¿Vamos a ir a la playa? - Todavía no es tiempo, pero sí de lavarte la cabeza. - ¿Con el gorro puesto? - ¿Eh?... Sí... ¡No! -

Por la noche la Cotilla llamó a la abuela para darle "el parte". - La boba de tu nieta es incapáz de solventar el problema... Ganas me dan de arrearle a ella con la sartén. - "Quizás no se tan mala idea"

Acabé claudicando. - No puedo hacerlo. Además me está enseñando a jugar al póker. - "¡No confraternices con el enemigo, boba de Coria!" - Dice que quiere hablar contigo. - Cuando llegó la abuela Obdulio le prometió por lo mas sagrado, que no diría a NADIE, lo ocurrido hace tantos años. - Y mi palabra es ley. - Al final la abuela dio su brazo a torcer y la Cotilla se enfadó. - "Pero si la primera que delató esta historia ante la policía fuíste tu" - Pues ahora me desdigo y ya está. - La abuela me pidió tres copar y se encerraron a parlamentar los tres y la botella de chinchón. No me quedó más remedio que juntarme con Pascualita mientras se me llevaban los demonios de rabia por no enterarme de nada... ni probar el chinchón.

Malmetí a la sirena contra su "querida amiga que no es capaz de darte unas gotas mientras ellos se cascan la botella" Aquellos comentarios no le gustaron y me escupió unos chorritos de agua envenenada que esquivé como buenamente pude. A la medianoche, los encerrados salieron al comedor donde les esperábamos Andresito, Pascualita y yo, con cara de pocos amigos. Les era imposible seguir la línea recta y hablar dos palabras seguidas sin hipar. Las risotadas despertaron al vecino de arriba que no tardó en golpear mi techo con la escoba. Finalmente la abuela hizo esfuerzos por que la entendiéramos: - "De maaaaaaat... ¡hip!... ar, nastiiiiiiiii ...¡hip! de platjijijiijijijiji. ¡Hale con... su hiiiiiii... ¡hip!... Bedubedubedubeduuuuuuu... ¡hip! Andaaaaaa y quwxzzzz jijijijijiji... ¡hip!... jjijijijiji... ¡hip!..." - Después acodó los brazos en la mesa y se quedó profundamente dormida. Los otros lograron llegar, una hasta la taza del wáter y el otro se acurrucó en el fregadero.

lunes, 6 de abril de 2015

Planeando el futuro.

La abuela ha traído ensaimadas para desayunar. Y la Cotilla dos paquetes de magdalenas caducadas, del contenedor del super. - ¿Por qué no las ha comprado? ahora le pagan un alquiler. - ¿No querrás que me lo gaste todo en tu desayuno, manirrota?

- "He venido temprano porque tenemos que resolver, de una vez por todas, el problema que nos traemos entre manos" - Miré a la abuela sin entender muy bien a qué se refería - ¿Mi ensaimada es un problema? - Tu nieta sigue entrenándose ¡Que cruz tienes con ella! - "Obdulio es el problema. Y tú también. Si no fueses tan remilgada, ayer nos lo habríamos cargado pero como a la señorita le molestaba el olor a naftalina, pues se fastidió el plan. A ver qué hacemos ahora porque tampoco quieres salpicaduras de sangre... Pues te advierto que unas gotas esparcidas con arte, sobre la pared blanca, quedan muy elegantes" - Entonces matémosle en la Torre del Paseo Marítimo. - "¡Ni hablar! Solo faltaría que llevara a Obdulio a mi casa con lo mosca que está Andresito con él. Creo que piensa que tenemos una relación" - ¿Por qué? - Porque no se ha tragado que sea un emigrante que pide asilo político y dice que me mira con lascivia. - Que Santa Lucía le conserve el oído porque la vista la ha perdido por completo jajajajajaja (dije yo, divertida. Y me dio un capón que me sentó en el suelo) - "¿Crees que no estoy apetecible? Veintisiete biznietos me hubiese dado a mi misma si la Naturaleza no me jugase malas pasadas. ¡dichosa menopausia!"

Obdulio llamó desde la salita. - ¿No se desayuna en ésta casa? Vaya modo de tratar a un prisionero. - Le llevamos magdalenas y café con leche mientras nos terminábamos las ensaimadas. - ¡No quiero comer estas piedras. Quiero ensaimada! - "¿Con raticida, querido?" (el susurro de la abuela no sonó en absoluto amoroso.

 Al ver que nos íbamos, Obdulio gimió: - ¿Por qué no contáis vuestras cosas delante de mi? Con la tele me aburro. - La Cotilla inició la conversación - ¿Qué tal tu entrada en El Funeral con el hábito de Dior? - Había dado en el clavo. La abuela se hinchó como un pavo real - "¡Espectacular! Hubo silbidos, gritos y risas de admiración. Cuando me quité la caperuza ya sabían que era yo ¡por mis piernas! Y los estilettos, con los que marcaba el paso con la gracia de una super vedette. Brindamos, una y otra vez, por mi idea revolucionaria. Y al final de la noche, cuando ya notábamos el cansancio de tanto bailoteo, se acordó por unanimidad, que el año que viene fundaremos la cofradía de El Funeral y saldremos toda la semana con nuestros hábitos chic. Y en lugar de regalar confites de anís, daremos bombones ferrero roche" - ¡Nos encanta! (aplaudimos enfervorizadas la Cotilla y yo)

Obdulio estaba escandalizado. - Sois unas frívolas y unas impías. - "Y a ti ¿qué más te da, si para entonces ya no estarás aquí?" (la voz de la abuela se volvió tan siniestra que hasta a mí me dio miedo)

domingo, 5 de abril de 2015

Primer intento.

He estado en vela casi toda la noche esperando que volviera Bedulio con su padre. Me acurruqué en el sofá con Pepe encima y Pascualita mirándome a través del acuario. Desde la salita oía los ronquidos de la Cotilla y al poco rato empezaron los golpes del vecino de arriba.

Debí de dar alguna cabezada porque, una de las veces que me desperté, Pepe estaba en el suelo con la cara vuelta hacia la foto de Luis Bárcenas. Se me pusieron los pelos de punta al pensar que tal vez habría admiración en su mirada si tuviera ojos para verlo. Y alabaría sus hazañas si su boca no estuviese cosida. Tomé la determinación de pedirle a la Cotilla que quitara de en medio ese altar de perdición para espíritus inocentes como el de Pepe... No sé si en vida lo fue, pero como jivarizado es la discreción personificada. No habla por no molestar.

A las diez de la mañana llegó Bedulio con su padre. - ¡Ya era hora! - ¿Está... tu abuela?... Prefiero no verla... Por eso he tardado en venir... También porque mi padre se negaba en redondo a volver aquí. No comprende que el mal trago lo paso yo. Tengo los nervios desquiciados desde que la vi anoche con ese... eso que llevaba... - Un hábito de Christian Dior. - Mi padre, al que siempre le ha gustado hacerse el mártir, dice que está peor que yo. Es un egoísta - Es que a mi me quieren matar (gimoteó Obdulio) - ¿Lo oyes? Siempre dice que lo suyo es peor que lo mío. - Los mayores son así (dije, cargada de razón) - Te lo dejo y me voy que tengo hora con el médico. A ver si me da algo más fuerte para los nervios porque lo que tomo ya no me hace nada.

En cuanto cerré la puerta, Obdulio se puso a gimotear, así que lo senté frente a la tele y llamé a la abuela. Se puso Andresito. - Hola, abuelito. Dile a tu mujer que venga...  Es que nos han devuelto al refugiado... No sé que hacer con él... Sí que llora. Y no veas como me está dejando el tapetito del sillón...Vale. que no tarde, porfa... Un besito.

Al poco sonó el concierto de pitos bajo mi balcón. La abuela y la Cotilla entraron juntas en casa. Se habían encontrado en el portal y venían planeando métodos para quitarnos de encima al viejo amante. - "Tal vez sea alérgico a algo" - Creo recordar que al antipolillas. - "¡Sí! Es cierto" - Me mandaron a  comprar, cuantas más pastillas de naftalina, mejor que mejor. - Metimos a Obdulio en una gran bolsa de plástico llena de esas pastillas. Pero no fue fácil porque no se estaba quieto. - ¡No diré nada! ¡No os haré chantaje! - La abuela quedó en suspenso - "¿Pensabas hacerlo?" - ¡Nooooooo! - "Echa todas las pastillas, Cotilla" - ¡Aaah! No puedo respirar. - "De eso se trata"

Allí no se podía estar. Abrí puertas y ventanas pero no conseguí que se fuera la peste de las dichosas pastillas. - ¡No lo aguanto) (grité) Me va a costar mucho airear la casa. Señalé el acuario para que la abuela viera a Pascualita. Estaba escondida en el barco hundido, tapándose la cabeza con la cola. Pepe, que se había vuelto a caer, miraba de nuevo al retrato de Bárcenas. Fuera de mí, me encaré con la vecina-okupa. - ¡Quite este altar AHORA MISMO! - El olor a naftalina me sacaba de quicio. No podía soportalo. Me acerqué a Obdulio que, desde hacía rato, yacía en el suelo sin dar señales de vida. Rompí el plástico y el suelo se llenó de pastillas. Corrí a por la escoba y el recogedor y las tiré a la basura.

Las tres salimos al balcón a respirar aire fresco y tomarnos unos chinchones. También sacamos el acuario ante el estupor de la Cotilla. - ¿También tienen que orearse las algas? Si por lo menos, hubiera un pescadito...

Había pasado casi una hora cuando entramos en casa. Me sobresalté al ver a Obdulio sentado en la butaca, con el mando de la tele en la mano, haciendo zaping. Me había olvidado de él. Además, lo daba por muerto. Nos miró con ojos congestionados, la cara hinchada... una pena de hombre debido a la alergia. Y con voz pastosa preguntó: ¿En qué canal sale la Esteban?

sábado, 4 de abril de 2015

Bedulio quiere una rebaja.

Andresito vino a buscar a la abuela. Tras él llegó Geooorge cargado con un gran paquete. - Te traigo el traje de nazarena que encargaste a la Casa Dior. Esta noche saldremos de procesión por los alrededores de El Funeral y podrás ponértelo. - "¿Es igual que el diseño que les mandé?" - No creo que se hayan atrevido a cambiarlo. Eres una buena clienta.

Geooorge, como buen mayordomo inglés, ni se inmutó al ver el estrafalario hábito pero yo sí. - No te dejarán salir con "eso" en ninguna cofradía, abuela. Darías el cante. - "También dan el cante los demás nazarenos con esos trajes medievales y salen todos. Lo mío es pura transgresión y modernidad ¡Anda, mira! le han puesto pestañas a los agujeros de los ojos. Me encanta" - Se lo probó y estuvo dando vueltas por la casa mientras nosotros marcábamos con las palmas el ritmo de la procesión.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ¿jopé! Estás que te sales, amiga ) (dijo la Cotilla) ¿Por qué no vamos a ver a alguno de los curas de "mis" iglesias para que tomen nota para el año que viene? A ver si se modernizan un poco. - A mi no me pareció buena idea porque pensé que la visita podría acabar como el Rosario de la Aurora. - "Si es que eres una antigua"

Llamaron a la puerta. Era Bedulio que venía en plan lastimero. - Tendríais que suavizar el acuerdo... He estado mirando lo que debe tu abuela a cuenta de las multas por mal aparcamiento y es una fortuna. No podemos pagar tanto... Tendréis que hacernos una rebaja. - ¿No lo dirás en serio? - Pues sí, lo decía muy en serio. Le invité a pasar pero no quiso, prefería hablar conmigo porque era más llevadera y dúctil. - ¿Quieres decir, más tonta? (se me estaban hinchando las narices) - No, no... Más tratable. En cambio tu abuela y la Cotillas son duras de roer. No se avendrían a ninguna rebaja. Ahora no podemos pagar esa cantidad. Somos funcionarios y los recortes del Gobierno nos han afectado mucho. Además, en el acuerdo dice que también tenemos que pagar las multas venideras, lo que quiere decir que seguirá aparcando dónde le salga de las narices... Estoy pagando una hipoteca, le paso una pensión a mi ex y apenas llego a fin de mes.

- No sabía que estabas divorciado... Estoy pensando que, tal vez, pueda hacerte una pequeña rebaja a cambio de algo. - Le brillaron los ojillos de esperanza. - ¡Lo que sea! - De un biznieto para mi abuela. - Me miró ojoplático. - No... te entiendo. -  Hazme un biznieto. - ¿Quiéres decir... un crío?... Eso equivaldría a emparentar con tu familia... Mi hijo sería de vuestra sangre... - No sería tu hijo, sino el biznieto de... - ¡NO! Ni hablar. estáis todos desquiciados y yo acabaría en el manicomio. (mientras hablaba, retrocedió hacia la puerta de la calle) - ¿Es tu última palabra? - ¡Por supuesto! - Entonces devuélvenos a tu padre. - ¡Ahora mismo!

En ese momento la abuela, vestida de Dior con caperuza y todo, se asomó a ver qué pasaba. - "Hola, Bedulio ¿Te gusta mi traje minifaldero de nazarena?" - El Municipal, asustado, corrió escaleras abajo gritando: - ¡¡¡Es el Anticristo!!!

viernes, 3 de abril de 2015

La negociación.

Obdulio sigue sin poder andar. Pasado el rato de cachondeo que tuvimos a su costa, nos empezamos a preocupar. El hombre estaba espatarrado en el sofá, ocupándolo todo. ¿Seguiría así a la hora de la siesta?... Probablemente, porque una hinchazón semejante no se deshincha en un día. Esto nos creó un problema porque ni la abuela, ni la Cotilla, ni por supuesto yo, queríamos quedarnos sin asiento a la hora de ver la novela y roncar a pierna suelta como de costumbre.

- ¿Por qué no nos lo cargamos ya? (preguntó la Cotilla, cargada de razón) - Total, si hay que hacerlo, hagámoslo cuanto antes y nos evitamos tener que jugarnos a suertes quién se queda sin asiento (fue mi razonamiento) - "Creo que será lo mejor" - Entonces vino el CÓMO.

- Nada de sangre, que se coagula y es difícil de quitar. - ¿Mi mejunje? Es efectivo. - ¿Y si vomita? No, que también tendré que quitarlo yo y me da mucho asco. - "¿Colgado de la lámpara?" - Con lo que pesa tu amigo, me destrozará el techo si cede el pladur. - "¿Haces tú la comida y dejamos que se muera de asco?" - ¡Abuela! - "Algo tenemos que hacer. Y os advierto que, pase lo que pase, yo no me quedo sin asiento." - ¡Ni yo! (saltó la Cotilla) - ¡Es mi casa! ¿No querréis que me siente en el suelo? - "Vale. Nos pedimos las butacas".

Estaban llamando a la puerta, insistentemente. Era Bedulio. - ¿Está mi padre? - Según y como. - (Vi que se ponía más nervioso de lo que estaba) - ¿Qué quieres decir? - ¿Quién es tu padre? - ¡Lo sabes de sobra! El amante de tu abuela. - ¡Chist! Es una mujer casada. - Mi padre también. - Menudo berengenal. Pasa, está en la salita.

Ver a su padre en las circunstancias en que estaba, hizo que la sangre le bajara a los pies. Quedó blanco como el papel. - ¿Qué... qué te han echo? - Me quieren matar, hijo (su voz era un lamento) Me tienen en capilla. - Bedulio no podía apartar los ojos de la entrepierna paterna. - ¿Y han empezado por "ahí"? - Me río yo de los tormentos de la Inquisición ¡son unas brujas! - No podía consentir que nos insultara, sobre todo a mi que era quién se había quedado sin abuelito. - Es cómplice de un asesinato. Lo encubrió por usar mucho "esas partes" que ahora están pagando su pecado. - "¡Jopé! niña. Pareces un talibán"

Bedulio buscó una silla donde sentarse antes de que las piernas le fallaran del todo. Los dos sillones ya estaban ocupados por las amigas. - ¿Es verdad lo que dice? - Avergonzado, Obdulio bajó la cabeza. - Sí, hijo. Pero me arrepiento. - ¡A buenas horas, mangas verdes! (grité)

Luego se produjo una negociación para tratar de salvar al reo, que duró hasta la hora de comer, que fue cuando, el Municipal claudicó y se llevó a su padre, con mucha dificultad porque el hombre era incapáz de dar un paso. - ¿Esto... se le pasará, verdad? - "Y si no, cómprale un caballo. Las piernas ya las tiene abiertas para montar." -

Mientras comíamos comentamos los términos de la negociación: Se acabaron las multas al rolls royce, por mal aparcamiento. Y las impagadas (¡todas las habidas y por haber!) las pagarían de su bolsillo Bedulio y su padre. De momento eso era todo, pero quedaba en suspenso el cierre del acuerdo por si se nos ocurrían más cosas.

Satisfechas, nos sentamos en la salita, pusimos la tele y brindamos varias veces con chinchón por la victoria, antes de caer en un sueño profundo y reparador.

miércoles, 1 de abril de 2015

Obdulio recibe su merecido.

Obdulio lleva tres días en casa... Es que no se me ocurre nada para evitar que le maten. Fue el encubridor de las asesinas de mi abuelito pero, pesar de ello, no quiero que se lo cargen aquí. Luego tendré un faenón para limpiarlo todo y estoy segura que no me ayudará nadie.

Encima, el hombre es un exigente. Dice que, como prisionero, hay que tratarle según la Convención de Ginebra que, según él, es a cuerpo de rey y pide más que Hacienda. Ha renegado de mis sopicaldos y quiere, de lo bueno lo mejor. Para mí que se está pasando siete pueblos y se aprovecha de la abuela que le da todos los caprichos. Cuando se lo recrimino dice que, total le quedan dos telediarios. Pero ya lleva seis y aquí sigue.

Esta mañana los he pillado haciéndose arrumacos tras la puerta de la cocina. - ¡Abuela! Es un prisionero. - "Ya lo sé pero, qué quieres, dónde hubo fuego aún quedan rescoldos" - Para acabar de liar la madeja, ha venido Andresito a preguntarle si estaba enfadada con él porque lleva tres días fuera y sin avisar. - "Tú sabrás" (le ha contestado y se ha quedado tan pancha) - Pues... no. Ya me duele la cabeza de pensar qué he podido hacer mal y no se me ocurre nada. - "Que poca memoria tenéis los hombres cuando os conviene" - Yo abría los ojos como platos ante la injusticia.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaa! Ya me han pagado los realquilados. - Habrá sido por agotamiento, pobres. ¿Ya no son okupas? - No. Y todo gracias a mi gurú Luis Bárcenas, al que le encendí una vela y le pedí que me ayudara a cobrar. - ¡Anda! Ahora es San Luis que estás en los altares. - Con todo lo que ha sufrido y lo que le falta por sufrir, el hombre se lo merece. Pero tu eres una descreída y luego te pasa lo que te pasa. - ¿? - Que no encuentras novio que te haga un biznieto. - ¿Se lo pido a su santo gurú? (la Cotilla se enfadó conmigo porque se me notó mucho el cachondeo)

Entonces oí gritar a Andresito - ¡¿Quién es este hombre y qué hace aquí?! - "No desvíes la conversación... Te diré, aunque no mereces que te lo diga, que es un antiguo amigo que nos ha pedido asilo político" - ¡No entiendo nada! - "Como siempre... ¿No tienes que ir a la procesión hoy? Acuérdate de pasar por la joyería y encarga el brazalete, super moderno, que hay en el escaparate si no quieres que siga de morros por tiempo indefinido"

Que gran lección de vida, me acababa de dar la abuela. De repente me sentí mal. Al pobre Andresito le mintieronb por culpa de un encubridor y pensé que había llegado el momento de darle su merecido al tipo ese. Esperé a que se fuera mi abuelito y fui a por Pascualita. En cuanto me vió saltó a mis brazos. La pobre estaba agradecida por haberla salvado de morir aplastada y espachurrada en la calle y en plena procesión. Me llegó al alma el detalle...hasta que le olí el aliento. - ¿Has bebido chinchón? Ahora entendía mejor su reacción: estaba como una cuba.

Me la llevé a la salita donde Obdulio, repantingado en el sofá, veía programa tras programa, sin dejar de comer caprichitos. Rápidamente tiré de la cintura del pantalón y dejé caer dentro a Pascualita. Al sentir la frialdad del bicho, saltó como un resorte y acto seguido gritó, corrió, lloró... hasta caer agotado por el dolor y porque casi no podía andar debido a la gran hinchazón que ya presentaban sus partes blandas.

La abuela llegó de inmediato y al ver semejante paisaje, corrió a por el móvil para inmortalizar el espectáculo. Luego dijo: "Esto lo pongo ahora mismo en el facebook a ver cuántas visitas consigo"