sábado, 8 de noviembre de 2014

La abuela ha entrado en casa seguida del mayordomo que cargaba un montón de bolsas de las mejores, y más caras, tiendas de Palma. - Parece que has tirado la casa por la ventana... ¿qué pasa? - "Luego te lo cuento. Primero mira las maravillas que he comprado. Tirar de tarjeta sin pasar pena me provoca orgasmos en serie"  - ¡Abuela, que está el Unitetillo presente! - "¿Acaso las inglesas no tienen orgasmos?" - ¡No digas más esa palabra que me da vergüenza! - "Pero si no sabes lo que es eso, alma cándida"

Abrió las bolsas y sacó faldas, vestidos, complementos, abrigos, zapatos de tacones imposibles... Por último me enseñó un anillo con un gran zafíro rodeado de diamantes. - ¡Un momento! ¿Dónde he visto este anillo? - "Te lo estoy enseñando" - Me suena... me suena... ¡El de Lady Di! Si fueras la Cotilla diría que lo has "cogido prestado"... Y siendo tú, también. ¿De dónde lo has cogido? - "De la vitrina de la joyería" - Di mejor de la embajada inglesa. - "Si quieres que lo diga, lo digo pero nunca he pisado esa casa. Me lo ha regalado Andresito... Todo me lo ha regalado mi maridito... aunque él no lo sabe" - ¿Te has gastado una fortuna sin consultarle? - "Los regalos son sorpresas" - Menuda la que se llevará el pobre.

¿A santo de qué son los regalos? - "Es nuestro aniversario de boda" - ¿Ya? - "Y como seguramente no se acordará... " - Porque no es la fecha (remaché yo) - ...me ha adelantado y evito que tengamos bronca cuando nos veamos... No me has dicho si te gusta todo ésto" - Me encanta pero me parece demasiado por un solo aniversario. - "De eso nada. Son 69... por cierto, nuestro número favorito" - ¿Os tocó la lotería con él? - "¿Es que te lo tengo que explicar todo, boba de Coria?"

- ¿Cómo que 69? Os casáteis el año pasado. - "Suma los años que estuve casada con tu primer abuelito, más el tiempo "vacío" entre una boda y otra, más los años de tonteo con Andresito y éste de matrimonio con él. Total: 69"

Mientras la abuela se contoneaba por la casa como una Naomi Campell blanca (y arrugada, ahora que no me oye) y cambiándose contínuamente para que yo viera como le sentaba la ropa, llegó Andresito. Y no lo vi bien. Estaba desencajado, tembloroso, pálido y con un sudor frío que le recorría el cuerpo de la cabeza a los pies. - ¿Está... está... tu... mi mu... mujer? - ¿La abuela? Haciendo un desfile de modelos por el comedor.

Cuando vio a su marido, de un salto se colgó de su cuello, pasando las piernas en torno a la cintura de Andresito, como si fuese una niña. Los afilados tacones apuntaban, directamente, a los riñones del hombre que se tambaleó y tuvo que sujetarse a la mesa - "¡Gracias, cariñoooooooooo. Graciaaaaaaaaaaaas! Nadie tiene un marido como el míooooooooooooooo! Mira que bien me sienta todo. Como un guante. Menuda suerte has tenido casándote conmigo. Todos tus amigos me desean locamente pero solo tú, amor mío, me tienes en exclusiva ¡¡¡MUAAAAAAAAAAAAAAAA!!! Anda, vámonos a casa que te voy a agredecer estos regalos como solo yo sé hacer"

Se fueron, pero antes tuve que darle unas cuantas copas de chinchón a Andresito para que se recuperara del soponcio que le dio al ver la tarjeta del banco ¡seca!

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