martes, 2 de diciembre de 2014

Que pesadas están la abuela y la Cotilla con querer saber quién fue Pepe. Les digo que es un modo, como otro cualquiera, de perder el tiempo. Que Pepe es Pepe. Y me tiran a la cabeza lo primero que tiene a mano. No quieren dar su brazo a torcer. Lo malo de tanta consulta es que la hacen en mi casa y se presentan cuando aún no han puesto las calles. Porque como son viejas, duermen poco. No me importaría si no me despertaran.

La Momia está encantada porque es la que menos duerme y así no se aburre pero como está acostumbrada a mandar, con mucha educación, eso sí, no deja ni que me siente a desayunar tranquila - Nena, por favor, tráeme las pastillas de la tensión... Gracias. Eres un encanto... Y las del vértigo... Que amable eres, bonita... Me pones un café con leche... Nadie me lo hace como tu, cariño... ¿Puedes traerme la crema de manos? tengo la piel un poco apergaminada esta mañana... - Y así hasta que me hago la sorda y paso de ella. No por despreciarla sino porque acabo rendida. Le he dicho mil veces que  me pida todas las cosas a la vez pero ella no lo cree conveniente para no aturullarme... ¿Me estará llamando tonta?.

Desde que se ha iniciado la búsqueda de la identidad del jivarizado, la Momia ha descubierto unas magdalenas riquísimas y ya no quiere las ensaimadas que le manda Andresito todas las mañanas. - Dile a mi hijo que no se preocupe por mi, que aquí me cuidan de maravilla (le dijo a Geooorge. Pero la abuela le dio contraorden. Si la Momia prefería comer las magdalenas del contenedor del súper, allá ella. Nosotras sí queríamos las ensaimadas recién echas)

Después del desayuno, la abuelastra caía en un profundo sopor y el mayordomo la depositaba en su cama donde dormía a pierna suelta hasta la hora de ver a Mariló en la tele. Entonces cogía a Pascualita y la botella de chinchón y al rato la oíamos reir a carcajadas. A mi no me hacía gracia que le ensañara malos hábitos a la sirena y un día se lo comenté - No te preocupes, nena. El pescadito no se entera de las tonterías que dice la chica... y yo a penas... ¿Por qué crees que tenemos la botella a mano? - Me quedé más tranquila.

Geooooorge sigue preocupado con el tema de su pariente. Y se enfada cuando oye a las dos amigas otorgarle la nacionalidad española a Pepe. El otro día fue demasiado lejos cuando dijo: ¡Ser tan inglés como Gibraltar! - La abuela y la Cotilla, como si las hubiése picado un tábano, saltaron de las sillas al grito de ¡Santiago y cierra España! del Capitán Trueno. Y lo agarraron del pescuezo. Me costó mucho evitar que lo tiraran por el balcón. Solo cejaron en su empeño cuando les hice ver que el árbol que hay debajo tiene un ramaje muy espeso y se quedaría enredado en el. - ¡Pues yo quiero tirarlo de cabeza a la calle! (gritó la Cotilla, fuera de sí) - Tendrá que ser cuando poden el árbol (le dije) Y entre tanto jaleo, seguimos sin saber si Pepe fue San Mandinga o no. Por eso la Cotilla está de los nervios, porque, si lo fuera, no tendría que volver a "limpiar" los cepillos de las iglesias.


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