viernes, 7 de noviembre de 2014

Para cambiar de ambiente y estar cerca del mar aprovechando el día soleado, he ido a la Torre del Paseo Marítimo a comer. Andresito me ha saludado tan cariñoso como siempre pero yo he tenido que disimular. Soy rencorosa como Pascualita... ¿seremos familia? - Abuela ¿algún familiar tuyo fue pescador? - "Pues... Sí. Creo que mi tatarabuelo, Crucificado... ¿por qué?" - Por curiosidad... ¿Tuvo amores en cada puerto? - "Posiblemente, aunque por poco tiempo porque un día les pilló una galerna y el barco se fue a pique" -  Entonces  mi razonamiento no va desencaminado. - "No sabía que razonaras ¡Menudo descubrimiento!... ¿Me lo vas a contar?" - A veces me sorprendo cuando veo lo parecidas que somos Pascualita y yo... - "¿En qué? será en lo fea porque nadando no llegas ni a la esquina"

- Te hablo en serio. - "Yo también..."  - Tengo defectos que también tiene ella. - "Es verdad. Eres rencorosa y envidiosa" - Quizá la culpa sea de tu bisabuelo ( las finas cejas de la abuela se levantaron por el asombro) Tal vez, en el fondo del mar conoció a una antepasada de Pascualita, se enamoraron y tuvieron descendencia. Por eso ahora, Pascualita y yo compartimos estos defectos. - "Imposible que seáis familia. La sirena es todo eso pero de tonta no tiene un pelo y tu tienes una cabellera larguísima" - ¿Me estás llamando tonta? - "Con todas las letras. Mi bisabuelo no tenía branquias" - ¿Cómo lo sabes? - "Ni aguantaba un minuto bajo el agua." - ¿Estabas allí para dar fe? - "Ni tuvo amores con una sirena, alma de cántaro" - No lo sabes. - "¡Eso se hubiese contado en familia!" - Sería el secreto mejor guardado... Del mismo modo que Geoooorge sabe que Pepe es familiar suyo, yo sé que Pascualita lo es mía. ¡Escucho la llamada de la sangre!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! - Esta mujer está hasta en la sopa. ¿Qué hace aquí? - He ido a tu casa y el vecino de arriba me ha dicho que estarías aquí... Yo me apunto a lo de la sangre. - "¿Te has echo donante? Tus transfusiones serán de chinchón" - ¡Ni hablar de pincharme! Lo que quiero es un plato de frito mallorquín con sangre. Hum, se me hace la boca agua. - La abuela, solícita con su amiga, mandó a Geooorge a la compra.

Cogí un poco de sangre antes de que la frieran y la guardé en una servilleta. En un momento en que todos hablábamos a la vez y nadie estaba pendiente de nadie, le pasé un poco a Pascualita, que estaba en el termo de los chinos, colgado de mi cuello. El sabor debió recodarle tiempos mejores en los que nadaba libre en el mar y tenía que cazar para poder comer. Dio una voltereta sin que pudiera evitarlo y cayó en el plato del frito. La sangre encendió su espíritu cazador . Había vuelto a sus raíces y ahora, lo sabía, conquistaría el mundo.

Solo la abuela y yo sabíamos que el torbellino que esparcía la comida por todo, era una sirena loca y neurasténica, que se creía Alejandro Magno. Andresito, asustado, llamó al mayordomo que cuando vio el jaleo pensó que se enfrentaba al Demonio de Tasmania y salió del comedor a paso de carga. Entonces el abuelito lanzó su servilleta sobre el extraño fenómeno que paró en seco su ataque. Luego alargó la mano y cogió al "bicho" envuelto en la servilleta. Antes de que pudiera abrirla, los dientecitos de tiburón se clavaron en sus dedos y el abuelito aulló de dolor. Mientras Geooorge se lo llevaba al ambulatorio donde trabaja el Médico, la Cotilla juntó todo el frito esparcido por el comedor y se sentó a comer. - ¿No le afecta lo que ha pasado? (pregunté) - ¡Ya lo creo! Ahora me toca más cantidad jejejejeje.


 


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