sábado, 11 de octubre de 2014

- "Nena, échate para allá que no me dejas sitio" - Abrí los ojos espantada. Alguien me había hablado amparándose en la oscuridad de la noche... - ¿A... a... abuelito. Eres tú? (pregunté con un hilo de voz) - Nadie contestó, me cubrí la cabeza con la sábana y me dormí. Un brusco empujón estuvo a punto de tirarme de la cama al tiempo que me quedé sin sábana. Esto no era una pesadilla. El espíritu del abuelito estaba realmente enfadado y la tomaba conmigo. Temblando como una hoja azotada por el viento, busqué a tientas el interruptor de la luz y la encendí. Estaba sola, lo que confirmaba mis temores: el ánima del... Un momento... ¡Estaba en mi cama! Desde la almohada unos pequeños ojos de pez estaban fijos en mi - ¿Pascualita?... ¿Cómo has llegado hasta aquí? - ¡"Calla de una vez y duerme, que es tarde"!

Hasta la hora del desayuno no pude preguntarle nada a la abuela, a la que aún le duraba la resaca de la noche pasada en El Funeral. - "Me quedo a vivir aquí" - y se me atragantó el cola cao. - ¿Pero... y la Torre del Paseo Marítimo? ¿Ya no será mia cuando os muráis? - "¿Qué tendrá que ver la gimnasia con la magnesia?... Que chascos te da la vida" (dijo, pensativa.) - Y que lo digas... ¿Vas a cocinar tu? - "Si no quiero morir de cólicos,  no me va a quedar más remedio" - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! - Cotilla, la abuela volverá a guisar aquí. - ¿En serio? Esto hay que celebrarlo ¡Saca el chinchón, niña!

Mientras comíamos, la abuela nos contó el por qué de su huida del hogar conyugal pero no le hicimos ni  caso, nos interesaba más rebañar el plato de fabada asturiana que quitaba el sentido. De vez en cuando asentíamos con la cabeza o negábamos, dependiendo del tono de su voz. Solo al final, cuando la vecina se había comido cuatro platos y yo tres, le presté algo de atención. - ¿Qué tarjetas? (pregunté por quedar bien) - "Las opacas" - De esas no tengo. - "Andresito dice que saldrán más a la luz... y poco a poco recobrarán la memoria..." - ¿Las tarjetas? - "... cuanto más listos son, más tontos e ignorantes se vuelven" - ¿Por las tarjetas? -  ¿Se pueden vender al peso? consígueme algunas, a ver si llego a fin de mes. - "Banqueros, economistas, gente universitaria que maneja dinero todos los días, dicen ahora que no sabían que estaba mal gastar millones de pesetas alegremente" - ¿Por qué va a estar mal? (saltó la Cotilla) - ¿Todo ésto tiene algo que ver con Andresito, abuela? - "¡Claro! EL NO TENÍA TARJETA OPACA. ¿Os lo podéis creer? Para no matarlo, me fui a El Funeral y ahogué mis penas ligando hasta con el camarero" - Bien que hiciste (la Cotilla, como siempre, estaba de su parte) ¿Brindamos por ello y luego nos lo cuentas?

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