domingo, 4 de enero de 2015

A Pascualita le hemos habilitado una pecera grande y cómoda: una de las bañeras de la casa. Para ello, Geooorge y yo, hemos echo viajes hasta la desembocadura del río, a unos cuantos kilómetros de Liverpool, para traer garrafas llenas de agua de mar. Lo peor ha sido aguantar las preguntas insidiosa del mayordomo: - ¿Para qué ser water? - Para que se lave mi abuela. - ¿Con water de mar? (dijo, sorprendido) - Yes.¿Pasa algo? - Ser rarou. - Añora Mallorca. - ¿Allí lavar con water de mar? Yo no ver nunca. - Calla y conduce, Unitetillo ¡que nos la pegamos!

El inglés se moría de curiosidad así que la abuela tuvo que prohibirle la entrada al el cuarto de baño elegido para la sirena. - "Sabes lo que le ocurrió a la princesa curiosa a la que le prohibieron abrir la única puerta cerrada del castillo ¿verdad?" - Yes... (parecía preocupado) cortar cuellou... - "Pues aplicate el cuento" - Yes... madame.

- "Me preocupa Pascualita" - Creo que no le gusta el fantasma de la ventana. "A mí tampoco" - La Cotilla se paseaba por casa rezando rosario tras rosario. - ¿No me diga que tiene miedo? - El fantasma de tu abuelito, aunque es agresivo, es de la familia pero este... ¿Salimos a dar una vuelta?

Llegamos hasta la enorme Catedral gótica, protestante por supuesto. Bellísima y bien aprovechada. Rodeada de un gran terreno frondoso lleno de sepulturas que no ayudaron en nada a animar a la Cotilla. - ¡Vámonos! - Pero no le hicimos caso y entramos a la Catedral. Para nuestro asombro, allí dentro había una cafetería . La abuela pidió chinchón para las tres pero tuvimos que contentarnos con whisky. Tomarnos varios para entrar en calor. Luego dimos un paseo para admirar la grandiosidad del lugar. Un enorme sarcófago negro, con una figura yacente vestida de soldado, llamó nuestra atención.

Un sacerdote, haciéndose entender por señas, nos dijo que apoyando la cara en los pilares del arco del techo de la capilla, se oían perfectamente las voces sin que para ello, hubiera que alzarlas. - "Cotilla, ponte de cara a la pared y dime ¡hola! flojito (dijo la abuela)" - Luego (asombrada por lo bien que lo escuchó)  hizo lo mismo y a la espalda de la Cotilla resonó, fuerte, el ¡hola! de la abuela. La vecina dió un grito y corrió hacia la salida a una velocidad increíble para su edad. - ¡Vámonos de aquí, vámonos de aquíii!

Cuando llegamos a casa, Geooorge estaba tomando un té en la cocina y el fantasma de la ventana había desaparecido. La Cotilla suspiró aliviada. Más tarde la abuela y yo subimos a ver a Pascualita y la encontramos enroscada al grifo de la bañera y mirando fíjamente al espejo del lavabo. Nos volvimos y ¡allí estaba la cara del cristal! Salimos despavoridas, con la sirena en mi escote y nos metimos de cabeza en la cama... Por lo visto, aplasté un poco a la "señorita" Pascualita porque me dio tal mordisco en un pecho que ahora voy descompensada.

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