jueves, 30 de octubre de 2014

El abuelito, que ha dormido en la antigua habitación de la abuela, me ha llamado cuando me ha visto pasar.  - Nena, ya puedes traerme el desayuno. - Me he quedado a cuadros. - ¿Te ha dado un paralís mientras dormías? - No, por Dios. Es una vieja constumbre... El café con leche que  no esté ni muy frio ni muy caliente  - Se dice templado. - En taza... en vaso  no me gusta. - ¿Algo más, señor? - Sí, dos azucarillos... y procura que la cucharilla brille. Me gusta verme la cara en ella. - Aquí nos la vemos en el espejo del baño (dije, molesta) - Veo que tienes un mal despertar - Di un par de golpes con el pie en el suelo y salté: - El desayuno estará en la mesa de la cocina. Si tardas un poco estará tibio, si te pasas, frio y si esperas que te lo recaliente, lo tienes claro.

Puse la cafetera al fuego y llamé a la abuela - ¡¿Cómo lo aguantas?! - "¿Ya te has cansado? jejejejejejeje Pues tendrá que estar un tiempo ahí hasta que las aguas judiciales vuelvan a su cauce" - ¡Quiere que le lleve el desayuno a la cama y no sé cuantas cosas más! - "Aguanta, hija. Es lo que tiene el matrimonio" - ¡¿De qué hablas?! Es tu marido, no el mío. - " Ahora entenderás porque mandé a mi primer marido al Otro Mundo y me quedé yo en Otro Mejor jejejejejeje"

Al final, al abuelito no le quedó más remedio que venir a a cocina donde le puso pegas a todo. Así que puse las cosas claras. - Eres un refugiado judicial. Que no se te olvide. Estás en mi casa, con el riesgo que supone para mi. Aquí se hace lo que yo digo y si quieres mirarte en la cucharilla y está opaca, ahí tienes el fairi y el estropajo ¿Ha quedado claro? - Niquelao pero, arrieritos somos... - ¿Qué quieres decir? - Que la Torre del Paseo Marítimo sigue siendo mia. - ¿Es un chantaje? - En toda regla (me ha dicho el muy truhán)

Le comenté también a la abuela que, gracias a su marido, Pascualita se ha quedado sin "casa" - Busca una solución (le dije) - A media mañana llegó la Cotilla - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! - El abuelito soltó el periódico que estaba leyendo - ¿Es necesario gritar tanto? - La vecina se quedó cortada. Luego, andando de puntillas, se acercó y me dijo al oído: - Traigo lo que tu sabes, me ha dicho tu abuela. - No supe de qué me hablaba y menos cuando entró en casa un hombre con un water en brazos. Siempre susurrando, la Cotilla dijo: - Parece que tu abuela le ha dado al chinchón (después, alzando un poco la voz, ordenó al hombre que lo colocara en el comedor)

Andresito quedó boquiabierto - Oiga, llévelo al cuarto de baño, por favor. - Órdenes son órdenes, señor.- Y se marchó. Corrí al teléfono - "¿Ya he llegado el nuevo acuario?" - ¿El wáter? - "¡Es original a tope y vale un pastón! Verás que a gusto estará Pascualita" - Esperé a que Andresito sucumbiera al sopor de la siesta para meter a Pascualita en su nuevo hátitat después de haber colocado arena, algas, el barco hundido y agua de mar hasta arriba, luego me senté en el sofá y me dormí... Me despertó un chapoteo. Andresito, desatascador en mano, hacía lo posible para que el agua del nuevo water se fuera por un desagüe, que no tiene. Pascualita, asustada, había saltado refugiándose bajo el aparador. No puede sacarla de allí hasta que el abuelito se fue a la cama. ¡Que cruz me ha caído encima!

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