miércoles, 18 de marzo de 2015

La reconciliación.

Andresito ha venido a casa con un paquete bajo el brazo. - ¡Hoy comeremos ensimadas frescas! (he gritado) - La Cotilla, que está muy subceptible desde que confesó su crimen y nadie le ha echo caso, se ha enfadado. - ¿Acaso no son frescas las que traigo? Algunas llevan horas al relente, más frescas no pueden ser.

La abuela entró en la cocina como una aparición: con los pelos revueltos, y una bata de buatine de cuando los Beatles aún iban a la escuela. - "¿Qué vienes a hacer aquí?" - Enseñarte el traje que me han echo para ir contigo a la procesión. - "¿De saco?" - No. De payés. - "¿No irás de nazareno?" - Así he ido toda mi vida pero, como no quiero estar un día más sin ti, consiento en ir de payés. - "¡Que perra te ha dado con el payés! A la procesión, o se va de nazareno, o de costalero, o de romano" - A mi me extrañaba pero como tu dijiste que irías de payesa... - "¿Yoooooooooooooo?"

Abrió el paquete y allí estaba un precioso traje... de payés. - "Ay, Cotilla, que mi marido se ha vuelto tonto de remate" - ¿Qué le pasaba a Andresito? Tiene muchos años pero la cabeza clara como la de un chaval.

La abuela tocó la tela. - "Esto te habrá costado un potosí... Devuélvelo" - No te preocupes. Me lo han regalado. - "¿Quién? Si ha sido Conchi, me va a oír" - Uno que trabaja en Cáritas y está deseando que le haga un contrato de trabajo.

Los ojos de la abuela hacían chirivitas. Allí se mascaba la tragedia y yo no quería que me pillara en medio. Así que corrí a por Pascualita, la metí en el termo de los chinos y me dispuse a salir a toda prisa de mi casa. Pero no fui lo suficientemente rápida: - "¿Te estás quedando conmigo, Andresito? Mira que me divorcio de ti por la vía rápida. No sería la primera vez ¡Cotilla, prepara un mejunje de los tuyos!" - ¿No sería mejor llevarlo al Manicomio? (intercedí) - "¡Del manicomio se sale!" (sentenció) - Bueno, qué ¿lo preparo o no? (preguntó la vecina)

Entonces llamaron a la puerta. - ¡Abran a la policía! - ¡Por fin vienen a por mi! (gritó, entusiasmada la Cotilla) Se la llevaron esposada entre exclamaciones de alegría por su parte. Yo la entendía. Pensaba que así se libraba para siempre del alma de mi primer abuelito.

Andresito rodeó la cintura de su mujer, la atrajo hacia él y le dio un beso de los que hacen época y sin que se trabasen con las dentaduras postizas. Le explicó que todo había sido una broma para hacerla rabiar y congraciarse con ella. - Soy muy felíz porque sé que me quiere. - Pero... si te ha querido matar, abuelito. - Brindemos por ello. - ¿? -  No le soy indiferente. - "¡Saca el chinchón, niña! Y aprende"

A sola con Pascualita, le dije: - No se qué quiere que aprenda de éste episodio... ¿Tienes alguna idea? - Por toda respuesta, la sirena dió un saltó mortal y entró en el acuario, en bomba dejando el suelo perdido de agua.


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