viernes, 20 de febrero de 2015

La Cotilla quiere matarme y no sabe cómo. Así solo tendría que ventilarse al  Médico y la Torre del Paseo Maritimo pasaría a ser suya en el testamento de mis abuelitos. ¿Qué otra cosa puede pretender cuando golpea la puerta de casa como si fuera Atila y su ejército que vienen a invadirme, a las cinco de la madrugada. ¡Qué susto me ha dado la jodía!

Corrí abrir antes de que tirara la puerta abajo, que no están los tiempos para gastos. Y me encontré a la Cotilla, con cara de cabreo, con velones de todos los anchos y largos entre los brazos. - ¡Ya era hora! Mira cómo estoy, cargada como una mula! - ¿No será por mi culpa?

Pasó ante mi como una centella, camino de la salita. Antes de llegar yo oí el ruído que hace una mesa cuando la arrastran. Había movido la camilla hasta colocarla junto a una de las paredes. Su preferida a la hora de montar altares a mafiosos. - ¡Oiga! Ni se le ocurra poner un chiringuito de los suyos. -  Tengo que hacerlo, en desagravio de todas las perrerías que le han echo a Luis Bárcenas, mi héroe. - Siguió hablando mientras colocaba las velas en derredor de la foto de su gurú. Cuando las encendió, en la salita se hizo de día. - Lo acusaban de mentiroso y ahora todos le creen. Incluso le dan vacaciones para que vaya a esquiar ¡a su chaletarro de las montañas! - Respire, mujer, que se va a ahogar. Si tiene que morir, hágalo en su casa. - ¡¿Y los sobres?! - ¿Para qué los quiere? (me sorprendí) - Todos iban a nombre de su destinatario ¡y no les hacían ascos! ¡Pues también será verdad! Ya lo verás. ¿Cómo no voy a ponerle velas, si es un santo que repartía el dinero entre sus amigos?

Estaba fuera de sí. - Pero el dinero no era suyo, Cotilla. - ¡Claro que no lo era, boba de Coria! Si no llego a fin de mes. (Ya se estaba subiendo a la parra). - Quiero decir que no era de Bárcenas, sino nuestro. - ¿Nuestro?... ¿De tú abuela, quieres decir? - De todos los españoles... - ¡No digas tonterías!

La dejé sola con su perorata y me hice un colacao - ¡Cotilla! ¿Ha traído ensaimadas? (le grité) - ... y Dios aprieta pero no ahoga (hablaba con Luís) porque se ha perdido el sumario del borrador de tus ordenadores... A veces ocurren milagros y tú, gurú mío, te los mereces...

Saqué galletas y coloqué a Pascualita sobre la mesa, junto a un plato con colacao. Hacía tiempo que la sirena y yo no desayunábamos juntas, por eso me cogió desprevenida cuando se tiró en plancha y me puso perdida. Mientras me limpiaba entró la abuela. - "¡Te pillé! Imagínate que hubiése sido la Cotilla quien entra y hubiera descubierto a la sirena, majadera... ¿Qué, cómo fue con el bombero?" - ¿Qué bombero. - "¿No hubo nada de nada?" - No vino... - "¡Qué cruz tengo contigo! Si Roma no viene a ti, tu vas a Roma." - ¿A ver al Papa? - "¡¡¡A ver a Rita la Cantaora!!! ¡Al Parque de Bomberos, alma de cántaro!" - Pascualita lanzó al aire un chorrito de colacao que no dio a nadie, e hizo el signo de OK. Eso me descolocó un poco... Ok ¿a qué? ... Ni siquiera un buen trago de chinchón me ayudó a entender... ¿Acaso se puede entender a una sirena?...¡hip!...


No hay comentarios:

Publicar un comentario