sábado, 31 de enero de 2015

- "Nena ¿te has enterado del choque de esta mañana?" - ¿Qué mañana si aún es de noche? - "¿Ah, sí? pues si que tarda en salir el sol". - Sale cuando tiene que salir. La que llama cuando no debes, eres tú. - "Entonces... ¿ayer por la mañana? El caso es que hubo un accidente múltiple a causa de una araña" -  ¡Ostras! ¿Se ha muerto Andresito? - "Todavía es el dueño de la Torre del Paseo Marítimo, si es lo que te preocupa. Podrías tener la decencia de preguntar cómo está " - Tienes razón, abuela. Perdóname.¿Cómo está la araña?

- "¡Que puñetas me importa a mi la araña! ¿Y por qué haces preguntas sobre Andresito? No tenemos nada que ver con el accidente. Ni siquiera estábamos allí - Entonces ¿a qué viene llamarme a éstas horas? - "Porque es una noticia graciosa... impactante... ¡Chocar por culpa de una araña jajajajajaja"! - No le veo la gracia. A ti quisiera verte siendo vapuleada por una histérica... - - "Pero ¿de parte de quién estás tú, alma de cántaro?"

Más tarde, desayunando con Pascualita y Pepe, les comenté la llamada de la abuela - No sabéis la bronca que me ha echado de buena mañana. Es una intransigente. Si opinas distinto que ella, te ataca. Lo que ella dice va a misa, ya lo sabéis... Pienso que la araña debería tener un abogado defensor y no quedar sola y abandonada... ¿No os da pena, la pobre? (pregunté mientras me llevaba un trozo de ensaimada, mojada en cola cao, a la boca)

Pepe hizo como siempre: pasar de todo. Ya me estoy cansando de su modo de ser. Me gustaría oír sus opiniones. Debería saber que, el día menos pensado, tendrá que tomar una determinación. ¡mojarse! no se puede estar siempre en el Limbo. Es muy cómoda su postura. Se hace el interesante con eso de ser la única cabeza cortada y reducida de la familia... ¡Hombres!

Con Pascualita no tuve mejor suerte. Efectivamente, la sirena se hizo la loca... ¿¡Quizá no le gusten las arañas!? - Me acerqué a ella para proseguir la charla de tú a tú y lo que hizo fue dar un salto mortal con triple tirabuzón y entrar límpiamente  en el agua del acuario. El salto era perfecto pero, en un segundo, lo estropeó dándo un fuerte coletazo en la superficie y salpicando todo el comedor.

Se que soy una incomprendida y debo asumirlo. Me arrellano en el sofá de la salita, y me entono con unas copitas de chinchón mientras, en la tele, veo el gentío que ha convocado Podemos en la Puerta del Sol de Madrid. Pascualita me mira fijamente, desde el borde del acuario pero no pienso darle ni una gota de licor. Y traslado mi pensamiento hacia la arañita, provocadora inconsciente, del accidente de tráfico de ayer.

viernes, 30 de enero de 2015

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! Me encantan los días ventosos porque siempre se encuentran cosas curiosas por la calle,.  como esta peluca que ha venido volando y se me ha estampado en la cara. - Vaya suerte. A mi no me pasan éstas cosas. - Eso es porque no tienes que pasar pena para llegar a fin de mes y no te fijas. - Si me diese en la cara, me fijaría...

Estábamos en el comedor mientras la Cotilla me hablaba de sus "ayazgos" - También he encontrado este reloj... Parece de oro ¿verdad? - ¿Esto también ha venido volando? - ¡Huy, tu no sabes el vendaval que hay en la calle!... Esta chaqueta de ¿garras de visón, no? también ha...  - No me lo diga ¡ha venido volando! - Oye, noto un tonillo en la voz que no me gusta nada ¿Dudas de mí? - ¡Que vaaaa! ¿qué hará con todo esto? - ¡Venderlo! y comprarme una lupa. El año pasado no pude hacerlo. No me llegó el aumento de la paga para ese gasto. - Es usted una manirota... Déjese de lupas y convídeme a una buena paella.

En vez de eso, me invitó a unas copas de chinchón... del mío. ¡Que cara tiene! La peluca quedó olvidada sobre la mesa del comedor, muy cerca del acuario y cuando, una hora después la Cotilla se despidió, ya no parecía la misma. - ¡¿Qué le ha pasado?! Parece un estropajo... ¿Has sido tú, envidiosa? - ¿Yooooooo? pero si hemos estado juntas en todo momento. - Va a ser cosa del puñetero fantasma de tú abuelito. - Podría ser. Sí.

La Cotilla salió de estampida de mi casa, dejándose el "estropajo" en la mesa. Y allí se quedó hasta que, por la tarde llegó la abuela, que sigue enfadada conmigo por haberme ido de la lengua y reírme por lo bajini cuando la veo. Sé que ya va siendo hora de pasar página pero no lo puedo remediar. Y a Geooooorge le pasa igual. Claro que para él es peor porque Andresito no sabe nada y en cuanto lo ve reir y lagrimear se pone tenso porque piensa que se está riendo de él, que es quién le paga.

- "¿Qué es esto que tienes aquí?" - Una peluca que ha encontrado la Cotilla. Se la llevaba el viento... ¿te gusta? - "Humm... No me disgusta... Tengo una de este mismo color pero el peinado es más clásico..." - Si la quieres, quédatela (tenía que hacer algo para reconciliarme con ella) - "¿De verdad? ¿No dices que es de la Cotilla? - ERA - "¿Seguro?... Voy a probármela.

Se llevó la peluca al cuarto de baño y cinco minutos después, la oí gritar como si la estuvieran matando - ¡¿Qué pasa, abuela?! - "¡¡¡SOCORROOOOOOOOO!!!" - Entonces caí en la cuenta de que, quizás Pascualita estaba escondida en la peluca. Corrí al baño - "¡Quítamelaaaa! tiene vida propia ¡Me muerdeeeeee! ¡Me arranca el pelooooooo!" - Yo tenía que disimular o me vería desposeída de la Torre del Paseo Marítimo para siempre jamás.

- ¡Que suerte abuela! Es una peluca inteligente. Aún no la han sacado al mercado, así que tienes en la cabeza un prototipo experimental... - "¿Ah, sí...?" (dijo, sin dejar de de llorar) - No tendrás que volver a la peluquería porque se peina sola... aunque, tal vez, aún tiene fallos. - ¿Quiéres decir que soy la única que tiene una?" - Sí, abuela. Eres una privilegiada. -   Aproveché que sé secaba los ojos para darle un tirón y arrancar a Pascualita. Después la metí en el acuario y en cuanto vio a la abuela tomándose una copa de chinchón, se sentó en el borde haciendo el signo de OK con los dedos. A la abuela se le cayó la baba, como siempre y la invitó a unos sorbitos.

jueves, 29 de enero de 2015

Tengo prohibido hablar del episodio de mi malogrado tío. Ya podéis imaginar por quién. Lo malo es que la abuela no se fía de mi y a todas horas me llama por teléfono o se presenta en casa cuando menos me lo espero... Y no puedo evitar que se me salten las lágrimas de aguantarme la risa, cuando tengo delante.

- "¡¿Lo sabe la Cotilla?!" - Te he dicho mil veces que no... No me das opción a hacerlo jijijiji ¡Huy, perdón! - Es verdad. La Cotilla aparece poco por casa. Aún debe estar celebrando el aumento de su Pensión, poniéndose morada de champan francés y caviar. De todas maneras no creo que tarde mucho en venir, en cuanto se le acabe el euro y algunos céntimos del aumento. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa!... ¿Estás dormida? Vamos a merendar que traigo magdalenas del contenedor del super. - ¿Qué ho... zzzzzzz... ra es? - La de levantarse, gandula - ¿Ya han puesto las zzzzzzzzzz calles?

No las habían puesto. Eran las cuatro y media de la madrugada pero ésta mujer, con sus trapicheos, tiene la hora cambiada a su antojo. - Ves a hacer café ¿no querrás que lo ponga todo yo? - ¿También ha traído un paquete de café? - Claro que no. Si encuentro alguno, lo vendo, alma de cántaro.

Yo estaba tan dormida que me pilló con la guardia baja. - Vi a Geoooorge y cuando le pregunté por tu abuela le dio la risa floja... ¿Tú sabes por qué? - Sí... - ¡Cuenta! - Creo que no... debo decírselo. - Come otra magdalena, que no está muy dura... ¿Qué ha pasado? - La abuela iba a tener un tío... Creo que me estoy pasando... - ¡Lo estás haciendo muy bien! ¿Un tío para ponerle los cuernos a Andresito? - A él no. A mí. - ¡Espabila, que no te entiendo! - Para que se quedara con la Torre del Paseo Marítimo cuando ellos estén colgados de la pared de los Finados, de El Funeral.

- ¡Vaya! Esto es grave... Pensé que me la dejaría a mi... ¿Y quién es ese tío? - Ni es, ni ha sido. Se esfumó. ´¿Otro... otro fantasma? - Ni siquiera eso. La monja de clausura sí que tuvo un bebé pero el de la abuela se convirtió en aire... contaminado... jijijijjijiji - ¿Estaba embarazada?... pero ¿no puede ser, no? - No, Cotilla (las lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas) - ¿Estás triste? - ¿Yooooo? jajajajajajaja ¿por un aire que se negaba a salir? jajajajajaja - La Cotilla me miró entrecerrando los ojos. Su cerebro hacía cábalas a la velocidad del rayo y entonces, como un río desbordado, lloró mientras reíamos a carcajadas - ¡Trae el chinchón, niña!

A mediodía, mientras yo comía en la cocina con Pascualita y Pepe (es un decir) entró la abuela echa un basilisco - "¡Se lo has contado!" - Negué con la cabeza. - "¡La Cotilla lo sabe y a éstas horas debe saberlo toda Palma!" - Me... sonsacó... Pero no creo que lo sepa nadie más... - "Entonces ¿por qué se rie la gente cuando me ve?" - ¿Por que les han aumentado la Pensión?... - "¡La madre que te parió!"

miércoles, 28 de enero de 2015

La abuela me ha llamado, preocupada - "He pasado mala noche. No me podía dormir y he dado más vueltas que un molino... Estoy asustada, nena" - ¿Por una noche de insomnio? - "Creo que la cosa es más grave..." - ¿Te duele algo? - "Sí... " - ¿Has tenido un empacho? Te tengo dicho que no abuses de la cena. - "No abusé... Comí las sobras que había en la nevera antes de que se estropearan:  dos cucharaditas de fabada; un trocito de tortilla de patata; tres costillitas de cordero..., un bocadillo con dos anchoas. Y de postre comí queso con olivas trencades y una guindilla. Ya ves, poca cosa... Ahora voy a tu casa" - ¿Para qué? Si ya me lo has contado todo. - Pero solo oí el tú-tú-tú del teléfono.

Poco rato después se formó el ya clásico concierto de bocinas debajo de casa. La abuela tenía mala cara - ¿Te estás muriendo? - "Vas a tener un tío" - Ya estás otra vez con la murga del biznieto. Ya me buscaré yo el tío. - "No van por ahí los tiros. Va a llegar antes el tío que el biznieto" - Así es como ocurren las cosas. - "Estoy embarazada y tu tío quiere nacer" - Lo que tienes es, o un empacho o un embarazo psicológico como un piano. - "¡Lo que tengo son los dolores del parto! Vamos a urgencias"

No quiso escucharme cuando le dije que se iban a reir de nosotras. Que saldriamos en los periódicos junto a las noticias del pequeño Nicolás... pero no quiso escucharme y Geooooorge acabó llevándonos a urgencias. Una vez allí, me negué a acompañarla más allá de la sala de espera - "Que sepas que la Torre del Paseo Marítimo será para tu tio" - No tuve más remedio que ir con ella a ver a la comadrona.

Menos mal que se lo tomaron bien, ella y las tres enfermeras a las que llamó. - ¿Y cuántos años dice usted que tiene jijijijiji? - "Sé que parece extraño pero, mi caso, es como el de esa monja de clausura que pensando que solo tenía un fuerte dolor de barriga, parió un crío. A mí me está pasando lo mismo... con el agravante de que yo, ni soy monja ni estoy enclaustrada... ¿Sabe usted si van a ser gemelos?" - Es muy probable jijijijijijiji... Convendría llamar a su marido... si es que tiene. - "¿Insinúa que tengo un amante?. Está equivocada, tengo varios" - ¿Y de quién es el niño? - "De nadie. Es un milagro, como el de la monja." - ¡Y que lo diga jjijijiijijijijiji!

Cuando salimos del hospital, Geoooooorge y yo teníamos que contenernos para no reír, en cambio la abuela estaba más enfadada que un mono. "El niño" resultó ser un AIRE revoltoso que no dejó de dar la lata hasta que fue expulsado, apestosa y sonoramente.




domingo, 25 de enero de 2015

He ido a abrir la puerta y me he encontrado con una aparición turbadora:  en el rellano de la escalera había un ser vestido con ropas plisadas, mucha pintura en la cara y una barba extrañamente peinada y trenzada, atada a la cabeza con un lazo verde fosfi.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo de arriba abajo y de derecha a izquierda y me faltó tiempo para darle con la puerta en las narices... El corazón me latía desbocado. Era consciente que, durante unos segundos, había tenido delante de mí un alma doliente que no encontraba su cuerpo para descansar en él. Todo eso estaba muy bien, pero que se fuera a buscar a otro sitio porque el único cuerpo muerto que había en casa era el pollo que tenía en la nevera. Además, solo tenía una ensaimada para desayunar y no pensaba compartirla con nadie. La voz de la abuela resonó en mis oídos - "¡Abre de una vez, jodía!"

No había ningún alma en pena y me quedé sin ensaimada. Era la abuela que hacía causa común con Tutankamón e iba por la calle de esa guisa. - ¿Nadie te ha tirado piedras por la calle? - "¿Por qué?... solo un despistado me ha preguntado si ya había empezado el Carnaval"

No dejaba de mirarla. Algo que no me cuadraba... - ¿Estás segura que el faraón llevaba atada la barba con un lazo de color tan estridente? - "Los tiempos cambian y hay que ponerse al día. A mi me queda muy bien éste verde ¿no te parece?" - A ver qué iba a decirle yo. - "Saca el chinchón, nena, que no gano para disgustos" - ¿Te has peleado con Andresito? - "Con él no, con la Humanidad" - Mira que te gusta discutir, abuela.

- "Hace un mes que celebramos el Nacimiento de un Niño en un establo, calentado por una mula y un buey. Y esta semanaadoradores del Becerro de Oro han echado a la calle a un bebé como aquel junto a sus padres y un hermanito que, difícilmente, olvidará este tristísimo espisodio. A este crío no le traeran oro, incienso y mirra, ni hay buey y mula que lo calienten, tan solo un grupo de buenas personas, como los pastores entonces, que tratan de evitar que duerman en la calle." - Pero ¿la Constitución no dice no sé que de una vivienda digna? - "Pusieron este artículo de relleno y para que quedase bonito" - Eso debe ser porque hay mucha gente durmiendo entre cartones...

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! ¡que frío hace en la calle, coñe! Necesito una copa de chinchón y dormir para olvidar durante un rato lo que hay en la calle. - "Ahora íbamos a hacer lo mismo" - ¡La madre que los parió!


viernes, 23 de enero de 2015

La abuela me ha llamado a las 6 de la madrugada - "Nena ¿está la Cotilla?" - No tengo ni... zzzzzzzzzz ... idea... - "Mira si está en su casa" - ¿Ahora?... Valeeeee... zzzzzzzzzzzz...

Un fuerte zarandeo estuvo a punto de tirarme de la cama - ¡Socorro. Un terremotoooooo! - "Llevo más de media hora esperando al teléfono ¡Y tu, durmiendo!" - ¿Qué hora... es? - "¡Las siete menos cuarto!... ¿Has mirado si la Cotilla está en su casa?" - ¿Para qué? - "Necesito una bruja auténtica" - En buen concepto tienes a tu amiga jijijijijiji - "¿De qué te ríes, alma de cántaro? Ella conoce algunas de las buenas" - Dios las cría y ellas se juntan...

No me quedó más remedio que levantarme. Le dije a la abuela que fuera ella a mirar si estaba su amiga mientras yo hacía el café. Salió al rellano de la escalera, carraspeó dos veces y mirando hacia arriba, soltó un chorro de voz que para sí la hubiese querido Jorge Negrete: - "¡¡¡COTILLAAAAAAAA!!!"

- "Esa zascandil no está en su casa" - ¿Para qué necesitas una bruja, abuela? - "Para llamar al espíritu de Tutankamón. Lo que le han echo no tiene nombre. Estoy furiosa y pido venganza ¡Quiero que la maldición del faraón se ponga, de nuevo, en marcha!" - Pero... ¿quién es el perjudicado, Tutankamón o tú? - "¡La Humanidad entera está dominada por la ira ante el sacrilegio que se ha cometido con su barba!" - La barba... ¿de quién? - "Del faraón" - ¿Tiene barba? - "No" - ¿Entonces...? - Es postiza. De ceremonia. Se cayó o la "cayeron" ¡Y la pegaron son superglú! ¿Te imaginas?" - ¿Y qué querías que hicieran? - "Restaurarla como toca" - El superglú es muy fuerte. No creo que se vuelva a caer. - "¡Es que han gastado todo el tubo los muy manazas!" - Ya que estaban, mejor hacerlo bien... ¿no? - "¡No, boba de Coria. Así no se hace!"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! Hum, huelo a café recién echo. -"Lo tomarás luego. Llama a la mejor bruja que conozcas." - Miedo me das. - "¡Quiero que la maldición de Tutankamón caiga sobre los chapuceros que pegaron su barba!" - ¿Vamos a molestar a la bruja Pirula por una barba postiza? - "¡Ya lo creo! ¡Quiero muertos!" - ¡Abuela, te estás pasando 24 pueblos!

Horas más tarde, sentadas en la cocina junto a Pascualita como en los viejos tiempos, la abuela, ya más tranquila, contó que alguien se cargó la barba postiza de la bellísima máscara funeraria que cubría la cabeza del faraón. Y la "restauró" usando un tubo de superglú. - "¡La ha destrozado, el muy cabrito!" - No digas palabrotas delante de la sirena, abuela... Quién lo hizo sería familia de la "restauradora" del Ecce Homo. - "No me extrañaría... ¿Han dicho en las Noticias si ha muerto un canario amarillo cerca del Valle de los Reyes?" - Con la que está cayendo ¿van a hablar de un canario muerto? - "La otra vez, la maldición empezó así" - Entonces y sin ponernos de acuerdo, las dos miramos a Pascualita con el susto en el cuerpo.

jueves, 22 de enero de 2015

- "¡Holaaaaaaaaaaaaaa, nenaaaaaaaaaaaaaa!" - La abuela ha venido a visitarme el día más infernal del invierno. - ¿Por qué has salido estando convaleciente? - "Porque se me cae la casa encima... Tengo que confesarte algo pero tiene que quedar entre nosotras ¡Júramelo!" - Vale... Lo juro. - "Añoro los tiempos en que vivía aquí..." - ¿Aquí? Pero si la Torre del Paseo Marítimo le da cien vueltas a esta casa. - "Pero no es tan acogedora... Siempre estaba atareada y allí no hago nada. Todo lo hace el mayordomo" - Despídelo. - "¿Para hacer las cosas yo? No me lo permite mi estatus... También añoro los ratos que pasaba hablando con Pascualita mientras hacía la comida..."

¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! (Me quedé sin saber si también me añoraba a mi) ¿Ya estás buena? Pues yo no. Creo que me has pegado la gripe (le dijo la Cotilla a la abuela) - ¿No os habéis vacunado ninguna de las dos? - No lo habían echo ¿por qué? por cabezonería - "¿Me va a decir a mí el médico, la vacuna que tengo que ponerme?" - Abuela, hablas igual que Aznar con lo del vino ¡Lagarto, lagarto!

- ¿De qué hablábais cuando he llegado? - De lo mucho que se añora la abuela de esta casa... ¡Huy! se me ha escapado. - ¿Te añoras de este cuchitril? (soltó la Cotilla) Eres más tonta que tu nieta. - "Imposible. Me lleva ventaja" - ¡Cotilla, ya se está yendo de "mi cuchitril" y no vuelva por aquí hasta que las ranas críen pelo! - ¿No irás a decirme que vives en le Palacio Real?

El timbre de la puerta nos interrumpió. Era Andresito. - Hola, abuelito ¿Tu también añoras ésta casa? (La abuela me tiró un cenicero a la cabeza pero falló por muy poco) - Bueno... hay cosas que sí que añoro jejejejeje Por ejemplo... cuando tu abuela y yo nos quedábamos solos e imitábamos, sobre la mesa de la cocina, la escena de El cartero llama dos veces jejejejejeje - ¡Ya sé porque me decía el vecino de arriba, en aquellos tiempos, que había mucho jaleo aquí a las horas que estabas trabajando, alma de cántaro! (me dijo la Cotilla)

La cara de la abuela era un poema. Andresito, creyendo que había echo una gracia, se acercó a su mujer para abrazarla y recibió un codazo en el estómago que lo dejó sin aire. - "¿Has venido solo para decir sandeces?" - No... Quería que... vieras el avioncito... que llevaba mi abuelo... en la ruta... Palma... Porto... Cristo. - Jejejejejeje Siempre he dicho que no hay nadie tan gracioso como Andresito, cuando estás borracho. - "¡Cotilla, tengamos la fiesta en paz! y tú, no digas más tonterías" - No son tonterías, mujer. - "Si cuando tu abuelo era joven no se habían inventado los aviones" -  ¡Que sí! Aunque parecían de madera y papel, volvaban - "¿A Porto Cristo?" - ¡Exacto. A las Cuevas del Drac! - "¿A ver al Drac?" - Jajajajaja ¡No digas tonterías, mujer! - "O sea, yo digo tonterías y tu, don Perfecto, no estás borracho ¡Anda y que te pille un tren, don Viagra!" - Al abuelito no le gustaba ni pizca que la abuela lo llamara así pero, ante su mirada asesina, optó por callar y aguantar.

miércoles, 21 de enero de 2015

La Cotilla está pesadísima desde que ha visto a Bárcenas en la tele contando sus cuentos de Calleja a los políticos mallorquines. Nos ha costado oír lo que decía a causa de los suspiros y piropos que le lanzaba. - ¡Calla ya, mujer. A ver si me puedo enterar de algo! (gritó Andresito, fuera de sí) - A partir de entonces, estuvo callada, mirando embelesada, la pantalla y suspirando como Concha Piquer en Suspiros de España.

Hasta Geoooorge se asomó al salón con cara de susto - "¿Qué te pasa con esa cara?" - Oh, no ser nadau... Mi creer que señora Cotillau tener... porno con... ejem... (miró al abuelito que quedó desconcertado) Yo pedir discupas...  - Se retiró, rojo como un tomate. A mi me dio un ataque de risa pero la abuela no estaba para bromas - "¿A qué a venido lo que ha dicho Geooorge?" - Andresito había vuelto a concentrarse en lo que ocurría en la tele. - "¡Te hablo a tí, don Viagra!" (el tono no me gustó nada y al abuelito tampoco porque palideció)

La cosa degeneró en  una pelea de la que solo me libré yo y de refilón. La abuela llamó al inglés: - "¿Qué es lo que has visto entre estos dos?" - Nada. - "Entonces ¿por qué has asociado prono-suspiros-mi marido-y ésta traidora?" - Ser tontería mía... ¡glub! - "Y tú, viejo rastrero ¡¿cuánto le has pagado al mamarracho este (señaló al inglés) para que no hable?!" - ¿Cómo qué pagar?... ¿Te estás oyendo? - "Perfectamente. Y tus títubeos, también. Así que no te vayas por la tangente y sé un hombre por una vez" - El abuelito quiso que yo le echara un cable - ¡Nena, dile a tu abuela que lo que piensa es imposible! - Pero la Cotilla se me adelantó. - ¿Por qué va a ser imposible? ¿Qué tiene tu mujer que no tenga yo? Incluso soy más joven que ella.

Cerré los ojos porque no quería ver cómo se mataban las dos amigas. Sin embargo el choque de trenes no se produjo. ¿Qué había pasado?... Bárcenas había levantado una ceja en plan matón del Misisipi en la tele y la Cotilla cayó desmayada al suelo girtando ¡¡¡Mi héroe!!!

Para que volviera en sí tuvimos que darle dos cosas: la botella de chinchón y el mando del televisor.Y se ha pasado el día zapeando para ver a Bárcenas, una y otra vez...

martes, 20 de enero de 2015

Ahora tengo que cuidar a los dos abuelitos. Menudo panorama. El caso es que, entre el mayordomo y yo no damos abasto porque son dos enfermos pejigueros difíciles de aguantar. Y encima están en habitaciones separadas. Andresito no quiere ir a la habitación de la abuela porque dice que de allí salió el ataque de la serpiente que por poco lo deja tuerto. - ¿Qué serpienteu? - La que me echó el veneno a la cara, Geoooorge. ¡Llama a los ecologistas, a los del circo, a la policía... a quién haga falta pero encuentrala! 

Si alguien tiene miedo a las serpientes, es Geoooorge y cuando recibió la orden del abuelito por poco le da un infarto. Corrió a hacer su maleta. -¿Qué haces, Unitetillo? No puedes irte. - ¡Sí poder! - Valor, hombre. Yo te ayudaré a buscarla... - ¡Seguro que salir a mí! - Que nooooo... Nos tomamos un té y luego miramos debajo de los muebles... ¿Le ponemos chinchón? - A eso no dijo que no.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¿Qué hacéis por los suelos? ¿No me digas que te has liado con éste Sinsustancia? - No diga bobadas. ¿Por qué no le ayuda usted a buscar una serpiente? - ¿Yooooooo? Perdona pero soy una invitada. - De eso nada. Está aquí a la sopa boba. - Pero traigo el desayuno a casa todos los días. Y no veas lo que me cuesta, porque cada vez hay más gente rebuscando en los contenedores. He propuesto que demos números a medida que vayamos llegando o acabaremos a tortas. - Dicen que vamos remontando la crisis... - El mejor barómetro para medirla son los contenedores de los súpers y los comedores sociales. Allí no hay crisis porque siempre están llenos y subiendo la demanda...

Dejé que la Cotilla siguiera con la búsqueda de la imaginaria serpiente, mientras hacía sus comentarios. De repente cambio de soniquete - ¡¿No te has enterado de lo de Luís?! Lástima que tu abuelo no apruebe los altares en su casa porque haría uno, iluminado con los velones más gordos de las iglesias. - ¿Quién es Luís? - ¡Mi gurú espiritual. El Maestro de maestros. El espejo en quién debo mirarme si quiero llegar a fin de mes...! - ¡Caray, Cotilla, que fuerte le ha dado! - Y no es para menos: Luis Bárcenas saldrá de la cárcel, sin haberse arrepentido, sin devolver el dinero y con una fianza irrisoria. Pero hasta en esto hay clases ¡que asco! A Urdangarín le han puesto más de 13,5 millones de euros por ser de alta alcurnia.

El timbre del dormitorio de la abuela, sonó insistentemente - A sus ódenes (dije con guasa) - "No te pases un pelo conmigo o te desheredo... ¿Qué ha traído la Cotilla para merendar?" - Unas magdalenas más duras que la pata de Perico. - "Trae dos, una para Pascualita y otra para mi y una copa de chinchón para mojarlas... Y una aspirina, que me duele la cabeza" - Si, wuana. - "Y vete a comprar una serpiente y la sueltas. A ver si acabáis de una vez de arrastrar muebles" - La culpa es del abuelito. Ya sabes. - "Sí. Ganas me dan de darle el mejunje" - Salí corriendo antes de que me mandara a comprar los ingredientes.

lunes, 19 de enero de 2015

Sigo en la Torre del Paseo Marítimo. La abuela sigue igual de lacerada y tan impertinente como siempre. Cuando su marido ha salido por la puerta, ha mando al mayordomo a llamarme - Madame querer que you ir a verlau. - Dile que iré en cuanto me termine el desayuno que me has preparado, Jorgito. - Madame enfadarse. - Así estará entretenida. - Yo no decirle nada. Ella tirar zapatou cabeza. - Que miedica eres, Unitetillo. No sé como pudisteis conquistar un Imperio si todos tus paisanos eran como tú... Anda, házme otro sandwich de los tuyos.

Los nietos están locos por ir a casa de sus abuelos y éstos por recibirlos. Para todos es una fiesta ¿por qué no iba a ser lo mismo para mí?... Pues no lo fue. El zapato que, se supone, tenía que recibir Geooorge, me dio en plena cara. Y eso que yo acudí a su habitación gritando ¡Ya voy, abuelitaaaaaaaaaaaaa!  Cuando me recuperé un poco y comprobé que no me faltaba ningún diente, me enfrenté a ella: - ¿No has oído que la que venía era yo? - "Por eso he tirado el zapato ¡Hace una hora que te espero en el lecho del dolor!" - Para dolor el mío ¿Tenías que tirarme un stiletto en lugar de una zapatilla?

Luego me explicó que quería comentar conmigo una noticia aparecida en la prensa. Cogió el periódico y cuando la encontró empezó a darle manotazos a la hoja - "¿Dime si no hay para darle de tortas hasta que diga basta? ¡Dímelo! ¡¡¡Dímeloooooo!!!" - Con tanto jaleo yo no sabía qué mirar - "¡Aquí, que pareces tonta!" - Leí: el vice primer ministro turco, Fulano de tal, ha dicho... - "¡Y se ha quedado tan ancho el tipo ese!" - ... que una mujer ría en público... - "¡Que me lo dejen a mi un ratito!" - Calma, abuela, que te va a dar algo (dije mientras me tocaba la hinchazón de la cara) - "¡Sigue!" - ... es una afrenta a la moral islámica... Abuela, esto es un chiste. - "¿Un chiste? ¿y dónde le ves la gracia, alma de cántaro? ¡Valiente Juanlanas es el tal vice!... ¡Trae el chinchón!"

Pascualita daba vueltas en la pecera que había sobre la mesita de noche y al oír los gritos, salió como una flecha soltando,a la vez, un chorrito de agua envenenada que, afortunadamente, no me dió. Pero si a Andresito que acababa de llegar y pasaba a ver a su mujer, asustado al oír sus gritos. La que se lió fue gorda. El abuelito corría por los largos pasillos de su casa, gritando y pataleando, llorando a moco tendido y con un ojo que cada vez se hinchaba más y más.

Geooooorge corría tras él para ayudarlo. Cuando me vio asomada a la puerta del cuarto de la abuela preguntó, sofocado - ¡¿Qué... pa... sar?! - Creo que le ha picado una avispa. - Hacer... frío... No ... avis... pas. - ¿Qué sabrás tú de las costumbres de las abejas española? (le solté la tercera vez que pasó por mi lado en pos del abuelito)

Por fin, agotado, Andresito se paró. Entonces le amorré la botella de chinchón y le dije: - Bebe hasta que no te duela. - Mientras me estaba haciendo caso llegó la Cotilla - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! ¿Pero qué hace éste hombre? ¡Quítale la botella que se la termina!.- Tenía razón. Y se la quité. 

domingo, 18 de enero de 2015

El abuelito me ha llamado bien temprano a pesar de ser domingo. ¿Es que ésta gente no duerme nunca? - Nena, te mando a Geoooorge para que te recoja y te traiga a casa. - ¿Me invitas a desayunar? - No. Es que tu abuela no está bien. - Pues llama al médico, hombre de Dios. - Mi hijo está aquí pero ella quiere que vengas a cuidarla. - ¿Yooooooooooo? ¿Y tú para qué estás? - Dice que la pongo nerviosa... traete también a la Cotilla. - Pero si no te cae bien. - Ya. Pero ya sabes cómo se pone tu abuela cuando le llevo la contraria... Cuando vengáis, yo me iré y se quedará tranquila. - ¡Que cuajo tienes, abuelito!

La Cotilla se alegró mucho de ir a la Torre del Paseo Marítimo. Así podría darse una vuelta, o dos, por el barrio y ver qué sacaba de los contenedores de basura. - Delicatessen (me dijo) - Cuando llegó el mayordomo con el rolls royce, lo estábamos esperando en el portal.

La abuela estaba sentado en una cómoda butaca de orejas, contemplando la bahía de Palma desde la cristalera del salón. - ¡Madre mía! ¿qué te ha echo el salvaje de tu marido? Con razón ha salido por pies cuando hemos llegado. ¿No me digas que aún no lo has capado? - "¿De qué hablas? - De lo que te ha echo en la cara. si pareces un Cristo. - "Esto me lo hizo, ayer, un gato" - ¿Y no lo capaste? - "Según tú, tendría que estar fabricando eunucos todo el día"

La cara, el cuello, las manos y el escote de la abuela estaban cruzados de arañazos, algunos bastante profundos. "Menuda noche he pasado por culpa del dichoso gato. ¡Voy a denunciar a su dueña! Una fiera como esa no puede circular suelto por la calle" - El animalito se guió por su instinto. Olió a pescado y fue a por él. - ¿Llevaste un pescado a bendecir? (se extrañó la Cotilla) Que rara te has vuelto desde que eres rica. Me voy que no quiero contagiarme la tontería que tienes. - Entonces aproveché para entregarle el termo de los chinos a la abuela. No me gusta que Pascualita se quede sola en casa.

El Médico me saludó con cariño. Hacía tiempo que no nos veíamos - Te he echado de menos (susurró en mi oído) No he encontrado a nadie que me lo haga como tú (mientras hablaba, sus ojos brillaron de lujuria) - No habrás buscado bien (y le guiñé un ojo) - Lo encontré más guapo que nunca y por un momento pensé que sería el padre idóneo para mi hijo, el futuro biznieto de la abuela. Pero entonces puso cara de súplica y me enfadé. ¿Por qué suplicaba? Era un hombre echo y derecho que, seguramente, se llevaba a las mujeres de calle en cuanto le veían sonrei. No quería que me suplicara sino que me enamorara, pero de momento no estaba por la labor. Así, que le dije que me acompañara a la terraza. Y una vez allí, mientras aspiraba una bocanada de aire frío, le di una patada en la espinilla que se le saltaron las lágrimas. - ¡Gra...cias...! - dijo, el masoca cuando pudo respirar .
 

sábado, 17 de enero de 2015

Recién levantada, camino de la cocina y con todo mi glamour abandonado cualquiera sabe dónde, he visto una aparición. El corazón ha emprendido una loca carrera subiendo y bajando a mi boca - "Si ya te levantas alelada ¿qué va a ser de tu vida, boba de Coria?"

La abuela acabará conmigo un día de estos.- "¿Vas a venir, sí o no?" - ¿Saldrás a la calle de ésta guisa? - "Naturalmente. Había pensado vestirme de marinero pero ya está muy visto y he preferido hacerlo de Océano... Es una obra de Caprile, el modisto de la Reina" - ¿En serio? - "Y tanto. Una señora rica como yo no puede ir de trapillo a ciertos actos, aunque sean populares" - ¿Quiéres... que te acompañe a su sede? - "¿Qué sede?" - De los populares, has dicho. - "Bebe un poco de chinchón a ver si te espabilas ¡Que cruz tengo contigo!"

Luego me ha explicado que hoy es San Antonio Abad, el patrón de los animales. - "Llevaremos a Pascualita a que la bendigan. Por eso llevo esta peluca azul con la cresta blanca que simboliza una ola rompiéndose y el vestido color aguas-oceánicas, lleno de ondulaciones a modo del movimiento del mar" - No tengo tanta imaginación a éstas horas. Solo veo un vestido azul. - "Anda, vamos, Boba de Coria" - ¿A dónde? - "¡A bendecir a Pascualita!"

- No pueden verla. Y ¿no crees que ya está suficientemente bendecida viviendo en remojo? - "No la verán porque solo abriré un poquito el termo de los chinos para que vea la ceremonia y el ambiente que habrá. Piensa en la cantidad de animales que hay en el fondo del mar, a los que ella podrá bendecir cuando vuelva a su hábitat" - Según tú, Pascualita tendrá tantas cosas que hacer cuando regrese allí que no sabrá por dónde empezar. - "A ver si te crees que es tan torpe como tú"

Llegamos a la calle de San Miguel. Había mucha gente con sus mascotas y nos pusimos a la cola. Pacientemente, fuimos avanzando. Pascualita asomaba un poco la cabeza para no perderse el espectáculo. Una señora con un gatazo blanco de angora, adornado con un lazo rosa, se puso a nuestro lado. El animalito parecía dormitar en brazos de su ama pero, de repente, abrió los ojos de par en par y saltó sobre la abuela con las uñas por delante. Todo pasó muy deprisa. La gente se apartó asustada. El pacífico gato se había transformado en un tigre de Bengala que maullaba y se agitaba lanzando zarpazos a diestro y siniestro. El vestido de Caprile quedó echo jirones. A la abuela le faltaban manos para defenderse  y cubrirse las vergüenzas. Acertó a darle una patada al animalito y cayó junto a su ama que no paraba de gritar.

¿A qué venía ese ataque? pensé. Miré el termo de los chinos ¡estaba abierto! Pascualita y el gato se habían enfrentado en una lucha atroz pero ¿dónde estaba ella?

La dueña del gato intentaba cogerlo pero yo fui más rápida y tiré del bulto cubierto de pelo que tenía en la espalda. La mujer me pateó con saña, el gato lanzaba marramamiaus lastimeros, el cura vino corriendo hacia nosotras, hisopo en mano dispuesto a calmarnos como fuera. Entonces Pascualita cedió a mi presión y conseguí esconderla en el bolsillo de mi abrigo y lo llenó de pelos.

Estoy segura de que saldremos en la prensa aunque, tanto la abuela como yo,  nos tapamos la cara gritando: ¡Fotos, nooooo, por favor!

viernes, 16 de enero de 2015

La abuela no da un euro por perdido desde que es rica. - "Andresito está muy orgulloso de mi" - Ha llegado con la cara desencajadada a casa. - ¿Has vito un fantasma, abuela? - "Peor. He ido a discutirme con la que me vendió la peluca de la cresta. Me ha sacado de mis casillas y la he puesto a bajar de un burro" - ¿Por qué? - "Le he llevado la peluca para que la viera. Y me devolviera el dinero que me costó" - ¿Y te lo ha devuelto? -  "No, pero ésto no quedará así " 

De repente se hizo la luz en mi cerebro - ¿Le has llevado la peluca que te cogió Pascualita? - "Sí. Para que me den otra en condiciones" - Los de la tienda no tienen ninguna culpa de que esté echa un estropajo. - "¡Yo tampoco!" - ¿Y qué ha pasado? - "Que no hemos dado, ninguna, nuestro brazo a torcer... Al final ha llamado a la policía y ¿sabes quién se ha presentado? ¡Bedulio!" - ¿Por qué ha llamado a la policía? - "¿Te lo puedes imaginar? ¡Nada menos que Bedulio! Es que el mundo es un pañuelo" - No te vayas por la tangente, abuela... - "Le he visto más gordo que la última vez y le he recomendado que se ponga a régimen..." - ¿Que qué ha pasado? - "¿Cuántos años le echas? No creo que le falten muchos para jubilarse" - ¡¡¡Abuelaaaaaaaaaaaaa!!! - "Le he tiradado de ....xkekpw" - No te entiendo. - "¡Ya está! Te lo he dicho" - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! - Menudos gritos. Se os oye desde la calle. - "A mí que me registren. Ha sido mi nieta quien ha gritado... Hasta luego" - Cotilla, ayúdeme a sonsacar a la abuela. - ¿Qué me darás a cambio? - ¿Nunca puede hacer algo por nada?  - Es que no llego a fin de mes - Esta bien ¡Cójala!

Si algo no puede aguantar la abuela, son las cosquillas. Es una "bala" que siempre me reservo en la recámara para casos extremos y éste lo es. - Gritaba y pataleaba sin parar, mientras las carcajadas y las babas rebotaban por las paredes - "¡¡¡Dejádme. Socorro. Me mataaaaaaaaaan!!!" - A pesar de los bocinazos del autobús y los coches atascados en el carril bus por culpa del mal aparcamiento del roll royce, Geoooorge oyó el grito de socorro y en dos saltos estuvo en casa a defender a su ama. - ¡Confiesa!

La abuela estaba roja como la manzana de Blancanieves, a punto del infarto. Y viéndose acorralada, no le quedó más remedio que contar la verdad : "¡La tiré de los pelos y como le están haciendo un tratamiento de injerto capilar, la he dejado calva" - ¡¿Calva?! Se te va a caer el pelo, abuela. - "¿Lo dices por Bedulio? No te inquietes por eso porque, cuando ha visto con que facilidad me quedaba con el pelo en la mano , ha salido corriendo con el miedo pintado en el rostro. Y gritaba ¡¡¡Es cosa de tu maridooooooooooo!!! jajajajaja Cómo le gustan los fantasmas al Municipal" -

jueves, 15 de enero de 2015

A la abuela le ha dado ahora por las pelucas y por lo visto se ha comprado unas cuantas. Dice que lo que se gasta en comprarlas se lo ahorra en peluquería. Además, puede conjuntar los colores con la ropa que lleve y estar así más elegante que la Presley que, al fin y al cabo, siempre lleva coleta.

Hoy ha venido envuelta en un chaquetón de piel de pelos largos. - "Es de mono" ( me ha dicho para ilustrarme) - Si te tiran cacahuetes por la calle, recógelos (ha dicho la Cotilla) Los meteré en cucuruchos y los venderé a la puerta de los cines.

La abuela lleva una melena larga, ondulada y rubia platino. Como para pasar inadvertida. - Menudo cambio de imagen. - "¿No te recuerdo a nadie?" - Sí. A mi abuela. - "¡Eres una cazurra más grande que la Catedral! Piensa un poco que, ni es pecado ni delito... de momento" - Es que... no sé... ¿No puedes decirme a quién crees tú que te pareces, en vez de que yo tenga que hacer un esfuerzo? - "¡Eres imposible!... A ver, Cotilla, tú ¿qué dices?" - Que si te tiran muchos, también puedo venderlos a la puerta de los Juzgados que estos días echan humo con tanta visita de corruptos e imputados... - "¡Otra que solo piensa en lo suyo!... ¡Soy Anita Ekberg en La dolçe vita!"

Tanto la vecina como yo, estábamos asombradas. Anita Ekberg... nunca lo hubiéramos dicho. - Creo recordar que era una mujer muy exhuberante (la Cotilla empezaba a meter el dedo en la llaga) - He visto la foto de su baño en la Fontana de Trevi y tenía un pecho que le llegaba de aquí, allí ¡y no exagero! (dije yo, hundiéndo el dedo hasta el fondo. Y claro, la abuela estalló)

- "¿Qué quieres decir con eso, boba de Coria?... ¿qué no estoy bien echa?... " - Nunca se me ocurriría decir una cosa así, abuela. - Por la cuenta que te tiene jejejejejeje (pinchó la Cotilla) - Por otra parte... como el abuelito no se parece a Marcelo Mastroiani... pues... ¡PLAF! (me llegó el pezcozón)

Enfadada, fui a ver a Pascualita que estaba sentada en el borde del acuario aprovechando un rayo de sol para calentarse. Le conté lo que me había echo la abuela - Ya chochea ¿Mira que decir que se parece a la Ekberg? - Por lo visto, mi cháchara le dio dolor de cabeza porque se sumergió y al salir, me tiró un chorrito de agua envenenada ¿Pero es que no voy a poder hablar con nadie?... Afortunadamente, no me dio. Pero yo no estaba dispuesta a aguantarla más. Así que, ayudada por el guante de acero, me la llevé a la salita. Y mientras la abuela y la Cotilla despellejaban a alguien, la oculté en la melena rubia y dejé que actuara su instinto... Unos minutos después, la melena de Anita Ekberg se había convertido en un estropajo. 


miércoles, 14 de enero de 2015

Ha sonado el timbre de la puerta. He ido a abrir arrastrando las zapatillas mientras me rascaba aquí y allá. No podía abrir los ojos de sueño... y de legañas. Era Geoorge que, a esas horas, ya iba echo un pincel. con su uniforme de chófer de rolls royce.  La gorra de plato, un poco ladeada sobre una ceja, que le daba un aspecto chulesco. Intenté hablar pero tenía la boca seca y solo me salió un gruñido - Good morning. ¿Qué decir? - Ejem, ejem (carraspeé) que estás con el guapo subido esta mañana, inglés. - ¿Desayunar chinchón, you? - ¿Desayunar? ¿a éstas horas? Escucha (le dije mientras ponía una mano haciendo pantalla en una oreja) No pita nadie y eso que has aparcado en el carril bus ¿A qué sí? - Yes. - ¡Si es que aún no circulan los autobuses! ¿Qué haces aquí que no estás durmiendo? - Madame mandar buscar you. - Dile que he emigrado a Australia. - Ella decir: Pascualita no estar.. - ¿Cómo que no estar? - No estar. Eso ser todo. - ¿Y la abuela? - In Torre Paseo Marítimou. Ella ponerse guapa - ¡La matooooo! - Madame decir que you traer croquetas fritas. Todas.

Dos horas después pasamos a recoger a la abuela. Me costó reconocerla. Se había puesto una peluca rubio-canario acabada en cresta y los consabidos brillos y plumas adornaban su ropa. Y sobre esto, un abrigo de piel de leopardo que asustaba. - "Es sintético y tan caro que le he dejado puesto el precio para que todo el mundo sepa el señorío que me gasto... Voy a ver a Mateo" - ¿Mateo? - "El Alcalde. Para el poco tiempo que le queda de estar en el convento ¿por qué no deja en paz El Funeral? ¿Querrá morir matando? No es su estilo... Más bien creo que es un pulso que le echa a nuestro Pinocho particular. Sea lo que sea, me va a oír"

La dejamos en el Ayuntamiento y seguimos hasta El Funeral dónde había un númeroso gentío que, cuando me vio salir del coche, gritó: ¡¡¡Croquetas, croquetas, croquetas!!! Me aplaudieron tanto que estuve a punto de dar la vuelto al ruedo.

La primera fila de defensores seguía en su sitio. Habían pasado la noche envueltos en mantas y pasándose las botellas de licor para entrar en calor. Sabía que debían ser los primeros en recibir las croquetas pero ¡allí estaban los bomberos de mi calendario y no pude contenerme! Menos mal que ellos se encargaron de hacer el reparto equitativo.

Unas horas después llegó la abuela. Se subió al capó del rolls royce con sus taconazos (a Andresito y al Unitetillo casi les da un soponcio) y gritó: - "He convencido a Mateo (se oyó un murmullo: ¿Mateo?) ¡El Alcalde! para que nos dejen en paz ¡volvemos al Funeraaaaaaaaaaaaal!" - Todo el mundo estaba feliz... menos yo. ¿Qué había pasado con Pascualita? Miré a la abuela que bailaba la conga con sus amigos, incluídos los de las sillas de ruedas, tacatacas y muletas. El termo de los chinos bailaba en su cuello ¿estaría vacío? Esperé a que el grupo pasara a mi lado y entonces grité: ¡¡¡Abuelaaaaa ¿dónde está?!!! - "Aquí (señaló el termo) durmiendo la monaaaaaaaaaaa" - Desconcertada, me dirigí al mayordomo - ¿Por qué dijiste que Pascualita no estaba? - Decir a mi madame que tu ser boba de Coria y no venir conmigo si no asustar... ¡Y tu asustar! jajajajajaja ¡Boba de Coria! - Le di tal patada en la espinilla que acabó uniéndose al grupo de los de las muletas.




martes, 13 de enero de 2015

La abuela me ha contado que ha salido tenido que comprarle una botella de chinchón a su amiga Conchi para que deje de lamentarse del ataque de Pascualita. - "En lugar de una, he comprado dos por si nos terminábamos la primera" - Acabarás en alcohólicos Anónimos. - Si me dejan llevar el chinchón, desde luego.

Hemos ido al comedor social elegido para entregar el dinero de la subasta de El Funeral. Pensé que la gente estaría dando saltos de alegría, no por recibir ese dinero, sino por las palabras del Pinocho Mayor del Reino sobre que las familias están notando el final de la crisis. Pero se ve que esto va por barrios y en este aún no se han enterado.

La abuela quiso llevar a Pascualita en el termo de los chinos para que viera y aprendiera, lo que debe hacer en su hábitat si un día también tienen crisis en el fondo del mar. - Abuela, Pascualita será la sirena más informada del océano pero ¿cómo va a poner en práctica todo lo que le enseñas si no la dejas volver al mar? - "No tengas prisa que hay tiempo para todo" - No sabemos cuánto duran éstos bichos. - "Muchísimo. Pascualita fue una de las sirenas que cantó a Ulises cuando se marchó de Ïtaca" - ¡Que mal bicho!... de eso hace mucho tiempo... ¿Tu aún no habías nacido, verdad?

No se puede hablar con la abuela. En seguida saca la mano a pasear y me arreó un guantazo que hice palmas con las orejas. Al cabo de un rato dijo que íba a comprar silbatos - "Esta tarde nos manifestaremos delante del El Funeral. El ayuntamiento quiere deshauciar al dueño, tirar la casa abajo y hacer allí un banco" - ¿Para sentarse? - "¡Que cruz tengo contigo!"

La calle de la cafetería estaba de bote en bote. Todos los parroquianos estaban allí para apoyar al dueño de tan famoso establecimiento. Acordaron que, cuando vinieran a desahuciar, los más mayores se pondrían delante para evitar que los guardias pasaran para hacer su trabajo. De modo que los de las sillas de ruedas, los tacatacas y las muletas, formaron una barrera infranqueable - ¡¡¡No pasarán!!!  ¡¡¡Sí, se puede!!! gritaban todos, enardecidos  hasta que alguien se dio cuenta de que algo no iba bien - ¿En qué quedamos: No pasarán o sí, pueden pasar? A partir de entonces solo se grito uno de los dos eslóganes.

Entre los guardias que mandaron para tan desagradable trabajo, estaba el Municipal. Al pobre no le llegaba la camisa al cuerpo y en cuanto vio a los vejetes defendiendo su punto de reunión, le cayeron unos lagrimones como puños. - "¡Bedulio! ¿Qué haces ahí? No dejes que nos quiten el Funeral" (gritó la abuela) - Un compañero trabajó la línea sentimental, diciendo: - ¿Dónde pondrán nuestra foto cuando nos muramos? ¿Dónde se hará la fiesta de despedida? ¡Demolerán la pared de los Finados juntos con las fotos de los amigos que se fueron! ¡¡¡No pasaran!!! - En ese momento tan emotivo, se oyó una voz que sobresalía de las demás - ¡¡¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa!!! En esta fiesta ¿dan de comer gratis?

lunes, 12 de enero de 2015

Recibí una llamada de la abuela cuando aún no me había sentado a desayunar . "Geoooorge pasará a buscarte" Y colgó.

Asomada al balcón, vi llegar el rolls royce. Bajé corriendo las escaleras porque la curiosidad me podía.- ¿A dónde vamos, Unitetillo? - Madame decir cuartelillou. - ¿Estás seguro? - Yes. - Me repantingué en el confortable asiento del coche sintiéndome  la Cenicienta en su carroza mágica. Lástima que al final del recorrido no me esperara el Príncipe Azul.

Un inspector, muy serio, me dijo que debía hacer "algo" con mi abuela. - A su edad, tendría que estar en  casa, comiendo sopitas y acostándose pronto. - ¿Tiene abuela? (le pregunté) - Lamentablemente, no. Pero, si la tuviera no la abandonaría como hace usted (dijo con desprecio) - ¿Qué le ha contado?

No es bueno comenzar el día con una bronca. Y sin haber desayunado. Por eso mis nervios estaban tensándose. Lo mejor sería llevarme a la abuela de allí cuanto antes. - ¿Me la puedo llevar a casa? - ¿A ella sola? - ¨No estará insinuándo que me lleve algún chorizo de los que tienen en el calabozo? - ¿Llama chorizo a su abuelo? - ¡¿También está aquí?! - Y algunos viejos más. Hicimos una redada en El Funeral esta madrugada. Fue una visión esperpéntica lo que nos encontramos allí - No me diga... Me da la impresión de que es usted nuevo por aquí. - ¿Cómo lo sabe? - Pregunte a sus compañeros. Ellos ya no se espantan cuando acuden a El Funeral.

Ya en casa, mientras preparaba cafés con leche, llegó la Cotilla - ¡Avemariapurísimaaaaaaaa! Traigo ensaimadas y croasanes. Hoy había variedad en el contenedor de super. ¿Y esas ojeras? (preguntó a su amiga) - "Hemos tenido una noche toledana. Celebramos el cumpleaños de Conchi" - Dichosa ella que puede celebrar los cumpleaños que quiera, en cambio yo sigo sin poderme comprar ni una lupa para ver el aumento de mi pensión. - Mientras las dos amigas discutían, me vino a la mente Pascualita ¡Y la abuela no llevaba el termo de los chinos al cuello!

- ¡¿Dónde está el termoooooooo?! (grité fuera de mí) - Ya te dije que tu nieta se pondría de los nervios si nos detenían (comentó Andresito) - Pero la abuela no se inmutó y como quién no quiere la cosa, dijo "Conchi propuso hacer una subasta y recaudar el dinero para un comedor social. No sabeis lo que nos reímos y cuando ya no teníamos más ropa interior que ofrecer, me pidieron que subastara el termo de los chinos" - ¨¿Fuíste capáz? - ¿Lo dudas? (dijo el calzonazos de Andresito entre risas) -"¡Se lo quedó Conchi! que hace tiempo que le tiene echado el ojo jajajajajaja" - No podía creer lo que me estaban diciendo ¡Había subastado a Pascualita!

Un rato después sonó el teléfono - "Es Conchi" - La abuela salió al balcón y le gritó a Geooorge que pusiera el motor en marcha. - "¡Vamos, corre!" (me dijo) - Pascualita estaba echa una furia. Se había pasado tantas horas encerrada en el termo de los chinos que, cuando salió, saltó hacia lo primero que vió: ¡el pelo de Conchi! que ahora parecía un estropajo en manos de la sirena. Tuve que emplearme a fondo para arrancarla de allí. Una buena parte del pelo alfombraba el suelo. Para consolar a su amiga, la abuela levantó la voz sobre sus gritos y le recomendó una buena tienda de pelucas - "No te quejes. Así podrás llevar un color de pelo cada distinto, cada día"

domingo, 11 de enero de 2015

La abuela ha pasado por casa para decirme que esta tarde se llevará a Pascualita a una fiesta. - ¿No será peligroso? - "Para quién?" - Para ella. Piensa que si la ven y lo cuentan por ahí, la pobre acabará sus días en un bote con formol en algún oscuro y tétrico laboratorio de alguna universidad del Oeste profundo de los Estados Unidos. - "Caray, nena. Lo has dicho de un tirón" - Es que me quedo muy preocupada cuando te la llevas. Pienso que no la veré más. - "Si tuvieses a mi biznieto, no te pasarían éstas cosas porque estarías más pendiente de él que de la sirena" - No me sermonées ahora con el biznieto de las narices (dije, harta de tanta monserga) - Recibí una colleja que, por poco, me hace hincar los dientes en la mesa de la cocina. - "¡Que sea la última vez que te dirijes a mi biznieto en esos términos!" - ¡Aaaaaaay. Pero si no existe, abuela! - "Pero existirá. Ya me encargaré yo de ello aunque tenga que meter en tu cama al Pinocho Mayor del Reino" - ¡Nooooooooooo! Ya me espabilaré yo. - "Pues, venga que para luego es tarde"

Cambié de tema - ¿A qué fiesta vais? - "Al cumpleaños de mi amiga Conchi?" - ¿Ya ha pasado un año? - "No. Pero como ya tiene edad para hacer lo que le sale de las narices, lo vuelve a celebrar. Y nos ha pedido que le regalemos un libro electrónico para ligar" - Será para leer. - "Para ligar, boba de Coria. Es infalible. Te sientas en un banco del parque, por ejemplo y cuando llega algún tío que está potable, sacas el libro y finges que no sabes manejarlo. Entonces, haciéndote la tonta, te arrimas al maromo y le pides que te ayude. Como a los chicos de hoy en día estas cosas electrónicas les pirran, en seguida se presta a ello y una cosa lleva a la otra..." - ¿Un chico? Será un señor mayor. - "Para eso ya tiene al marido. Pero para darse un homenaje, cuanto más joven, mejor ¡A ver si aprendes!"

Por la tarde llegó echa un pincel. Cogió a Pascualita y la metió en el termo de los chinos. - No me has dicho dónde vais (dije en plan gallina clueca preocupada por su pollito) - "A la cafetería de siempre ¡al Funeral" - ¿Alguien se ha acordado de comprar las velas de la tarta? - "¡No me enredes que Andresito me espera en el rolls royce y no le gusta aparcar en el carril bus! En El Funeral no se soplan las velas de los cumpleaños" - ¿Por qué? - "Porque algunos tiene tantos años que el soplido de tanta vela, podría ser el último de su vida"

sábado, 10 de enero de 2015

La Cotilla no levanta cabeza desde que supo el "dineral" que le supondrá la subida de su pensión. Y como a perro flaco, todo son pulgas, la recaudación de los cepillos que "límpia" en las iglesias que tiene asignadas, están llenas de polvo y algún triste céntimo - La culpa es de las Rebajas. La gente se lo gasta todo en cosas que no van a necesitar en lugar de acordarse del prójimo. - Los comerciantes también son Prójimos. (le recuerdo sin mucho miramiento) - ¡No es lo mismo! Nosotros, los pobres pensionistas, cobramos siempre lo mismo... - ¡Noooooooo! Le han subido la pensión 3, 30 ... ¿recuerda? jejejejeje (tengo mala leche, lo sé, pero de algo hay que reír) - ¡La madre que te parió, boba de Coria!

En esas estábamos cuando entró la abuela y tuve que correr a ponerme las gafas de sol. Centelleaba. Brillaba con luz propia. Era un árbol de Navidad con patas. - "¿Qué os parece mi nuevo look?" - ¿De qué vas? - "De Aurora Boreal, He echo un test donde me han dicho que SOY una Aurora Boreal. ¿Bonito, no?" - Cuando se me pase la conjuntivitis que me ha originado el deslumbramiento, te lo diré. - "No seas exagerada, niña" - Y se marchó, algo mosqueada, al comerdor en busca de la botella de chinchón. Pascualita estaba asomada al borde del acuario y cuando la vio entrar, un rayo de sol dió en el vestido y reflejó los brillos en los ojos de pez de la sirena que quedó cegada. Se sumergió de inmediato y salió media décima de segundo después con la boca llena de agua envenenada que descargó sobre... la Cotilla, que había entrado tras de mi siguiendo las huellas de la abuela que la llevarían hasta el chinchón.

De inmediato la tranquilidad de  la casa quedó rota en mil pedazos. Gritos, llantos y carreras al rededor de la mesa del comedor se unieron a los golpes contra la pared, los muebles, el suelo y los escobazos que daba en el techo el vecino de arriba ¡Que hombre, no aguanta nada!

Media hora después, la Cotilla dejó de moverse y gritar porque estaba agotada y ronca. Tenía un ojo como un colchón y las lágrimas salían en cascada. Me puso el suelo perdido. Menos mal que acabó dormida en una butaca. Ya me cuidé yo de que no lo hiciera en el sofá.

- Abuela ¿Te ha visto Andresito? - "Sí. Iba a venir conmigo pero ha tenido que ir al oculista..." - La abuela estaba impactante con su vestido de mil colores, sus botas de charol rojas con tacones stiletto. Los párpados nunca habían sido tan azules - ¿De dónde has sacado ese color? - "De un botecito de azulete que he encontrado en el lavadero de casa. Antiguamente se usaba como blanqueador de ropa. Se llama añil" - Se te está poniendo la cara azul jejejejeje ¿te has tocado los ojos?... Humm, la cara se te hincha por momentos ¡Pascualita, mira lo que sabe hacer la abuela! - La sirena miró a su amiga e hizo la señal de OK con sus deditos. - ¡Le gusta!... ¿Estás segura que no eres alérgica al añil, abuela?

viernes, 9 de enero de 2015

La Cotilla está nerviosa. Camina de un lado a otro del comedor como un león enjaulado y me está poniendo de los nervios. - ¿Por qué no va a limpiar los cepillos de las iglesias? - Estamos en la cuesta de Enero y están límpios como patenas. - No creo que los haya mirado todos. - Los míos, sí. - ¡Pues estese quieta, coñe! - ¡No puedo porque, de un momento a otro, van a anunciar la subida de Pensiones de éste año. Piensa que habrá elecciones y los Pinochos querrán que les votemos. Por primera  vez no necesitaré lupa. ¡que nervios tengo! - Ni que le fuese a tocar el Gordo de Navidad. Ya sabe cómo se las gastan nuestros políticos. Los primeros que se suben el sueldo son ellos y si sobra algo, lo reparten entre millones de pensionistas. - ¡Ay, Cállate, agorera! - Piensa mal y acertarás, dice el refrán.

Fueron tantas las idas y venidas de la Cotilla que Pascualita se sentó en el borde del acuario para enterarse de lo que pasaba. La abuela llamó por teléfono para preguntar a su amiga si ya era rica. - Todavía no pero... no sé a qué viene ese tonillo de guasa.

Pascualita, aburrida de verla dar paseos, se zambulló y bajó a esconderse en el barco hundido. - Me ha parecido oír un chapoteo. - Serán sus nervios. - ¿Seguro que no es tu abuelito? Espero que no esté violento porque ahora no puedo irme de aquí. En casa tengo una radio pero no tiene pilas, es que no me llega la paga para tantas cosas, pero ahora será distinto... Cruzaré los dedos.

Y por fin se anunció la esperada noticia como hacen los niños del colegio de San Ildefondo: - ¡Las Pensiones subeeeeeeeeeeeen tres, treintaaaaaaaaaaaaaaaaaaa euroooooooos! ¡Enhorabuena a los agraciados que, a partir de ahora, podrán cantar alabanzas al partido de turno, gracias al cual, se han visto favorecidos millones de españoles con un aumento de Pensiones!... Repetimos para quién no se haya enterado: La subida de Pensiones es de tres, coma, treinta euros: 3,30 euros.

Dejé que la Cotilla vaciara la botella de chinchón porque quedó conmocionada con la noticia... - ¿Quiére un bocadillo de chopet también?... Dicen que las penas,con pan, son menos... - Ha soltado una retahíla de insultos ininteligibles y se ha quedado dormida en el sofá. ¿A ver dónde me siento yo ahora para ver a Jorge Javier en la tele?

jueves, 8 de enero de 2015

Me estaba preparando el desayuno para difrutarlo en soledad, cuando han llamado a la puerta. Era Andresito y traía mala cara - ¿Qué haces por aquí a éstas hora, abuelito? - Por toda respuesta, olfateó el aire y dijo: ¿pan tostado?... ¡Humm, mi desayuno favorito! - (¡Vaya, hombre. Pensé) - Hace mucho tiempo que no lo como. Desde que me casé con tu abuela, exactamente. - ¿Y eso por qué? sois ricos y os lo podéis permitir... Hasta la Cotilla puede. - Precisamente por eso, nena. Porque somos ricos. Tu abuela dice que, hasta en el desayuno tiene que notarse que tenemos dinero y llena la mesa de ensaimadas, magdalenas, croasanes y todo lo que te puedas imaginar. Pero a mi me gusta el pan tostado con aceite y un poquito de sal, para mojarlo en el café con leche. - Plántale cara a tu mujer. -¿Es que no la conoces? Me la rompería.

No me quedó más remedio que invitarle con lo que, la idea de un tranquilo desayuno en solitario, se fue a paseo. La otra damnificada fue Pascualita porque tuvo que quedarse en su acuario. No podía arriesgarme a que el abuelito la viera y sacara conclusiones sobre las veces que fue atacado por... no sabía qué.

El hombre traía hambre atrasada porque casi me quedo sin pan. Tres tristes rebanaditas de pan de barra fue todo lo que me dejó. Y eso me hizo pensar que la educación es un arma de doble filo porque si no estuviera tan bien educada, le hubiese dicho: ¡Para el carro, abu. O repartimos como buenos hermanos o te vas de aquí cagando leches! En lugar de eso, me dí con un canto en los dientes y dejé que se pusiera las botas con una comida prohibida. Hubo quién protestó, como mi estómago que se quedó a medias y el hígado que segregaba bilis a punta pala.

- Aún no sé a qué has venido (logré pronunciar esas palabras sin que se notase mi enfado). - Tu abuela me ha ofendido gravemente. - ¡Vaya! - Ha llenado la casa de calendarios de los bomberos de Palma. Hay uno en cada habitación. En nuestro cuarto lo ha puesto a los pies de la cama. ¿Para qué? para compararlos conmigo. - ¿Te lo ha dicho así? - No hace falta. Lo sé... Ella dice que es para inspirarse y lo cierto es que, desde que el calendario está allí, hacemos virguerías en la cama y el otro día sufrí un tirón en un muslo y un pinzamiento en la espalda. - No sé qué decir... - Pero me fastidia que esté todo el tiempo hablando de mangueras cuando estamos en plena faena y no le quite ojo al calendario.- ¿Sigues tomando viagra? - No. Desde el 1 de enero, ni una. - ¿Ves? No hay mal que por bien no venga. Lo que ahorras en pastillas te lo gastas en masajes.

miércoles, 7 de enero de 2015

De vuelta en casa sin contratiempos pero sin la camiseta de los Beatles ni los imanes de nevera. La abuela se la tiene jurada al fantasma inglés. Está segurísima que él fue el ladrón que arrambló con todo... No he dicho nada por no malmeter pero, estando la Cotilla con nosotros... y sabiendo lo larga que tiene las manos... y lo que es capaz de hacer por ganarse unos euros para llegar a fin de mes... En fin, que no digo nada pero lo digo todo... Vamos, que a buen entendedor, pocas palabras bastan.

Le he pedido un acuario a los Reyes Magos para Pascualita. Quiero que sea su casa definitiva porque, con tanto cambio, ya no sé dónde está. Sé que tendré que dar muchas explicaciones pero, con colgarme un papel en el pecho diciendo que estoy afónica perdida, no preguntarán nada cuando vean el acuario sin peces.

La Cotilla ni siquiera a subido la maleta a su casa. La ha dejado en el antiguo cuarto de la abuela sin que yo me diera cuenta y se ha ido deprisa "a trabajar" según ha dicho antes de cerrar la puerta de la calle. Y yo me he sentado en la salita a saborear una copita de chinchón. Entonces la Cotilla ha vuelto a entrar, ha venido directa hasta la botella, se ha tomado tres copas en un santiamén y ha salido como alma que lleva el diablo. Cada vez estoy más convencida de que tiene un radar en el cerebro.

Ha regresado cuando iba a calentar la sopa de tetrabrik. - Hoy comeremos unas gambas hervidas - ¿Le ha tocado la lotería? - Mejor. El Gobiernos de los Pinochos, me ha subido el sueldo. - Que suerte tienen algunas (no pude evitar que la envidia se notara en mi voz) ¿Cuánto ha sido? - Dos euros y pico... del pico tengo que informarme. - Es usted una imprudente y una manirrota. Se gasta el dinero en una caja de gambas hervidas sin saber el total exacto de la subida de su pensión. - Para el carro, guapa, que me han salido gratis. - ¿Son del contenedor del súper?... ¿A éstas horas? - La caja debe haberse quedado entre los pliegues de la bolsa de basura. Yo tampoco me lo explico? - A ver si van a estar malas. - Las olimos detenidamente pero no notamos olor a putrefacción y a la hora de comer, nos pusimos las botas. Solo dejé algunas gambas apartadas para Pascualita y mientras la Cotilla roncaba, espatarrada, en la butaca de la salita después del café y las copas, se las di a la sirena que subió rauda hasta el borde del acuario.

Lo que hizo me extrañó porque nunca la he visto hacerle ascos a la comida. Cogió una gamba y... me la tiró a la cara, seguida de un chorrito de agua envenenada que, afortunadamente, solo me rozó una oreja. Luego se zambulló dando tres saltos mortales en el aire y cayendo en bomba dejando el suelo del comedor, chorreando de agua salada...

La Cotilla y yo ocupamos camas vecinas en la habitación del hospital de la Seguridad Social donde nos trajo la ambulancia cuando Geoooorge vino a casa a traer una maleta que me había olvidado en el coche y nos encontró, moribundas, entre vómitos... No le he dicho nada a la Cotilla para que no se espante pero... desde el cristal de la ventana me está mirando el puñetero fantasma inglés, con la camiseta de los Beatles puesta y una pegatina en la frente que dice: I love Magalluf.

martes, 6 de enero de 2015

En Liverpool hemos tenido de todo lo que cabía esperar por éstas fechas ¡hasta nieve! A la única que cogió preparada la nevada fue a Pascualita porque iba metida en el termo de los chinos con agua caliente, las demás en seguida nos quedamos heladas como cubitos.

Se levantó un viento gélido y entramos en una tienda a comprar gorros porque nuestras orejas iban a caerse en cuanto llegáramos al punto idóneo de congelación. Cogí la primera gorra que vi y me la puse en la calle. Me venía grande y el viento jugaba con ella. Entonces me acordé de Pepe, la cabeza jibarizada, a quién mi gorro le serviría de tienda de campaña... ¿El frío me estaba reduciendo la cabeza? ¿Acabaría teniéndola tamaño llavero? Que sensación tan angustiosa sentí  mientras me encogía y arrebujaba en mi abrigo.

Entonces, como si alguien hiciera mágia allá en las alturas, empezó a nevar. Grandes copos de nieve se hicieron los amos de las calles. Nuestros paraguas fueron zarandeados por ráfagas de viento y alguno acabó, inservible, en la papelera. A los demás debíamos sacudirle la nieve que amenazaba con cargárselos po el peso. Nos fuímos a casa. Había que subir hasta lo alto de la colina por la cuesta empinada, uchando contra la ventisca, iniciamos el ascenso con la vista puesta en la búsqueda de un taxi.

La abuela enseñaba la pierna cada vez que oía el ruído de un motor pero, o la nieve no dejaba verla o los ingleses no estaban por la labor de que unas extrañas le llenaran el coche de agua helada. Seguimos ascendiendo a duras penas. De repente la abuela bailó un zapateado sobre la acera helada - "¡Maldita sea.  Andresito está en casa, tan ricamente, al calor de la calefacción mientras yo, que le pago, me estoy quedando pajarito!" - Llámale, abuela, que no siento las piernas. - "Como no sea a gritos... El móvil no funciona aquí" - Miré la luna de un escaparate y vi a tres muñecas de nieve, con carámbanos de hielo colgando de los gorros, arrastrándose penosamente por la acera.

Llegamos a la Catedral gótica. La tormenta de nieve y la luz mortecina que a penas la iluminaba, junto a la visión de centenares de lápidas funerarias, una junto a otra, no levantaron nuestro ánimo pero nos hicieron reaccionar. La primera que salió corriendo a pesar del crujido de sus huesos helados, fue la Cotilla que alcanzó la cima de la colina con bastante ventaja sobre nosotras. La segunda fue la abuela porque patinó varias veces en las capas de hielo escondidas bajo la nieve. Las botas rojas de afilados tacones le jugaron una mala pasada. Yo corrí como una loca, acuciada por el pánico que sentía al escuchar el repiqueteo de una dentadura junto a mi - ¡Abuelaaaaaaaaaaa, no me dejes que me persigue un esqueleto medieval!

Al llegar a casa caí en la cuenta de que eran mis dientes a causa del frío. La voz de la abuela resonó en la noche mientras un taxi ¡a buenas horas! pasó bajo la farola que está junto a nuestra casa - "¡Taxista, jodío. Que te vayan dandoooooooooo!"

lunes, 5 de enero de 2015


 Nos llevamos a Pascualita en el termo de los chinos que ,previamente, llenamos con agua de mar calentita y bajamos hacia el puerto dispuestas a pasar el día con The Beatles. Estamos en su feudo y hasta ahora, lo único que hemos visto ha sido un submarino amarillo. Y eso no puede ser.

Como para bajar todos los santos ayudan, en un santiamén nos plantamos en el Albert Doc. Dicen que todos los caminos llevan a Roma pero, en Liverpool, llevan al Albert Doc por lo visto. Ante la puerta del Museo de los Beatles su música nos envolvió, atrapándonos y metiéndonos en un pasillo que lleva... al mostrador donde venden las entradas. Ni a la Cotilla ni a mi se nos ocurrió sacar la cartera. La abuela era la rica del grupo y justo era que nos invitara... pero no lo hizo. Como excusa dijo que, cuando los Beatles nos enamoraban con sus canciones, ella era tan pobre como nosotras ahora y encima tenía que aguantar a su primer marido al que no le gustaban los melenudos y cambiaba el dial de la radio en cuanto los oía, para poner en su lugar a Manolo Caracol y Lola Flores.

Entramos en el túnel del tiempo que nos llevó a los años 50 del siglo pasado. La abuela, subida en los taconazos de sus botas acharoladas, cedió, en seguida, a los ritmos de aquellos años y se pasó todo el rato bailando y explicándole a Pascualita lo que estábamos viendo. La Cotilla estaba mosca y me aconsejó que llevara a la abuela a un neurólogo en cuanto volviéramos a Palma porque la pobre chocheaba. Apenas acabó la frase, recibió un bolsazo.

Ante nosotras defilaron fotos de colegiales con sus guitarras,que también estaban en las vitrinas. Viejos discos de vinilo. Carteles anunciando actuaciones juveniles, ropa, entradas, reproduciones de lugares en los que se fue creando la figura de aquel grupo que marcó una época y que se ha convertido en un clásico.

La ruta serpentea hasta llegar al final con la imagen del piano y las gafas de Jhon Lenon y la letra de su canción Imagine Atrás íbamos dejando un éxito tras otro siempre acompañadas por sus canciones. La época más psicodélica con el Sargent Pipper nos hizo creer que estábamos en el Submarino Amarillo navegando bajo el mar. En los ojos de buey nadaban pececitos de colores. Estábamos tan entusiasmadas que nos cogió de sorpresa cuando Pascualita, con los dientes hacia afuera, saltó contra los cristales y por poco se los parte. La cogí y se revolvió contra mi pensando que la dejaba sin comida. Clavó sus dientes en un pecho y sentí tal dolor que corrí como una loca en sentido contrario, chillando como las fans de las fotografías de los conciertos de los Beatles. Algunas mujeres, contagiadas de mi "entusiasmo" dieron rienda suelta a su emoción y corrieron detrás de mi, imitándome. Alguien pensó que los Beatles estaban en el Museo.

En la tienda, la abuela compró una camiseta con Jhon, Paul, George y Ringo jóvenes y atractivos. Volvimos a casa sin que pudiera abrocharme el abrigo y andando de lado porque la jodía sirena me había mordido el mismo pecho que el día anterior y la hinchazón era tremenda. La Cotilla, siempre pensando en el dinero, dijo que me ofreciera a un ricachón vicioso al que le gustara acostarse con "fenómenos" Esta vez el bolsazo se lo di yo.

Después de la siesta, la abuela quiso ponerse la camiseta de los Beatles... pero no la encontró. Por más que buscamos y pusimos la casa patas arriba, no apareció. - "¡Nadie se irá a la cama hasta que la encontremos!" (gritó histérica) Hartas de mirar en los mismos sitios, nos sentamos en la salita a descansar... hasta que la Cotilla gritó: - ¡¡¡Mirad la ventana!!! - El fantasma cristalero lucía la dichosa camiseta. La abuela le tiró su bolso y el cristal se hizo añicos.

Geooorge se quedó de guardia hasta que vinieron a poner uno nuevo. Nosotras ya dormíamos.


domingo, 4 de enero de 2015

A Pascualita le hemos habilitado una pecera grande y cómoda: una de las bañeras de la casa. Para ello, Geooorge y yo, hemos echo viajes hasta la desembocadura del río, a unos cuantos kilómetros de Liverpool, para traer garrafas llenas de agua de mar. Lo peor ha sido aguantar las preguntas insidiosa del mayordomo: - ¿Para qué ser water? - Para que se lave mi abuela. - ¿Con water de mar? (dijo, sorprendido) - Yes.¿Pasa algo? - Ser rarou. - Añora Mallorca. - ¿Allí lavar con water de mar? Yo no ver nunca. - Calla y conduce, Unitetillo ¡que nos la pegamos!

El inglés se moría de curiosidad así que la abuela tuvo que prohibirle la entrada al el cuarto de baño elegido para la sirena. - "Sabes lo que le ocurrió a la princesa curiosa a la que le prohibieron abrir la única puerta cerrada del castillo ¿verdad?" - Yes... (parecía preocupado) cortar cuellou... - "Pues aplicate el cuento" - Yes... madame.

- "Me preocupa Pascualita" - Creo que no le gusta el fantasma de la ventana. "A mí tampoco" - La Cotilla se paseaba por casa rezando rosario tras rosario. - ¿No me diga que tiene miedo? - El fantasma de tu abuelito, aunque es agresivo, es de la familia pero este... ¿Salimos a dar una vuelta?

Llegamos hasta la enorme Catedral gótica, protestante por supuesto. Bellísima y bien aprovechada. Rodeada de un gran terreno frondoso lleno de sepulturas que no ayudaron en nada a animar a la Cotilla. - ¡Vámonos! - Pero no le hicimos caso y entramos a la Catedral. Para nuestro asombro, allí dentro había una cafetería . La abuela pidió chinchón para las tres pero tuvimos que contentarnos con whisky. Tomarnos varios para entrar en calor. Luego dimos un paseo para admirar la grandiosidad del lugar. Un enorme sarcófago negro, con una figura yacente vestida de soldado, llamó nuestra atención.

Un sacerdote, haciéndose entender por señas, nos dijo que apoyando la cara en los pilares del arco del techo de la capilla, se oían perfectamente las voces sin que para ello, hubiera que alzarlas. - "Cotilla, ponte de cara a la pared y dime ¡hola! flojito (dijo la abuela)" - Luego (asombrada por lo bien que lo escuchó)  hizo lo mismo y a la espalda de la Cotilla resonó, fuerte, el ¡hola! de la abuela. La vecina dió un grito y corrió hacia la salida a una velocidad increíble para su edad. - ¡Vámonos de aquí, vámonos de aquíii!

Cuando llegamos a casa, Geooorge estaba tomando un té en la cocina y el fantasma de la ventana había desaparecido. La Cotilla suspiró aliviada. Más tarde la abuela y yo subimos a ver a Pascualita y la encontramos enroscada al grifo de la bañera y mirando fíjamente al espejo del lavabo. Nos volvimos y ¡allí estaba la cara del cristal! Salimos despavoridas, con la sirena en mi escote y nos metimos de cabeza en la cama... Por lo visto, aplasté un poco a la "señorita" Pascualita porque me dio tal mordisco en un pecho que ahora voy descompensada.

sábado, 3 de enero de 2015

Nunca pensó Geooorge, cuando la abuela le anunció que íbamos a su tierra, que iba a recibir tantas broncas juntas. En el mismo Albert Doc lo puso a caldo - "¡¿Quiéres decir que ésto es solo es un muelle muy bien aprovechado por comerciantes, hoteleros y demás fauna adicta a la libra esterlina?!... ¿Y para eso me he vestido con glamour? ¿Para que me contemplen ¡tenderos!? ... ¡La madre que te parió, Unitetillo! cuando acabe contigo tendrás que tomar el té con pajita"

La casa donde nos hospedamos era inglesa cien por cien... y con fantasma. Por eso la cobraron más cara Había cuatro pisos que subir y bajar constantemente. Pensamos que los ingleses lo habían echo así para fortalecer las piernas. Y bien que se nos fortalecieron, Geooorge pudo dar fe de ello cuando la abuela le dio una patada en la espinilla después de visitar a la Reina Victoria.

Estaba tan pesada con visitar a la Reina que el inglés, que huele a goma de lo pelota que es con ella, le sugirió: - Madame... la Reina Isabel no here. Estar en London. - "¿London? ¿Qué es eso?" - The capital, madame. - "¡Ah, sí! Donde Mary Popins. Ya decía que me sonaban las chimeneas de las casas" -  Aquí estar Reina Victoria... - "¿Y qué esperamos para ir a tomar el té? ¡Saca mi visón, la mini falda escocesa que me he comprado para seducir a Andresito, las botas altas de charol rojo... el bolso a juego y el sombrerito de colegiala de pago con plumita negra a un lado... Tengo que dejar boquiabiertas a las damas de la Corte."

El inglés intentó decir algo pero la abuela, excitada, se lo quitó de encima de un empujón. Una hora después, el rolls royce aparcó en la acera de la plaza en la que se alzan dos estatuas ecuestres de la Reina Victoria y su marido, el Príncipe Alberto.- "Que buenas ideas tienen los ingleses ricos poniendo su estatua delante de su casa para que los invitados no se pierdan. ¡Vamos!" - Cuando su asustado mayordomo le dijo que eso era todo lo que iba a ver porque la reina llevaba muchos años criando malvas, no le dio tiempo a evitar la patada. Estaba tan enfadada que prefirió andar hasta casa. Menos mal porque, durante el camino recibió sonoros silbidos y frases de admiración que no entendió, de muchos de los hombres con los que se cruzó. Estaba feliz al entrar en casa, aunque a mi me había sonado groseros.

La Cotilla estaba acurrucada en el sofá de la sala, con el miedo pintado en el rostro - Cualquiera diría que ha visto un fantasma (le dije con guasa) - Eso es ... lo que estoy... viendo. Allí, en los... cristales de la... ventana. ¡Dádme chinchón! - Miramos todos y, en efecto, allí había un transparente rostro demoníaco. Gritamos de miedo y yo corrí a buscar a Pascualita para que nos protegiera pero la sirena no estaba por la labor. Seguía convaleciente. Al tirarse al agua en el Albert Doc no sabía que era agua de río y por poco se nos queda en el sitio.

viernes, 2 de enero de 2015

Gracias a Dios que estamos de vuelta, sanas y salvas. Y mira que nos lo pusieron difícil los ingleses... Habrá sido cosa de Geoooorge que hablaría con alguien influyente para que lo pusiera todo patas arriba... Si quería impresionarnos, lo consiguió. Todo estaba al revés.

Cruzar una calle era ir directa al suicidio. El mayordomo se llevó más de una bronca por eso, sobre todo de la abuela que se había puesto muy fina. Practicó mucho para que se le notara que era rica y saber comportarse delante de la Reina cuando tomaran un te juntas. - "Unitetillo, diríjete a quién corresponda, para que ordene enderezar el entuerto" - ¿Madame?... Mi no entender "entuertou" - "Quiero decir que vuelvan a ponerlo todo al derecho. Ya hemos comprobado que tienes gran influencia con el Ayuntamiento" - Madame, todo estar bien en Inglaterra... Ser resto del mundo quién ir al revés. - "Echame el aliento que te gusta más el brandy que a un tonto un lápiz"

Más tarde nos enteramos que ésta gente es así. Lo hacen todo al revés. Por eso, antes de cruzar un street rezábamos un padrenuestro y cuatro avemarias... y al llegar a la otra acera volvíamos a rezar dando las gracias por estar vivas.

Geooorge nos recomendó ir al Albert Doc. La abuela se puso de punta en blanco. Llena de plumas, lentejuelas, zapatos de afilado y alto tacón y todas la joyas que había traído para la visita a la Reina. Cuando el inglés la vio, sonrió y supe que algo no iba bien. - Creo que te has engalanado en exceso, abuela. - "Qué sabrás tu de las cosas del protocolo" - Es que Geoooorge se ha reído. - "Está contento de estar en su tierra" - Yo que tú, le preguntaría a qué viene la guasa. - "Déjame en paz que voy a tomar el te con el Duque Alberto" - ¿Quién es ese?

La abuela llevaba un postizo en el pelo, tipo tupé, para sujetar el prendedor donde iba Pascualita para que pudiese enterarse de todo y aprender protocolo palaciego para que, cuando volviera a su hábitat, lo pusiera en práctica.

Al Albert Doc fuimos en un rolls royce que alquilamos ante el peligro que suponía andar por las calles. Geoooorge, como buen inglés, no tuvo ningún problema conduciendo al revés, salvo los gritos, manotazos, tirones de pelo que le dábamos cada vez que pensábamos que íbamos a chocar. - "¿Dónde está el Palacio Ducal, Unitetillo?" preguntó la abuela cuando aparcamos, pero entonces vió un velero atracado junto a un muelle - "¡Que ilusión! Nos recibirá en su barco" - El inglés empezó a negar con la cabeza... luego dijo: ¡No, no...! Pero como no le hicimos caso, se encogió de hombros y nos siguió.

El olor y la visión del mar hicieron que Pascualita perdiera la compostura y se lió a tirones con el tupé para zafarse del prendedor y zambullirse en el agua. La abuela se enfadó porque le había echado a perder el peinado y ahora parecía una loca de atar. Finalmente, la sirena se salió con la suya y se tiró al agua... y yo tras ella. Pero no me tiré. Me tiró la abuela: "¡Cogela. Va hacia ese Submarino Amarillooooo"