martes, 17 de febrero de 2015

Andresito a venido a verme y me ha traído un regalo. - "Es de parte de tu abuela y mío. Ella no vendrá hoy porque dice que, cuando te mira le da la risa floja" - Muy amable por su parte (¡bruja!) - No se lo tengas en cuenta, mujer. Ya sabes que, cuando se pone nerviosa, le pasa eso - (¡Primera noticia que tengo!) y verte en el estado en que estás, con la cara hinchada y llena de moratones, le produciría tal ataque de risa que tendríamos que ingresarla ¿Lo comprendes, verdad, nena? - Sí, abuelito (¡La madre que os parió!)

El regalo ha sido un libro: "Vida de Santos" y lleva estampitas coloreadas de los martírios de aquellos hombres y mujeres que, a base de tormentos atroces (¡válgame Dios!) lograron la santidad (¡Ya ves tu que panorama!)

Tengo los ojos tan hinchados que parezco china. Son como dos pelotas de tenis, negras, con unas finas ranuras por las que apenas distingo algo ¡Dichosa sirena! Acabaré haciendo una sopa de pescado con ella.

A poco de irse el abuelito, llegó la Cotilla - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¡¿Un libro?! ¿Cómo se te ocurre leer estando cegata perdida? - Es un regalo de mis abuelos -  De tu abuela, dirás porque tiene toda la pinta ¡Que jodía es! - Mientras lo ojeaba no paraba de reir. - ¿Qué pasa? - Todos los santo ¡miran arriba! jajajajajaja - Le arranqué el libro de las manos y lo tiré lejos... sin saber donde apuntaba. Salió volando por la ventana abierta.

La Cotilla corrió escaleras abajo para recuperarlo. Subió jadeando - ¿Estás tonta? ¿No sabes que no llego a fin de mes? - A lo sumo le darán dos euros por el (yo estaba muy enfadada) -

La Cotilla se sirvió dos copas de chinchón por la carrera que se había dado - No lo venderé. Le sacaré más mostrando la cara de tonta que ponías en el desfile de Carnaval mientras ibas dándote porrazos. - ¡Ni se le ocurra! - No puedes prohibirme que me saque un sobresueldo. - ¡La denunciaré a Hacienda por no declarar sus ingresos extras! - ¡Hazlo y montaré otro altar en tu salita, con la foto de mi maestro Luis Bárdenas y otra mía ¡Será un honor para mi! - ¡Por encima de mi cadáver! - ¡Tu lo has querido! Voy a por un cuchillo.

Se me heló la sangre en las venas. Yo estaba en inferioridad física y la Cotilla ya iba por la quinta copa de chinchón... Entonces oí el conocido grito desgarrador tras un ataque de Pascualita. La Cotilla corría, saltaba y aullaba mientras lloraba a mares. La sirena le había dado de lleno en los ojos con un chorrito de agua envenenada. Y todo porque la vecina la despertó con sus gritos mientras dormía plácidamente bajo las algas y no hay humano que se vaya de rositas si eso ocurre.

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