sábado, 31 de enero de 2015

- "Nena ¿te has enterado del choque de esta mañana?" - ¿Qué mañana si aún es de noche? - "¿Ah, sí? pues si que tarda en salir el sol". - Sale cuando tiene que salir. La que llama cuando no debes, eres tú. - "Entonces... ¿ayer por la mañana? El caso es que hubo un accidente múltiple a causa de una araña" -  ¡Ostras! ¿Se ha muerto Andresito? - "Todavía es el dueño de la Torre del Paseo Marítimo, si es lo que te preocupa. Podrías tener la decencia de preguntar cómo está " - Tienes razón, abuela. Perdóname.¿Cómo está la araña?

- "¡Que puñetas me importa a mi la araña! ¿Y por qué haces preguntas sobre Andresito? No tenemos nada que ver con el accidente. Ni siquiera estábamos allí - Entonces ¿a qué viene llamarme a éstas horas? - "Porque es una noticia graciosa... impactante... ¡Chocar por culpa de una araña jajajajajaja"! - No le veo la gracia. A ti quisiera verte siendo vapuleada por una histérica... - - "Pero ¿de parte de quién estás tú, alma de cántaro?"

Más tarde, desayunando con Pascualita y Pepe, les comenté la llamada de la abuela - No sabéis la bronca que me ha echado de buena mañana. Es una intransigente. Si opinas distinto que ella, te ataca. Lo que ella dice va a misa, ya lo sabéis... Pienso que la araña debería tener un abogado defensor y no quedar sola y abandonada... ¿No os da pena, la pobre? (pregunté mientras me llevaba un trozo de ensaimada, mojada en cola cao, a la boca)

Pepe hizo como siempre: pasar de todo. Ya me estoy cansando de su modo de ser. Me gustaría oír sus opiniones. Debería saber que, el día menos pensado, tendrá que tomar una determinación. ¡mojarse! no se puede estar siempre en el Limbo. Es muy cómoda su postura. Se hace el interesante con eso de ser la única cabeza cortada y reducida de la familia... ¡Hombres!

Con Pascualita no tuve mejor suerte. Efectivamente, la sirena se hizo la loca... ¿¡Quizá no le gusten las arañas!? - Me acerqué a ella para proseguir la charla de tú a tú y lo que hizo fue dar un salto mortal con triple tirabuzón y entrar límpiamente  en el agua del acuario. El salto era perfecto pero, en un segundo, lo estropeó dándo un fuerte coletazo en la superficie y salpicando todo el comedor.

Se que soy una incomprendida y debo asumirlo. Me arrellano en el sofá de la salita, y me entono con unas copitas de chinchón mientras, en la tele, veo el gentío que ha convocado Podemos en la Puerta del Sol de Madrid. Pascualita me mira fijamente, desde el borde del acuario pero no pienso darle ni una gota de licor. Y traslado mi pensamiento hacia la arañita, provocadora inconsciente, del accidente de tráfico de ayer.

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