lunes, 22 de septiembre de 2014

El día ha despertado tristón: gris y a ratos, lluvioso. Incluso ha refrescado y ahora no sé si ponerme una manta ésta noche... Hay que ver cómo es el Otoño. Nunca sé qué ponerme y lo peor es que rara vez acierto.

El que está más feliz que una perdiz es el fraile Paco, que vive colgado de la pared de la salita, sentadito en un taburete que parece cómodo y se dedica a pronosticar el tiempo. Últimamente no da una porque se ha quedado encasquillado y solo sabe apuntar LLUVIA con su puntero. Hoy ¡por fin! ha acertado. Más vale tarde que nunca pero, desde luego, no se gana el sueldo. En eso estamos de acuerdo Pepe y yo ¡así cualquiera! - Creo que tu lo haría mejor (le dije a la cabeza jibarizada) porque a ti debe dolerte algo cuando cambia el tiempo... Las vértebras del cuello por ejemplo... ¿No notas nada? ¿un cosquilleo? ... ¿Nada? Pues ya es mala suerte, hombre, porque podrías ganarte unos euros  pronosticando el tiempo y así nadie podría decir de ti que estás en mi casa a la sopa boba... Ya sé que no haces gasto ninguno... bueno, eso tampoco es verdad porque acumulas polvo y tengo que lavarte de vez en cuando y el detergente no me lo regalan.

- Pascualita nos miraba sentada en el escurridor de la fregona. - También tu podrías mirar de ganar algo. Aunque solo sea para pagar la gasolina que gasto cuando voy a la playa a llenar las garrafas de agua de mar. Y luego está la comida, que pareces una lima nueva. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¿Con quién hablas? - Con el primer abuelito - ¡Ay, Dios mío, que viene a por mi! - La vecino corrió  como alma que lleva el diablo y salió dando un portazo que por poco me tira las paredes abajo. Eso de tener un abuelito asesinado por su mujer y su amiga, es un chollo jajajajajaja

Me disponía a comer una sopa de sobre cuando llamaron a la puerta. Dos hombres, que después de presentaron como policías, estaban plantados en el rellano. - ¿Pasa algo? - Si no pasa, pasará... (Su voz sonó amenazadora y me puso los pelos de punta) - ¡Yo no sé nada! (grité) - ¿De qué? (el otro era parco en palabras. Las dejaba caer) - Me hice a un lado para que entraran. Entonces uno dijo a bocajarro - ¿Mató a su abuelo? - ¡¡¡NOOOOOOOOOOO!!!... Eso son cosas de mi abuela... Yo no había nacido entonces... Soy joven... ¿Están ustedes casados? - (¿Por qué dije esto? La abuela me ha transmitido su obsesión) - ¿Lo mató ella? - Estoooo... No sabría decirle... es que soy muy joven... - ¿Según usted, claro? - ¿Cómo? - ¡Carnet de identidad! - Tragué saliva y busqué el DNI en la cartera. - Lo que yo pensaba ¡se quita años! - Me estaba poniendo nerviosa y más cuando vi a Pascualita, mirándonos muy atenta desde el escurridor de la fregona.

Llamé a la abuela para que viniera U R G E N T E M E N T E. - "¿Quienes son estos señores tan guapos?... ¿No les has ofrecido nada de beber? ¡Que cruz tengo con esta nieta mía! Tenga, prueben el chinchón on the rocks... ¿A qué está bueno? Y pasa muy suavecito. ¿Ponemos otro?"

Media hora después aquellos hombres no sabían que hacían en mi casa, aparte de pasarlo bien con la cháchara de mi abuela. - "Bueno... ¿y a qué habéis venido?" - Pues... ¡hip!... ¡yo qué se! jajajajajaja - ¿Era por un muerto? jajajajajajajaja... ¡ay, que risa!... ¡hip! ... ¿Y dice que eso tan feo... ¡hip!...es una sirena? jajajajajaja ¡Está usted sembrada, señora. Ni que fuera de Cádiz!... ¿Una sirena ese mama...mamamama jajajajajaja... mamarracho? jajajajajajaja.

Pascualita se zambulló y salió como un misil con los carrillos hinchados. Menos mal que puse una revista entre el chorrito de agua envenenada y la cara del policía que iba a recibirlo... unos segundos después, el papel se arrugó y cayó al suelo echo pedacitos.

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