jueves, 16 de octubre de 2014

Llegó la abuela, inquieta y temerosa. - "Pellízcame, nena" - ¿Estás de antojos? - "Que me pellizques te digo, coñe. Tengo el miedo metido en el cuerpo desde que he visto una fotografía que me ha dejado helada. Déjame el guante de acero que voy a por Pascualita" - No te lo recomiendo porque está dormida como un lirón y ya sabes cómo se pone si la despertamos. - "Es que tiene que estar muy enfadada para la prueba que quiero hacerle"

Me extrañó que me pidiera el guante porque nunca lo ha necesitado. Pascualita es su amiga y la ha atacado pocas veces. Llegué a pensar que la abuela estaba preparando su suicidio... o el de Andresito, aunque sin su consentimiento. - ¿Estás segura de lo que vas a hacer? - "Totalmente" - ¿Tienes el testamento al día? - "¿A qué viene eso?" - Entonces, el de Andresito. - "Lo único que se necesita tener al día es una lupa como la que llevo en el bolso... Mira que eres tonta" - Después fue a la cocina, metió la mano en el barrilito de cristal y sacó a la sirena dormida. Entonces vi, horrorizada, que la sacudía como si de una botella de jarabe se tratara. - ¡Te va a morder!

Los pelos-alga de Pascualita se erizaron, su cola se tensó y abrió la boca de par en par al tiemppo que su dentadura de tiburón se desplazaba hacia adelante con una fiereza extraordinaria. - ¡¡¡Abuelaaaa! - "¡Dame la lupa y calla!" - Con la temeridad y valentía del Cid Campeador, la abuela examinó a la fiera corrupia que se retorcía y mordía, una y otra vez, el aguante de acero. - "Lo que me temía ¡es un monstruo de las profundidades!" - Te ha costado darte por enterada, abuela. Te lo he dicho mil veces. Este bicho no es normal. - "Mira sus dientes a través de la lupa ¡son idénticos a los de un tiburón! Y tiene tantas filas como ellos. Vistos así de grandes ponen  los pelos de punta. Saca la foto de mi cartera" - Me encontré frente a frente con la boca, horrorosa, de un tiburón blanco a punto de tragarse un buen pedazo de pez. - "¿Qué me dices, eh?" - Que ahora mismo voy a tirar a Pascualita al wáter. - "No harás tal cosa... Siempre podremos sacar un provecho de su agresividad" - ¿Por ejemplo? - "Imagínate lo que haría Pascualita, ahora  mismo, si la metieramos en la bañera con alguien" - Por la cara que ponía  la abuela supe de quién hablaba. De todas maneras, pregunté - ¿A qué "alguien" te refieres? - Una sonrisa maliciosa, que me puso el vello de punta, acabó de alarmarme - ¡Andresito! - Me guiñó un ojo y dijo con recochineo - "Eso lo has dicho tú, alma de cántaro... jejejejejeje... Lo has dicho tu..."

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