jueves, 4 de diciembre de 2014

Estaba abriendo un tetrabrik de caldo, pensando que iba a tener una comida tranquila, cuando la Cotilla ha entrado como una exhalación hasta la cocina y con un saco a la espalda que parecía pesar lo suyo - ¡Corre, cierra la puerta de la calle! - ¿Por qué no la cierra usted?

Arrastrando las zapatillas, fui dispuesta a darle a la puerta la patada que no podía darle a la Cotilla cuando ,en el rellano de la escalera aparecieron la abuela, Andresito y Geooorge. - "¡No cierres" (gritó la abuela y en cuanto entraron, se contradijo) - "¡Cierra!"

En la cocina había unas cuantas estatuas de diferentes tamaños - ¿Y estos santos? - Los he cogido prestados para que nos iluminen en la búsqueda de San Mandingo. - ¡Si quiere iluminación, encienda velas pero no robe santos! - ¿He empleado la palabra ROBAR? (preguntó la Cotilla mirándonos uno a uno) Las devolveré cuando hayamos aclarado las cosas.

No podía creer que Andresito se prestara a tamaño desatino. Me dijo que era la única manera de estar más tiempo con su mujer. - Desde que se le ha metido en la cabeza que Pepe es nuestro pariente, se pasa el día en tu casa o viendo brujas. - Un murmullo de letanía salió de la salita donde montaban un altar. - ¿Qué hacen? - Rogativas a los santos. - ¿Geoooorge también?

Llamaron a la puerta. Era el Municipal. - Si no fuera porque me lo han ordenado, no pisaría ésta casa.  Han visto entrar a la Cotilla con un saco al hombro. - Sí, eran turrones para Navidad. - El saco era grande. - Es que también traía mazapanes, rosquillas, mantecados, polvorones... ¿Sigo? - ¿Y huesos de SANTO? - ¿De santo? Pues... no me he fijado. - ¿Dónde están? - ¿Quiénes? - La Cotilla y los "huesos"? (noté recochineo en su voz) - ¿Te interesan las reliquias? - Me ponen los pelos de punta pero, una orden es una orden.

- ¿Conoces a Pepe, Bedulio? (pensé que si lograba interesarlo por el tema que nos traíamos entre manos, nos dejaría en paz) - ¿Qué Pepe? - La cabeza jibarizada. - No empecemos con guarrerías. - Estamos averiguando si es un santo mártir. - Jajajajajajaja ¿Te lo va a decir él? - Puede hacer milagros. (empezaba a enfadarme) - ¿A sí? Pues que me diga quién ganará La Liga... Vamos a preguntárselo jajajajajaja. - Sobre el aparador estaba la gran jarra de cerveza donde Pascualita nadaba tranquilamente entre las algas. - ¿Esa jarra es de verdad? - De la tienda del señor Li - Hay que ver lo que hacen los chinos. Meten toda la decoración entre dos placas de plástico y la jarra está vacía ¡Son la pera!... ¿Tienes coca cola? - ¿Para la jarra?... tiene agua fresca que iba a beberme cuando has llegado, Bedulio. - Mi cara de tonta fue tan convincente que dijo - ¡Estoy seco! - Se bebió de un buen trago de agua de mar y se atragantó con las algas, las piedras y la arena del fondo. Pero lo peor fue que Pascualita se le agarró a la campanilla temiendo ser engullida. Y ahí clavó sus dientes para no caer hasta el estómago del Municipal.

Fue muy difícil soltarla de allí sin hacer una sangría. Además, Bedulio no debía gritar para que nadie descubriera a la sirena. Le metí una servilleta en la boca mientras él daba saltos y corría al rededor de la mesa del comedor. Por fin agarró la botella de chinchón que le di y ahora hace dos horas que duerme la mona junto a Pascualita, en mi cama . Los demás siguen con sus letanías ¡Jesús, que tarde!



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