miércoles, 7 de enero de 2015

De vuelta en casa sin contratiempos pero sin la camiseta de los Beatles ni los imanes de nevera. La abuela se la tiene jurada al fantasma inglés. Está segurísima que él fue el ladrón que arrambló con todo... No he dicho nada por no malmeter pero, estando la Cotilla con nosotros... y sabiendo lo larga que tiene las manos... y lo que es capaz de hacer por ganarse unos euros para llegar a fin de mes... En fin, que no digo nada pero lo digo todo... Vamos, que a buen entendedor, pocas palabras bastan.

Le he pedido un acuario a los Reyes Magos para Pascualita. Quiero que sea su casa definitiva porque, con tanto cambio, ya no sé dónde está. Sé que tendré que dar muchas explicaciones pero, con colgarme un papel en el pecho diciendo que estoy afónica perdida, no preguntarán nada cuando vean el acuario sin peces.

La Cotilla ni siquiera a subido la maleta a su casa. La ha dejado en el antiguo cuarto de la abuela sin que yo me diera cuenta y se ha ido deprisa "a trabajar" según ha dicho antes de cerrar la puerta de la calle. Y yo me he sentado en la salita a saborear una copita de chinchón. Entonces la Cotilla ha vuelto a entrar, ha venido directa hasta la botella, se ha tomado tres copas en un santiamén y ha salido como alma que lleva el diablo. Cada vez estoy más convencida de que tiene un radar en el cerebro.

Ha regresado cuando iba a calentar la sopa de tetrabrik. - Hoy comeremos unas gambas hervidas - ¿Le ha tocado la lotería? - Mejor. El Gobiernos de los Pinochos, me ha subido el sueldo. - Que suerte tienen algunas (no pude evitar que la envidia se notara en mi voz) ¿Cuánto ha sido? - Dos euros y pico... del pico tengo que informarme. - Es usted una imprudente y una manirrota. Se gasta el dinero en una caja de gambas hervidas sin saber el total exacto de la subida de su pensión. - Para el carro, guapa, que me han salido gratis. - ¿Son del contenedor del súper?... ¿A éstas horas? - La caja debe haberse quedado entre los pliegues de la bolsa de basura. Yo tampoco me lo explico? - A ver si van a estar malas. - Las olimos detenidamente pero no notamos olor a putrefacción y a la hora de comer, nos pusimos las botas. Solo dejé algunas gambas apartadas para Pascualita y mientras la Cotilla roncaba, espatarrada, en la butaca de la salita después del café y las copas, se las di a la sirena que subió rauda hasta el borde del acuario.

Lo que hizo me extrañó porque nunca la he visto hacerle ascos a la comida. Cogió una gamba y... me la tiró a la cara, seguida de un chorrito de agua envenenada que, afortunadamente, solo me rozó una oreja. Luego se zambulló dando tres saltos mortales en el aire y cayendo en bomba dejando el suelo del comedor, chorreando de agua salada...

La Cotilla y yo ocupamos camas vecinas en la habitación del hospital de la Seguridad Social donde nos trajo la ambulancia cuando Geoooorge vino a casa a traer una maleta que me había olvidado en el coche y nos encontró, moribundas, entre vómitos... No le he dicho nada a la Cotilla para que no se espante pero... desde el cristal de la ventana me está mirando el puñetero fantasma inglés, con la camiseta de los Beatles puesta y una pegatina en la frente que dice: I love Magalluf.

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