jueves, 26 de febrero de 2015

El vestido de payesa.

La abuela y la Cotilla se han citado en mi casa. Mira que hay sitios en Palma dónde ir, pues no, tiene que ser en mi casa, tanto si me gusta como si no. - Por lo menos traed la comida - les he dicho y me han llamado egoísta. Encima.

Han llegado justo para sentarse a la mesa. Como las había amenazado con hacer sopas de ajo aguadas y croquetas de bacalao sin desalar, han traído pollos al ast. Mientras comíamos se ha desvelado el secreto: la abuela necesita un traje de payesa para bailar boleros. Lo hará delante de los Pinochos, acompañando a lo más florido de nuestra Sociedad. Esas personas tienen trajes de payesa para dar y tomar. Muchos son herencias de abuelas y bisabuelas. Otros son nuevos, cosidos por modistos de firma pero ella no tiene y eso no la deja dormir.

- "¿Puedes conseguirme uno, Cotilla? - ¡Pero, abuela. con el dinero que tienes, ¿vas a llevar un pingajo recogido de la basura?- "Solo lo quiero para dos horas... " - Pues te compras uno. - "No me da la gana gastarme un dineral para tan poco tiempo" - Lo tendrás para la próxima ocasión. - ¡Que no! - "¡Que sí!" - No te preocupes (le dijo la Cotilla) que te buscaré algo... Por cierto, mirad que jarroncito más mono he encontrado hoy. Le pondré flores a Luis Bárcenas y estará contento. - Cotilla, no me saque de mis casillas... - ¡Huy! que fina. Casillas jajajajajaja 

Después del café y la siesta, la abuela se puso muy seria. - "Tu abuelo ya tendría que estar aquí... Me la está pegando con otra" - La miré, sorprendida. - El abuelito te adora ¿Cómo puedes decir eso? - "Ultimamente me habla mucho de una tiparraca que fue su novia de juventud" - Debe estar decrépita. - "Decrépita o no, como le toque un pelo a mi Andresito, la arrastro del moño" - Compórtate que ahora eres rica.

Media hora más tarde escuchamos el concierto de pitos. - Ahí está el abuelito, mujer. - "¡Ni mujer ni leches! Me va a oir" - Pero Andresito, que conoce el paño, no la dejó hablar y le puso un paquete en las manos. - "¿Qué es esto?" - Abrelo... ¿Te gusta? - Era un maravilloso vestido de Señora mallorquina de color dorado, con botonadura de oro y esmeraldas. Como un sabueso, la abuela lo olió. - "No es nuevo" - Me lo han prestado para ti. - ¿Quién? - Mi amiga Catalineta. Ha sido muy... amable ¿Qué haces? - El vestido y los complementos se estrellaron en el rostro de Andresito. - "¡Dile a esa lagarta que se lo meta dónde le quepa!"

El ambiente era tan tenso que podía cortarse con un cuchillo. El abuelito estaba muy enfadado. Le había pedido varias veces a la abuela que recogiera el vestido del suelo pero no lo hizo... hasta que, después de cuchichear con la Cotilla y echarse unas risitas, lo cogió. Todos soltamos un suspiro de alivio. - "Está bien. Me lo llevaré y lo arreglaré" - ¿Por qué? (se atrevió a preguntar Andresito) - "¿No vas a comparar mi cuerpo con el suyo?" - ¡Ni por asomo!

Por fin se fueron. Y cuando pasó a mi lado, la abuela me susurró: - "Con la ropa que sobre le haré un vestido de Payesa a Pascualita" - ¿Cómo que sobre?... ¿Y si no sobra? - "Sobrará. Está segura que sobrará"

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