viernes, 2 de enero de 2015

Gracias a Dios que estamos de vuelta, sanas y salvas. Y mira que nos lo pusieron difícil los ingleses... Habrá sido cosa de Geoooorge que hablaría con alguien influyente para que lo pusiera todo patas arriba... Si quería impresionarnos, lo consiguió. Todo estaba al revés.

Cruzar una calle era ir directa al suicidio. El mayordomo se llevó más de una bronca por eso, sobre todo de la abuela que se había puesto muy fina. Practicó mucho para que se le notara que era rica y saber comportarse delante de la Reina cuando tomaran un te juntas. - "Unitetillo, diríjete a quién corresponda, para que ordene enderezar el entuerto" - ¿Madame?... Mi no entender "entuertou" - "Quiero decir que vuelvan a ponerlo todo al derecho. Ya hemos comprobado que tienes gran influencia con el Ayuntamiento" - Madame, todo estar bien en Inglaterra... Ser resto del mundo quién ir al revés. - "Echame el aliento que te gusta más el brandy que a un tonto un lápiz"

Más tarde nos enteramos que ésta gente es así. Lo hacen todo al revés. Por eso, antes de cruzar un street rezábamos un padrenuestro y cuatro avemarias... y al llegar a la otra acera volvíamos a rezar dando las gracias por estar vivas.

Geooorge nos recomendó ir al Albert Doc. La abuela se puso de punta en blanco. Llena de plumas, lentejuelas, zapatos de afilado y alto tacón y todas la joyas que había traído para la visita a la Reina. Cuando el inglés la vio, sonrió y supe que algo no iba bien. - Creo que te has engalanado en exceso, abuela. - "Qué sabrás tu de las cosas del protocolo" - Es que Geoooorge se ha reído. - "Está contento de estar en su tierra" - Yo que tú, le preguntaría a qué viene la guasa. - "Déjame en paz que voy a tomar el te con el Duque Alberto" - ¿Quién es ese?

La abuela llevaba un postizo en el pelo, tipo tupé, para sujetar el prendedor donde iba Pascualita para que pudiese enterarse de todo y aprender protocolo palaciego para que, cuando volviera a su hábitat, lo pusiera en práctica.

Al Albert Doc fuimos en un rolls royce que alquilamos ante el peligro que suponía andar por las calles. Geoooorge, como buen inglés, no tuvo ningún problema conduciendo al revés, salvo los gritos, manotazos, tirones de pelo que le dábamos cada vez que pensábamos que íbamos a chocar. - "¿Dónde está el Palacio Ducal, Unitetillo?" preguntó la abuela cuando aparcamos, pero entonces vió un velero atracado junto a un muelle - "¡Que ilusión! Nos recibirá en su barco" - El inglés empezó a negar con la cabeza... luego dijo: ¡No, no...! Pero como no le hicimos caso, se encogió de hombros y nos siguió.

El olor y la visión del mar hicieron que Pascualita perdiera la compostura y se lió a tirones con el tupé para zafarse del prendedor y zambullirse en el agua. La abuela se enfadó porque le había echado a perder el peinado y ahora parecía una loca de atar. Finalmente, la sirena se salió con la suya y se tiró al agua... y yo tras ella. Pero no me tiré. Me tiró la abuela: "¡Cogela. Va hacia ese Submarino Amarillooooo"

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